(544) Cristo glorioso (2)- Dios verdadero y hombre verdadero

Carl Bloch (+1834)

–Todo lo que dice usted en este artículo es ya muy sabido.

–No tan sabido. Lamentablemente se habla muy poco de Cristo y de la santísima Trinidad. Más se habla de la justicia, de la solidaridad, de los inmigrantes, del calentamiento global, de la paz, del diálogo y de tantos otros temas horizontales de moda, todos interesantes. Pero…

 

–Signo de contradicción

El Hijo de Dios no entra por la encarnación en la raza humana en forma prepotente, majestuosa, imperiosa. Al contrario, entra en la humanidad por la puerta de servicio, por una cuadra de animales, y se presenta ante los hombres

humilde y pobre, sin ningún signo de poder, «suave y humilde de corazón» (Mt 11,29), «el hijo del carpintero» (Mt 13,55), menospreciable: lo echan de su tierra los gerasenos (Mc 5,17), los samaritanos (9,53) y tantos otros. Y al mismo tiempo, tiene

gran autoridad, tanto en sus palabras (Mt 24,35) como en sus obras (Lc 4,28-30; Jn 18,6). Esto para unos es una provocación intolerable (Jn 2,18), pero para otros es un gozo inmenso (Mt 7,28-29; Mc 1,22.27). «Yo no he venido a la tierra a sembrar paz, sino espada» (Mt 10,34).

Es odiado por unos hasta el insulto, la calumnia, la persecución y el asesinato. Y es admirado por otros hasta la devoción más entusiasta: las muchedumbres que vienen de todas partes se agolpan en torno a él (Mc 3,7-10; 6,34-44; Lc 12,1), y hacen de él comentarios de sumo elogio (Lc 4,22; Jn 7,46). Es amado por sus discípulos con una amor muy grande, que a veces tiene rasgos de adoración (Mt 14,33).

Es misterioso. 1. En lo que hace (sanar, perdonar, resucitar, etc.); 2. en lo que enseña (felices los pobres, amar a los enemigos, etc. ); 3. y aún es más misterioso en lo que dice de sí mismo: «Yo soy la verdad, el camino, la vida, la resurrección, el agua viva, el pan vivo bajado del cielo, anterior a Abraham, el pastor de todos, el único Maestro… Vosotros sois de abajo, yo vengo de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. El que me ve a mí, ve a Dios [al Padre]».

Es bandera divisoria. Siempre que Jesús se presenta ante los hombres se dividen sobre él las opiniones apasionadamente (Jn 7,12-13, 30-32, 40-43, 46-49; 9,16; 10,19-21; etc.) Realmente es «signo de contradicción», como dice Simeón (Lc 2,34-35). No cabe ante él la indiferencia. O se le recibe o se le rechaza: «El que no está conmigo está contra mí» (Mt 12,30).

 

–«El hombre Cristo Jesús» (1 Tim 2,5)

El Hijo de Dios, por el misterio de la Encarnación, se hizo «en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado» (Hb 4,15; +Flp 2,7). Es Dios y es hombre para siempre.

-Cuerpo.Su cuerpo es en todo semejante al nuestro. Crece ante los hombres. Muestra una fisonomía propia, seguro que muy semejante a la de María, pues de ella recibe toda su herencia genética. Camina, come, duerme, habla… Una vez resucitado, dirá: «Palpadme y ved, que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo» (Lc 24,39).

-Entendimiento. Jesús, nuestro único Maestro (Mt 23,8), tiene un entendimiento totalmente lúcido para la verdad, y por tanto invulnerable al error. Cristo no discurre o argumenta laboriosamente, sino que penetra la verdad inmediatamente, como quien es personalmente la Verdad (Jn 14,6). Deshace fácilmente las trampas dialécticas que le tienden (Mt 22,46). Y con admirable sencillez, enseña con parábolas a cultos e ignorantes, irradiando verdad con la misma facilidad con que la luz ilumina. El es la Luz (Jn 8,12; 9,5; 12,36). El es la Luz que viene de arriba (8,23), del Padre de las luces (Sant 1,17): «el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte» (Lc 1,78-79).

