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25.01.17

El super monaguillo


Esta noche ha fallecido Manolo, tío de mi mujer y padre de José Manuel, al que dediqué este post el cinco de mayo del 2008.

Ha muerto mientras dormía en su casa de Pallaruelo de Monegros. Llevaba tiempo con achaques de salud, pero no se esperaba una muerte inmediata.

Le tenía en muy alto aprecio y un gran cariño. Fue un buen hombre, católico practicante. Os ruego una oración por su alma y por sus seres más queridos, en especial por José Manuel.

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Este fin de semana me he quedado de Rodríguez mientras mi esposa e hijos han ido a casa de mis suegros, en un pueblecito de los Monegros oscenses. Precisamente nuestro obispo, Monseñor Jesús Sanz Montes, está de visita pastoral por el arciprestazgo monegrino y este domingo dio misa a primera hora en dicho pueblo. Dado que es una localidad de apenas cien habitantes, a veces bastan los dedos de las manos para contar las veces que un obispo visita la población a lo largo de la vida de cualquiera de los fieles que viven allá. Por tanto, cada vez que un sucesor de los apóstoles asoma su báculo por allí, los cristianos se alegran.

Pero entre todos los bautizados de Pallaruelo de Monegros -así se llama el pueblo- el más feliz de todos hoy ha sido, sin la menor duda, José Manuel, primo de mi mujer. Es el monaguillo del pueblo desde hace más de treinta años. Más o menos desde que hizo la primera comunión. Ahora tiene 40 años pero ayuda al sacerdote todos los domingos con la misma alegría de siempre.

Alguno os extrañaréis de que un hombre de esa edad siga siendo monaguillo. Bien, es que José Manuel nació con el síndrome de Down. Por eso lleva viviendo toda la vida con sus padres y apenas sale del pueblo salvo para ir a la capital de la comarca o al médico en Huesca o Zaragoza. Yo le conozco desde hace más de veinte años y, sinceramente, no me imagino una misa en Pallaruelo sin él al lado del sacerdote. Y os aseguro que pocos monaguillos hay en el mundo que cumplan su cometido tan bien y con tanta “vocación".

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21.01.17

Tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto

Esta semana fui a Misa con unos amigos y nos encontramos con que se estaba celebrando un funeral. El funeral fue católico en los textos litúrgicos. Pero solo en eso. Lo demás era un funeral protestante con tufo herético universalista-origenista. O sea, se dio por hecho no solo la salvación del finado por el mero hecho de ser cristiano -tesis calvinista- sino que todos se salvan. Y el concepto de presencia de Cristo en medio del “culto” era también protestante.

Ahora bien, esa forma de celebrar el funeral la he visto en la práctica totalidad de funerales a los que he asistido desde mi regreso a la Iglesia Católica. O he tenido muy mala suerte o es la pura realidad a la que se enfrentan los fieles, al menos en España.

No tiene el menor sentido rezar por los muertos si se da por hecho que los muertos están en el cielo. No tiene el menor sentido predicar el evangelio -de hecho, no se hace- si se da por hecho que todo el mundo se salva. Del purgatorio, mejor ni hablamos. No existe. Tampoco el juicio por nuestras obras.

De hecho, es mucho más probable encontrarse algo de catolicismo en un funeral celebrado por protestantes evangélicos -no liberales-, que en uno católico. Es casi seguro que se oirá la idea de que debemos tener que rendir cuentas a Dios después de la muerte y que la posibilidad de la condenación es real.

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20.01.17

La gran batalla por el alma de la Iglesia de Cristo

En el proceso de mi regreso a la Iglesia Católica, uno de los primeros pasos, esencial, fue entender la inviabilidad del protestantismo. Inviabilidad que venía dada por el lema Sola Scriptura -ausente en la propia Biblia- acompañado del axioma del «libre examen», según el cual, todos y cada uno de los cristianos pueden interpretar la Biblia según le dicte su conciencia. Eso es fuente de todo tipo de heterodoxias habidas y por haber.

El estudio de la historia de la Iglesia me abrió completamente los ojos a otra gran verdad: no hay nada en los primeros siglos de la historia de la Iglesia que se parezca al protestantismo… salvo la proliferación de herejías de todo tipo.

Quedaban, por tanto, dos opciones: iglesias ortodoxas, Iglesia Católica. No había más. Y entonces, no sin cierta dificultad, entendí que el ministerio petrino, instituido por Cristo, solo se encontraba en el seno del catolicismo. Podía dudar de si se había desarrollado excesivamente, pero estar, estaba. Entre los ortodoxos no. El beato Newman me ayudó a entender que ese desarrollo entraba dentro de los parámetros del resto de desarrollo doctrinal en el seno de la Iglesia fundada por Cristo.

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17.01.17

Lo que yo le diría a la casta de Podemos

Entre los mayores problemas que tiene España está, ¡quién puede dudarlo!, el que haya ciudadanos que deciden voluntariamente que una parte pequeña (0.7%) de lo que recauda el Estado por la Declaraciòn de la Renta vaya para financiar la Iglesia Católica. 

No solo eso. Resulta que el Estado paga también los conciertos económicos que sostienen colegios católicos, se hace cargo de los sueldos de profesores de religión católica en la escuela pública, ayuda a la asistencia sanitaria y obra social católica, financiación de funcionarios capellanes, mantenimiento de patrimonio artístico, etc.

Podemos cree que hay que acabar con eso. Pide también denunciar los acuerdos entre España y la Santa Sede. Y dice que «la práctica religiosa no es un servicio público que beneficie a toda la ciudadanía y son los fieles de cada confesión quienes, en su caso, deberían contribuir a la financiación de su culto, clero y actividades religiosas».

