InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

29.04.16

Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa

Cuando en uno de sus viajes San Pablo iba a partir desde Mileto a Jerusalén, hizo llamar a todos los presbíterios de Éfeso para darles un discurso de despedida, pues estaba seguro de que no le volverían a ver en esta vida. Destaco de ese discurso el siguiente pasaje:

Hech 20,28-32
Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo. Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño.
Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados.

En su primera carta a los Tesalonicenses,  leemos

1 Tes 4,3-8
Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os apartéis de la impureza, que cada uno de vosotros trate su cuerpo con santidad y respeto, no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que en este asunto nadie pase por encima de su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y os aseguramos: Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa. Por tanto, quien esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.

Es por tanto, deber de todo pastor -sin excepción- guardar el rebaño que Dios le ha encomendado. Es deber de todo pastor predicar sobre la necesidad de ser santos y no impuros. Y es deber nuestro rechazar a los lobos feroces que predican otra cosa. Es deber nuestro decir no a quienes buscan atajos, excusas, justificaciones, etc, para que los fieles no se sientan llamados a dejar atrás sus pecados para vivir en santidad, cada cual según el don que haya recibido. Y no debe extrañarnos que los lobos se disfracen de ovejas:

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27.04.16

El hermano Hans ya no quiere suicidarse

Hace dos años y medio publicamos la noticia de que el teólogo Hans Küng estaba meditando si poner fin a su vida debido a que padece la enfermedad de Parkinson. A lo que se ve, ha decidido desechar semejante idea, o al menos retrasarla. Hoy mismo el diario El País publica una especie de artículo suyo en el que informa que el Papa Francisco ha respondido a un llamamiento que hizo al pontífice el pasado mes de marzo para que se establezca un debate sobre el dogma de la infalibilidad papal.

De la carta del Santo Padre sólo nos copia literalmente el encabezado: “lieber Mitbruder” (Querido hermano). Luego nos cuenta su interpretación de las palabras del Papa, pero comprenderán ustedes que me fíe lo justo de dicha versión. Para saber y opinar sobre lo que el Papa le ha dicho, habrá que leer el texto completo de la carta papal.

Es sabido que Küng lleva toda la vida empeñado en no aceptar la fe católica en su integridad y en hacer campaña contra algunos de sus dogmas. Sobre todo contra el dogma de la infabilidad papal. En su “llamamiento” decía:

Es apenas concebible que el papa Francisco hubiera pretendido establecer una definición de la infalibilidad papal como la que, en el siglo XIX, promoviera Pío IX con buenas y no tan buenas mañas. Tampoco es imaginable que Francisco tuviera interés, como Pío XII, en la definición de un dogma infalible acerca de María. 

En realidad, lo apenas concebible es que con Pío IX y Pío XII Hans Küng no hubiera sido excomulgado. A Todo lo más que se llegó, durante el papado de San Juan Pablo II, fue prohibirle enseñar teología católica. Pero, hasta donde yo sé, ni siquiera se le suspendió a divinis. Es una de esas cosas curiosas que pasan en la Iglesia posterior al Concilio Vaticano II. Hay un código de derecho canónico que establece que quien niega pertinazmente un dogma de fe -caso de Küng- queda excomulgado. Pues bien, es como si no existiera esa ley canónica, que no deja de ser reflejo del mandato de los apóstoles, que sin la menor duda excomulgaron a los herejes de su tiempo

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11.04.16

No creen en el poder de la gracia. Eso es todo

Este artículo lo escribí en el 10 de mayo del 2015. Lo republico.

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En todos estos meses de pleno periodo sinodal e intersinodal, están saliendo a la luz dos modelos de entender no ya la Iglesia sino el cristianismo. Modelos que, a la larga, es evidente que no podrán convivir en comunión.

El primero consiste en mantener lo que la Iglesia ha enseñado siempre. A saber, que el hombre es pecador, pero Dios ha querido salvarlo mediante Cristo y enviando el Espíritu Santo para darle la capacidad de vivir en santidad. La Escritura es muy clara al respecto. Ser santo no es una opción para el cristiano. Es su destino, es su llamamiento, es su “deber". Pero no es algo que pueda alcanzar por sí mismo, en sus propias fuerzas. La gracia no es que venga en su auxilio, como una especie de bastón de apoyo. Es que es lo único que le permite llegar a ser lo que está llamado a ser. Los sacramentos, especialmente el de la Eucaristía y la Confesión, son fundamentales. La Revelación es la que es y la pastoral debe ser fiel a la misma.Nadie como la Iglesia sabe tanto de la miserias humanas y del poder de Dios para sacar oro de donde solo había hierro oxidado.