Toda la sabiduría de Jesucristo procede del Padre; él solo enseña lo que oye al Padre (Jn 8,38; 12,49-50; 14,10). Conoce a Dios, y lo conoce con un conocimiento exclusivo (6,46; 8,55), como quien de él procede (7,29); y puede revelarlo a los hombres (Mt 11,27). Conoce a los hombres, a todos, a cada uno, en lo más secreto de sus almas (Jn 1,47; Lc 5,21-22; 7,39s): «los conocía a todos, y no necesitaba informes de nadie, pues él conocía al hombre por dentro» (Jn 2,24-25). Conoce los sucesos futuros que el Padre quiere mostrarle en orden a su misión salvadora. Predice su muerte, su resurrección, su ascensión, la devastación del Templo, y varios otros sucesos contingentes, a veces hasta en sus detalles más nimios (Mc 11,2-6; 14,12-21. 27-30). «Yo os he dicho estas cosas para que, cuando llegue la hora, os acordéis de ellas y de que yo os las he dicho» (Jn 16,4).

 -Voluntad. El hombre Cristo Jesús tiene una voluntad santa y poderosa, perfectamente libre e impecable. Jesús es el único hombre completamente libre: libre ante la tentación (Mt 4,1-10), libre de todo pecado (Jn 8,46; 1Pe 2,22; Heb 4,15), libre totalmente de sí mismo para amar al Padre y a los hombres con un amor total (Jn 14,31; 15,13; Rm 8,35-39). Y esta fuerza, libertad y santidad de la voluntad de Cristo procede totalmente de su absoluta obediencia a la voluntad del Padre (Jn 5,30; 6,38; Lc 22,42).

-Sensibilidad.Los sentimientos de Jesús son profundos e intensos. Vibran en él con maravillosa armonía todas las modalidades de la afectividad humana. Es enérgico, sin dureza; es compasivo, sin ser blando… Ninguna dimensión de su vida afectiva domina en exceso sobre las otras.

Jesús es sensible al hambre, a la sed, al sueño, al cansancio. El Corazón sagrado de Jesucristo sufre con la traición de Judas, con las negaciones de Pedro o con el abandono de los discípulos. Llora la ruina de Jerusalén (Lc 19,41), llora la muerte de su amigo Lázaro (Jn 11,33-38). Mira con ira (Mc 3,5), mira con amor (10,21), dice palabras terribles, incluso a sus amigos (Mt 23; 17,17), y sabe usar el látigo cuando conviene (Jn 2,14-17). Tiene deseos ardientes (Lc 22,15), se ve triste hasta la muerte (Jn 12,27; Mc 14,33-34), y llega a sentirse abandonado por el Padre (Mt 27,46). Otras veces está radiante en el gozo del Espíritu (Lc 10,21), es amigo cariñoso con los suyos (Jn 13,1. 33-35). Pero quizá la misericordia, la más profunda y delicada compasión, sea el sentimiento de Jesús más frecuentemente reflejado en los evangelios: tiene piedad de enfermos y pobres, de niños y pecadores, de la extranjera que tiene una hija endemoniada (Mc 7,26), de la viuda que perdió su hijo (Lc 7,13), de la muchedumbre hambrienta y sin pastor (Mc 8,2; Mt 9,36).

 

 –El hombre Cristo Jesús es la imagen perfecta de Dios

Cristo revela a Dios, porque «es el esplendor de su gloria, la imagen de su substancia» (Heb 1,3): quien lo ve a él, ve al Padre (Jn 14,9). Y como enseña el concilio Vaticano II, al ser la imagen perfecta de Dios, «él manifiesta plenamente el hombre al propio hombre, y le descubre la sublimidad de su vocación. El, que es “imagen del Dios invisible” (Col 1,15), es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado» (Gaudium et Spes 22). Nunca nosotros habíamos conocido, por ejemplo, un hombre realmente libre (Rm 7,15). Solamente habíamos conocido falsificaciones del ser humano. Es decir, nunca habíamos conocido un hombre perfectamente humano. Cristo es quien nos ha revelado qué es de verdad el hombre.

Pues bien, el Padre nos ha destinado a configurarnos a Jesucristo, de modo que él venga a ser «Primogénito de muchos hermanos» (Rm 8,29). Por eso no contemplamos la belleza de Cristo con una admiración distante o impersonal, como si para nosotros fuera totalmente inasequible: la contemplamos como cosa nuestra, como algo a lo que estamos invitados y destinados a participar. Y de este modo, todos participamos de la hermosura y de la bondad de Cristo, «lleno de gracia y de verdad…: de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia» (Jn 1,14.16).

