Entrevista exclusiva a Mons. Salvatore Cordileone, Arzobispo de San Francisco
Hoy, desde los estudios de la Arquidiócesis de San Francisco, entrevista a Mons. Salvatore Cordileone, uno de los obispos más valientes de USA.
Papado, liturgia, crisis de la Iglesia y soluciones.
12 AM San Francisco 🇺🇸; 13 hs 🇲🇽 ; 16 hs 🇦🇷 ; 21 hs. 🇪🇸
P. Javier Olivera Ravasi: Muy buenas tardes, queridos amigos de Que No Te La Cuenten. Aquí, dos amigos de la Iglesia Católica Universal. Estoy con alguien a quien admiro y tengo el honor de presentar: el arzobispo de San Francisco, Estados Unidos, Monseñor Salvatore Cordileone. Monseñor, muy buenos días, ¿cómo le va?
Mons. Salvatore Cordileone: Gracias, muy bien, gracias. Un gusto estar con usted.
P. Javier Olivera Ravasi: Muchas gracias. Hoy es un día muy especial para él porque es el día en que ha sido ordenado obispo, ¿no?
Mons. Salvatore Cordileone: Sí. Hace ya 23 años. ¡Increíble!
P. Javier Olivera Ravasi: Pasa el tiempo, ¿no?
Mons. Salvatore Cordileone: Sí, cómo pasa el tiempo. Increíble.
P. Javier Olivera Ravasi: Bueno, estamos en los estudios de la arquidiócesis de San Francisco aquí en Estados Unidos. Aprovecho para agradecerle públicamente a Monseñor Cordileone la invitación. Hace algunos meses estoy trabajando aquí en una parroquia muy hermosa, Star of the Sea, y gracias a su generosidad he sido recibido en la diócesis para trabajar. Estoy muy contento. Así que, muchas gracias. Aprovecho para decirlo públicamente.
Tenía ganas de hacer esta entrevista porque, si bien hay muchos obispos en el mundo con los que uno puede conversar, hay algunos que son más especiales que otros. Y en este caso, no solamente porque estoy viviendo aquí en Estados Unidos y justo en San Francisco, sino por lo que representa.
Pero antes que nada, quiero hacer una pequeña introducción histórica. Monseñor Cordileone tiene ya varios años de sacerdote y tiene un apellido un poco raro, ¿no? En español, yo, que soy como él, de familia mitad italiana, mitad argentina, cuando le dije a mis padres que el apellido del obispo era Cordileone, dijeron: “¡Oh, Corleone!". No, no, no, no, no. Cordileone, corazón de león, ¿no? Apellido italiano, ¿no? Apellido del sur de Italia.
Mons. Salvatore Cordileone: Sí, de Sicilia.
P. Javier Olivera Ravasi: ¡Wow, de Sicilia!
Mons. Salvatore Cordileone: Todos los abuelos nacieron en Sicilia.
P. Javier Olivera Ravasi: Como dicen en italiano: “Baciamo le mani“. Es un código que hay, ¿no? ¿Cómo fue que su familia italiana llegó aquí a Estados Unidos?
Mons. Salvatore Cordileone: Pues, por parte de mi padre, mi abuelo era pescador en Sicilia, muy pobre. Como todos los inmigrantes, buscaba una vida mejor. Tenía contactos con gente de su pueblo en Sicilia aquí en San Francisco, y vino aquí con mi abuela. Se casaron en Sicilia, vino aquí, y vivieron por más o menos 10 años. Mi papá nació aquí en San Francisco, fue bautizado en la iglesia de los Santos Pedro y Pablo, la gran parroquia de los italianos. Pero no aguantaba el clima aquí, porque es muy húmedo y frío, y buscaba un lugar más caliente y más seco para seguir su trabajo de pescador. Por eso transfirió la familia a San Diego. Mi papá creció en San Diego, y yo nací y crecí en San Diego.
