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11.06.14

¿A qué espera el PNV para desmarcarse de este impresentable?

Ocurrió, al parecer, hace un año. El “artista” José Ángel Uberuaga le pidió a su señora madre las llaves de la parroquia de Munitibar (Vizcaya, España). Poco sabía la señora que las fotos que iba a realizar su hijo eran las de una señora desnuda dentro del templo (*). Algunos medios indican que Uberuaga tomó las llaves sin pedir permiso a su mamá. Para el caso, da lo mismo. Según me informan, la buena mujer, que lleva muchos años encargada de la limpieza del templo, está desolada. Ánimo, señora. No se preocupe, que nadie le va a echar la culpa. Rece por el alma de su hijo, que falta le hace.

Por alguna razón no se ha sabido lo ocurrido hasta hace unos días. En cuando la diócesis de Bilbao ha conocido la profanación de uno de sus templos, ha publicado una nota clara y contundente.

Uberuaga ha pedido disculpas a su manera. Respecto a las fotos afirma: “reconozco que metí la pata al sacarlas sin haber solicitado permiso". Asegura comprender la desazón que ha causado entre los fieles y dice que ayer intentó hablar con el obispo, Mons. Mario Iceta, para pedir perdón. Eso sí, luego explica que su arte “lleva algo de provocación, pero tiene que tener un sentido. He querido mostrar cuál es, para mí, la situación de la mujer". Ustedes, estimados lectores, saquen las conclusiones que estimen oportunas de cuál puede ser la situación de la mujer si se la fotografía desnuda, encapuchada e incluso encadenada ante un confesionario y encima de un altar cristiano. Desde luego, si en este país las organizaciones feministas fueran algo más que un reducto de pro-abortistas histéricas, estarían hoy poniendo el grito en el cielo.

Aunque la diócesis de Bilbao advirtió que podría tomar acciones legales contra el “artista", es posible que su petición de perdón pare la demanda. No lo sé. Personalmente, yo le llevaría a los tribunales para lograr un escarmiento público que sirva para que otros tomen nota. La petición del perdón está muy bien pero hace falta una reparación por el daño causado. Eso, en la teología católica, se llama penitencia. En el ámbito penal o civil tendrá su propia figura legal.

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