Madre, cuídame
Si nuestro Señor puso su vida en manos de María, ¿cómo no hacer nosotros lo mismo?
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Versículos para meditar:
«Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel».
Isaías 7,14
«No temas… porque lo que en ella ha sido engendrado viene del Espíritu Santo… Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús… Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le llamarán Emanuel”».
Mateo 1,20‑23
«Aconteció en aquellos días… que José y María subieron a la ciudad de David, llamada Belén… y ella dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en el alojamiento».
Lucas 2,1‑7
«Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: encontraréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
Lucas 2,11‑12
«Entrando el ángel le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres”».
Lucas 1,28
«Cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno; e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó con gran voz: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!… ¡Feliz la que ha creído, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor!”».
Lucas 1,41‑45
«Entonces dijo María: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador”».
Lucas 1,46‑47
«Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”».
Lucas 1,38
«Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; la soberanía descansará sobre sus hombros, y se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de la Paz».
Isaías 9,6
«Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros; y hemos contemplado su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad».
Juan 1,14
«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “He ahí a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa».
Juan 19,25‑27
Apóstoles de su gracia
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