26.07.25

Madre, cuídame

Si nuestro Señor puso su vida en manos de María, ¿cómo no hacer nosotros lo mismo?

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Versículos para meditar:

«Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel».
Isaías 7,14

«No temas… porque lo que en ella ha sido engendrado viene del Espíritu Santo… Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús… Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le llamarán Emanuel”».
Mateo 1,20‑23

«Aconteció en aquellos días… que José y María subieron a la ciudad de David, llamada Belén… y ella dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en el alojamiento».
Lucas 2,1‑7

«Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: encontraréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
Lucas 2,11‑12

«Entrando el ángel le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres”».
Lucas 1,28

«Cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno; e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó con gran voz: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!… ¡Feliz la que ha creído, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor!”».
Lucas 1,41‑45

«Entonces dijo María: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador”».
Lucas 1,46‑47

«Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”».
Lucas 1,38

«Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; la soberanía descansará sobre sus hombros, y se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de la Paz».
Isaías 9,6

«Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros; y hemos contemplado su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad».
Juan 1,14

«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “He ahí a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa».
Juan 19,25‑27

Apóstoles de su gracia
https://apostolesdesugracia.com

18.07.25

Sinodalmente abortistas

La Iglesia en Alemania es en buena medida abortista. Sí, dicho con todas las letras. Por si alguien tenía alguna duda, el presidente de la Conferencia Episcopal acaba de declarar estar muy conforme con la ley que regula el aborto en el país germano. Cabe recordar que con dicha legislación, en Alemania se producen más de cien mil abortos al año -106.218 en 2023-.

La izquierda alemana cree que no es suficiente y pretende legislar para liberalizar aún más el crimen de matar a los no nacidos, pero si no lo consiguió en la anterior legislatura, cuando contaba con mayoría, no parece fácil que lo logre ahora. Aunque no descarten ustedes nada, porque en la CDU ocurre lo mismo que en el Partido Popular español. Hay multitud de abortistas.

En el SPD han pensado que, a falta de ley, van a colocar en el Tribunal Constitucional a una de las juristas más abortistas que se puedan encontrar no solo en Alemania sino en todo el mundo: Frauke Borsius-Geldorf.

Esa señora ha dicho públicamente cosas como estas:

«Observar si al embrión y posteriormente al feto le corresponde la garantía de la dignidad humana del artículo 1 de la Ley Fundamental es un asunto muy debatido en la ciencia jurídica constitucional. En mi opinión, hay sólidos argumentos para sostener que dicha garantía comienza a partir del nacimiento».

En el 2024 escribió en una publicación académica que «la suposición de que la dignidad humana existe allí donde hay vida humana es un error biológico‑naturalista».

Cuando se vio que no iba a obtener los votos necesarios para ser magistrada del TC alemán, se aplazó la votación. Y desde entonces se ha puesto en marcha la operación “lavado de cara de nuestra querida Frauke”. Ella misma se ha ido de gira por los medios alemanes a decir que es abortista, pero no tanto. Por ejemplo, ha declarado:

«Nunca he defendido la legalización o la impunidad del aborto hasta el nacimiento».

Dice que es incorrecto atribuirle la idea de que el embrión carezca de derecho a la vida. Según explicó, su posición se centra en legalizar el aborto en las fases iniciales del embarazo. «Hoy en día ya es impune, pero sigue siendo ilícito; considero que, por razones constitucionales debería ser lícito»

Cualquiera puede entender que si se puede matar constitucionalmente al embrión o al feto, entonces es que no tienen derecho a la vida, que me van a permitir ustedes que diga que es el primero de los derechos, del cual dependen los demás.

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15.07.25

Querido Beltrán

Querido Beltrán, tan pequeño, tan amado por tus seres queridos, y ya en el cielo. Anteayer pasaste de estar rodeado de los que te amaban a estar rodeado de ángeles y santos. A la vez que tu madre, desesperada, te vio marchar, la Madre de Dios, madre tuya y nuestra, te recibía en sus brazos. Ella, María, también sufrió cuando vio a su Hijo morir. Pero ahora ya sabes, Beltrán, porqué murió el Hijo de María. Para que tú hoy puedas estar junto a Él en el cielo.

Beltrán, con apenas tres añitos de vida ya has entrado en la vida eterna. Tú ya sabes mucho más de Dios que yo, que todos los que aquí peregrinamos hacia donde, si se nos concede el don de la perseveracia final, tú ya estás. Tú ya ves a al Señor cara a cara. Y ves también a toda la corte celestial, de la que ya eres parte. 

Pequeño, tu muerte, aun siendo muy dolorosa, aun siendo trágica, ya está produciendo frutos. Cuando tu obispo, Mons. José Ignacio Munilla, fue a dar la bendición tras rezar Vísperas con tu familia y cuatrocientas personas, tu madre pidió hablar, lo que le fue concedido, y dio el mayor testimonio cristiano que todos los allí presentes, incluido D. José Ignacio, han oído en sus vidas. Ella dijo “que nadie piense que Dios es malo. Dios es infinitamente bueno y misericordioso. Y me dio a Beltrán y fue un milagro su vida".

Chiquitín, el testimonio del amor de Dios brillando en medio del dolor de tus seres queridos traerá, sin la menor duda, frutos de conversión. Tu muerte salvará almas. Y nada hay más maravilloso que ser instrumento de la salvación de los elegidos por el Señor.