 

–Hizo muchos milagros

Jesús hizo muchos milagros, como se ve en los Evangelios y como atestigua formalmente el apóstol San Juan (Jn 20,30; 21,25). En el más antiguo de los evangelios, el de San Marcos, de 666 versículos, 209 (un 31%) se refieren a milagros; y aumenta la proporción si nos fijamos en los diez primeros capítulos: de 425 versículos, 209 (47%). Los evangelios, de hecho, se componen básicamente de las enseñanzas y milagros del Señor. Si se eliminan del Evangelio los milagros, todos o una buena parte de ellos, causaríamos en él destrozos irreparables; más aún, casi todo él resultaría ininteligible.

En ocasiones hay una unidad inseparable entre enseñanza y milagro, siendo éste una ilustración y garantía de aquélla. Las palabras increíbles de Jesús (soy el Pan vivo bajado del cielo, soy la Luz del mundo, soy la vida, etc.) son hechas creíbles por los hechos: multiplica los panes (Jn 6); da luz y visión al ciego de nacimiento (9), resucita un muerto de cuatro días (11), etc. Su argumento es irrebatible: «Creedme que yo estoy en el Padre y el Padre en mí; creedlo, al menos, por las obras» (Jn 14,11).

Los apóstoles, de hecho, en su predicación atestiguaron con fuerza los milagros de Jesús, para suscitar la fe de los hombres: «Varones israelitas, escuchad estas palabras: Jesús de Nazaret, varón acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por él en medio de vosotros, como vosotros mismos sabéis»… (Hch 2,22; +10,37-39).

Pero hoy algunos cristianos niegan impunemente la historicidad de los milagros de Cristo, que no son acciones superiores al orden natural, pues Dios, según alegan, nunca altera el orden que dio a la creación. Y en todo caso el hombre no tiene posibilidad real de discernir algo con certeza como «milagro» (Walter Kasper, Jesus der Christus, 1974; Jesús, el Cristo, Sígueme, Salamanca 2002, 11ª ed.: 6º capítulo, Los milagros de Jesús)… Lo contrario se enseña en el Catecismo de la Iglesia Católica (156, 547-550, 1335) o, por ejemplo, en la obra de René Latourelle, Milagros de Jesús y teología del milagro, Sígueme, Salamanca 1990.

 

–Jesucristo es Dios

Después de contemplar la sagrada humanidad de Jesucristo y los milagros que realizó, nos preguntamos acerca de su misteriosa identidad personal. «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mc 4,4). Estamos felizmente obligados a preguntarnos acerca de Jesús: ¿Quién es éste que multiplica los panes, da vista a los ciegos, resucita muertos, atrae a muchedumbres con su presencia y su palabra, perdona los pecados, combate y avergüenza a los fariseos… El mismo Cristo suscita esta pregunta en sus discípulos más íntimos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?… Simón Pedro: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo…» (Mt 16,12-19).

Jesús, en palabras del ángel Gabriel, «será reconocido como Hijo del Altísimo, será llamado Santo, Hijo de Dios»  (Lc 1,32.35). También confiesan lo mismo los Apóstoles: Jesús es el Hijo de Dios. Pero ¿qué quieren decir con tales palabras formidables?

 Quieren decir que Jesús es «imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra…; todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. El es también la Cabeza del cuerpo, de la Iglesia: El es el Principio, el primogénito de los muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos» (Col 1,15-20; +Flp 2,5-9; Heb 1,1-4; Jn 1,1-18).

Quieren decir que «en Cristo habita la plenitud de la divinidad corporalmente» (Col 2,9). La unión existente entre Dios y Jesús no es solamente una unión de mutuo amor, de profunda amistad, una unión de gracia, como la hay en el caso del Bautista o de María, la Llena de gracia. Es mucho más aún: es una unión hipostática, es decir, en la persona. Así lo confiesa el concilio de Calcedonia (a.451): Jesucristo es «el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente y el mismo verdaderamente hombre… Engendrado por el Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María la Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad» (Denz 301).