Pues miren, estoy de acuerdo. Va siendo hora de que nos liberemos completamente del yugo desigual (2ª Cor 6,14) que nos une a un estado criminal (abortista) y con una clase dirigente corrupta. Y además, ¿por qué esperar a que pasen cinco años para esa “desconexión"? Podemos empezar ya mismo.

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16.01.17

Religión Digital y el cura afable, alegre, simpático... y abusador

Estos días atrás ha sido noticia el caso de un sacerdote de la diócesis de San Sebastián, ex vicario general para más señas, que ha sido apartado de la vida pública por abusar de menores. Su nombre, Juan Kruz Mendizabal. Su obispo, Mons. Munilla, se ha encargado de informar del resultado del correspondiente expediente que fue tratado en Roma. Al parecer las dos primeras víctimas que denunciaron el caso quisieron que se guardara discrección. Pero una tercera no, con lo cual ha sido necesario dar difusión a lo ocurrido.

Los detalles de algunos de los abusos de ese sacerdote, que ha reconocido los hechos, son realmente repugnantes, así que no voy a entrar en ello. 

Ahora bien, hoy hemos asistido a uno de los espectáculos más denigrantes del periodismo socio-religioso de este país. Se trata de la entrevista que el director de Religión Digital, José Manuel Vidal, ha realizado al ex-franciscano José Arregi. La misma no tiene desperdicio.

Por ejemplo, ante los abusos del señor Kruz Mendizábal, ¿qué dice Arregi?

Sobre todo sentí estupor y pena, y también un poco de indignación. Estupor por la noticia en sí, absolutamente inesperada. Pena por las víctimas y por Juan Kruz Mendizabal. Indignación porque el obispado de San Sebastián lo haya hecho público ahora y de esta manera, con una nota demasiado calculada, en un tono muy canónico. Creo que el enorme revuelo mediático no ayuda a nadie, más bien perjudica a todos: a Kakux lo hunde, por supuesto, pero pienso que también perjudica a las propias víctimas, hace más difícil la sanación de su memoria, la reconciliación con su historia.

Oh, un poco de indignación, dice este señor. Oh, el revuelo mediático no ayuda a nadie. Oh, qué malo es el obispo de San Sebastián, que va y nos cuenta lo que ha pasado. Oh, pobrecito el tal Kakux, que queda hundido.

Pero claro, ¿quién era el tal Kakux según este ex-franciscano?

Juan Kruz Mendizabal ha sido “Kakux", el cura más conocido y exitoso de la diócesis, afable, alegre, simpático, extraordinariamente servicial, siempre dispuesto a ayudar a quien fuera. Todo eso sigue siendo verdad, haya pasado lo que haya pasado, y sería injusto no reconocerlo. Kakux representaba también una teología y pastoral crítica respecto del pensamiento y del proyecto del obispo José Ignacio Munilla, a la vez que, como vicario general, y con mayor o menor acierto, ha tratado de mantener puentes entre el sector eclesial afín al obispo, muy minoritario en la diócesis, y el sector crítico enfrentado a él, muy mayoritario tanto en el seno del clero como de la comunidad cristiana.

Solo le ha faltado pedir le beatificación en vida del cura abusador. Al fin y al caso es un tío genial. Sí, resulta que ha metido mano a jóvenes adolescentes, pero… ¿cambia eso el resto de sus virtudes? Y, por supuesto, era crítico con Mons. Munilla. Ahí está la clave del tema. Si hubiera sido un cura cercano al obispo, tanto el señor Vidal, entrevistador, como el señor Arregi, entrevistado, estarían clamando al cielo y pidiendo la cadena perpetua para el cura y el cese inmediato del obispo por parte de Roma. Es lo que el señor Vidal acostumbra a hacer en casos similares.

En todo caso, la clave de esta entrevista viene en esta pregunta y su respuesta:

¿La Iglesia debería replantear la doctrina sobre la sexualidad, empezando por la de su propio clero?

Sí, se impone una revisión drástica de la doctrina eclesial en todo lo que se refiere a la sexualidad. La represión, la condenación de la sexualidad, su culpabilización y tabuización, que aún siguen manteniendo en el discurso y en la legalidad vigente, han provocado un sufrimiento de dimensiones atroces, de manera especial entre los clérigos y religiosos. La Iglesia tiene un enorme problema con la sexualidad desde San Pablo, no desde Jesús, y no parece dispuesta a resolverlo sanamente.

He ahí el problema. Que un cura abuse de un menor es culpa de… San Pablo y la Iglesia.

Más:

¿Es el celibato la causa de este tipo de comportamientos, al menos en los curas que no consiguen la sublimación?

Sería muy simplista y engañoso decir que los casos de pederastia son debidos al celibato, pero la institución católica se equivocaría gravemente -creo que de hecho se equivoca- si pensara que su teología, su derecho canónico y su modelo de Iglesia clerical son ajenos a la plaga de la pederastia propagada en el clero y en tantas instituciones católicas. 

Arregi parece incluso más moderado que el entrevistador (un ex-cura casado), y responde que sería demasiado simplista decir que el celibato es la causa de los abusos de sacerdotes, pero viene a decir que algo de eso hay. Lo que no dice ni el señor Vidal ni el señor Arregi es que la inmensa mayoría de los abusos de los sacerdotes, como es el caso del “afable, alegre, simpático” Kakux, es que se cometen contra varones, no contra mujeres. Es decir, hay un problema evidente de homosexualidad. A pesar de que hay obispos deseosos de aprobar el “matrimonio” homosexual -y siguen siendo obispos para mayor vergüenza de quien se lo consiente-, si la Iglesia decidiera que no es necesario el celibato para ser sacerdote no cambiaría nada la situación de los curas gays que tienen una especial querencia por los menores de edad.

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