InfoCatólica / Que no te la cuenten / Categoría: La Iglesia y la Historia

11.09.17

Laudes en Narnia. Un monacato juvenil

Hace algunos años, siendo aún seminarista, tuve la gracia de participar de una “misión popular” en el sur italiano. Con varios laicos, nos acercábamos a las casas a proclamar el Evangelio haciendo un verdadero y santo proselitismo cristiano.

Invitábamos a la Santa Misa, a frecuentar los sacramentos, en fin: a la conversión, que de eso se trata…

Un domingo, durante la tarde, recuerdo la frustración que sentimos por ver que eran pocos los jóvenes que se acercaban a la Misa. Estábamos decepcionados, sin embargo, el párroco, un joven sacerdote que hacía poco había descubierto el atractivo de la sotana, nos decía:

- “Tengan paciencia. A la misa vendrán pocos, pero en las Vísperas cantadas se llenará”.

Mi mentalidad, por entonces demasiado “jesuítica”, me hacía ver con desconfianza eso de que los laicos jugaran a ser monjes.

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25.08.17

Curso introductorio de Historia de la Iglesia. Clase 5: orígenes del monacato católico

Curso introductorio de Historia de la Iglesia. Clase 5: orígenes del monacato 

Jueves 31 de Agosto a las 19.30 hs.

Barrio “San Benito” – Complejo Villanueva, LOTE 81, Ingeniero Maschwitz, Buenos Aires.

Ubicación en Google maps, AQUÍ

Coordenadas: -34.373500, -58.710254

(al ingresar al barrio, decir que se va a la Capilla)

Entrada libre y gratuita, sin inscripción previa

Para quienes no puedan asistir, se subirá la clase a Internet.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


 

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5.06.17

26.05.17

26 de Mayo: San Felipe Neri: humor y humildad

“Felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse” (Santo Tomás Moro)

Desde hacía muchos años por las calles de Roma se solía encontrar a un humilde capuchino de estatura mediana y de modales amables y graciosos.

Llevaba siempre en sus espaldas una bolsa y era llamado por la población “Fra Deo gratias”, ya que a quienquiera que encontrase por el camino, se dirigía a él con este particular saludo, que significa “Gracias a Dios”. Era el religioso una especie de hermano lego que pasaba la vida haciendo el bien por las calles de Roma y pidiendo limosnas. Su nombre era Felice da Cantalice, quien, por humildad, solía llamarse a sí mismo “el asno de los capuchinos”.

Un día, teniendo cierta prisa y en medio de una multitud, comenzó a decir:

- ¡Paso, señores! ¡Dejad pasar el asno de los frailes!

La gente, haciéndose a un lado, se preguntaba dónde estaría dicho animal.

- ¿No lo veis? –respondía Fra Felice–, soy yo, ¡el asno de los capuchinos!.

Su compostura era tan similar a la del santo florentino que casi podría decirse que eran almas gemelas. Cuando ambos se encontraban parecía como si quisiesen ver quién hacía el mayor ridículo.

Uno se arrodillaba frente al otro; el otro bailaba una pieza en su honor y, cuando se despedían, se decían:

- ¡Podría verte morir reventado por amor de Dios!

A lo que el otro respondía:

- ¡Y yo podría verte colgado y destrozado por el mismo amor!

La gente que asistía a estos extraños encuentros se divertía sobremanera y quedaba totalmente edificada por tanta gracia y simplicidad.

Narremos otro episodio entre ambos.

Una calurosa tarde, Fra Felice se encontró en Vía dei Banchi Vecchi con Felipe; luego de las acostumbradas payasadas de bienvenida, le preguntó:

- ¡Eh, florentino!, ¿tienes sed?

- Es la Providencia que te manda con este calor endemoniado –respondió Felipe.

- ¿Sabes? Tengo aquí un vino realmente bueno –dijo el fraile.

En tanto, algunos de los que pasaban por allí comenzaron a observar el espectáculo.

Fra Felice tomó la botella que le acababan de donar para los capuchinos y se la dio al Padre Felipe. Éste, mostrando mucha avidez, la tomó con ambas manos y la llevó hasta la boca como si fuese todo un borracho profesional, bebiendo con enorme placer.

La gente reía y se decía para sí:

- ¡Mira, mira a estos dos frailes cómo beben!

Luego de que Felipe bebiera, le tocaba el turno a su amigo:

- Ahora quiero que tú también te mortifiques públicamente –le dijo en voz baja.

Fra Felice haciendo lo mismo, se llevó la botella a la boca y después de haber terminado hasta la última gota, se saludaron mutuamente y siguieron cada uno su camino.

Eran muestras públicas de humildad para no pasar por santos.

6.05.17

¿Por qué aún Isabel la Católica no es santa? Los conversos y conclusión (7-7)

Hemos realizado un veloz recorrido por los puntos fundamentales acerca del drama de los judíos en España y su final expulsión bajo el reinado de Isabel I, de Castilla.

De la mano de la Comisión Histórica encargada de la investigación para el proceso canónico de la Reina, hemos podido advertir que no se encuentra en el accionar de la reina acción alguna digna de reproche; y que por lo tanto, los vidriosos temas de la Inquisición y la Expulsión de los Judíos no conforman motivo alguno para frenar su beatificación.

Pero quisiéramos brevemente arriesgarnos más aún, y comprobar cómo la multitud de virtudes que Isabel la Católica guardaba en su alma se ven reflejadas en estas dos medidas de gobierno.

Si la suspensión del permiso de residencia en los reinos castellanos y la instauración de tribunal inquisitivo se ven colmadas de bondades y de virtudes de nuestra reina, no solo no son un motivo para frenar su causa sino que son dos escalones más hacia los Santos Altares.

Para realizar la tarea que nos proponemos, nos basaremos principalmente en la Positio histórica que venimos siguiendo hasta el momento. Dicho, pues, esto introduzcámonos en lo que nos compete.

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