Cristo Jesús es el hombre celestial (1 Cor 15,47), que se sabe mayor que David (Mt 22,45), anterior a Abraham (Jn 8,58), más sabio que Salomón (Mt 12,42), bajado del cielo (Jn 6,51), para ser entre los hombres el Templo definitivo (2,19), plenamente consciente de que sus palabras son espíritu y vida (Jn 6,3) y que nunca pasarán (Mt 24,35).. Esta condición divina de Jesús, velada y revelada en su humanidad sagrada, se manifiesta en el bautismo (Mt 3,16-17), en la transfiguración (17,1-8), en la autoridad de sus palabras, de sus acciones y de sus milagros.

 

–Jesús es precisamente «el Hijo» de Dios

Toda su fisonomía es netamente filial.

Pensemos en la analogía de la filiación humana. El hijo recibe vida de su padre, recibe en un momento una vida semejante a la de su padre, de la misma naturaleza. Incluso el hijo suele semejarse al padre en ciertos rasgos peculiares psíquicos y somáticos. Pero al paso de los años, el hijo se va emancipando de su padre, hasta hacerse una vida independiente. Y no será raro que el padre anciano pase un día a depender de su hijo.

Ya se comprende que esta analogía de la filiación humana resulta muy pobre para expresar la plenitud de filiación del Unigénito divino respecto de su Padre. Esta filiación divina es infinitamente más real, más profunda y perfecta. El Hijo recibe una vida no solo semejante, sino idéntica a la del Padre. Y él no solo se parece, sino que es idéntico al Padre. Por otra parte, el Hijo es eternamente engendrado por el Padre, recibe siempre todo del Padre, y esa dependencia filial, con todo el amor mutuo que implica, es eterna y no disminuye en modo alguno.

El Padre ama al Hijo (Jn 5,20; 10,17), y el Hijo ama al Padre (14,31): hay entre ellos una perfecta unión de amor (14,10). Jesús nunca está solo, sino con el Padre que le ha enviado (8,16). Nunca dice o hace algo por su cuenta: su pensamiento, su enseñanza, depende siempre del Padre (5,30); y lo mismo su actividad: no hace sino lo que el Padre le da hacer (14,10).

 

–La Madre de Cristo

San Luis Mª Grignion de Monfort:«Creó [Dios] y formó en el seno de Santa Ana a la excelsa María con mayor complacencia que la que había experimentado en la creación del universo… El torrente impetuoso de la bondad de Dios, estancado violentamente por los pecados humanos desde el comienzo del mundo, se explaya con toda su fuerza y plenitud en el corazón de María… ¡Oh María!, obra maestra del Altísimo, milagro de la Sabiduría, prodigio del Omnipotente, abismo de la gracia… Confieso con todos los santos que solamente tu Creador puede comprender la altura, anchura y profundidad de las gracias que te comunicó» (El amor de la Sabiduría eterna 105-106).

La mediación de María en la Encarnación del Verbo viene a ser el centro del Credo apostólico según el Concilio de Nicea (325). Es el único momento del Credo en que la norma litúrgica nos manda: «en las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan». «Creo en un solo Señor Jesucristo… que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo. (Inclinación:) Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre».

 

–El Hijo divino, por amor, se nos da en Belén

Admirable intercambio, decían los Padres. «Tanto amó Dios [Padre]al mundo que le entregó a su hijo único» (Jn 3,16). Y el Hijo divino eterno ama a los hombres hasta la locura de encarnarse, para hacerse hermano de ellos, próximo, y poder enseñarles, sanarles y salvarles desde dentro de la raza humana. El eterno, omnipotente y omnisciente se hace niño, pequeño, limitado, vulnerable, ignorante, débil, dependiente, sujeto... para darnos sabiduría, vida, fuerza, santidad.

«Conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por amor nuestro, para que vosotros fuéseis ricos por su pobreza» (2Cor 8,9). Es decir: Cristo, siendo Dios, se hizo hombre, para deificarnos por su encarnación.

Amor de Cristo a pecadores, pobres, enfermos y niños

Pecadores. «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia» (Lc 5,31). «Acoge a los pecadores y come con ellos» (Lc 15,2 y ss). La samaritana, la adúltera, los publicanos… «Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rm 5,8). Nosotros amamos a los buenos, y sentimos aversión hacia los malos.

