La Madre Angélica se fue con Cristo

Cuando el apóstol San Pablo había realizado buena parte de su actividad apostólica, escribió lo siguiente en una carta a los Filipenses:
Fil 1,23-24
Me encuentro en esta alternativa: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros.
Efectivamente, para el cristiano que vive y muere en gracia de Dios, la muerte es el paso a la vida eterna al lado del Señor, alejado ya de todas las pruebas y cruces que permanecen en esta vida terrenal. Incluso en el caso de que debamos pasar por el purgatorio -del que tan poco se predica-, el destino final es seguro si s ha fallecido en paz con Dios.
Y aunque, a diferencia de lo que nos encontramos en la inmensa mayoría de los funerales, no soy partidario de dar por seguro la salvación de todo el que fallece, ese parece claramente el caso de la Madre Angélica, fundadora de EWTN, que entregó ayer su alma a Dios, precisamente el Domingo de Resurrección.
No pudo elegir el Señor un día más significativo para llevársela a su lado. La Madre Angélica fue, por gracia de Dios, una verdadera “resucitadora” del catolicismo en el continente americano. Su gran legado es precisamente esa cadena de radio y televisión.
EWTN ha sido, y es, a la vez dique de contención contra el avance del protestantismo y las sectas y río bravo de las aguas de la fe católica. Todos sus programas son católicos en el mejor sentido del término. En ellos vemos liturgia -misa diaria-, oración, catequesis, sana diversión para los niños y, algo muy poco de moda hoy, magnífica apologética. Si la Madre Teresa de Calcuta entregó su vida para cuidar a los pobres, la Madre Angélica la entregó para alimentar el alma de los fieles católicos.



He recibido algunos emails preguntándome si íbamos a dar, como otros años, alguna guía de voto para las elecciones del próximo 20 de diciembre en España. Pues no, no tenemos intención de hacer tal cosa. La realidad es que no existe la más mínima posibilidad de que en el próximo parlamento español haya un partido que defienda los principios no negociables que en su día marcó Benedicto XVI. De hecho, dentro de la propia Iglesia no está precisamente de moda defender dichos principios como motor de la acción política.