Esa es la parte de mi padre. De la parte de mi madre, eran de otro pueblo en Sicilia, pero se conocieron en Buffalo, Nueva York. Era también… hubo una colonia de gente de su pueblo ahí, tuvieron contactos. Mi abuela materna era niña, tenía 6 o 7 años cuando la familia se fue a Buffalo para buscar trabajo, una vida mejor. Mi abuelo tenía 18 años cuando emigró, con los contactos de gente de su pueblo ahí en Buffalo. Entonces, ellos se conocieron en Buffalo. Mi mamá y sus tres hermanas… no, dos de las tres hermanas que tenía, nacieron en Buffalo, crecieron ahí. Pero ahí es un frío muy serio, ¿no? Gracias a Dios, mi abuelo no aguantaba y tenía una tía y un tío en San Diego. Y mi mamá, que era la primera, la mayor de las cuatro hijas, ella y la segunda hija, que es mi madrina, fueron a San Diego para una “prueba” para la familia. Como era de esperar, estaban muy contentas en San Diego, un clima muy agradable, un lugar de mucho gusto. Entonces, toda la familia se fue. Esto fue en los años 40, después de la Segunda Guerra Mundial, y mis papás se conocieron en San Diego.
P. Javier Olivera Ravasi: Okay, entonces usted finalmente nació en San Diego.
Mons. Salvatore Cordileone: Sí.
P. Javier Olivera Ravasi: Y ahí hizo toda la infancia, la juventud, y ahí también decidió la vocación sacerdotal.
Mons. Salvatore Cordileone: Sí.
P. Javier Olivera Ravasi: Qué bueno, qué bueno. Sí, sí. He estado leyendo un poco de la vida de Monseñor Cordileone, que además de estar en la universidad, también tuvo la posibilidad de, incluso, estudiar después en Roma. Entró al seminario, usted estudió arte y filosofía primero, ¿no?
Mons. Salvatore Cordileone: Sí, filosofía.
P. Javier Olivera Ravasi: Y finalmente después saltó al derecho canónico, o sea, algo muy distinto.
Mons. Salvatore Cordileone: No muy… Descubrí que para estudiar bien el Derecho Canónico hay que estudiarlo con una visión teológica para entender bien lo que es el derecho de la Iglesia.
P. Javier Olivera Ravasi: Mhm.
Mons. Salvatore Cordileone: Sí, cumplí mis estudios de filosofía en San Diego, en la Universidad de San Diego, y luego fui a Roma para los estudios de teología en el seminario. Cumplí esos estudios, fui ordenado sacerdote en el 82, y pasé tres años en parroquia. Y luego, el nuevo… en entonces era nuevo… estaba nueva el Código de Derecho Canónico, que se promulgó en el 83. Y entonces muchos obispos enviaron a sus sacerdotes a estudiar el nuevo derecho. Yo fui en el 85 a estudiar Derecho Canónico de nuevo a Roma por cuatro años, y conseguí el doctorado en Derecho Canónico de nuevo en la Universidad Gregoriana, donde había estudiado la teología.
P. Javier Olivera Ravasi: Wow, wow. Y después vuelve a San Diego, termina en parroquias, después ha sido juez también, juez en el ámbito canónico, digamos. Y finalmente termina siendo obispo auxiliar en San Diego, después obispo aquí cerquita, en San Francisco, en Oakland, que es una ciudad cercana para los que no conocen, y finalmente en tiempos del Papa Benedicto XVI fue nombrado ni más ni menos que Arzobispo de un lugar muy, pero muy difícil… que es esta localidad de San Francisco. ¿Por qué digo yo que es muy difícil? Bueno, la gente que quizás no sabe, aquí en Estados Unidos, San Francisco se encuentra en el estado de California, y es quizás uno de los estados más liberales desde el punto de vista político que hay. Por eso no cualquier obispo acepta ser obispo de San Francisco, ¿no? No es muy fácil. A usted Benedicto XVI le propuso ser obispo de San Francisco, ¿cómo tomó esa decisión en su momento?
Mons. Salvatore Cordileone: No es una propuesta.
P. Javier Olivera Ravasi: No se puede…
Mons. Salvatore Cordileone: No se puede rechazar el nombramiento.