Pobres. «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres» (Lc 4,18). «Pobres, tullidos, ciegos y cojos tráelos aquí» (14,21). Nosotros amamos a los hombres inteligentes, cultos, prósperos, no a los pobres e ignorantes.

Enfermos. «Puesto el sol, todos cuantos tenían enfermos de cualquier enfermedad los llevaban a él, y él, imponiendo a cada uno las manos, los curaba. Los demonios salían también de muchos gritando: “Tú eres el Hijo de Dios”» (Lc 4,40-41; +Mc 1,34; 5,5; 6,55; Lc 4,40). Nosotros frecuentamos a los sanos, mejor que a los enfermos.

Niños. «Dejad que los niños se acerquen a mí» (Mc 10,14). A nosotros nos cargan los niños y la gente ignorante.

 

–Él es el Señor, pero no al modo usual entre los homres.

Humilde. «No gritará, no hablará recio, la caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará» (Is 42,3). «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en redención de muchos» (Mt 20,28).

Perfecto. «Nadie ha hablado nunca como ese hombre» (Jn 7,46). «¡Qué bien lo hace todo!» (Mc 7,37).

Accesible, compasivo. «Soy yo, no tengáis miedo» (Jn 6,20). «Pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él» (Hch 10,38).

Cordial, amistoso. «Hijitos míos… No os dejaré huérfanos… Ya no os llamo siervos, os digo amigos» (Jn 13,33; 14,18; 15,15). Resucitado, les prepara el desayuno: un pez en brasas (21,9)… No solamente nos recibe, sino que nos llama: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy suave y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es blando y mi carga ligera» (Mt 11,29-30).

 

–El Hijo divino, por amor, se nos da en la Cruz

Esa epifanía plena del amor divino merece otro artículo, que será el siguiente, Dios mediante.

José María Iraburu, sacerdote

 

Índice de Reforma o apostasía

 

20 comentarios

  
estefano sobrino
"–Todo lo que dice usted en este artículo es ya muy sabido.
–No tan sabido....".

¡Enhorabuena por esta síntesis! La cristología da para mucho..., y además nos conviene conjugar el estudio con la contemplación, la admiración... y con el trato "de a tú" con Jesús.

Y creo que lo escrito ayuda a conseguirlo.

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JMI.-San Juan de la Cruz escribe que Dios tiene una sola Palabra, que la pronunció en Cristo, en la Encarnación del Verbo, y que en Cristo está dicho todo. Algo así. Tiene, pues, usted razón: da para mucho. "En Él están todos los tesoros de la sabiduria y de la ciencia".

01/05/19 8:01 PM
  
Juan L
Hola Padre, muchas gracias por el artículo. Hay que conocer y contemplar a Cristo.
Una pregunta, en el párrafo que habla de la voluntad del "Hombre Cristo Jesús", se refiere únicamente a su voluntad humana, ¿cierto? Digo porque el Catecismo afirma que "Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes (...) La voluntad humana de Cristo "sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario, estando subordinada a esta voluntad omnipotente" (475).

Saludos cordiales.
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JMI.-Sí, el Catecismo lo expresa muy bien.
Gracias.
02/05/19 3:03 AM
  
Luis López
Incluso sin fe es imposible no amar a Jesús. Pero con fe, es imposible no amarle con locura.
02/05/19 8:44 AM
  
Rexjhs
Muchas gracias, padre Iraburu.

Cristo ha resucitado realmente. Fue un hecho histórico. Los pescadores, que horas antes huyeron despavoridos tras su muerte en la cruz y luego le vieron vivo varias veces tras su resurrección, fueron por todo el mundo predicando y se dejaron matar por esta verdad que conocieron por sus propios ojos. Hombres rudos y poco dados a imaginaciones o sugestiones, con las manos llenas de callos de tirar de las redes. Y es que Cristo era Dios. Cristo es Dios.
02/05/19 9:10 AM
  
