20.03.10

(72) Gracia y libertad –VII. Santa Teresa del Niño Jesús. 1

–Bueno, a ver si con Santa Teresita acabamos de entenderlo.
–Así lo espero, con el favor de Dios.

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), nace en Alençon, Francia, la última de nueve hermanos. Dios se sirvió de sus padres, Luis José Martin y María Celia Guerin, beatificados en 2008, y de sus hermanas para dar a Teresita una educación cristiana de altísima calidad, que le hizo crecer en el mundo de la gracia con una precocidad extraordinaria.

A los 2 años toma ya «la resolución de hacerse monja», y a los 3 decide «no rehusar nada al buen Dios», recibir siempre su gracia. Ingresa en el Carmelo de Lisieux a los 15 años y muere a los 24. Beata (1923), santa (1925), Patrona universal de las misiones católicas, con San Francisco Javier (1927), llega a ser Doctora de la Iglesia (1997). Su doctrina espiritual se expresa fundamentalmente en sus Manuscritos autobiográficos, escritos en tres cuadernos escolares, que han sido distribuidos en once capítulos (I-XI). El cuaderno A (1895, a su hermana, Hna. Inés de Jesús), el B (1986, a su hermana, Hna. Mª del Sagrado Corazón) y el C (1987, a su priora, M. María de Gonzaga). Son conocidos como La historia de un alma. También son numerosas sus Cartas, Poesías y Oraciones. Y del final de su vida tenemos las Últimas conversaciones, anotadas por la Hna. Inés de Jesús.

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15.03.10

(71) Gracia y libertad –VI. Santo Tomás de Aquino

–Especulando especulaciones especulativas… Ay, madre.
–Permítame que le diga que el pensamiento de Santo Tomás, por estar fundamentado en Biblia, Tradición y Magisterio, como también en el realismo de la filosofía del ser, se expresa en un lenguaje muy claro y preciso, que nos comunica el veritatis splendor.

Para terminar esta gran cuestión, la examinaré brevemente en la doctrina de algunos santos.

Santo Tomás de Aquino (1225-74) nació de familia noble en el castillo de Roccasecca, en la provincia de Nápoles, del reino de Sicilia. Educado como oblato benedictino (1230-1239), ingresó en la Orden de Predicadores y estudió en Nápoles, París y Colonia, donde tuvo por maestro a San Alberto Magno. Fue ante todo un religioso santo, de altísima oración contemplativa. Y partiendo siempre de la Escritura, de los Padres y de los Concilios, logró, con la ayuda de la filosofía aristotélica, convenientemente evangelizada, una maravillosa síntesis filosófica y teológica.

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11.03.10

(70) Gracia y libertad –V. vida espiritual. y II

–Si es que ya casi no me atrevo a hablar…
–Va usted bien: «el temor de Dios es el principio de la sabiduría». Y de paso me deja más tranquilo.

Para alcanzar un discernimiento espiritual verdadero es necesario que haya 1.–Humildad, y 2.–Abnegación de la voluntad propia. Pero hay también otras condiciones necesarias y otros signos fidedignos:

3.–La paz. La misericordia entrañable de nuestro Dios guía siempre nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 1,78-79). Y así es porque nuestro «Dios no es un Dios de confusión, sino de paz» (1 Cor 14,38). Cristo «es nuestra paz» (Ef 2,14). Por eso todo lo que se hace en Cristo y con Cristo, bajo el impulso de su gracia, se hace con paz . Se hace con gozo o con dolor, pero siempre con paz. Por el contrario, cuando el cristiano, obrando desde sí mismo, aunque sea con la mejor intención, hace más o menos o algo distinto de lo que Dios quiere hacer con él, no está obrando con Cristo, no le deja obrar al Espíritu Santo, y necesariamente ve su paz disminuida o perdida. Por eso, la espiritualidad cristiana siempre ha considerado la paz como uno de los criterios principales para el discernimiento.

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7.03.10

(69) Gracia y libertad –IV. vida espiritual. I

–De acuerdo, sí, ya, me equivoqué, diciendo que el post anterior apenas iba a tener lectores.
–Usted, con tal de no quedarse calladito, dice cualquier cosa. Y luego ocurre lo que sucede.

De las premisas doctrinales ya expuestas en los artículos anteriores, iré sacando ahora consecuencias concretas para la vida espiritual.

¿Qué he de hacer, Señor? La perfección cristiana, la santidad, está en la total fidelidad a la gracia de Cristo. Y en la medida en que amamos a Cristo, en esa medida recibimos dócilmente su gracia. En otras palabras: ama al Señor el que cumple su voluntad.

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4.03.10

(68) Gracia y libertad –III. Biblia, Concilios y Liturgia

–Mucho documento. Mucha cita. Esto no lo va a leer nadie.
–Bueno, bueno, ya veremos. Pero si bajara el número habitual de visitantes de este blog, cuando les ofrezco una antología maravillosa de textos bíblicos, conciliares y litúrgicos sobre gracia y libertad, ese descenso me parecería inexcusable y vergonzoso. Hasta ahí podíamos llegar.

Entren, por favor, en este jardín precioso, donde la Palabra divina, en todo el esplendor de su verdad y belleza, se manifiesta acerca del tema gracia y libertad en textos de la sagrada Escritura, del Magisterio apostólico y de la Liturgia. Yo sólamente los presento y comento.

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