25.05.10

(85) La ley de Cristo –VI. los Apóstoles. y 2

–Se ve que los Apóstoles eran muy conscientes de su autoridad pastoral.
–Y sabían que si no la ejercitaban, las ovejas se perdían y el rebaño se dispersaba.

Recordemos la norma que Cristo da a sus apóstoles. Les manda que, según los casos, 1.–corrijan a los cristianos encomendados a su cuidado, o que 2.–los excomulguen, cuando en ellos se dan errores y culpas especialmente graves. En el artículo anterior traté de la primera parte de esa norma, y estudio ahora la segunda.

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21.05.10

(84) La ley de Cristo –V. los Apóstoles. 1

–Un buen pastor suele llevar siempre bastón.
–Y perro, si de verdad procura el bien de su rebaño.

Reforma o apostasía. La anomía generalizada actualmente en la doctrina y en toda la vida cristiana personal y comunitaria es en las Iglesias decadentes una de las causas principales de su ruina. Ya lo he dicho, pero lo repito. Esa gran mayoría de bautizados que creen en unos dogmas sí y en otros no, y que se mantienen durante decenios alejados de la Penitencia y de la Eucaristía, adictos a la anticoncepción, aquellos que enseñan contra la doctrina católica impunemente, tantos sacerdotes que realizan sacrilegios en la Misa, en el sacramento del Perdón… Todo esto es horrible. Pero es un horror que no horroriza, porque cuando una situación se establece de modo generalizado, suele ser vista como normal, o al menos como inevitable. Pocos se alarman. Pocos llaman a conversión y reforma. Les falta esperanza, no la creen posible. Y a veces ni siquiera necesaria. Viene incluso a producirse un cambio profundo en la misma concepción de la Iglesia, pasando del modelo católico, que incluye unas coordenadas mentales y conductuales –dogmas y cánones disciplinares–, a un modelo protestante, sin dogmas ni leyes.

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15.05.10

(83) La ley de Cristo –IV. católicos protestantes

–Dice usted unas verdades muy gordas.
–Es cierto, las del Catecismo. Pero el calificativo que usted emplea no me parece el más adecuado.

Católicos falsos. Las normas universales de la Iglesia unas veces son doctrinales (dogmas) y otras conductuales (cánones); es decir, son «definitiones et declarationes de fidei et morum». Los católicos verdaderos reciben las enseñanzas y los mandatos de la Iglesia, mientras que los católicos falsos admiten unos dogmas sí y otros no, aceptan unas normas canónicas y resisten otras. No se hacen, pues, como niños para entrar en la Iglesia, Madre y Maestra, sino que «los pensamientos y caminos» que siguen son los que ellos deciden (cf. Is 54,9).

Es por tanto exacto en estos casos hablar de católicos falsos. El Diccionario de la Real Academia entiende por falso, en su primera acepción, «engañoso, fingido, simulado, falto de ley, de realidad o de veracidad». También pueden ser llamados católicos anómicos, porque no ajustan a la ley eclesial ni su pensamiento ni su conducta. O católicos protestantes, que no admiten ni dogmas ni cánones.

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11.05.10

(82) La ley de Cristo –III. la ley de la Iglesia. 3

–No sabía yo que la ley tenía tanta importancia en la vida cristiana.
–Ya ve cuántas cosas nuevas-antiguas aprende usted leyendo este blog.

Leyes de la Iglesia, reglas de perfección, planes de vida personales, ayudan, ciertamente, a la vida espiritual de las personas y de las comunidades, para que adelanten siempre con facilidad y seguridad por el camino del Evangelio. Por tanto lo que ya expuse sobre el tema (80-81) y lo que ahora expongo se refiere no sólo a las leyes universales de Dios o a las de la Iglesia –éstas son unas pocas, la misa dominical, por ejemplo–, sino que ha de aplicarse también a las reglas de perfección de comunidades religiosas o de asociaciones laicales, e incluso, de algún modo, a los mismos planes de vida espiritual que un cristiano puede trazarse.

Andar sin camino es mala cosa. Cuando una persona va andando hacia una ciudad sin sujetarse a camino alguno, el intento le resultará muy lento y fatigoso, pues con frecuencia habrá de atravesar por lugares cercados, matorrales, zonas pantanosas y bosques. Es muy probable que se extravíe más de una vez, que dé muchos rodeos innecesarios, que se pierda totalmente, o que incluso acabe por seguir caminando, pero ya sin intentar mantener una orientación continua hacia la meta que en un principio pretendía.

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6.05.10

(81) La ley de Cristo –II. la ley de la Iglesia. 2

–Va a resultar ahora que la reforma de la Iglesia se conseguirá cumpliendo sus leyes…
–Evidente. Nada en la Iglesia es tan reformista como la ortodoxia y la ortopraxis.

Por los años setenta y ochenta no pocos pensaban que, a partir del Concilio Vaticano II, ya las leyes canónicas no tenían razón de ser en la vida de la Iglesia. Éste es un tema fundamental de eclesiología, que entonces se discutió mucho. Yo también escribí sobre esta cuestión, y resumo en este artículo textos míos de aquellos años.

Las leyes de la Iglesia son ley de Cristo, y obedecerlas es obedecer a nuestro Señor. Las normas de la Iglesia no son consejos o meras orientaciones: son realmente mandatos, dispuestos con la autoridad de Cristo el Señor, para promover el bien común y personal de todos los cristianos.

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