El Jefe de Estado de España habló de empobrecimiento moral

No escuché ayer en directo el discurso del actual Jefe de Estado en España con motivo de las fiestas Navideñas. Un discurso en el que, como viene siendo habitual desde hace mucho tiempo en este tipo de discursos, no apareció por ningún lado Aquél cuyo nacimiento da sentido a estas fiestas. La aconfesionalidad tiene esas cosas. Se empieza por sacar a Dios de la Constitución y se acaba por sacar a Cristo de la Navidad.

En lugar de Cristo el Jefe de Estado habló de ese gran ídolo que sustituye al Redentor, al que llaman democracia. Dijo don Felipe:

Vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad solo lleva, primero, a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad.

No, mire usted, respetando estrictamente las normas que garantizan nuestra democracia resulta que cada año son asesinados legalmente antes de nacer alrededor de cien mil seres humanos. Respetando las normas de la democracia, si yo digo que, tal y como enseña la Biblia, el “matrimonio homosexual” es una aberración contraria a la ley natural, me expongo a que me caiga una multa o algo peor. Respetando las normas de la democracia, me dicen que tengo que soportar que a mi nieto, cuando le toque ir a la escuela, se le enseñe que cualquiera puede elegir el sexo al que pertenece independientemente del sexo con el que ha nacido. Respetando la democracia, España lleva décadas transitando el camino de una degeneración moral como no había sucedido antes en su larga historia. 

No me entienda mal, don Felipe. No tengo aversión alguna a su persona. Usted cumple con profesionalidad, y en mi opinión mejor que su padre, el papel que le han asignado en este sistema corrupto y amoral. Pero sí le digo: quédese usted con su democracia que yo me quedo con el evangelio.

Luis Fernando Pérez Bustamante