InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: Mayo 2017

31.05.17

¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme?

Evangelio en la Fiesta de la Visitación de la Virgen María

Por aquellos días, María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando en voz alta, dijo: “Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme? Pues en cuanto llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno; y bienaventurada tú, que has creído, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor".
María exclamó: “Proclama mi alma las grandezas del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de “su” esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo; su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen. Manifestó el poder de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó de su trono a los poderosos y ensalzó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos los despidió vacíos. Protegió a Israel su siervo, recordando su misericordia, como había prometido a nuestros padres, Abrahán y su descendencia para siempre.”
Luc 1,39-55

María. Dulce nombre de María. Madre del Señor, Madre nuestra. Don de lo alto de quien nos nace el Salvador, porque así lo decretó Dios.

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30.05.17

Te ruego por ellos; no ruego por el mundo

Evangelio del martes de la séptima semana de Pascua:

Así habló Jesús y, levantando los ojos al cielo, dijo: “Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti,
porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti".
Jn 17, 1-11a

Gran parte de nuestros temores deberían quedar en nada si entendiéramos que somos propiedad de Dios. El Padre nos puso en manos del Hijo, y el Hijo nos custodia y ruega por nosotros al Padre. Ya puede caerse el mundo entero en rededor nuestro, que el Señor mismo nos mantendrá firmes a su lado. Por si fuera poco, hemos sido sellados con el Espíritu Santo (Efe 1,13).

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29.05.17

Yo he vencido al mundo

Evangelio del lunes de la séptima semana de Pascua:

Los discípulos le dijeron a Jesús: -Ahora sí que hablas con claridad y no usas ninguna comparación; ahora vemos que lo sabes todo, y no necesitas que nadie te pregunte; por eso creemos que has salido de Dios.
-¿Ahora creéis? -les dijo Jesús-. Mirad que llega la hora, y ya llegó, en que os dispersaréis cada uno por su lado, y me dejaréis solo, aunque no estoy solo porque el Padre está conmigo. Os he dicho esto para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis sufrimientos, pero confiad: yo he vencido al mundo.
Jn 16,29-33

Cada vez que los apóstoles, individual o colectivamente, “sacaban pecho", el Señor les “bajaba los humos". Le pasó a Pedro:

Él le dijo: -Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y hasta la muerte.
Pero Jesús le respondió: -Te aseguro, Pedro, que no cantará hoy el gallo sin que hayas negado tres veces haberme conocido.
Luc 22,33-34

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28.05.17

Haced discípulos, bautizándoles y enseñándoles

Evangelio en la Solemnidad de Ascensión del Señor

Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.  
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Mt 28,16-20

El Señor concluye su ministerio terrenal enviando a sus discípulos a hacer proselitismo. Es decir, les manda a hacer nuevos discípulos, bautizando y enseñando a guardar los mandamientos de Cristo. Y para tal fin contarán con la asistencia indispensable del Espíritu Santo. Así lo vemos en la primera lectura de hoy:

Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.
Hech 1,8

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27.05.17

Fue de gran provecho, con la gracia divina, para los que habían creído

Primera lectura del sábado de la sexta semana de Pascua

Pasó allí algún tiempo y marchó recorriendo una tras otra las regiones de Galacia y Frigia, confortando a todos los discípulos.
Un judío que se llamaba Apolo, de origen alejandrino, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras, llegó a Éfeso. Había sido instruido en el camino del Señor. Hablaba con fervor de espíritu y enseñaba con esmero lo referente a Jesús, aunque sólo conocía el bautismo de Juan.
Comenzó a hablar con libertad en la sinagoga. Al oírle Priscila y Aquila le tomaron consigo y le expusieron con más exactitud el camino de Dios. Como deseaba pasar a Acaya, los hermanos le animaron y escribieron a los discípulos para que le recibieran. Cuando llegó fue de gran provecho, con la gracia divina, para los que habían creído, pues refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús es el Cristo.
Hech 18.23-28

El Señor quiso desde un primer momento que la Iglesia contara con apologetas. Es decir, fieles a los que por su gracia capacita para defender la fe y refutar los errores en debates públicos. Apòlo fue uno de los primeros, pero es común encontrarse con muchos escritos apologéticos en la era patrística. Hoy esa labor en la Iglesia la ejercen sobre todo seglares y conversos. 

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