InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cristianos en la vida pública

15.11.10

Espectacular lección de catolicidad y civismo

Aunque probablemente no aparezca en los libros de historia que se escriban en las próximas décadas, ayer fue un día histórico para la Iglesia Católica en España. Miles de fieles no sólo de Madrid sino del resto de España se acercaron al Valle de los Caídos para asistir, bajo una meteorología perruna, a la Misa al aire libre más emocionante que se ha celebrado en este país desde hace mucho tiempo.

Con su presencia, dejaron bien claro a todos -y si digo a todos es a todos- que todavía hay católicos en este país dispuestos a dar culto público a Dios a pesar de que las autoridades les traten como a presuntos delincuentes. Que eso fue, ni más ni menos, que lo que pasó. Efectivamente, los agentes de la Guardia Civil volvieron a ser instrumentos del desprecio del gobierno hacia los católicos y se dedicaron a registrar gran parte de los maleteros de los coches de los fieles que se acercaban al Valle. Según los agentes, para asegurarse de que nadie llevaba símbolos “preconstitucionales".

Imagínense ustedes el efecto que causaba a la gente el ver cómo se les trataba, cual si fueran kale-borrokos o presuntos narcotraficantes. Su gran delito era ir a Misa al Valle. Y como eran simples católicos y no miembros de ningún partido de extrema derecha, pues resulta que nadie llevaba una bandera de España con el escudo que aparece en el ejemplar de la Constitución que firmó el Rey. Lo de ayer, por más que el gobierno no lo quiere entender, no era un acto de reivindicación del pasado régimen, sino simple y llanamente una Misa. Ni más ni menos que una Misa. Algo tan importante como una Misa.

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12.11.10

Los fieles van al Valle de los Caídos mientras su cardenal calla

Como todo el mundo sabe, el pasado sábado España asistió a la primera prohibición de la celebración de una Misa católica desde tiempos de la Guerra Civil. La delegación del gobierno en Madrid impidió a los fieles asistir a la Misa de los benedictinos en la Basílica del Valle de los Caídos. Al día siguiente, domingo, los monjes celebraron el sacrificio eucarístico en la cuneta de la carretera que pasa al lado del Valle. Y este domingo piensan hacer lo mismo. Con la particularidad de que está prevista una afluencia muy importante por parte de fieles que llegarán de Madrid y de otras provincias de España.

Si me fuera posible, yo estaría el domingo en el Valle de los Caídos, al lado de la majestuosa Cruz que fue levantada como símbolo de una reconciliación que los hijos actuales de los quema-iglesias y mata-curas del siglo pasado no desean. Y no descarto que si la situación se prolonga en el tiempo, busque la manera de acercarme a las misas que se celebren al aire libre por parte de los monjes benedictinos.

No hace falta que explique los motivos por los que me parece imprescindible que todo el que pueda asistir al Valle el próximo domingo lo haga. Están muy claros. Lo que no está nada claro, al menos para mí, y no hay manera de encontrar una explicación es el hecho de que el cardenal arzobispo de Madrid haya guardado un sepulcral silencio ante este ataque brutal contra la libertad religiosa en nuestro país. Un ataque que se produjo, no lo olvidemos, el mismo día en que el Papa llegaba de visita a España.

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8.11.10

Vino y nos confirmó en la fe

Dejémoslo claro desde el principio. La visita de Benedicto XVI a España ha supuesto un espaldarazo a los católicos que estamos en comunión con él. A su vez, ha servido de testimonio del mensaje de la Iglesia para una sociedad que cada vez le vuelve más la espalda a ella y, por tanto, a Cristo. Y por último, aunque cronológicamente fue lo primero, ha dejado bien claro a los gobernantes que la cabeza del colegio episcopal de la Iglesia de Cristo sabe muy bien lo que están haciendo en este país y dónde están las raíces de su comportamiento.

Ha sido, pues, un triple mensaje. Al pueblo de Dios, al pueblo que ha renunciado a Dios y al César. En ese sentido, Benedicto XVI ha ejercido de eficaz sucesor de los apóstoles, con Pedro como “príncipe” -protos- de todos ellos. Y cuando un Papa ejerce eficazmente de Papa, la Iglesia se ve beneficiada. Se vuelve a demostrar que la figura del papado no tiene parangón en el resto de iglesias o comunidades eclesiales no católicas. O, en otras palabras, si el papado -ministerio petrino- no hubiera sido constituido por Cristo -el Nuevo Testamento da fe de que sí-, habría que inventarlo.

El mensaje que hemos recibido los fieles es de plena confirmación de nuestra fe. Nos marca las líneas a seguir para dar testimonio de Cristo y del evangelio al resto de la sociedad. Si el Papa no tiene duda alguna en hablar del peligro del laicismo, nosotros tampoco debemos tenerla. Si el Papa habla de la necesidad de que Europa vuelva a Dios, nosotros estamos llamados a mostrar el verdadero rostro de Dios a Europa y sus ciudadanos. Si el Papa defiende la vida y la familia, nosotros también.

