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9.06.17

Explicando la Misa tradicional: desde el lavatorio de las manos hasta el Sanctus

Publico aquí un post que faltó publicar sobre la explicación de la Misa. 

Los posts completos están aquí:

1) El latín en la Misa

2) Misa “ad orientem” o de cara a Dios

3) Desde el introito hasta la oración colecta

4) Desde las lecturas hasta el lavatorio de manos

5) Desde el lavatorio de manos hasta el Sanctus

6) Desde el Sanctus hasta el final

P. Javier Olivera Ravasi

 

Hemos visto anteriormente la explicación de la Santa Misa hasta el momento del lavatorio de las manos; llega ahora el momento de analizar lo que sucede hasta el canon de la Misa.

Una vez que el sacerdote, humildemente se hubo purificado, dirá inclinado y humildemente:

Suscipe…

Recibe, oh Trinidad santa, esta oblación que te ofrecemos en memoria de la pasión, resurrección y ascensión de Jesucristo, nuestro Señor; y en honor de la bienaventurada siempre Virgen María, y de San Juan Bautista y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de éstos santos –y besará el altar- cuyas reliquias están en esta ara y de todos los santos; para que a ellos les sirva de honra y a nosotros nos aproveche para la salvación: y se dignen interceder por nosotros en el cielo aquellos cuya memoria veneramos en la tierra. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 La Iglesia ofrece la oblación eucarística a la Santísima Trinidad porque recuerda y obra el misterio de la Redención al cual cooperan las tres Personas divinas. La Misa recuerda la Pasión o inmolación de Jesús y, renovándola sacramentalmente, evoca también su Resurrección y su Ascensión; porque sabemos que, efectivamente, es Jesucristo glorioso quien está presente bajo las Santas especies. La Iglesia cita luego el nombre de algunos Santos, aquellos mismos del Confiteor, es decir, la bienaventurada Virgen María, San Juan Bautista, los Apóstoles San Pedro y San Pablo, los Santos cuyas reliquias descansan en el ara y todos los santos, haciéndolos desempeñar con Cristo el oficio de mediadores en la aplicación de sus misterios en nuestras almas. Su intercesión a la cual recurrimos, apoyados como ellos, en los méritos de Cristo es el oficio que desempeñan para con nosotros.

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