¿Es un pulso al Papa la decisión del obispo de Takamatsu?
Algunos pensaban que está en vías de solución el conflicto creado por la oposición de los obispos japoneses a la presencia del Camino Neocatecumenal en sus diócesis. Pero la decisión de Mons. Osamu Mizobe de suspender las actividades del Camino en su Iglesia local es una muestra de que la situación va camino de convertirse en un problemón para toda la Iglesia.
A la hora de comentar la carta pastoral publicada por el prelado nipón en Ucanews, quiero empezar por darle la razón en varios puntos. Dice Mons. Mizobe que la persona que mejor entiende la situación de una iglesia local es su obispo. Bien, tiene razón en el sentido de que corresponde al pastor discernir cómo están las cosas en el rebaño que le ha sido encomendado. Igualmente acierta cuando afirma que “no es admisible para ninguna organización o movimiento hacer lo posible para impedir que el obispo actúe en su diócesis“. El Concilio Vaticano II afirmó con rotundidad la autoridad episcopal en la Lumen Gentium:
A ellos se les confía plenamente el oficio pastoral, o sea el cuidado habitual y cotidiano de sus ovejas, y no deben considerarse como vicarios de los Romanos Pontífices, ya que ejercen potestad propia y son, en verdad, los jefes de los pueblos que gobiernan. Así, pues, su potestad no es anulada por la potestad suprema y universal, sino que, por el contrario, es afirmada, robustecida y defendida, puesto que el Espíritu Santo mantiene indefectiblemente la forma de gobierno que Cristo Señor estableció en su Iglesia.