A la sociedad que se ha olvidado de Dios, el Santo Padre le ha dicho muy claramente que si el progreso material, económico y científico no va acompañado de un progreso moral, entonces no hay verdadero progreso. Y si no se tiene a Dios como referencia, el hombre no alcanza aquello a lo que ha sido llamado. No hay ningún sistema político que nos haga verdaderamente libres. “Sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad“, dijo el Papa en la Sagrada Familia. Ese mensaje es muy necesario en una sociedad donde el divorcio está a la orden del día y donde el egoísmo de muchos llega a tal extremo que uno de cada seis embarazos acaban siendo eliminados por manos asesinas.

Al César de España, que actualmente se apellida Rodríguez, Benedicto XVI le ha dicho que sabe muy bien lo que quiere, cómo lo quiere y porqué lo quiere. Señalar a Zapatero como uno de los principales impulsores del laicismo radical en Europa es lo mismito que decir que es uno de los principales enemigos de la Iglesia en el mundo entero, pues es Europa el continente donde el laicismo ha avanzado más en el ámbito de los regímenes democráticos. Y por si alguien tenía alguna duda, el propio gobierno se ha encargado de despejarla, convirtiendo a España en el primer país europeo, desde la caída de la URSS, en el que la Iglesia se ve obligada a celebrar una Misa en plena calle porque las autoridades se lo han prohibido en uno de sus templos. Que el mismo día en que el Papa llega a España, la Guardia Civil impida a los fieles oír Misa en el Valle de los Caídos y que al mismo tiempo que el Papa celebraba Misa en la Sagrada Familia, los monjes benedictinos del Valle tuvieran que celebrarla al aire libre en pleno noviembre, es un símbolo de lo que este gobierno representa para la Iglesia en nuestro país. Y nadie piense que el apoyo institucional a la próxima JMJ cambia esa realidad. Zapatero no puede dejar de ser lo que es.

Por último quiero señalar algunos detalles de relativa importancia. Lo primero, parece evidente que, sobre todo en Barcelona, no ha sido grandioso el número de personas que se han tirado a la calle para ver al Papa. Por una parte, el programa de la visita no ayudaba a ello, pero es que además resulta notorio que de donde no hay no se puede sacar. Y el estado actual del catolicismo español no da para muchas alegrías.

Significativo me pareció el hecho de que tanto en Galicia como en Cataluña, el Papa empezara la homilía dirigiéndose a las autoridades nacionales, autonómicas y locales. Es decir, si alguien esperaba que el Santo Padre hiciera algún gesto de reconocimiento de Cataluña como nación, habrá quedado más bien desencantado. Para Benedicto XVI el señor Montilla y cía son autoridades autonómicas. Al que le guste, bien. Al que no, también bien.

Tampoco quiero olvidar lo bochornoso del acto que tuvo lugar el pasado viernes en la Basílica de Santa María del Pi de Barcelona. Insisto en decir que me parece un atentado a la comunión eclesial el que un cardenal de la Iglesia Católica permita que una de sus basílicas sea tomada por aquellos contrarios al papado. No se puede poner una vela a Dios y otra al diablo. Y eso vale para todos, cardenales incluidos. Muchos estaremos atentos a lo que pueda ocurrir en los próximos días. Esperamos un gesto del Cardenal Arzobispo de Barcelona en relación con esa infamia.

En definitiva, Benedicto XVI vino y nos confirmó en la fe. Esa es su tarea. La nuestra es, asistidos por la gracia de Dios sin la cual nada podemos, poner esa fe en marcha para que dé buenos frutos. El año que viene, si Dios le da salud y vida, volveremos a tener a este Papa entre nosotros. Será el momento de los jóvenes. De ellos depende el futuro de la Iglesia en España.

Luis Fernando Pérez Bustamante

Excursus: Mi buen amigo César Vidal, que como ustedes saben es protestante evangélico, me dijo el sábado pasado que los del periódico La Razón le habían encargado a él la exégesis de la homilía que el Papa habría de predicar en la Sagrada Familia.

Yo le pregunté: “¿a ti? ¿no tienen mejor idea que encargar a un protestante la exégesis de la homilía del Papa? ¿no hay católicos en La Razón para hacer semejante tarea?

Ante lo cual él me respondió que no era culpa suya.

Pues bien, de un protestante cabe esperar un artículo en el que intenta usar las palabras del Papa para apoyar sus tesis antipapales. Este es el enlace al artículo:

http://www.larazon.es/noticia/9637-la-dignidad-de-los-hijos-de-dios-por-cesar-vidal

En negrita, lo que comento:

Finalmente, da la impresión de que Benedicto XVI ha deseado ser ecuménico en su exposición –un gesto notable si se tiene en cuenta que, por ejemplo, el obispo de la iglesia anglicana en España estaba presente en la celebración– y ha desarrollado una exposición de la «roca» sobre la que se construye la iglesia que no reproduce los planteamientos católicos al uso sino, más bien, los que aceptarían los cristianos de cualquier confesión. Como era de esperar, Benedicto XVI ha señalado la importancia de María –a la que ha denominado en la conclusión de la homilía Mare de Déu, Maria Santissima, Rosa d’abril, Mare de la Mercè– pero, a la vez, ha evitado la referencia clásica a Pedro como la piedra sobre la que Cristo construye la Iglesia –posición sólo aceptada por la iglesia católica– para subrayar que la roca sobre la que se sustenta la iglesia, como sostuvo la inmensa mayoría de la patrística, es el mismo Cristo.