P. Javier Olivera Ravasi: Porque San Francisco siempre ha sido la cuna del movimiento hippie, después ahora también un poco la cuna de todo el movimiento pro-ideología de género y todo eso. Y entonces, si uno lee los diarios, no hace falta ser muy inteligente, Monseñor ha tenido varios problemas, sobre todo en los primeros años, ¿no? Que después poquito a poco se fue pacificando, pero problemas por haber dicho, por haber predicado el catecismo, no simplemente eso, es ser un poco signo de contradicción hoy en día con estas ideologías. ¿Cómo ha llevado adelante esas dificultades? Porque son cruces.
Mons. Salvatore Cordileone: Tiene razón, los primeros años eran muy difíciles, pero pienso que al pasar el tiempo, yo seguí entendiendo mejor la mentalidad y la gente aquí, pero pienso que aún más es que ellos comenzaron a entenderme a mí mejor y a conocerme a mí.
Todo tiene que empezar con un… Papa Francisco tenía razón… empezar con un encuentro, ¿no? Encontrar al otro como un hermano o hermana, ser humano, ¿no? Conocerse mutuamente. No es un programa. Papa Benedicto también hablaba mucho de encuentro, el encuentro con la persona de Jesucristo. Dijo que vivir la fe no es simplemente creer en unas doctrinas, es el encuentro con la persona viva de Jesucristo.
Pero hay que empezar siempre con este encuentro humano, ¿no? No es… no se trata de imponer mis ideas al otro o buscar, tampoco, convencer al otro a pensar como pienso yo. Tenemos que empezar este encuentro así: yo quiero conocerlo a usted, cómo piensa, cómo es usted, y usted a mí. Pero la mentalidad nuestra tiene que ser: “Nosotros tenemos un tesoro, un tesoro que queremos compartir contigo para que tu vida sea mejor y tú puedas conseguir la salvación eterna". Ya empieza aquí una vida mejor. No es que tenemos que sufrir, soportar muchas dificultades y penas para, después de la muerte, tener la felicidad en el cielo. No, ya esa felicidad, esta alegría que es muy profunda, ya empieza aquí, si seguimos el sendero de Jesucristo, y se perfecciona en el mundo que ha de venir.
Entonces, es esa mentalidad. Nosotros tenemos que querer bien a los demás y compartir este tesoro.
P. Javier Olivera Ravasi: De hecho, Santa Teresita de Lisieux, una gran santa francesa, decía en medio de una enfermedad muy grande: “Me es imposible sufrir". No puedo sufrir, no porque fuera una masoquista o una sádica, sino porque realmente uno está enamorado de Jesucristo y aún con las cruces más grandes… bueno. ¿Y cómo, perdón, ya que estamos con esto, cómo le explicamos a la persona individual, a la persona concreta que sufre una tendencia de ese tipo, que tiene que vivir su vida? Porque muchos dicen: “Oh, okay, no, la misericordia de Dios, no pasa nada, sigue adelante, todo, Dios te ama igual…". O sea, sí, okay, Dios ama a la persona con locura, pero odia el pecado. ¿Cómo le explicamos eso a la gente que está pasando por eso y que hoy por hoy son like barbarians, son como bárbaros bautizados, quizás? Tienen el bautismo, pero no saben el catecismo. ¿Cómo le explicamos eso?
Mons. Salvatore Cordileone: Pues no saben por la falta de catequesis, ¿no? Pero nosotros tenemos que recordar que un pecado es pecado, no porque Dios hizo una lista, o aún más, que unos clérigos de la Iglesia hicieron una lista de ciertos actos que son malos y proclamamos pecado porque son cosas que nos dan placer. No, es pecado porque es en contra de nuestro bien humano, ¿no? Entonces, tenemos que ayudar a la gente, yo pienso, si es así, a reflexionar sobre su propia experiencia y lo que está pasando en sus vidas, ¿no?, cómo afecta sus vidas profundamente. Y acompañarlos al punto de reconocer que este modo de vivir no es para su propio bien, ¿no? Es mejor vivir como Dios nos manda, porque, sí, hay que hacer muchos sacrificios, como decía Santa Teresita: “No puedo sufrir". Si tú amas en realidad a otra persona, toda tu vida es para contentar a esa persona, ¿no? Tú quieres que esa persona esté siempre feliz, alegre, contenta, y es un placer hacer sacrificios por el amado.