El segundo considera que eso de la santidad es cosa de unos pocos. Que se puede ser cristiano y vivir en pecado de forma continua. Que la Iglesia está para comprender que hay situaciones imposibles de superar, porque al fin y al cabo, no hay por qué esperar de un cristiano mucho más de lo que se puede esperar de quienes no lo son, porque todos somos carne y sangre y no ángeles del cielo. Sí, dicen, sería mejor que los cristianos no se divorciaran, no abortaran, no se dedicaran al consumo desenfrenado, etc. Pero como de hecho muchos hacen eso, hay que asumirlo sin más porque Dios ama a todos por igual. Todo es mudable. Desde la doctrina hasta la pastoral.

Obviamente hay grados y matices en ambos modelos, pero en esencia son así. Y si algo es muy claro es que el primer modelo le choca al mundo, es rechazado por quienes no quieren vivir conforme a la ley divina, mientras que el segundo busca que el cristiano se adapte al mundo como mano a guante, dotándole solo de un ciero tamiz moral buenista, que tiene mucho de pelagiano y muy poco de vida en el Espíritu.

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6.04.16

Maciel, Figari y alguno más, como síntoma

A lo largo de la historia muchos hombres y mujeres de Dios han fundado órdenes y congregaciones religiosas. Si algo tenían en común todos ellos era su condición de santos. No todos han llegado a los altares, pero sí la inmensa mayoría.

Sin embargo, en el último medio siglo estamos asistiendo a un fenómeno extrañísimo, que no tiene parangón. Los fundadores de algunas nuevas “realidades” eclesiales eran auténticos crápulas, personajes indeseables que en condiciones normales no habrían fundado ni una asociación parroquial de tiempo libre.

El caso de Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, fue el primero en ser conocido. Ahora le toca el turno a Luis Figari, fundador del Sodalicio de Vida Cristiana. Y todo indica que en breves meses vamos a asistir a un tercer caso.

En esas situaciones se ha dado además una circunstancia parecida. El encubrimiento y la complicidad de las personas más cercanas a esos líderes y la falta de diligencia de la propia Iglesia en poner fin a su presencia en la vida pública. Y también hay otro factor en común: el abuso de autoridad de esos sujetos.

Ni que decir tiene que la mayor parte de los miembros de esas organizaciones eclesiales, sean sacerdotes, religiosos o seglares, son gente de bien, fiel a Cristo y a la Iglesia. De hecho, en buena medida son víctimas del descrédito que no han provocado ellos.

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1.04.16

Desmontando el sola fide luterano con la Biblia

Incomprensiblemente están surgiendo voces en la Iglesia Católica ensalzando la figura de Lutero, presentándole como una especie de rescatador de la doctrina de la justificación de san Pablo y san Agustín. Una de las cosas más curiosas de los neo-apologetas del ex-monje agustino es que intentan convencernos de que, a pesar de sus errores -que por lo general no niegan-,  tenía muy buenas intenciones y tuvo la virtud de poner sobre el tablero la discusión sobre la manera en que los hombres son justificados y salvados. Eso es como si decimos que los Testigos de Jehová han tenido la virtud de poner sobre la mesa el debate sobre la divinidad de Cristo. 

Conviene recordar que para Lutero, de la doctrina sobre la justificación depende todo. Con ella la Iglesia “está en pie o cae” ("steht und fällt"). Según el heresiarca alemán, somos justificados solo por la fe (sola fide). Y solo es solo. No la fe más la caridad. No la fe más las obras. Solo la fe. Su cita bíblica de referencia es Efesios 2,8-9

Así pues, por gracia habéis sido salvados mediante la fe; y esto no procede de vosotros, puesto que es un don de Dios: es decir, no procede de las obras, para que nadie se gloríe.

Ocurre que el versículo siguiente de Efesios, Ef 2,10, reza así:

ya que somos hechura suya, creados en Cristo Jesús, para hacer las obras buenas, que Dios había preparado para que las practicáramos.

En todo debate con protestantes, es habitual apelar a la epístola de Santiago para desmontar la idea de que las obras no tienen nada que ver con nuestra salvación. La única vez en toda la Escritura en que aparecen juntas las palabra “sola” y “fe” es para negar el solafideísmo:

Stg 2,24
Ya veis que el hombre queda justificado por las obras y no por la fe solamente

Pero dado que el propio Lutero consideraba el texto de Santiago como epístola de paja, y dado que los protestantes dirán que San Pablo es quien interpreta a Santiago y no al revés, considero más oportuno acudir al propio San Pablo para desmontar el solafideísmo luterano, calvinista, arminiano… protestante. El apóstol de los gentiles no puede ser más claro en 1ª Corintios 13,2:

Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada.

Y en 1ª Corintios 13,13:

Ahora permanecen la fe, la esperanza, la caridad: las tres virtudes. Pero de ellas la más grande es la caridad

¿Dónde queda el sola fide a la luz de esas palabras de San Pablo? En el cubo de la basura de las herejías. No le den ustedes más vueltas. No hay un sola fide salvable, lo diga quien lo diga. No lo hay. Y lo que algunos pretenden que es salvable, no es sola fide. No es el pensamiento de Lutero.

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