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30.07.22

(508) De mente cabal y sensata

39. Los malos pastores son causa de perdición de muchos buenos, a los que ofuscan; de buenos rebaños, propios y ajenos, a los que obstinan. Prefieren que muchos se estrellen en el abismo: las rocas de muerte, que acucian el camino, como sirenas que encantan ingenuos, llaman a los inadvertidos: quieren digerirlos. Con una soberbia que es ruina de todos los malecones, invocan al Leviatán para que devore el camino, y no pase nadie.

 

40. Pero los malos pastores son también, en parte y de algún modo, efecto de las malas ovejas. Lo contrario es la oración del fariseo: gracias, Señor, porque no soy como este mal pastor que nos conduce a los abismos. Dios castiga endureciendo.

 

41. La oración del pastor farisaico: gracias, Señor, porque no soy como son mis ovejas, es la oración del líder fingido. Fariseísmo, diría Castellani, que es la última corrupción; fariseísmo generalizado y entronizado, Gran Apostasía y GranTribulación. (Cf. Domingueras prédicas, 81). Fingirse católico sin serlo es la gran hipocresía actual.

 

42. Pero no puede creerse que la falta de buenos pastores no sea efecto, también, de nuestros muchos pecados, en especial la tibieza. Toca sufrir y expiar, y que aumente la fe. También muchos pastores de pastores son responsables de ello: oscurecieron la verdad con malas filosofías, embrutecieron báculos y cayados, ofuscaron las mentes con vanos sofismas, pusieron la dignidad caída de los hijos de Adán por encima de la dignidad de Dios. Se declararon “libres” para elegir un falso culto, si quisieran, y atribuyeron a la voluntad humana lo que debía atribuirse a la gracia de Dios. 

 

43. Pero Dios sacrifica a los justos para que, expiando, den sentido al castigo, e implorando, obtengan buena providencia en general. También los pastores y sus rebaños necesitan de la cruz.

 

44. Suma imprudencia de un pastor es elegir lo peor para agradar al peor. David pecador, LI, cap. 3, discurso 3: «Es la prudencia saber elegir lo mejor» (A. de Lorea 1674, 47). Norte de príncipes, cap. 19: «la prudencia, que enseña hacer elección de las cosas mejores» (Mártir Rizo 1626, f. 122v). Urge entronizar y generalizar la prudencia verdadera, no la prudencia de la carne, que es la misma del cuerpo.

 

45. De mente cabal y sensata es corregir los errores y trazar el rumbo de lo antiguo, recomponer el futuro y restaurar lo mejor. Pues, si lo mejor es lo de antes, ¿no es imprudencia suma volver, una y otra vez, a los mismos abismos?

 

6.07.22

(507) Para más confiar

34. Traer delante de los ojos, diariamente, la intercesión todopoderosa de María, omnipotencia suplicante, para más confiar y hallar consuelo en su regazo, que es Madre de Dios.

 

35. Imitar las lágrimas de María por su Hijo en la Pasión y compartir espadas con ella, entregando el pecho a sus dolores y aflicción, para mejor configurarse.

 

36. No desear más luz que la de nuestra cruz a secas, y en ellas recibiendo Madre.

 

37. Compartir con su santo esposo nuestro amor por ella, y ser devoto de nuestro padre y señor, patrono infalible según santa Teresa.

 

38. Y remontarse también al Señor viviendo en María como en su seno nutricio, y promisión intermedia.