InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cultura de la muerte

28.08.09

Cuando no es una mosca la muerta sino millones de inocentes

Entre los proverbios y sentencias más interesantes que pueden encontrarse en la Escritura, hay una que de siempre me ha llamado mucho la atención por la gran verdad que encierra. Está en el libro del Eclesiastés:

Eccl 10,1
Una mosca muerta pudre una copa de ungüento de perfumista y un poco de locura puede pesar más que la sabiduría y la honra.

No hay que ser muy inteligente para explicar lo que quiere decir ese versículo. El error y el pecado destacan especialmente cuando los comete aquel que tiene la reputación de ser una persona sabia y santa. Y a veces basta con un poco de necedad para que la credibilidad de una persona se caiga abajo de forma irremisible. Y no digamos nada si dicha persona desarrolla una actividad de gran repercusión pública.

Digo esto a cuenta de la gran polémica que está teniendo lugar en los medios de comunicación católicos tras la muerte del senador Edward (Ted) Kennedy, hermano de los desdichados John Fitgerald y Robert Kennedy. De todos es conocido que la saga Kennedy ha marcado la historia de los Estados Unidos en el último medio siglo. John fue el primer presidente católico de esa nación y sin duda uno de los mandatarios más carismáticos de su historia. Su trágica muerte conmocionó al mundo entero. Y cuando su hermano Robert iba camino de la presidencia, murió igualmente asesinado. Del resto de la familia, fue Ted quien desempeñó una carrera política más destacada. Pero siendo ya senador por Massachusetts se vio involucrado en un percance que marcaría el resto de su vida. En 1969 sufrió un accidente de coche, al salirse del puente por el que transitaba. La mujer que iba con él en el vehículo falleció y se dio la circunstancia de que el senador había abandonado el lugar del accidente sin prestar ayuda a la víctima. Por ello fue condenado a dos meses de cárcel, sentencia que no llegó a ejecutarse. Sus posibilidades de llegar a ser presidente de su nación quedaron enterradas en aquel accidente, aunque llegó a disputar a Jimmy Carter la candidatura demócrata a la presidencia. Por tanto, un “pequeño error” -si es que abandonar a una mujer moribunda puede llamarse así- tuvo en este hombre consecuencias importantes.

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15.08.09

Caamaño, gracias por mostrarnos el camino a seguir

Pues sí, hoy quiero darle las gracias al actual Ministro de Justicia, el masón Francisco Caamaño, por haber provocado una de las reacciones más contundentes que se recuerdan contra el totalitarismo zapateril, ese que en sus primeros años se disfrazó de buen talante y que hoy muestra descaradamente sus garras y sus colmillos. Y es que hasta para ser malo hay que ser listo. Sin duda Caamaño es lo primero, pero no parece ser lo segundo. Amenazar a los médicos con meterles en problemas legales si se niegan a realizar un aborto es propio de un tipo con pocas luces. Acusar a la objeción de conciencia de ser un acto de desobediencia civil, como si esta última fuera algo espantoso, es lo normal en un sujeto que se piensa que estamos en la Cuba de Castro o la China de Mao.

Lo bueno es que ante tanta ignominia masónico-caamañista, la profesión médica ha salido en masa a ponerle las cosas claras a ese hijo de la viuda. Al fin y al cabo, el juramento hipocrático incluye la siguiente sentencia:

Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y el terror. A nadie daré una droga mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer pesarios abortivos. Pasare mi vida y ejercere mi arte en la inocencia y en la pureza.

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13.08.09

Masiá se mofa de sus superiores en la Compañía de Jesús y de toda la Iglesia

Lo del todavía jesuita Juan Masiá Clavel es de traca. Hace unos días aseguró en su blog que su superior en Japón le había pedido que acabara con sus actividades periodísticas en España. Decidió entonces dejar de escribir en su blog en Religión Digital, lo que le sirvió para llevarse el aplauso y el apoyo de todo ese sector de la Iglesia que tiene de católicismo auténtico lo que yo de cienciólogo. Pero como está claro que la cabra tira al monte, Masiá no ha podido resistir la tentación de aparecer en Santander para ejercer de estrella más fulgurante de la galaxia de los defensores de la cultura de la muerte en este país. El doctor Montes, que de eso sabe mucho, no dudó en invitarle a su curso de verano en la Universidad Internacional Menédez Pelayo. Y es que en relación a la defensa de la dignidad de la vida humana, Montes y Masiá son como Isabel y Fernando, tanto monta, monta tanto. El problema está en que a uno le retiraron de la dirección del servicio de urgencias en un hospital y el otro se sigue presentado como profesor de ética de una universidad católica y jesuita.