Ruega por nosotros, Beltrán. Ruega por quienes tanto te amaron en tu breve paso por esta vida terrenal. Nada puede arrancarles el dolor que hoy tienen y que van a arrastrar el resto de sus vidas. Pero es seguro que van a recibir el consuelo que solo Dios da. Tus papás cuidaron de ti. Cuida ahora de ellos hasta que se encuentren contigo. Y ya que estás allí, dale un beso y un abrazo enorme al Señor de parte nuestra. Y otro con sumo cariño y devoción a su Madre, nuestra Madre.

Descansa en paz,

Luis Fernando Pérez Bustamante
Apóstoles de su gracia

14.07.25

Hacia el fin de una nación llamada España

Sí, España va camino de su desaparición. No soy alarmista ni profeta de calamidades. Me limito a examinar los datos y a extraer las conclusiones que cualquier otra persona puede y debe extraer. Un pueblo sin hijos acaba muriendo, y este ya no los tiene. Es más, en un futuro cercano tendrá todavía menos.

Hemos pasado de 600 000 nacimientos anuales a 300 000, y es obvio que, cuando esos 300 000 de hoy lleguen a la edad de procrear, tendrán muchos menos de los que se tienen ahora. Y esos, a su vez, tendrán todavía menos. ¿Tengo que explicarles lo que eso va a suponer?

Hay quien piensa que la inmigración va a solucionar el abismo demográfico. De hecho, de esos 300 000 nacimientos, un tercio tiene al menos un padre no nacido en España. Sin inmigrantes el desplome sería más profundo y más rápido. Esa ayuda externa a la natalidad se da -y se seguirá dando- a cambio de un aumento brutal de la conflictividad social, tal y como estamos viendo estos días en el país. 

Además, los mismos que hoy vienen aquí porque el nivel de vida es mejor que en sus países de origen se marcharán cuando la situación se haga insostenible. Y a eso vamos. No podrán pagarse las pensiones, ni el coste de la sanidad pública, ni el de la atención a los ancianos que necesitan ayuda. No sabemos cuándo va a pasar eso, pero va a pasar. Lo saben, pero callan para no “alarmar”. Engañan a la gente; llevan haciendo eso décadas.

Estoy convencido -aunque esto es mera especulación- de que España y el resto de Europa pasarán de tener una edad de jubilación a fijar una edad de eutanasia obligatoria. Es decir, a partir de esa edad, quien enferme puede darse por muerto, porque no se va a cubrir su tratamiento; a cambio se le ofrecerá una “dulce muerte”. ¿Creen que exagero? Hablemos dentro de veinte años, si es que sigo vivo para entonces. Ya hoy se seda a los abuelos en cuanto uno se descuida, y cada vez son más las familias que lo piden.

De hecho, todos esos que, por las razones que sean, hoy no tienen hijos o sólo tienen uno -y son legión-, ¿quién cree que les va a atender cuando lleguen a la ancianidad? ¿El Estado? ¿En serio? ¿De verdad?

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10.07.25

Evangelización, conversión, santificación, paciencia

Dios tiene mucha paciencia con los pecadores. No solo les ofrece el perdón y les perdona cuando ellos lo piden, sino que también sabe esperar a que su gracia produzca los frutos de la liberación del pecado y de la santidad. ¿Quién mejor que Él conoce el tiempo que necesita cada alma para verse libre de vicios, situaciones de pecado, necias autojustificaciones, etc.? ¿Acaso es igual Juan que Antonio? ¿O Margarita que Sonia?

De hecho, ¿no lo vemos en nuestras propias vidas? ¿Acaso no hemos arrastrado —o arrastramos— situaciones de pecado que parecen enquistadas? Por más propósito de enmienda que hagamos, caemos una y otra vez. Y cada vez que caemos y pedimos perdón, Dios nos perdona. Por pura gracia, acaba dándonos la libertad para dejar atrás esos pecados que parecen eternos. No desesperemos. Pidamos esa gracia. Y, como dice la Escritura, si pedimos algo conforme a la voluntad de Dios, el Señor nos lo concederá. ¿Cómo no va a darnos el verdadero arrepentimiento —el que produce un cambio de vida— y la santidad, si precisamente eso es lo que le pedimos?

Hablaba estos días con un buen sacerdote a quien el Señor ha mostrado, precisamente, la necesidad de tener paciencia con aquellos que llevan una vida entera hundidos en el fango del pecado. Si Dios nos da tiempo a nosotros, que ya estamos más o menos ejercitados en vivir por gracia, ¿cómo no se lo va a dar a quienes se acercan por primera vez al trono de la gracia, al encuentro personal con Cristo, a la fe, al Credo, a la Iglesia y a Aquella que hizo del «fiat voluntas tua» el motor de su vida?

Tener paciencia con el pecador no significa ocultar la verdad, ni rebajar las exigencias, ni permitir que se use la gracia como ocasión para pecar. El llamado a la santidad —sin la cual nadie verá a Dios— es para todos. No hay cristianos de primera, de segunda y de tercera. No a todos se nos concede la gracia de la santidad en grado sumo, pero sí la suficiente como para alejarnos del pecado y alcanzar la salvación. Es un asesino de almas quien dice «Dios te ama tal como eres» como si no necesitaras cambiar lo que eres. La conversión no es una opción: es el único camino seguro hacia la vida eterna. El adúltero tiene que dejar de serlo. El corrupto tiene que dejar de serlo. Quien usa la lengua —o un teclado— como si fuera un arma de destrucción masiva contra los sentimientos ajenos, tiene que dejar de usarla. Y si no lo hacen, se condenan.

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