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21.11.15

Charla con un calvinista sobre la seguridad de la salvación

Debate real con un calvinista sobre la seguridad de la salvación propia. No pongo el nombre del hermano separado porque no creo que haga falta. En mis citas de la Escritura uso la Reina Valera del 60, que es la más conocida entre los protestantes de habla española. De hecho, junto con la Nacar Colunga católica, es la Biblia que más fácil me resulta de consultar. Me facilita bastante las cosas cuando hablo con ellos:

Calvinista:
La mayor motivación que tenemos para andar el camino asidos de la mano de Cristo es que Él no nos soltará si nuestros dedos aflojaran.

Yo:
Tan cierto es eso como que “el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1ª Cor 10,12) y “así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1ª Cor 9,26-27). Más quiera Dios que podamos decir que “nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Heb 10,39)

Calvinista:
La caída puede sobrevenirle al confiado en sí mismo pero nunca por confiar en aquel de cuya fuerte mano va.

La certeza y seguridad de la salvación nos hace avanzar rectamente, y la indecisión e inseguridad provocan el tropezón y el retroceso.

No preservo mi alma sino confío en aquel en quien he creído y es poderoso para guardar mi depósito para aquel día (2Ti 1:12).

Yo:
Precisamente San Pablo dice que los que se crean muy ciertos de su salvación, pueden caer. Pero sí, podemos confiar en que Dios no nos dejará caer fatalmente.

Calvinista:
Entiendo que hay un válido matiz entre estar ciertos y saberse seguros de la salvación con lo que Pablo sugiere como más bien ufanarse en la propia firmeza.

Yo:
Es que eso de estar cierto y saberse personalmente salvo para la eternidad, como norma general, no aparece por ningún lado en la Escritura. Podemos intuir que estamos entre los elegidos, pero la certeza absoluta, salvo revelación especial de Dios, no es para todos los salvos.

Bien sabes que no pocos que parecían estar totalmente el camino de la salvación, luego ha resultado que se perdieron. Si les hubieran preguntado, podrían haber dicho que tenían la certeza de estar entre los elegidos. Pero luego resultó que no era así, aunque obviamente solo Dios sabe al cien por cien si alguien muere en gracia o no.

No hace falta que me digas que esos en realidad nunca estuvieron entre los elegidos porque ya lo sé. Dios ha decretado desde antes de la fundación del mundo quiénes habrían de salvarse y les ha dado la gracia para que se salven. Y como has dicho en otro comentario, los condenados no se condenan por decreto de Dios -ahí Calvino yerra- sino por sus pecados, falta de arrepentimiento y rechazo de la gracia.

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20.11.15

Quien se sabe salvo por gracia no presume de nada

Llevamos tiempo escuchando la idea de que hay una serie de cristianos que se creen más santos que nadie, más perfectos que el resto y que, instalados en esa presunción, se dedican a acusar a los que se arrastran por el fango del pecado.

Demos por hecho que existen cristianos así. No creo conocer a ninguno, pero acepto que los hay. Son unos pobres miserables. Lo son por dos razones:

1- No tienen nada que no se les haya dado. No hay un gramo de santidad en sus vidas, si es que lo hay, que no sea puro don. Hasta sus méritos personales, de tenerlos, son fruto de la gracia operante de Dios en sus vidas. Por tanto, ¿de qué presumir? ¿de qué gloriarse? Como dijo San Pablo:

 ¡Que yo nunca me gloríe más que en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo! (Gal 6,14)

2- Todos, absolutamente todos, han pasado y/o pasan por un proceso en el que han estado enfangados en el pecado. Ciertamente estamos llamados a la santidad, pero quienes por pura gracia han avanzado más en el camino que otros hermanos en la fe, deben ser mano tendida en el proceso de esos hermanos y no dedo acusador.

Ahora bien, esa mano tendida que han de ofrecer los que han progresado en su camino de santidad no puede consentir en pretender que quienes están atados a un cristianismo carnal y esclavizados todavía por graves pecados sigan en esa situación, como si la misma fuera invencible o incluso deseable. Quien vive en santidad es fuente de gracia para los demás, es prueba viva de que el pecado no tiene la última palabra. No puede haber orgullo espíritual. La soberbia es quizás el pecado más peligroso y no puede formar parte de quienes andan guiados por el Espíritu Santo.