En realidad, lo que ha dicho Masiá hoy no debe de sorprender a nadie. Este jesuita se mofa de su orden, se cachondea de su Iglesia y se lanza cual vitorino recién picado contra los obispos españoles. Pero el problema no está en que Masiá sea lo que es. El problema es que la orden fundada por san Ignacio de Loyola no le haya puesto en la puñetera calle hace tiempo. Masiá, como he dicho en repetidas ocasiones, es el síntoma de la profunda corrupción que afecta a buena parte de la Iglesia en general y a la Compañía de Jesús en particular. En cualquier otro momento de la historia de la Iglesia Católica desde su fundación hace veinte siglos, este sujeto habría sido ya como mínimo suspendido a divinis y expulsado de su orden. Pero hoy no. Hoy todavía tenemos que soportar que los medios de comunicación de toda España titulen que un jesuita apoya la eutanasia. Y eso es un ESCÁNDALO y una VERGÜENZA intolerable no sólo para todos los jesuitas, que parecen empeñados en suicidarse desde hace 40 años. Eso no lo pueden aceptar ni los obispos, ni los cardenales, ni el mismísimo Papa Benedicto XVI. Cabe por tanto apelar a Roma para que intervenga de una vez y acabe con este asunto de una vez por todas. Con Masiá no valen medias palabras. Sólo entiende el lenguaje de la disciplina. Vuelvo a repetir que el ciudadano Juan Masiá Clavel es libre para opinar lo que le apetezca sobre el aborto, la eutanasia y el lucero del alba. El sacerdote y jesuita Masiá no es libre para hacer lo mismo.

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10.08.09

Así que defender la vida es un insulto gravísimo a la democracia, ¿verdad?

Los socialistas entienden que la democracia es un sistema por el cual ellos imponen las leyes y todo aquel que les critique no es demócrata. A la portavoz del PSOE en el Senado, favorable a que las niñas que pueden mantener relaciones sexuales puedan abortar, el Bebé-Aído le parece un gravísimo insulto a la democracia. Y yo digo que si la democracia es lo que esa señora dice, pues que “vivan las caenas", porque siempre será preferible cualquier sistema en el que los seres humanos tengan derecho a nacer y en el que los padres puedan impedir a sus hijas menores de edad que cometan un crimen.

Que la democracia española está en crisis es algo cada vez más evidente. El poder judicial está politizado desde hace tiempo, el gobierno usa a la policía para atacar al principal partido de la oposición, la unidad de la nación está en peligro por una política autonómica desastrosa en las últimas décadas y la ingeniería social fruto del laicismo radical se ha convertido en el pan nuestro de cada día desde hace más de cinco años.

El partido con alma totalitarista que nos gobierna por la voluntad de una mayoría de españoles no está dispuesto a que nadie le plante cara. Y si vemos lo que son capaces de hacer con el Partido Popular, al que empiezan a tratar de forma similar a como Chávez trata a sus opositores venezolanos, ¿qué no harán con los ciudadanos que se organicen para oponerse civilmente a sus propósitos?

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3.08.09

Mújica da la razón a la campaña de la CEE contra el aborto

Cuando la Conferencia Episcopal lanzó su campaña contra la futura ley del aborto, en la que el cartel mostraba a un lince y a un bebé mostrando que las crías del animal tenían más protección legal que las del ser humano, las críticas de los pro-abortistas y de sectores progre-eclesiales fueron furibundas. Pues hete aquí que este fin de semana el Defensor del Pueblo, Enrique Mújioca, ha advertido de que la futura ley abortista protege menos a los fetos humanos que a los animales.

Eso sí, Mújica defiende la ley de plazos y dice que en ningún caso se debe de mandar a nadie a la cárcel ni por abortar ni por provocar abortos incluso fuera de esos plazos. Ante lo cual, sus palabras no dejan de ser un brindis al sol. Sólo quiere que se guarden un poco las formas. Y es que, se quiera o no, queda muy mal el que haya pena de cárcel para el que mata a palos a un perro o se carga un huevo de quebrantahuesos y sin embargo se penalice sólo con una multa a los miserables hijos de Satanás que se dedican a triturar fetos humanos que ya podrían sobrevivir fuera del seno materno. Es más, estoy convencido de que la multa que se les pondrá será menor en su cuantía que el dinero que saquen de matar a un feto de 7-8 meses. Así que, aunque les pillen, el negocio les saldrá rentable.

El caso es que aunque se cumplan los deseos del Defensor del Pueblo y se aplique una “pena ligera” -nunca cárcel- por aborto ilegal, los fetos humanos -y no digamos nada los embriones- seguirán teniendo menos protección que el lince ibérico y que los bosques. Así que Mújica debería de llamarse Defensor del Pueblo menos de los seres humanos no nacidos. Ah, y por favor, que no nos venga con la cantaleta de que “los que somos partidarios de los plazos no nos gusta el aborto". Es como si los mafiosos que se dedican a la trata de blancas dicen que no les gusta practicar el sexo con prostitutas.

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