Y así tiene que ser para nosotros con Jesús. Y tenemos que ayudar a la gente a entender lo que es en realidad el amor. Hay mucho malentendido de esto. La gente ya no entiende lo que es el amor. Sentí el otro día, oí un programa en la radio que el periodista usó la palabra “lujuria” como si fuera un sinónimo de amor. ¡Es el contrario del amor! La lujuria es buscar mi propio placer, no el bien del otro. Esto nos encierra en nosotros mismos. No somos capaces de amar, lo que significa que no somos capaces de comunión. Dios nos hizo para la comunión, para compartir todo lo que hacemos, lo que somos, con el otro. Esto es comunión, lo que nos lleva a la alegría.
Y es por eso que hay mucha depresión en el mundo actual, porque mucha gente se está encerrando en sí misma, y ahora aún más con las redes sociales.
P. Javier Olivera Ravasi: Claro.
Mons. Salvatore Cordileone: Pero ya era así antes, solo que ahora es peor.
P. Javier Olivera Ravasi: Una de las cosas que decíamos antes es que hay una gran falta de formación en el mundo católico. En gran parte, es por culpa también nuestra, de los sacerdotes, ¿no? O sea, si un cristiano es sal de la tierra y es luz del mundo, dice Jesús, bueno, mucho más un sacerdote católico tiene que ser aquel que sea mucho más sal y mucho más luz. Una de las cosas que usted ha hecho desde que llegó acá, y casi como una de sus principales tareas, ha sido poner mucho el foco en la formación de los futuros sacerdotes, ¿no? De hecho, yo fui preguntando aquí en estos meses, y en otras diócesis de Estados Unidos, qué opinan del seminario de San Francisco. Y la respuesta siempre es muy, pero muy positiva, y siempre la misma respuesta: “Ahora está mucho mejor que antes". Y creo que esto es una constante en las nuevas generaciones de sacerdotes. Yo no sé si usted compartirá conmigo esto, pero yo creo que los jóvenes sacerdociotas que vienen ahora son bastante más sólidos doctrinal, litúrgicamente… que generaciones anteriores. Quizás porque hubo toda esta confusión de la hermenéutica de la continuidad versus la hermenéutica de la ruptura, el Concilio Vaticano II, preconciliar, postconciliar… y que los más jóvenes, como nosotros, o las generaciones más jóvenes que yo incluso, no vivieron esto, no les importa. La Iglesia es la Iglesia, y no es antes o después de Trento, antes o después de Nicea, o de Éfeso, o de Calcedonia, o de Vaticano II. ¿Usted ve un poquito eso, que las generaciones más nuevas son bastante más sólidas que las anteriores o no?
Mons. Salvatore Cordileone: Sí, sí, tiene razón. Yo a veces recuerdo a mis sacerdotes de mi edad y mayores que el Concilio Vaticano tuvo lugar hace 60 años. Para nosotros, todavía se siente algo nuevo, ¿no?, porque estábamos vivos, éramos jóvenes… yo era un niño, pero los otros que eran jóvenes, ¿no?, todavía nos parece algo muy nuevo. Pero 60 años… tenemos que pensar, los de mi edad… Cuando yo estaba en los años de la universidad, 60 años antes eran los mismos años de la Primera Guerra Mundial. Tengo que recordar que para los jóvenes, los estudiantes en la universidad, el Segundo Concilio Vaticano es para ellos como la Primera Guerra Mundial para mí.
Ustedes no vivieron toda esa historia, esta ruptura. Sí, son más sólidos. El problema es que la “nueva misa"… si es algo nuevo, significa que mañana va a ser viejo o pasado, algo del pasado, ¿no? No. La liturgia es la liturgia, y es una cosa… yo uso la palabra “clásica", ¿no? La liturgia clásica, que es desde los tiempos antiguos. Sí, hay un desarrollo, pero no una ruptura.