Es decir, en vez de explicar que los Padres de la Iglesia jamás opusieron la doctrina que señala a Cristo como piedra angular de la Iglesia con la de que el propio Cristo hace de Pedro la roca sobre la que Él edifica su Iglesia, César Vidal usa la famosa tesis protestante del “esto o lo otro", en vez de la doctrina católica “esto y lo otro”, que aparece en prácticamente todos los puntos de desacuerdo entre ellos y nosotros: “Biblia o Tradición” versus “Biblia y Tradición, “fe u obras” versus “fe y obras", etc. Y todo ello gracias a la gentil idea de la dirección de uno de los periódicos que se supone que más lectores tiene entre los católicos españoles. Enhorabuena, señores de La Razón.

7.11.10

Lo que ocurre en el Valle de los Caídos le da la razón al Papa

España se ha convertido en el primer país de Europa donde, desde la caída del muro de Berlín y el comunismo, un gobierno prohíbe la celebración de una Misa en un templo católico. Ayer ocurrió semejante afrenta en el Valle de los Caídos. Los fieles que asistieron a la Misa de los monjes benedictinos vieron como la Guardia Civil se lo impedía. Y hoy los monjes han tenido que celebra la liturgia en plena calle, ante doscientas personas.

Todo esto ocurre al mismo tiempo que el Papa visita España. Si alguien piensa que esto es casual, yo no. Es evidente la provocación de un gobierno enemigo de la cruz, del evangelio y de la Iglesia. A Zapatero y Rubalcaba -éste, masón, es el responsable más directo de lo que ha pasado-, se les ve el tridente en la mano y el rabo rojo detrás de sus espaldas. Estoy convencido que cerca de ellos debe de oler a azufre.

Por tanto, el Papa tiene toda la razón del mundo al decir que el avance brutal del laicismo que tiene lugar hoy en España está relacionado con lo que pasó en este país en los años treinta del siglo pasado. Por el momento no queman iglesias. Se conforman con cerrar aquella sobre la que tienen cierto control institucional.

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2.11.10

¿Vendrá el Papa con la Guardia Suiza para imponernos la verdad?

Según se acerca la visita del Papa a Santiago de Compostela y Barcelona, vamos asistiendo a una serie de movimientos socio-político-religiosos ciertamente interesantes. Hoy destaca la noticia de que el nacionalismo político-sociológico-eclesial se ha gastado un buen dinero (¿de dónde habrá salido?) para, aprovechando que el Papa llega a Barcelona, hacer propaganda en Italia de la idea de que Cataluña es una nación. Están la mar de felices al saber que el Santo Padre piensa hablar en catalán tanto en la Misa de la Sagrada Familia como en el resto de actos que tengan lugar en la Ciudad Condal. Lo que no sé es si les gusta tanto el hecho de que el Papa también hable en castellano, idioma materno de más de la mitad de los ciudadanos residentes en esa comunidad autónoma y/o “nación sin eficacia jurídica” (Tribunal Constitucional dixit).

Sin embargo, lo que más me llama la atención hoy son las declaraciones de Celestino Corbacho, ex-ministro de trabajo y próximo nº3 del PSC para las próximas elecciones catalanas. El ministro del paro -decir que lo ha sido de trabajo es faltarle el respeto a los desempleados-, ha asegurado a la Cadena Ser que “la cúpula de la Iglesia ha intentado muchas veces imponer sus criterios en contra de la voluntad soberana del pueblo“, en referencia a su oposición al matrimonio gay o a la ley del aborto.

La cosa suena muy contundente. Cualquiera que no supiera lo que ha pasado en este país en los últimos seis años pensaría que la cúpula de la Iglesia ha ocupado las instituciones y ha movilizado a sus ejércitos para forzar la voluntad del pueblo español. Parece como si la ley del matrimonio gay y la nueva del aborto se hubieran aprobado gracias a la intervención del ejército español, que se habría desplegado delante del Congreso y del Senado para impedir que hordas de obispos interrumpieran las deliberaciones e impidieran la votación de los excelentísimos representantes del pueblo soberano.

De hecho, parece evidente que si alguien ha impuesto algo al gobierno del que ha formado parte el señor Corbacho, no ha sido ni el cardenal Rouco ni el resto de obispos de la CEE. Fueron la Unión Europea y Obama quienes recientemente impusieron a Zapatero un cambio en su política económica para disminuir el déficit del Estado.

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