Muerte, juicio, infierno y Gloria, ten cristiano en la memoria. Sermón breve

“Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta”, dice el Evangelio del día de hoy (Lc 12,35-38).

Recuerdo que, cuando era pequeño, mi abuela materna me decía.

“Muerte, juicio, infierno y gloria,

Ten cristiano en la memoria”.

Y no se equivocaba; porque quien tiene presente siempre su fin, difícilmente dilate su conversión para otro día.

Es lo que dice la misma Sagrada escritura: “acuérdate de tus postrimerías y nunca pecarás” (Eclesiástico 7,40).

Hoy el Señor nos llama a la conversión del corazón y a no dejar para mañana el volvernos a Él.

Simplemente porque no sabemos si habrá o no un “mañana”.

Es que sabemos por Fe que en el mismo momento en que nuestra alma abandone este cuerpo mortal, seremos juzgados: “unos para la vida eterna y otros para la muerte eterna”, como dice el Evangelio.

Por eso, el tiempo de la misericordia es mientras estamos vivos, ya que los muertos no pueden merecer más para sí mismos.

Pero…¿qué es la conversión?

Es volvernos a Dios, es abandonar nuestra vida mundana, nuestros pecados, nuestro apego a las cosas de la tierra. Es dejar de lado ese vicio, esa mala costumbre que nos esclaviza, ese afecto desordenado que no nos permite avanzar.

Eso que decimos en cada confesión que intentaremos dejar.

Y eso puede pasarnos a todos.

En la vida de San Agustín se narra cómo, al darse cuenta de que debía cambiar de vida, porque ya había encontrado a Dios, él mismo le decía al Señor: “Espera, Señor, un poco, aguarda otro poco; entonces dejaré el mundo, entonces saldré del pecado”.

Así andan quienes quieren seguir a Dios pero no ponen los medios para dejar una mala vida.

Pero ante todo: ¿quién nos ha dado la seguridad de que habrá un “mañana”?

Como dice San Gregorio, “Dios, que prometió perdón al pecador que se arrepiente, nunca le prometió el día de mañana”.

Por eso nos dice el libro del Eclesiástico: “Hijo, no tardes en convertirte al Señor, y no lo dilates de día en día; porque súbitamente saldrá su ira, y en el tiempo del castigo te destruirá” (Eclesiástico 5,7).

Pero aún si supiésemos que nos quedasen veinte o treinta años más de vida, ¿sería lógico dejar la conversión para mañana?

Claro que no, ya que en estas cosas sucede lo mismo que con las malas plantas o las malas hierbas: cuanto más tiempo se las deja crecer, más difícil es luego erradicarlas.

Es por ello que debemos aprovechar el tiempo presente, como San Pablo nos dice:  Efesios 5,16 “aprovechad bien el tiempo porque los días son malos".

Pero: ¿Cuántos católicos dicen: “Cuando sea grande me corregiré”?; o ¿“cuando termine este período de mi vida, comenzaré la conversión”?

Por eso dijo muy bien Séneca que quien espera a la vejez para ser bueno, es como el corredor que, en una carrera, corre siempre flojamente para intentar acelerar al final cuando ya le quedan pocas fuerzas.

“Lejos estamos de la fidelidad a Dios -dice San Gregorio- si esperamos recién al tiempo de la vejez para hacer penitencia”.

Por todo ello dijo con mucha razón el Eclesiástico: “Nunca ceses de hacer bien en todo tiempo, porque el galardón de Dios permanece para siempre”.

Por eso, dice la rima:

Muerte, juicio, infierno y gloria,

Ten cristiano en la memoria

Entonces: hagamos verdaderos y buenos propósitos de conversión.

No dilatemos para mañana la lucha contra ese defecto dominante.

Hagamos penitencia por nuestras faltas y tomémonos la vida espiritual en serio.

El pasado está en la misericordia de Dios y el futuro en Su providencia, pero el presente está en nuestras manos y, si somos fieles a la gracia de Dios, Él actuará.

Porque, como dijo el Señor al profeta Ezequiel: “Yo no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva” (Ezequiel 33,11).

Confesémonos sinceramente, odiemos el pecado y busquemos la santidad, sin dilatar nuestra conversión para mañana. Pidamos entonces a Dios que nos conceda esta gracia por intercesión de María Santísima.

P. Javier Olivera Ravasi, SE

San Francisco, Domingo 10 de Agosto de 2025

Memoria de San Lorenzo Mártir

6 comentarios

  
,,,
Es una constancia permanente, nos jugamos la salvación del alma o la condenación eterna.
10/08/25 5:31 AM
  
JLuis
Magnífico, gracias. Me quedo con las dos primeras palabras del último párrafo: "Confesémonos sinceramente". El Señor hace el resto.
10/08/25 9:14 AM
  
Franco
"[...]
Medita lo que te digo,
Trata de enmendarte fiel,
Mira que aún este papel
Será contra ti testigo:
A que no olvides te obligo,
Muerte, Juicio, Infierno y Gloria;
Deja toda vana gloria;
Y con cristiano talento,
No hagas loco pensamiento
De una tan cuerda memoria
[...]"
S. Antonio María Claret - Décimas para despertar al pecador
10/08/25 12:58 PM
  
maru
Me ha gustado mucho la rima, gracias P. Javier.
10/08/25 3:21 PM
  
anawim
Pero P. Olivera, si dejamos de pecar, cómo vamos a confesar por lo menos una vez al año, por Pascua de Resurrección? Si somos perfectos.... ¿Y vamos a perder todas las indulgencias plenarias que la Iglesia nos concede porque no hemos cumplido con el requisito de la confesión. Mire que como a base de conversión consigamos la perfección... Yo necesito las Indulgencias plenarias lo siento mucho.
10/08/25 5:37 PM
  
Josep
Sicut vita, finis ita
10/08/25 10:48 PM

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