InfoCatólica / La Mirada en Perspectiva / Archivos para: Febrero 2019

25.02.19

(336) Restaurar el derecho y la justicia, también en teología moral

1ª.- El derecho es lo que es justo, id quod iustum est, como recalca Vallet de Goytisolo, la cosa justa, res iusta.

Contra la moda convencionalista actual en teología moral, el derecho no son las normas generales,  como da a entender, confusa y desdeñosamente, Amoris laetitia. No es ni se funda en la normatividad kantiana, ni en el acto personal de autodeterminación (Wojtyla) ni en la autoposesión y la automoción (Guardini) individual del sujeto reclamante y contrarreclamante (diría Turgot). Porque el derecho no es un poder subjetivo ni un querer personal, sino lo que es justo.
 

2ª.- El orden del derecho, en sentido clásico, sólo es propiamente jurídico en cuanto es orden justo. Porque, contra el personalismo, el derecho se determina respecto a lo justo, no respecto a la norma. Y no hablamos de lo justo como ideal, en la línea de Amoris laetitia. Sino de lo justo determinado y concreto, de carne y hueso, por así decir; hablamos de la naturaleza de las cosas y de la cosa considerada en sí misma.

 
Bajo este punto de vista, la misericordia se mal entiende si se considera mera dispensación de la ley (entendida, para ello, como mera norma convencional). También se deforma su sentido si es presentada como alternativa evangélica a la justicia, (pero no a la justicia objeto del derecho, sino a la justicia que es un constructo, la “justicia elaborada” de las reglas de un juego. Por eso, al no tener un concepto objetivo de lo justo, la misericordia desjuridizada se presenta como excepción a una norma, concedida por quien tiene autoridad, en una perspectiva hobbesiana del bien moral y de la ley.
 

3ª.- Para comprender la relación de lo justo con la cosa considerada, hay que entender que la realidad no es algo indefinido, que las cosas son lo que son, que no está en manos del hombre autodefinirse, como pretende Pico de la Mirandola, ni alterar el ser de las cosas, sino contemplarlo; no transmutarlo, como pretende la moderna goecia (magia negra positivista) del demoliberalismo.

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21.02.19

(335) Reinstaurar la romanidad del catolicismo

Reinstaurar la romanidad de la Iglesia es recuperar el sentido del derecho, y por tanto de lo justo; reinstaurar la Lengua Común, y por tanto la doctrina. Reinstaurar la autoridad y la potestad, y por tanto la pax romana en la Iglesia, columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15)

Sin ambigüedades, sin concesiones al espíritu de la época.

En Cristo, robur et decus, fuerza y honor.

 

1ª.- Romanitas católica contra personalismo post-luterano; contra la Babel moderna; contra la tiranía del subjetivismo. Lo universal contra lo global. El ethos clásico frente al ethos moderno. La ley moral frente a la mera norma general, convencional y administrativa.

Es urgente y necesario reinstaurar las virtudes romanas del catolicismo tradicional, emanadas de las virtudes morales y perfeccionadas y elevadas por las teologales:

Gravitas, firmitas, comitas, disciplina, virtus, severitas, frugalitas; robur et decus; industria, clementia; gravedad, firmeza, desenvoltura sobrenatural y sentido del humor, ascética, virtud, severidad con uno mismo; frugalidad; fortaleza y honor; abnegación, clemencia. 

Recuperar no sólo las virtudes, sino también el espíritu del clasicismo católico. Para hacer frente al manierismo del (pos)modernismo, que tanto daño está haciendo al alma cristiana. Desde una sana doctrina de la gracia y de la acción de las causas segundas, no lo olvidemos.

 

2ª.- La escuela francoalemana, kantiana y fenomenológica, no congenia con la romanidad del catolicismo; axiológica y burocrática, manierista y cartesiana, reposa en el método de inmanencia modernista, incluso cuando pretende ortodoxia. Por ello se opone frontalmente a la romanitas clásica y tradicional, cuyo método consiste en contemplarlo todo sub specie aeternitatis.

 

3ª.- Necesitamos en la Iglesia una batalla de Actium conceptual, filosófica y teológica, para que advenga un orden nuevo, clásico y augusto. Que es el orden de siempre, el orden tradicional.

 

4ª.- Axiólogos y fenomenólogos difundieron su ataque al derecho romano, natural y cristiano, queriendo ofender la clasicidad del catolicismo. La tradición jurídica y doctrinal les parecía triunfalismo constantiniano, como dirían Rahner y compañía.

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17.02.19

(334) Doctrina católica tradicional sobre libertad religiosa y artículo 18 de la Declaración de la ONU

1ª.- La escuela personalista-constitucionalista ha influido notablemente en el concepto de libertad religiosa que profesa la mayoría de los católicos de hoy.  El personalismo político entiende la libertad religiosa no en sentido tradicional, sino como derecho subjetivo del hombre en proceso espontáneo de autodeterminación. 

Por eso interpreta la libertad de coacción en clave de libertad negativa, es decir, como libertad para autodeterminarse, al amparo del Estado, en materia religiosa.

Confunde no sufrir coacción en el acto de fe con no sufrir coerción en el proyecto propio de autodefinición y autoposesión. 