Pedro Amate Huertas
Muchas gracias padre José Maria por hablarnos de Jesucristo ; Verdadero Dios y Verdadero Hombre.
Él es el Verbo Encarnado ; Dios hecho Hombre ; Dios con Nosotros ; el Padre Dios con Nosotros ; l con los habitantes de este planeta que gira alrededor de una estrella ; entre cientos de miles de millones de ellas.
Jesucristo es el Dios de la Historia de la Humanidad y de toda la Creación. Es el Anciano de Días ,profetizado por el profeta Daniel . Ascendió a los Cielos para quedarse con nosotros. No podemos esperar al Mismo Jesús que . está con nosotros Sacramentalmente en Su Iglesia. Esperamos al " Hijo Varón " de la Iglesia ; Esposa de Jesucristo ; Dios hecho Hombre ; esperamos al Mediador entre Dios y los hombres.
Muchas gracias padre José Maria ,y que Dios le conceda muchos años de vida para seguir estando con nosotros.
02/05/19 9:48 AM
  
José Díaz
Gracias, Padre. Su texto me ha movido a amar más al Señor. Un saludo y que el Señor y Santa María Inmaculada le bendigan
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JMI.-Bendigamos al Señor.
Bendición +
02/05/19 9:56 AM
  
Feri del Carpio Marek
Qué maravilla de catequesis, un gozo recorrerla con la lectura. Y me la voy a imprimir para llevarla a la capilla de adoración y, con la Biblia en la otra mano, detenerme en cada cita de la Sagrada Escritura que ofrece su artículo, y así contemplar y admirar al Señor, penetrar en su misterio y dejarme penetrar por éste.

Una pregunta: usted dice «Jesús es el único hombre completamente libre», ¿no podría afirmarse esa completa libertad también de la Virgen Santísima, Nueva Eva?
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JMI.-Sí, ciertamente. Es perfectamente libre porque está perfectamente unida a la voluntad de Dios providente, sea la que fuere.
Bendigamos al Señor, que mi trabajete le ha servido bien a usted.
BBendición +
02/05/19 5:52 PM
  
Feri del Carpio Marek
Padre, ¿hay algunos libros sobre Jesús que usted recomienda (a parte de los Evangelios y el Catecismo)?
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JMI.-Perdone, pero la Consulta bibliográfica la cerré hace tiempo.
No sigo mucho la producción actual, y los libros que aprecio no suelen esta asequibles.
02/05/19 11:35 PM
  
Pedro 1
Padre Iraburu:

Dice usted lo que siempre ha enseñado la Iglesia. Entre otras muchas verdades, que Jesús, una vez resucitado, dijo: «Palpadme y ved, que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo» (Lc 24,39).

En el número 643 del Catecismo de la Iglesia Católica se recuerda que “es imposible interpretar la Resurrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerlo como un hecho histórico”.
El 645 añade: “Les invita así a reconocer que él no es un espíritu (cf. Lc 24, 39), pero sobre todo a que comprueben que el cuerpo resucitado con el que se presenta ante ellos es el mismo que ha sido martirizado y crucificado, ya que sigue llevando las huellas de su pasión”.

Un sacerdote de mi diócesis tiene un blog en la página web de su parroquia para comentar los textos evangélicos de la misa de los domingos. El domingo pasado (Juan 20,19-31) escribió: “Estos textos de apariciones, especialmente cuando además de ver al Resucitado lo tocan, o comen con Él, algunos los utilizan como prueba de que la Resurrección es algo físico, corpóreo, sensible (visible, audible y tangible), y eso que en este caso el propio Jesús dice: «Dichosos los que crean sin haber visto»”. Para el domingo 5 de abril (Juan 21,1-19) ha escrito: “Lo dicho: ver, tocar, comer con Él… textos que parecen mostrar la Resurrección como una realidad sensible. Y puede que así fuera para quienes así lo vivieron”.

¿Por qué quieren esta persona y otros muchos sacerdotes hacernos creer que es vana nuestra fe? ¿Por qué difunden tantas mentiras durante años? ¿Por qué consiguen de sus obispos cargos y prebendas en la curia y en los institutos teológicos? Infectan con sus herejías a la Iglesia, y gozan de prestigio entre una parte del clero cuando mayores son los disparates que salen de sus bocas. ¿No le parece ofensivo para Cuerpo de Cristo que actúen a sus anchas unos personajes como este?

