17.01.10

(57) Grandes rebajas del cristianismo –II. Schillebeeckx

–¿No murió hace poco?
–El 23 de diciembre de 2009, a sus 95 años. Requiescat in pace.

Las síntesis históricas, por muy sintéticas que sean, exigen desarrollos largos, que no caben en un lugar como éste. «Grandes rebajas del cristianismo», enormes rebajas, fueron las realizadas por Lutero, del que ya traté en otro artículo. Grandes rebajas y falsificaciones del cristianismo fueron producidas también por tantos otros herejes anteriores y posteriores a él. Yo en el artículo actual me limitaré a considerar el modernismo, y más concretamente el modernismo actual, llamado a veces progresismo, personificándolo en el profesor Schillebeeckx y su entorno holandés.

El modernismo. En la segunda mitad del siglo XIX se configura ya plenamente el modernismo, una síntesis de protestantismo liberal, Ilustración, positivismo, naturalismo, liberalismo, exégesis crítica, historicismo, evolucionismo (Tyrrel +1909, Loysy +1940, etc.). En el Syllabus (1864), el Beato Pío IX condena 65 proposiciones claramente modernistas. Y San Pío X en la encíclica Pascendi (1907, n. 38) afirma que el modernismo es «el conjunto de todas las herejías». Y lo enfrenta con el mayor empeño, como puede verse en el motu proprio Sacrorum Antistitum, conocido como Juramento antimodernista (1910).

Una imagen del libro Christian Cartoons (1922) muestra en caricatura la gran rebaja de la escalera modernista descendente, que conduce derechamente a la apostasía (Cristianismo – Biblia no infalible – hombre no imagen de Dios – no milagros – no nacimiento virginal de Jesús – no divinidad de Jesús – no expiación – no resurrección – agnosticismo – ateísmo).

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13.01.10

(56) Grandes rebajas del cristianismo –I. arrianismo y pelagianismo antiguos

–No sé yo si voy a ser capaz de entender algo.
–Entenderá bastante menos que la mayoría; pero algo, algo, con el favor de Dios, sí entenderá.

La Iglesia logra en el siglo IV la libertad civil. El emperador Galerio (311, edicto de Nicomedia) y los emperadores Constantino I y Licinio, en occidente y en oriente (313, edicto de Milán), no solamente ponen fin a las persecuciones de la Iglesia, sino que van creando una situación en la que ser cristiano trae consigo una condición muy ventajosa para la vida social en el Imperio. Se bautizan los emperadores –Constantino, antes de morir–, y con ellos todos los altos magistrados. Teodosio prohibe ya los cultos paganos supervivientes y establece el cristianismo como religión oficial del Imperio (391). Se inicia en ese siglo para la Iglesia un tiempo nuevo, en el que florece la liturgia, la catequesis, la construcción de los templos y basílicas, la celebración de los primeros grandes Concilios ecuménicos, la institución del domingo, de la monogamia, una época en la que no pocas normas cristianas se hacen leyes civiles, al mismo tiempo que la Iglesia hace suyas muchas instituciones y leyes romanas.

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7.01.10

(55) José Román Flecha –y II. moral

–Perdone, pero a mí esas esas enseñanzas morales me quedan muy oscuras.
–Es normal. Aparte de que usted tiene pocas luces, de suyo son exposiciones muy obscuras.

Confusiones y contradicciones. Hay en esta obra una cierta ambigüedad congénita. La posición subjetivista del profesor Flecha, aunque él se esfuerza en no declararla abiertamente e incluso en combatirla, se capta inevitablemente en sus exposiciones confusas y desconcertantes. No es fácil, por ejemplo, entender cómo pueda conciliarse lo que el autor enseña sobre la autonomía de la conciencia y lo que la Iglesia enseña sobre los «actos intrínsecamente malos», doctrina que él mismo se ve obligado a recordar en otro lugar (198-200).

Tampoco podríamos asegurar qué es lo que realmente enseña sobre «la especificidad de la ética cristiana» (135-138), es decir, cómo entiende «la relación entre la ética cristiana y las éticas seculares» (145). Pues, por una parte, dice que «afirmar que el cristianismo no aporta un contenido moral categorial distinto del que ellas ofrecen –o pueden ofrecer–… es afirmar la sana autonomía de lo creado y la posibilidad de la razón natural para acceder a la bondad» (145).

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3.01.10

(54) José Román Flecha –I. moral

–¿Y no se cansa y se entristece denunciando tantos errores que corren en la Iglesia?.
–Limpiar las ventanas sucias de una iglesia, y ver que se llena de la luz del Sol, es una gran alegría para mí y para muchos. El trabajo sí es un tanto penoso, y es incluso peligroso, sobre todo cuando se limpian las ventanas que están más altas.

El doctor José Román Flecha Andrés (León, 1941-), catedrático de Teología Moral, especializado en Bioética, fue vicerrector de la Universidad Pontificia de Salamanca (1989-1990) y decano de la Facultad de Teología (1990-1993), (2002-2005). Ha publicado un gran número de obras.

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30.12.09

(53) Dionisio Borobio –eucaristía

–¿Al menos respetará la presencia real eucarística, no?
–No, hijo, no. La explica de modo inconciliable con la doctrina de la Iglesia.

Comento ahora el libro de Dionisio Borobio, Eucaristía, publicado en la BAC, en la colección de manuales de teología Sapientia Fidei, nº 23, Madrid 2000, 425 páginas, promovida por la Conferencia Episcopal Española. Yo denuncié esta obra –y creo que también otros antes y después–, en la Comisión Episcopal de la Doctrina de la Fe primero, en la Congregación romana correspondiente después, y finalmente en el Arzobispado de Madrid, pero sin resultado alguno.

El profesor Dionisio Borobio nace en Soria el año 1938. Formado en el Seminario de Bilbao, es sacerdote diocesano de Bilbao desde su ordenación en 1965.

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