 

2ª.- La perspectiva constitucionalista ha introducido la idea de que la libertad religiosa de culto y de conciencia, tal y como la entiende el artículo 18 de la Declaración de derechos de 1948 de la ONU, en clave indiferentista, es una doctrina que profesa la Iglesia.

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12.02.19

(333) El Estado Nominalista, o la insoportable levedad del derecho

Introducción.— Le es urgente al católico recuperar un sentido tradicional de la política. Pero no podrá hasta no desencantarse del Estado Moderno, y empezar a pensar de otra manera, la tradicional, siendo voz crítica del Gran Teatro del Mundo, y nunca su palmero.

Es urgente que en todas las áreas de su apostolado adopte el lenguaje de la tradición, rinda su mente al pensamiento clásico, de valor perenne; y viva una auténtica metanoia antiliberal, una vuelta a los primeros principios de la política, la católica, cuya máxima prioridad, en este tiempo, es vacunarse contra el personalismo constitucionalista de tercer grado.

El Estado Nominalista, surgido de la Modernidad post-luterana, es como una gran máquina de vacío; ha extraído los universales de la vida social y política, dejando el bien común como una cáscara de subjetivismo personalista. En su lugar, para calmar su horror vacui, ha inventado un sistema de derechos subjetivos montados sobre la sola voluntad de poder.

Y lo ha hecho mediante un sistema de compensaciones jurídicas positivistas, con que apaciguar la tormenta de reclamaciones y contrarreclamaciones (Turgot) que alteran permanentemente su (des)orden político artificial.

 

1ª.- Sin Dios no hay ley natural. Si no hay ley natural no hay deberes. Si no hay deberes no hay derechos.
—Luego los derechos que se declaran sin declarar primero a Dios no tienen sustento ninguno, salvo la sola voluntad del gobernante. Sin Dios no hay justicia, sino una insoportable levedad del derecho.

 

2ª.- El orden natural de la política es el orden de la ley natural.

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7.02.19

(332) Comentarios Católicos, I: al Documento sobre la fraternidad humana, por la paz mundial y la convivencia común

«Por lo cual, no sólo exhortamos entonces a buscar la paz de Cristo en el reino de Cristo, sino que, además, prometimos que para dicho fin haríamos todo cuanto posible nos fuese. En el reino de Cristo, dijimos: pues estábamos persuadidos de que no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo.» (PÍO XI, Quas primas, 11 de diciembre de 1925)

«si se pregunta cuál es la religión que hay que seguir entre tantas religiones opuestas entre sí, la respuesta la dan al unísono la razón y naturaleza: la religión que Dios ha mandado» (LEÓN XIII, Libertas praestantissimum, 15)

 

Cito el texto del Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común en cursiva y aparte, y a continuación realizo mis comentarios.

Dado que el Documento se dirige explícitamente a los filósofos solicitando de alguna manera su reflexión, las apostillas críticas que siguen analizan la propuesta a la luz del pensamiento católico tradicional, sin otro interés que la defensa del mismo.

 

Comentario I

«la fe lleva al creyente a ver en el otro a un humano que debe sostener y amar»

La afirmación es cierta para el cristiano, que tiene fe y caridad teologales recibidas por el Santo Bautismo junto con la gracia santificante. Pero es falsa referida a los fieles de otras religiones, sectas o herejías, que carecen de fe teologal y de caridad infusa. La confusión es entre la fe teologal cristiana y las creencias e ideas de otras religiones, como explica la Dominus Iesus, 7:

«Debe ser, por lo tanto, firmemente retenida la distinción entre la fe teologal y la creencia en las otras religiones. […]No siempre tal distinción es tenida en consideración en la reflexión actual, por lo cual a menudo se identifica la fe teologal, que es la acogida de la verdad revelada por Dios Uno y Trino, y la creencia en las otras religiones […] Este es uno de los motivos por los cuales se tiende a reducir, y a veces incluso a anular, las diferencias entre el cristianismo y las otras religiones.»

No se debe nivelar la Religión revelada con las religiones adámicas, porque entonces se denigra la teologalidad de la fe, que es reducida a constructo adámico. Con esto se anula la diferencia que existe entre el orden de la redención y el orden caído, entre la gracia y la naturaleza herida, entre religatio sobrenatural y pseudo-religatio, entre doctrina y herejía.

 

Comentario II

«todos los seres humanos —iguales por su misericordia»

No es cierto que respecto a la misericordia divina todos los seres humanos sean iguales. Son iguales respecto a la dignidad ontológica, pero no en cuanto a su dignidad moral, que es dañada por el pecado y aumentada por la virtud y los méritos sobrenaturales. Y sobre todo, y ante todo, no es cierto bajo un punto de vista religioso, porque hay una parte del género humano que, al no haber recibido la gracia de la justificación, continúa en estado caído, en estado de enemistad, es decir en estado de pecado; y otra, que por haberla recibido, está en estado de amistad con Dios, es decir en estado de gracia. El mundo, por tanto, se divide en justificados y pecadores, en seres humanos redimidos y seres humanos no redimidos. El pasaje anula esta distinción entre estado de justicia y estado de pecado, que divide al linaje humano en dos, y que es de fe divina y católica definida.

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