Reconozco que no me es fácil escribir sobre los Legionarios de Cristo. Salvo un caso realmente patético -patética para ser más exactos-, los pocos miembros con los que he tenido un trato personal más o menos directo me parecen fieles católicos que en muchos aspectos son ejemplares. Lo cual, dicho sea de paso, no tiene nada de particular. Ocurre lo mismo en otros movimientos religiosos dentro de la propia Iglesia. Finalmente es la gracia de Dios, y no la pertenencia a órdenes y movimientos religiosos, la que nos capacita plenamente para ser buenos cristianos.
Pero se quiera o no, los Legionarios de Cristo no son un movimiento más. En toda la historia de la Iglesia no ha existido una sola orden ni un solo movimiento religioso fundados por una persona de la que ya se tiene la certeza de que llevaba una vida de pecado incompatible, esto ha de quedar bien claro, con la condición de fiel a Cristo y su Iglesia. Una cosa es pecar ocasionalmente o incluso con cierta frecuencia, cosa que todos hacemos en mayor o menor medida. Otra muy distinta que tu vida entera sea pecado, que además lo ocultes, y que no des el más mínimo síntoma de arrepentimiento. Y eso es lo que ocurrió con el padre Maciel.
Partiendo de esa realidad que ya reconocen la actual dirección de los Legionarios de Cristo, la pregunta obvia es: ¿puede la Iglesia aceptar que en su seno haya algo fundado por un depravado de la catadura moral de Maciel? Porque, si leemos la carta del padre Corcuera y cía, ellos dicen que él fue su fundador y a la vez instrumento de Dios para llevar a cabo esa obra. Lo primero es obvio. Lo segundo, me van ustedes a permitir que ponga en duda que Dios usara a Maciel como instrumento de nada. En todo caso, Dios obró a pesar de Maciel. Y si acaso ha usado a Maciel, es en un sentido que no me parece compatible con la idea de que siga adelante algo que está tan ligado a la persona de ese sacerdote indigno. Es decir, Dios ha llegado a usar a emperadores paganos para hacer un bien a su pueblo (caso de Ciro), pero no me imagino al Señor deseando que algo que lleve su nombre -Cristo- vaya unido a quien llevaba una vida más propia de un pagano que de un cristiano.
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