Pienso que los jóvenes ya, cuando ven cómo se celebra la misa en muchas parroquias, parece algo muy del pasado, de cuando mi generación era joven. Y están buscando algo de un valor que no cambia, ¿no? Sí, son más sólidos y muy sinceros para entender la doctrina, la sabiduría bajo esa doctrina, para hacer las cosas de modo justo, sólidos litúrgicamente. El problema es que con esa generación, muchos tienen heridas de la cultura y necesitan más ayuda en la formación humana. Pero la sinceridad me parece aún más grande que cuando yo era seminarista. Tienen más sinceridad que nosotros.
P. Javier Olivera Ravasi: Quizás no tienen ese mundo católico o cristiano que usted tenía por una cuestión familiar, cultural… Ahora está mucho más quebrado, destruido en la naturaleza, pero tienen esa apertura o no están tan ideologizados como algunos podían estar con esta lucha permanente de antes o después del Concilio…
Hay un adagio latino que dice: Lex orandi, lex credendi. Así como uno cree, así es como uno va a rezar finalmente. La oración pública de la Iglesia es, al final de cuentas, una expresión de lo que uno cree. Usted siempre ha sido muy promotor de devolver a una sana y digna liturgia. Ahora, mi pregunta es, con el misal que tenemos ahora en inglés, en español o en el que sea, ¿por qué es más fácil abusar de ese misal y no es tan fácil abusar del misal anterior, el misal antes del Concilio Vaticano II? ¿Por qué se cometen tantos abusos litúrgicos con un misal pero no se los comete con el anterior? ¿Por qué quedó muy abierto a la libre interpretación? ¿Por qué es eso?
Mons. Salvatore Cordileone: La primera cosa es que las poquísimas personas, o los poquísimos sacerdotes, que hablan latín no van a abusar. Es el… en la lengua vernácula se abre la puerta si uno no tiene una disciplina. Sí, el Cardenal Sarah tiene razón, o era Arinze, pienso, que dijo que se necesita más disciplina para celebrar la misa según el rito actual de esta edición del Misal Romano que antes. La otra cosa es que todos los rúbricos, las acciones, eran muy definitivas, muy precisas, y no hubo espacio para hacer adaptaciones. Y el idioma, la forma de la liturgia y la falta de disciplina… esto es causa de estos abusos. Tal vez también falta de entendimiento de lo que es la liturgia, ¿no?, que es una cosa que tenemos que adaptar y recrear según nuestra comunidad, no… Pero no, no es para nosotros. Es la liturgia es una cosa que recibimos y celebramos según la mente de la Iglesia, según la forma de la liturgia. Y hacemos… sí, tenemos que usar nuestros talentos con el canto, con el ritual, las acciones, ¿no?, y todo, pero según la forma de la liturgia, porque no es nuestra, no es de esta comunidad. Es una cosa universal que recibimos y celebramos según la forma en que la Iglesia nos la da.
P. Javier Olivera Ravasi: Yo me ordené sacerdote un año después del motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI. Me ordené diácono y ahí nomás se publicó Summorum Pontificum en 2007. Y entonces me preparé todo mi diaconado para celebrar mi primera misa en ese modo, en la forma llamada “extraordinaria” en aquel momento. Y fui muy feliz muchos años celebrando… En la parroquia en la que estaba cuando fui apenas ordenado, era vicario y no me dejaban celebrar misa pública porque decían que no, que eso podía dividir a la comunidad… toda la cosa que siempre dicen. Estaba recién comenzando la historia.
