19.08.07

Monseñor Osoro, dígale que se lea esto al párroco de Fátima, en La Calzada

Excmo. y Rvmo. Sr. D. Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Oviedo,

He leído con preocupación que Don José María Díaz Bardales, sacerdote de su diócesis, confiesa su incapacidad de explicar a sus fieles lo que son las indulgencias. Supongo que porque él mismo no entiende la doctrina que las sustenta o, lo que es peor, la entiende pero no la acepta. En caso de que sea lo primero, la solución es facilísima: pídale afectuosamente que se lea el texto de Pablo VI que voy a copiar a continuación. Es largo pero sustancioso y catequético. En caso de que el problema resida en que su presbítero tenga el mismo concepto sobre las indulgencias que el que tienen los protestantes evangélicos con los que me suelo encontrar en la red, usted sabrá lo que debe o puede hacer. Ahí ya no entro, más que nada porque el padre Díaz Bardales no es mi párroco ni la suya es mi archidiócesis. Y aunque lo fuera, es usted el responsable último de la formación de sus curas.

Queda suyo en Cristo,
Luis Fernando Pérez

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«Indulgentiarum doctrina»
Constitución apostólica del Papa Pablo VI sobre la revisión de las indulgencias
Solemnemente promulgada el 1 de enero de 1967

1. La doctrina y uso de las indulgencias, vigentes en la Iglesia católica desde hace muchos siglos están fundamentados sólidamente en la revelación divina [1] que, legada por los Apóstoles «progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo», mientras que «la Iglesia en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios».[2]

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18.08.07

Hay que acabar con los espectáculos que se producen por el cambio de párrocos.

No hace falta que dé nombres de pueblos, porque todos conocemos casos recientes y pasados. Cada cierto tiempo ocurre lo mismo. Un obispo decide trasladar a un párroco y el pueblo se pone en pie de guerra. La última moda parece ser tomar el templo parroquial como lugar de manifestación. Pues no señores, esto no puede continuar así.

Ha de reconocerse el hecho de que es bueno que unos parroquianos aprecien a su párroco. No lo es que se cree una relación de dependencia tal, que parezca que la fe de aquellos dependiera de la presencia de determinado cura. Los párrocos pasan, las parroquias y los parroquianos quedan. Y los obispos no son seres caprichosos que gustan de cambiar párrocos como el que se cambia de muda cada mañana. Antes de lanzarse a la calle a protestar como energúmenos, algunos deberían de plantearse que una parroquia no tiene el copyright sobre ningún sacerdote. Si tanto quieren al que se va, den gracias a Dios porque otros fieles de la diócesis van a recibirle como sacerdote. Si tan cristianos son, que oren al Señor para que el nuevo párroco pueda servirles fielmente.

Además, la situación que se crea tanto al saliente como al entrante es muy incómoda. El que se va debería de ser el primero en desmovilizar a cualquier grupo de fieles que se olvide de quién está a la cabeza de la Iglesia local, que es la diócesis. El que entra debe de tener la suficiente templanza como para no dejarse aplastar por el ambiente crispado que se encuentra. Debe de tener paciencia y cierto don de gentes. Y si su temperamento es poco compatible con todo esto, debe de pedir al Señor sabiduría durante el tiempo en que dure el "enfado".

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El niño y la imagen

Escribí este "mini-cuento" al poco de regresar a la Iglesia. Ya casi me había olvidado de él, pero la presencia de un protestante iconoclasta entre los comentaristas de días pasados me ha refrescado la memoria.

El cuento del niño y la imagen

Érase una vez un niño pequeño, de unos 9 años, que había nacido en una familia católica en la cual sus padres tuvieron a bien enseñarle lo poco o mucho que sabían sobre Jesucristo y sobre la fe cristiana.
Ese niño nunca tuvo por costumbre el orar a imágenes porque su mamá le había dicho que para hablar con Dios sólo hacía falta el querer hacerlo, ya que Dios escuchaba siempre a los niños que querían hablar con Él.
Aunque a aquel niño le enseñaron varias oraciones (el "padrenuestro", el "yo confieso", el "ave María", el "credo", el "cuatro esquinitas tiene mi cama", el…..), lo cierto es que llegó a adquirir la sana costumbre de combinar en sus rezos las oraciones ya prefijadas junto con las oraciones que le salían del alma sin un guión previo.

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17.08.07

Aparecida. Parece que algún `listo´ se ha pasado de `listo´

La cosa es así de simple y a la vez así de complicada. Se reúnen un porrón de obispos, arzobispos y cardenales en Aparecida. Se aprueba un texto que había de ser entregado al Papa para que lo ratificara. De Roma llega un texto con algunos cambios respecto al que se había aprobado. Lógicamente, se llega a la conclusión de que los cambios son cosa de la Sede Apostólica……. pues no, parece que fueron cosa de un cardenal chileno -Monseñor Errázuriz Ossa- y un obispo argentino -Monseñor Stanovnik-, a la sazón presidente y secretario del CELAM.

Pues si las cosas son como se cuentan -si no, no se tenga por escrito este post-, cabe preguntar lo siguiente: ¿quién les ha mandado a ese cardenal y a ese obispo cambiar lo que una asamblea conjunta de obispos, arzobispos y cardenales latinoamericanos han decido aprobar? A ver, ¿a cuento de qué se arrogan ellos el derecho de enviar al Papa algo distinto a lo que se ha escrito entre todos? ¿qué falta de respeto es esa? ¿qué indignidad es esa? ¿qué farsa es esa? ¿qué tomadura de pelo a sus hermanos en el episcopado y al Santo Padre es esa? ¿a qué esperan para aclararlo todo y, llegado el caso, presentar sus disculpas a toda la Iglesia y sus renuncias a Su Santidad?

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