El colapso demográfico

Un grave peligro que se cierne sobre Uruguay y el mundo
Daniel Iglesias Grèzes
En su Ensayo sobre el principio de la población (de 1798) Thomas Malthus planteó su ley de la población, quizás la idea más nociva de la historia de la ciencia: “La población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica. Los alimentos solo aumentan en progresión aritmética.” Partiendo de este modelo matemático tan simple como falso, Malthus pronosticó que en menos de un siglo la superpoblación causaría una gran crisis económica y quizás la extinción de la especie humana. Nada de eso ocurrió. Desde 1798 hasta hoy los recursos económicos crecieron mucho más que la población, lo que causó una elevación notable del nivel de vida: un gran aumento de la esperanza de vida y del PBI per capita, una gran disminución de las hambrunas y de la pobreza extrema, etc. La ley de Malthus es pseudocientífica.
A pesar de ese hecho evidente, después de la Segunda Guerra Mundial el maltusianismo se volvió cada vez más influyente, sobre todo en las élites de Norteamérica y Europa. Se produjo una alarma pública sobre la presunta “explosión demográfica” y la catástrofe ecológica que aquella traería consigo. Para evitar esa supuesta catástrofe se impulsó como solución principal el control de la natalidad. Uno de los hitos principales de la propaganda maltusiana se produjo en 1968: la publicación del best-seller de Paul Ehrlich La bomba de la población. Ninguna de las muchas predicciones catastrofistas de ese libro se cumplió, ni siquiera remotamente.
Pese a su récord espectacular de predicciones fallidas, los maltusianos siguen considerando el crecimiento de la población humana como una amenaza gravísima al clima y el medio ambiente de la Tierra. Así pues, insisten en proponer que tengamos familias más pequeñas, con uno o dos hijos, o ninguno, recurriendo a la anticoncepción, la esterilización o el aborto.
Además, los maltusianos actuales proponen dos cosas que jamás se le habrían ocurrido a Malthus:
1) La disminución de nuestra “huella de carbono” para “salvar al planeta”. Más allá de intenciones buenas o malas, esto causa objetivamente un deterioro de la economía y por ende una caída demográfica.
2) El “empoderamiento” de las mujeres. La forma concreta en que se impulsa este objetivo tiende a obligar a todas las mujeres a trabajar a tiempo completo fuera del hogar, y a desvalorizar la maternidad y el trabajo de las amas de casa. También esto, deliberadamente o no, contribuye mucho a la caída demográfica.
Hoy muchos expertos reconocen que el mayor problema demográfico que nos acecha es la previsible declinación de la población mundial. Una población cerrada necesita una tasa de fertilidad promedio mínima de 2,1 hijos por mujer (aproximadamente) para mantenerse constante a largo plazo. La tasa de fertilidad mundial era de unos 5 hijos por mujer en 1950. Hoy es de 2,3 hijos por mujer y sigue bajando. Según las Naciones Unidas, hacia 2050 caerá por debajo del nivel de reemplazo (2,1) y para 2100 disminuirá a 1,8. Por esto, la población mundial llegaría a un máximo de unos 10.300 millones en 2084 y luego descendería, primero lentamente y luego de forma cada vez más rápida. La proyección de las Naciones Unidas termina en 2100, pero otras proyecciones estiman que en 2200 la población mundial será mucho menor que la de 2100.
Otros demógrafos creen que, después de caer un poco, la población mundial se estabilizará en el siglo XXII, pero no es claro cómo sucedería eso. Una caída demográfica genera un círculo vicioso: a menor natalidad, mayor envejecimiento de la población; esto agrava los problemas económicos y sociales, lo que vuelve aún más difícil tener hijos y educarlos; y así sucesivamente, hasta llegar a una sociedad con muchísimos ancianos y muy pocos niños y jóvenes. A partir de cierto punto la situación se vuelve insostenible. No se conocen civilizaciones que hayan escapado de esa espiral de muerte. Por lo tanto, si las actuales tendencias no cambian (y necesitarían mucho tiempo y esfuerzo para cambiar), parece más lógico esperar un gran colapso demográfico.
Como el problema es mundial, las migraciones no pueden aportar una verdadera solución, aunque transitoriamente puedan aliviar algo la crisis demográfica en algunos lugares. A la larga todo el mundo tendrá que buscar soluciones para que la gente tenga más hijos. ¿Cómo encarar este problema desde el punto de vista de las políticas públicas? Hay dos estrategias básicas, complementarias entre sí:
A) Crear mejores condiciones (mediante exoneraciones fiscales, subsidios, etc.) para que las personas que hoy, debido a condiciones adversas, tienen menos hijos de los que desearían tener puedan cumplir su deseo de tener más hijos.
B) Promover un cambio cultural para revalorizar la paternidad y maternidad y estimular a las personas a querer tener más hijos que los que hoy quieren tener, en iguales condiciones.
La estrategia A es compatible con la ideología liberal, puesto que trata de ayudar a cada uno a lograr lo que él mismo quiere. Aunque necesaria y positiva, esta estrategia se ha revelado muy insuficiente. Debe ser complementada por la estrategia B, que rechina a los liberales auténticos, porque no se atiene a la supuesta neutralidad moral del Estado liberal. He aquí una muy buena razón para no ser liberal (hay muchas otras).
Uruguay, como muchos otros países (China, Japón, Rusia, etc.) ya tiene una población decreciente. Según el INE, Uruguay alcanzó un máximo de 3,51 millones de habitantes en 2020, pero hacia 2070 volverá a los 3 millones. Nuestra tasa de fertilidad disminuyó casi constantemente desde 2,51 hijos por mujer en 1996 hasta 1,27 en 2023, uno de los valores más bajos del mundo. De mantener sus actuales tendencias demográficas, Uruguay se encamina hacia un futuro muy difícil. Empero, la caída demográfica no es como el aumento de la entropía de un sistema físico cerrado. Dado que depende de la libertad humana, en rigor no es un fenómeno irreversible.
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4 comentarios
Por ejemplo ¿ Si sustituimos una central térmica que quema carbón por otra que es una central nuclear que no emite dióxido de carbono en qué perjudica a la economía?
La economía está en constante evolución.
Introducir el vapor en el s.XIX arruinó a las empresas de diligencias tiradas por caballos, pero trajo riqueza a las regiones mineras del carbón y a los accionistas de ferrocarriles.
Luego la electricidad dejó obsoleto el vapor.
Igualmente abandonar el carbón y el petróleo perjudicará a unos pero beneficiará a otros.
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DIG: La forma concreta en que se está persiguiendo la descarbonización de la economía está causando un gran aumento del costo de la energía (especialmente la energía eléctrica) y una desindustrialización. No en vano muchos ambientalistas propugnan el "decrecimiento" económico.
- tasa de escolarización y nivel de estudios de las mujeres.
- porcentaje de mujeres que viven en ciudades y no en áreas rurales.
Como esto ocurre en todo el planeta, debería tenerse en cuenta a la hora de sugerir soluciones a la baja natalidad.
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