Ahora, después con el tiempo, el movimiento litúrgico en favor de la misa llamada así, tradicional o extraordinaria, como se le quiera llamar hoy en día, atrae a muchos jóvenes. Uno va a las parroquias donde se celebra y está lleno de matrimonios jóvenes, niños jóvenes… es algo… no es de nostálgicos del pasado. Ahora, si atrae a tanta gente joven, ¿qué pasó que en su momento, en el papado anterior con el Papa Francisco, se intentó limitar o casi prohibir o restringir muchísimo la misa tradicional en muchas diócesis? Tanto que hoy en varias diócesis está como casi prohibida, o algunos obispos dicen: “No, esto divide la comunidad, esto está ideologizado". ¿Cómo puede ser que haya dos concepciones distintas en la misma Iglesia si es Lex orandi, lex credendi? ¿Qué sucede? ¿Hay dos credendi distintos? ¿Hay dos fes distintas? Yo creo que a veces pasa… me da para pensar eso. Quizás hay como dos creencias distintas, o hay una batalla tan grande que yo no logro entender por qué algunos luchan tanto contra esto. Se permite todo: misa rock and roll, misa de niños…
Mons. Salvatore Cordileone: Primera cosa: cuando la gente piensa en catequesis, piensa en un profesor o un catequista en frente de unos niños dando una lección. No. Pero la primera catequesis es la misa, cómo se celebra la misa. Así es como nuestra gente es formada en la fe.
Segunda cosa: esta idea de “antes y después” es una grave herida en la vida de la Iglesia. No hay antes y después. Hay una línea de continuidad. Si es “antes y después", tenemos luchas dentro de la Iglesia, con cada uno luchando por su punto de vista o su opinión. No. Tenemos que dejar esa idea de “antes y después".
Y tercera cosa… Si se celebrara la liturgia en su forma actual, según el Concilio Vaticano II y todos los documentos sobre la liturgia, sería muy diferente de lo que vemos muchas veces: misa rock and roll, y todo eso. Todos los documentos de la liturgia hablan del canto gregoriano, que la gente… Pablo VI también con su himnalJubilate Deo, con todos los cantos gregorianos en latín, otros himnos y cantos en latín, pidió a todos los obispos del mundo implementarlo para que todo el mundo católico pudiera cantar la misa juntos. Y casi ninguno lo hizo. Pero es esto lo que la Iglesia nos pide: el canto gregoriano, en latín. Y otras formas de música que, en continuidad con el canto gregoriano —como Sacrosanctum Concilium menciona específicamente la polifonía—. Esto porque, especialmente cuando hay una asamblea de gente de diferentes idiomas, como aquí en San Francisco en muchas partes de este país… San Francisco ha sido siempre una ciudad de inmigrantes. Si todos pudiéramos cantar la misa juntos en latín, podríamos celebrar la misa juntos. Sí, las lecturas en diferentes idiomas, las peticiones, los anuncios… así. Pero debemos poder cantar la misa juntos en la lengua de la Iglesia.
Es lo que estamos tratando de hacer en nuestra catedral. Los documentos mencionan específicamente el Padre Nuestro, que la gente debe cantarlo en latín, y el Credo también, ¿no? Y es fácil. Yo he visto que el canto es fácil de aprender, y el latín no es tan difícil si es una cosa repetida.
Cuarta o quinta cosa… es, de nuevo, esa idea del “antes", del “pasado"… ¿Cómo se puede decir: “No, esto es del pasado"? Muchos no dirían que es algo malo o equivocado, dirían que pertenecía a esa época, pero no a nosotros hoy.
Por desgracia, hemos perdido este sentido de la continuidad de la liturgia. Es esto lo que toca al alma, esta conexión con nuestros antepasados en la fe, y al mismo tiempo es una cosa muy actual, que nos habla a nosotros hoy en día.
P. Javier Olivera Ravasi: Para terminar…
Mons. Salvatore Cordileone: Sí, claro que para el Papa León, la unidad es fundamental, una cosa muy importante. Porque la Iglesia en Perú es muy dividida, ¿no? Él trataba de unir a la gente y a la Iglesia en Perú. Él ha vivido esta herida de la división en la Iglesia. Y, pues, claro que entiende las divisiones en la vida de la Iglesia en el mundo entero. Y, como prior general de los agustinianos, visitó todas sus casas en todo el mundo —me dicen que dos veces—. Entonces conoce a la Iglesia como es en todo el mundo y ha vivido y entendido diferentes culturas. Sí, tenemos un Papa que es una persona muy universal, entiende cómo unir a la gente.
