Fuente: https://elvortice.site/fe-guerra-justa-y-tradicion-con-el-padre-javier-olivera-ravasi/
Por Silvio Salas
Javier Olivera Ravasi (San Juan, Argentina, 1977) es sacerdote, abogado por la Universidad de Buenos Aires y doctor en dos disciplinas: Filosofía por la Pontificia Università Lateranense de Roma e Historia por la Universidad Nacional de Cuyo. Ravasi refleja, tanto en su obra como en su apostolado, las dos grandes convicciones defendidas por su compatriota Leonardo Castellani, a saber, que el hombre necesita más la verdad que el pan y que quien lucha por Dios nunca es vencido del todo. A través de un análisis histórico sobre la resistencia contra las tiranías anticatólicas, la defensa de la guerra justa y la promoción de la Misa Tradicional, en este diálogo con El Vórtice aboga por una fe inconmovible frente a las persecuciones sectarias y una tradición viva que nos mantenga firmes frente a los embates de la modernidad.
En obras como La Contrarrevolución Cristera, así como en sus estudios, videos y conferencias sobre la resistencia en La Vendée, usted ha descrito cómo los fieles católicos de México y Francia se alzaron en armas para enfrentar la persecución religiosa. Actualmente vemos un fuerte hostigamiento a los católicos, sobre todo en países de Asia y África. Ante esta situación, ¿considera necesario recuperar la doctrina de la guerra justa? ¿Qué lecciones pueden extraerse de episodios históricos como los que atravesaron cristeros y vandeanos, en los que los creyentes se levantaron contra regímenes que los oprimían?
Considero que es fundamental recuperar la doctrina de la guerra justa, por una razón sencilla: esta se encuentra en el catecismo, en los Padres de la Iglesia, en las Sagradas Escrituras y en la tradición bimilenaria de la Iglesia. ¿Qué es la guerra justa? Es el principio de la legítima defensa frente a un agresor ilegítimo. ¿Y por qué es necesario rescatar este concepto? Porque en gran parte de la Iglesia católica se ha caído en una forma de pacifismo, también conocido como irenismo. La palabra irene en griego significa paz, de donde proviene la herejía del irenismo, que implica tolerar a cualquier costo toda clase de agresión.
Muchos confunden el mandato de «poner la otra mejilla» —que aplica a ofensas personales y donde, por humildad, se puede aceptar una humillación— con la idea de no defenderse jamás, en ningún contexto ni ante ningún agresor. No obstante, frente a un agresor ilegítimo, ya sea contra uno mismo o contra un tercero inocente, no sólo es lícito, sino que es un deber defenderse, tanto en el ámbito personal como en el social, según los principios de la guerra justa y la legítima defensa.
Es muy necesario en un contexto de ataques contra los cristianos en países de Asia y, sobre todo, en África, donde se vive un genocidio silencioso del cual no se habla, recuperar el concepto de guerra justa. Por tal razón, siempre he procurado predicar acerca de la historia de la Contrarrevolución Francesa, que fue el levantamiento contra el Estado tiránico, anticatólico y antimonárquico francés, especialmente en la zona de La Vendée —aunque no solamente allí—, así como el ejemplo heroico y épico de los cristeros mexicanos, quienes se levantaron entre 1926 y 1929 contra un Gobierno masónico.
En suma, no toda guerra es injusta. Existen guerras que son justas y santificadoras. Por ello la Iglesia, a través de su historia, ha reconocido como hombres heroicos, e incluso como santos, a quienes acompañaron a los católicos en las Cruzadas para luchar contra un ilegítimo agresor, que en ese momento era el islam.
¿Qué implicaciones tiene la elección nuevamente de un Papa que conoce de primera mano el Sur Global, que es donde más está creciendo el catolicismo? Es prematuro para emitir juicios, pero ¿cree que el papado de León XIV pueda aliviar las tensiones entre las facciones tradicionales y progresistas de la Iglesia?
En primer lugar, diría que su elección fue un gran acierto. Gracias a Dios que fue elegido el Papa León XIV, nuevo Vicario de Cristo en la Tierra y sucesor de San Pedro. ¿Por qué? Porque conoce profundamente no sólo el ámbito anglosajón, del que es nativo, sino también el hispanoamericano, donde sirvió como misionero durante muchos años.
Su elección tiene implicaciones muy buenas, pues es un sacerdote con experiencia misionera, que ha sido párroco y superior, y que ha pasado décadas en Hispanoamérica. En otras palabras, no es un mero funcionario eclesiástico, un burócrata de escritorio, sino alguien que conoce el terreno y la realidad cotidiana, y, en consecuencia, conoce a la gente real, al católico de a pie.
Si bien es prematuro emitir juicios, como dices, sí creo que tendrá un papado que aliviará muchas tensiones entre diversos sectores. El Papa se ha cansado de expresar públicamente su deseo de promover la unidad en una Iglesia dividida. Su intención es ser un Papa conciliador frente a una Iglesia fragmentada por ideologías. Dichas ideologías han calado en la mente de algunos grupos, especialmente en ciertos funcionarios eclesiásticos, que piensan que un nuevo Papa conlleva un cambio en la doctrina, como si se tratara de un presidente que cambia la política de un Estado. Los papas en realidad son elegidos para cumplir con el mandato del Evangelio de Cristo, como se lee en San Lucas, capítulo 22, que es confirmar a los hermanos en la fe. Confirmar y no confundir. Y eso es lo que busca el Papa León XIV, al menos en este cortísimo tiempo de un pontificado que recién comienza.