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18.11.15

Para saber bien quién es Mons. Pedro Casaldáliga

Llevamos unas semanas en las que el medio de comunicación religioso neo-oficialista (*) por excelencia, Religión Digital, está en plena campaña de marketing y loa permanente a la figura de Mons. Pedro Casaldáliga, CMF, obispo emérito de San Félix de Araguaia (Brasil).

Lo último es la publicación de una “Carta de la Pastoral de la Juventud al apóstol de la Amazonia, Pedro Casaldáliga, ejemplo de esperanza y rebeldía para la juventud".

Pues bien, no hay nada mejor para saber quién es este obispo, que tiene ya 87 años, que copiar la carta que dirigió en su día a Fidel Castro:

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17.11.15

Yo también sé escribir así

Dios es bueno y misericordioso, nos ama tal y como somos, y no quiere que ninguno se sienta excluido independietemente de cuál sea su situación. La Iglesia está para acompañar a los hombres de manera que se sientan acogidos y respetados, dejando atrás tiempos de exclusión, condenas y anatemas. Las divisiones del pasado entre cristianos son eso, pasado. Nada que no se pueda solucionar con un poco de buena voluntad y la firme intención de caminar juntos.

Respecto a las otras religiones, no debemos ser exclusivistas. Todas tienen en mayor o menor medida semillas de la verdad y en eso debemos fijarnos, en vez de caer en proselitismos sectarios que violentan la paz y fraternidad universal entre los hombres a la que todos estamos llamados.

La opción preferencial por los pobres, entendida bajo parámetros de un humanismo esperanzador y optimista, ha de ser el lei motiv de cualquier cosa que haga la Iglesia en los siglos venideros. Nuestra principal misión es darles de comer y de beber, y de luchar solidariamente para, con nuestras capacidades humanas, cambiar el sistema económico injusto.

Aunque puede haber sitio para quienes añoran liturgias antiguas, recargadas y poco comprensibles para el hombre moderno, el camino a recorrer consiste en hacer celebraciones participativas, innovadoras, donde se deje fluir el espíritu que guía al pueblo de Dios por nuevos caminos de comprensión y comunión 

Debemos desechar cualquier idea de un Dios colérico, que castiga a los hombres, que los condena al infierno u osa hacerles pasar por un purgatorio antes de llegar al cielo. El infierno, de existir, seguramente está vacío, pues Dios es amor.

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15.11.15

El que no reza al Señor, reza al diablo

El fundamentalismo islámico parece empeñado en relacionar al actual Occidente con la cruz, con el cristianismo. En sus soflamas aparece en repetidas ocasiones la idea de que están luchando contra los cruzados. Parecen anhelar aquellos tiempos en que el Islam conquistó casi toda España y llegó a las puertas de Viena. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.

Occidente hoy, especialmente la Vieja Europa, es un ejemplo de apostasía, no de fidelidad a sus raíces históricas. Aunque los padres de la Unión Europea eran cristianos, hoy esa Unión es más hija de la Viuda que de Dios Padre. Hablamos de un continente donde naciones enteras cayeron bajo el yugo del nazismo (que venció unas elecciones) y del comunismo, que se apoderó de la Gran Rusia ortodoxa -tercera Roma-. Y que pretende que el referente principal sean los principios de la Ilustración, que no solo fue anticristiana en su letra y espíritu sino en su aplicación práctica -p.e, masacre de la Vendée, cristeros mexicanos, II República española-. Ilustración, dicho sea de paso, que no era sino el hijo natural de la Reforma protestante. No es casual que el mayor avance del islam en el corazón de Europa se diera mientras la antigua Cristiandad era aniquilada por las guerras intestinas nacidas del cisma y la herejía luterano y sus derivadas.

La Europa de hoy no es la Europa de los grandes santos que la fundaron. Es la Europa del aborto, la poligamia a plazos (divorcios y adulterios), de la falta de práctica religiosa, etc. Sí, queda una gran masa de bautizados, pero en su mayoría han dejado a un lado cualquier atisbo de fe.

El papa Francisco, en su primera homilía como Obispo de Roma y sucesor de san Pedro, dijo, citando a Leon Bloy: «El que no reza al Señor, reza al diablo» porque «cuando no se confiesa a Jesucristo se confiesa la mundanidad del demonio». Pues bien, Occidente hace ya bastante tiempo que parece rezar más al diablo que al Señor. Y las consecuencias las tenemos a la vista.

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