P. Javier Olivera Ravasi: Sí, Dios quiera que también tengamos —no abruptamente, porque si no va a haber una rebeldía también, es lo mismo que antes—, pero que tengamos un Papa León para muchos años, y que con ese tiempo pueda él hacer no solamente calmar a la Iglesia, sino cumplir con lo principal del Papa, que es aquello de Lucas 22:32: “Confirmar a los hermanos en la fe". Esa es la función que uno busca cuando mira al Papa, cuando mira a Roma.
Mons. Salvatore Cordileone: Sí.
P. Javier Olivera Ravasi: Monseñor Salvatore Cordileone, le agradezco muchísimo este tiempo. Ha sido un gozo, una alegría y un honor muy grande tenerlo aquí conmigo, y le pido si puede dar la bendición a la gente que va a mirar este programa después.
Mons. Salvatore Cordileone: El Señor esté con ustedes.
P. Javier Olivera Ravasi: Y con tu espíritu.
Mons. Salvatore Cordileone: Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
P. Javier Olivera Ravasi: Amén.
Mons. Salvatore Cordileone: Muchas gracias a todos.
P. Javier Olivera Ravasi: Gracias.
14 comentarios
Estos son hechos, que hubo un antes y un después. Permítaseme decir que negar que hubo un antes y un después pero gozar de la misa de siempre, a mi me parece un acto de desagradecimiento con quienes la mantuvieron viva.
Entonces saco la conclusión de que mejor mantenerse en la legalidad canónica y sin la misa de siempre. Algo no me cuadra aquí.
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Planeta Tierra. Iglesia Católica. Arquidiócesis de San Francisco, Estados Unidos
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Así sea. Dios quiera
"Es lo que estamos tratando de hacer en nuestra catedral. Los documentos mencionan específicamente el Padre Nuestro, que la gente debe cantarlo en latín, y el Credo también, ¿no? Y es fácil. Yo he visto que el canto es fácil de aprender, y el latín no es tan difícil si es una cosa repetida".
Sí, claro, a base de repetir una cosa, aunque no entiendas el idioma en que está escrito, termina por aprenderse. Otra cosa es que sepas realmente lo que estás diciendo, su significado y sentido.
Así también se enseña el Corán es la madrasas, en árabe, da igual que seas de Marruecos o de Indonesia.
No entiendo esa necesidad de unificar a todo el mundo bajo un mismo idioma que ya casi nadie entiende.
Seguro que la mayoría de los que tanto defienden esto, cuando están en la soledad de su habitación rezando a Dios lo hacen en su lengua materna.
He viajado por muchos paises, he asistido a la celebración de la Eucaristía en Rusia, en Japón, etc.. y en todos, cuando ha llegado el momento de rezar el Padre Nuestro lo he hecho en español y en ningún momento he sentido que no hubiera una comunidad orante unida ante Dios.
Léase un artículo de un blog que se llama "the wanderer" que va sobre esto. Si no ve problemático que en el rito latino no se diga nada en latín... Pues que quiere que le diga. Tal vez, si la misa hubiese sido en latín en Rusia o Japón, la hubiese podido rezar. Y se rezaría lo mismo que en España. Y ya de paso léase el documento "materna vox ecclesiae" en el que juan XXIII defiende el uso del latín.
PD: yo rezo el rosario en latín, incluido el credo. Y le aseguro que sé lo que significa y lo que dice bastante mejor que algunos que lo hacen en español.
Saludos
“La lengua latina, por su misma índole, resulta singularmente adecuada para promover toda forma de cultura y para comunicar con claridad y sin ambigüedad cualquier género de conocimiento.”
"La lengua latina, que la Iglesia católica honra con un título propio, y no sin razón, ya que es la lengua nativa del Romano Pontífice, quien no favorece a ninguna nación sobre otra, sino que se muestra igual para todos y aceptable a todos. En efecto, nadie olvida su propio origen ni sus costumbres al abrazar la lengua común de la Iglesia, el latín."
“No hay que omitir nada para conservar y hacer florecer el uso del latín.”
Van cogiendo la idea
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