–No sabía yo que la ley tenía tanta importancia en la vida cristiana.
–Ya ve cuántas cosas nuevas-antiguas aprende usted leyendo este blog.
Leyes de la Iglesia, reglas de perfección, planes de vida personales, ayudan, ciertamente, a la vida espiritual de las personas y de las comunidades, para que adelanten siempre con facilidad y seguridad por el camino del Evangelio. Por tanto lo que ya expuse sobre el tema (80-81) y lo que ahora expongo se refiere no sólo a las leyes universales de Dios o a las de la Iglesia –éstas son unas pocas, la misa dominical, por ejemplo–, sino que ha de aplicarse también a las reglas de perfección de comunidades religiosas o de asociaciones laicales, e incluso, de algún modo, a los mismos planes de vida espiritual que un cristiano puede trazarse.
Andar sin camino es mala cosa. Cuando una persona va andando hacia una ciudad sin sujetarse a camino alguno, el intento le resultará muy lento y fatigoso, pues con frecuencia habrá de atravesar por lugares cercados, matorrales, zonas pantanosas y bosques. Es muy probable que se extravíe más de una vez, que dé muchos rodeos innecesarios, que se pierda totalmente, o que incluso acabe por seguir caminando, pero ya sin intentar mantener una orientación continua hacia la meta que en un principio pretendía.
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