El blog por si quiere comprobar que es cierto se llama
santodomingoab blogspot
03/05/19 12:08 AM
  
Charo García
A M E N ! A M E N ! A M E N ! ♥️
Creo que los milagros existen aunque el hombre sea incapaz de un discernimiento concluyente al respecto; al igual que existe el ser humano interior con emociones y sentimientos, difíciles de poder comprobar en su totalidad de que sean auténticos.
Me parece que el Dios Todopoderoso no altera el orden que le dió a la creación (Gén 2, 1-4) a menos de que ÉL decida como Dueño y Señor hacerlo; modificando el efecto de cualquier causa precisamente como ayuda para el ser humano en su razonamiento limitado, de modo que al rendirse y disponerse únicamente con el corazón a su conocimiento; quede saciada la sed de su alma en el anhelo tan natural como profundo (hablando en proporción) de poder conocerlo. (...)
Creo que Dios se hizo Hombre por la Gracia del Espíritu Santo y fue engendrado en María Virgen y Madre; para comenzar con ello el proceso de un sutil desarrollo en la mente de Cristo, abriendo ventanas nuevas en su interior desvelando así su misterio (propio) a ser descubierto; pues Dios es honesto y de ninguna manera tomaría ventaja alguna de la situación en su Misión para dar cumplimiento, a lo que fue anunciado por boca de los Santos Profetas.
Y para entregar Gloria a Dios por la culminación en la Tierra de su Obra Divina, en un equilibrio perfecto de Comunión entre Dios y el ser humano de naturaleza inferior.
Vino a los pecadores; por ser los más necesitados de su Gracia.
Vino a los pobres; por ser los más necesitados de comprensión.
Vino a los enfermos; por ser los más necesitados de su ayuda.
Vino los niños e ignorantes; por ser los más vulnerables.
Pienso que Cristo es humilde y perfecto; por ser el Dueño Verdadero, Generoso y Bueno.
Accesible y Compasivo; por su Sabiduría Divina
Cordial y Amistoso; por su Amor
Y tanto Amó Cristo al mundo; que aceptó una muerte de Cruz. ✝️
Padre Iraburu; muchas gracias por su artículo me parece genial, lo voy a guardar en mi archivo personal.
Y en espera del próximo que comenta, muchas gracias por compartir su trabajo.
Reciba un saludo respetuoso en Cristo.
Dios lo bendiga siempre.


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JMI.-Amén.
Bendición +
05/05/19 4:52 AM
  
Charo García
Pedro 1
No olvidemos que todo cuerpo, todo organismo contiene células cancerígenas que en ocasiones se activan; incluido tristemente, el Cuerpo Místico de Dios.
Pero considero que con la gracia del Espíritu Santo; ayuno, penitencia y oración, inexplicablemente llegará el milagro esperado de su sanación completa tras la cauterización debida, o incluso la extirpación de algún tumor maligno.
05/05/19 5:16 AM
  
clara
¡Qué preciosidad!
¡Esta es mi fe! ¡Este es mi Dios!
Gracias, Pater. Se me ensancha el corazón leyéndolo.
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JMI.-Gracias, hija. No sabía nada de que sufrieras miocardiopatía dilatada.
Cuídate mucho.
Abrazo y bendición +
05/05/19 4:22 PM
  
Adrian Ferreira
Te amo Señor y te bendigo. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Gloria a Dios en las alturas! y paz en la tierra a los hombres por El amados.
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JMI.-Amén.
05/05/19 11:06 PM
  
Ricardo de Argentina
Querido P. José María, tengo entendido que hoy se cumple el 10º Aniversario de Infocatólica. ¡Muchas felicidades!
Y que Dios siga bendiciendo este portal, en el que tantos hemos aprendido tantas cosas buenas.
Y que los bendiga especialmente a usted y a sus colaboradores, instrumentos que fueron de este importantísimo emprendimiento apostólico.
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JMI.-Gracias, Ricardo. Y estamos los mismos que empezamos InfoCatólica. Cosa muy infrecuente en estas aventuras escribitorias. Ha crecido mucho la familia de blogueros y colaboradores. Pero el núcleo primero sigue el mismo.
Por puro don de Dios.
07/05/19 1:15 AM
  
maru
Gracias P. Iraburu por su catequesis. ''En Cristo, está dicho todo'', (S.Juan de la Cruz). Creo recordar que, a continuación.dice ''y ya no tengo más que decir''. Así es, si en Cristo está dicho todo, el Padre ya no tiene nada más que decir; su última Palabra es Jesucristo.
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JMI.-El Padre se expresa eternamente y del todo en su Verbo, su Hijo. Y cuando el Hijo divina se encarna en la plenitud de los tiempos se expresa en él, en Jesucristo, totalmente.
08/05/19 12:01 PM
  