Su esfuerzo por difundir la obra de autores católicos y contrarrevolucionarios, creando una biblioteca de acceso público que abarca desde Louis de Bonald hasta Julio Meinvielle, es encomiable. Inspirado en esta labor, me gustaría saber cómo han influido en sus ideas figuras como Charles Maurras, con su defensa de la monarquía y su nacionalismo integral (mencionado en un video reciente), y Leonardo Castellani, con sus reflexiones teológicas y su aguda crítica cultural. ¿Cuáles diría que son los principales aportes o enseñanzas que estos pensadores ofrecen para enfrentar los desafíos del mundo moderno desde una perspectiva tradicional?
Hay algunos autores, católicos o no, que claramente influyen en la historia de la Iglesia y de Occidente en general por medio de su crítica cultural, su pensamiento y su profundidad teológica. Entre dichos autores destaca, sin duda, Charles Maurras, una figura clave de la pasada centuria. Este importante pensador francés, inicialmente agnóstico y alejado de la fe, se convirtió, a mi juicio, en uno de los grandes conversos del siglo XX. ¿Por qué un gran converso? Porque, aun habiendo sido perseguido por sectores eclesiásticos y excomulgado en un punto debido a su rol en el periódico L’Action Française, terminó abrazando la fe católica. Su conversión se debió, en gran parte, a su correspondencia y comunicación con las hermanas del Carmelo de Lisieux.
¿Qué se le debe a Maurras? Su defensa de la tradición católica, incluso cuando no era formalmente creyente, sino sólo católico en un sentido cultural. No obstante, al final de su vida, reconciliado con la Iglesia, se le levantó la excomunión, que era injusta, y murió tras haber recibido los sacramentos, plenamente integrado en el seno de la Iglesia. Además de su defensa de la tradición católica, se le debe la articulación de un pensamiento realista, entendido el realismo como lo contrario al idealismo, al utopismo. Era clásica en él la expresión de «ante todo, política». Pero política en el sentido no de la politiquería, del partidismo o de la democracia —como uno entiende ahora esa palabra—, sino en el sentido de la polis, la ciudad, la sociedad; y dado que el hombre se desarrolla en ella, antes que nada, hay que buscar siempre su bien común, espiritual y temporal.
Respecto a Leonardo Castellani, otro gran hombre, fue un verdadero profeta del siglo XX. Su enseñanza más significativa a lo largo de su extensa trayectoria fue su valiente denuncia contra el fariseísmo. Ese fariseísmo que condenó a Jesucristo y lo llevó a la muerte. A esto se añade su crítica a la decadencia de la inteligencia que sufríamos y, lamentablemente, seguimos padeciendo en la Iglesia católica.
Castellani fue un genio incomprendido, que marcó un rumbo. Probablemente lo mejor que tuvo mi país, Argentina, y quizás uno de los más grandes de su tiempo como poeta, profeta y teólogo. Creo que debemos seguir sus huellas, sus trazas, para recuperar y llevar adelante la contrarrevolución cultural y espiritual que tanto necesitamos.
Sabemos que los abusos sexuales en la Iglesia católica, aunque muy mediatizados, no son más prevalentes que en otras instituciones. En el contexto de las estadísticas sobre abusos de menores cometidos por miembros del clero, ¿considera usted que el problema subyacente es en realidad el de la homosexualidad?
El problema subyacente del abuso sexual en la Iglesia no diría que es pura o exclusivamente el de la homosexualidad. Pero sí puedo afirmar, de acuerdo a los datos internos de la Iglesia y del mundo de la estadística, que es Estados Unidos, que entre el 80 y el 81% de abusos sexuales cometidos por miembros del clero han sido abusos homosexuales. Más que de pedofilia, se podría tratar de efebofilia. Es decir, en su mayoría son casos de homosexuales que entraron al seminario, fueron ordenados sacerdotes y abusaron no de mujeres, sino de varones. Entiéndase, hay una relación directa —estadística, al menos— entre los homosexuales y los abusos de menores, y, aunque una cosa no se siga de la otra, es para tener en cuenta.
Una de las grandes cuestiones tabú que nadie quiere tocar es la de la homosexualidad en la Iglesia, algo que difícilmente pueda ser extirpado sin un trabajo serio y permanente de la jerarquía eclesiástica.
He visto con gran interés, incluso fascinación, cómo oficia la Misa en latín. ¿Qué importancia tiene conservar la belleza litúrgica y espiritual de la Misa Tradicional?
La Misa en latín, también conocida como Misa Tradicional o Forma Extraordinaria, no sólo tiene una invaluable riqueza por el carácter solemne, mistérico y silencioso que encierra, sino porque nos entronca con una tradición prácticamente bimilenaria. Esta liturgia se fue forjando a través de las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, de los primeros cristianos y de los Evangelios. Por tanto, oponerse a la Misa Tradicional implica contradecir la doctrina católica, ya que esta refleja el modo en que la Iglesia ha creído, celebrado y rezado durante siglos.
Existe un adagio muy famoso que dice: lex orandi, lex credendi. Es decir, así como rezas, así crees. La ley de lo que uno cree es la ley de lo que uno reza. Ir en contra de la Misa Tradicional o buscar arrinconarla, aun cuando muchísimos jóvenes se acercan hoy en día a ella, es ir en contra de la doctrina de dos mil años de enseñanza católica. Por eso, y no por un arqueologismo litúrgico, es importante conservar los ritos, como enseñó el zorro al Principito.