Matías Walker es vicepresidente de un partido chileno llamado Democracia Cristiana, que posiblemente tenga mucho de Democracia pero más bien nada de Cristiana. Resulta que su formación política apoya la despenalización del aborto en el país sudamericano. Lo cual le parece muy bien. Y no contento con eso, ha decidido que conviene atacar a los obispos que osan pronunciarse en contra de dicha despenalización.
Para justificar sus ataques a los obispos ha utilizado una doble estrategia:
- Apelar a los sacerdotes religiosos Percival Cowley, scc, y Felipe Berríos, sj, que, cito, “entienden que en estos casos hay una realidad social muy compleja y cabe la posibilidad de votar en conciencia, sin dogmas absolutos“. O sea, a lo que se ve, esos religiosos creen que el derecho a la vida del no nacido no es un dogma absoluto.
- Relacionar a los obispos opositores al aborto con la figura del P. Karadima, apartado del ministerio sacerdotal por abusos sexuales.
En otras palabras, según este señor, en la Iglesia hay unos buenos, que aceptan una ley así, y otros malos, quedando su maldad demostrada por el hecho de que fueron dirigidos espirtualmente en su día por un sacerdote abusador.
Aun así, lo que más me llama la atención de las palabras de Walker es esta frase:
La Iglesia no es una sola -gracias a Dios, me permito agregar-, y en ella hay distintas visiones.
Lo lógico sería responder al político chileno con el Credo nicenoconstantinopolitano:
Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica.
Pero claro, da la casualidad de que, efectivamente, en la Iglesia hay sacerdotes que se manifiestan públicamente en contra de sus enseñanzas sin que nadie haga absolutamente nada para apartarles del sacerdocio.
Es decir, tenemos una Iglesia en la que la doctrina sobre el derecho a la vida es muy clara. A su vez, tenemos sacerdotes, religiosos, que arremeten contra dicha doctrina. Con lo cual, muchos se preguntarán de qué sirve tener una doctrina buena si se permite que desde dentro se opine y se apoye lo contrario.
¿Puede ser UNA la Iglesia que admite en su seno que se predique una cosa y la contraria? ¿puede ser católica y apostólica? O, en otras palabras, ¿es la Iglesia Católica lo que dice ser?
Ciertamente lo es. Ni todos los Cowley, Berríos, Masiá y Forcades del mundo cambian una sola tilde de la doctrina católica. Pero el problema no son solo ellos. El problema son aquellos que, siendo sucesores de los apóstoles, no hacen lo que los apóstoles dijeron que había que hacer con los que introducen la herejía en la propia Iglesia.
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