maru
Bella catequesis, Padre. Esto, y no.otras cosas,es lo que habria que enseñar en las catequesis parroquiales, para que niños y adolescentes , tuvieran una clara y.buena formación cristológica. Si así fuera, mucho mejor nos iría (a la Iglesia). Veo que hay cantidad de programas pastorales que se idean, a veces cada año, cuando lo principal esenseñar, pero enseñar bien, quien es Jesucristo. Sus catequesis serían estupendas, en.lugar de tantos.planes pastorales, ideados por hombres. Dios lo bendiga!
Cuando antes dije para.niños y adolescentes, me faltó decir: para mayores también (las catequesis de adultos).
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JMI.-La predicación sobre nuestro Señor Jesucristo es lamentabilísimamente escasa.
Siendo así que "en esto está la vida eterna, en que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo" (Jn 17,3).
Los catecismos, las predicaciones y los planes pastorales que no se centran en esa convicción de la fe son completamente estériles.
09/05/19 5:38 PM
  
Marta de Jesús
Su blog es oro para el Alma. Este post y el pasado, una belleza. No es un halago. Es un agradecimiento por llevar a cabo la misión implícita encomendada en su sacerdocio.
13/04/24 4:23 PM
  
Crux ave, spes unica
Hoy en la Liturgia de las horas se proclama un texto de San Justino que afirma lo siguiente:

"Y celebramos esta reunión general el día del sol, por ser el día primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, y el día también en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos; pues es de saber que le crucificaron el día antes del día de Saturno, y al siguiente al día de Saturno, que es el día del sol, aparecido a sus apóstoles y discípulos, nos enseñó estas mismas doctrinas que nosotros os exponemos para vuestro examen."


Como verá, san Justino afirma abiertamente que Cristo mismo fue quien enseñó y ordenó que la liturgia contubiera las siguientes lineas generales que afirma el Catecismo:

1. Concelebracion
2. Rito de la paz
3 Plegaria universal
4.Un idioma que todos los participantes entendieran.


Se podría aplicar el lex orandi lex credendi?
13/04/24 11:39 PM
  
Emilio
Sencillamente sublime. Yo me pregunto: ¿cómo es que, estando ahí tan claramente d-escrito, no lo ven todos los no creyentes?. Y creo que, llegada la consumación de los tiempos, sus montajes y argumentos se vendrán abajo como castillos de naipes, lo mismo que la luz disipa la tiniebla. Gracias, Padre Iraburu, y no desmaye en su esfuerzo por poner de manifiesto la única Verdad liberadora.
14/04/24 11:29 AM
  
Jorge Cantu
Pedro 1

"Un sacerdote de mi diócesis tiene un blog en la página web de su parroquia para comentar los textos evangélicos de la misa de los domingos. El domingo pasado (Juan 20,19-31) escribió: “Estos textos de apariciones, especialmente cuando además de ver al Resucitado lo tocan, o comen con Él, algunos los utilizan como prueba de que la Resurrección es algo físico, corpóreo, sensible (visible, audible y tangible), y eso que en este caso el propio Jesús dice: «Dichosos los que crean sin haber visto»”. Para el domingo 5 de abril (Juan 21,1-19) ha escrito: “Lo dicho: ver, tocar, comer con Él… textos que parecen mostrar la Resurrección como una realidad sensible. Y puede que así fuera para quienes así lo vivieron”.

Triste que quien debería ser un venero rebosante de agua limpia y refrescante se vuelva un estanque de aguas tóxicas para las ovejas de Cristo. Ora por él hermano y te felicito por prepararte y ser celoso y vigilante de la Fe verdadera. Hoy hay mucha soberbia 'teológica' de quienes han aprendido en los seminarios lecciones de exegesis y teología dogmática e historia plagadas de herético-modernismo. Hoy sufrimos los frutos amargos de décadas de asedio del maligno a la Iglesia en sus sacerdotes y obispos a pesar de haber gozado de buenos Papas en el pasado reciente.
15/04/24 5:20 AM

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