InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Mundo malo

15.05.12

(179) De Cristo o del mundo -XXI. La Cristiandad. 2. Renuncia al mundo y pobreza

–Como no venía usted por el blog, pensaba ya en irme.

–Pensaba… «La funesta manía de pensar», como se decía en el Plan de estudios de la Universidad de Cervera.

El vínculo entre la renuncia al mundo y la perfección evangélica –tan ignorado hoy entre los cristianos, y tantas veces negado–, está expresado en el mismo rito del bautismo, ya en sus formulaciones más antiguas. Y es una convicción de fe generalizada durante el milenio de Cristiandad. Aquellas palabras de Cristo, «si quieres ser perfecto, véndelo todo y sígueme» (Mt 19,21), están entonces muy vivas en la conciencia del pueblo cristiano. Y aunque el mundo medieval, al menos en comparación con los siglos precedentes, es ya un mundo en buena medida cristianizado, sin embargo, siguen los cristianos estimando que el abandono del mundo facilita en gran medida la perfección cristiana. Eso explica que son muchos los cristianos que dejan el mundo para seguir más libre­mente a Cristo. Van formándose miles y miles de monasterios por toda Europa. Y muchos otros cristianos laicos, a su modo, también dejan el mundo, procurando «no conformarse a este siglo» (Rm 12,2), y ayudándose para ello en hermandades y órdenes terceras. Y también dejan el mundo, aunque sea temporalmente, por me­dio de peregrinaciones o cumpliendo un voto de Cruzada.

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4.05.12

(178) De Cristo o del mundo -XX. La Cristiandad. 1. La Iglesia medieval

–Estaba pensando ya que… Bueno, mejor será que no diga nada.

–Exacto. Ha dado usted en el clavo. Es mejor que no diga nada.

En el período que acabamos de estudiar, del Edicto constantiniano de Milán hasta la muerte de San Be­nito (313-557), se produce una primera cristianización del mundo greco-romano, y al mismo tiempo una erradicación progresiva del antiguo pa­ganismo –mentalidad, costumbres, institu­ciones–, acelerada por la caída del Imperio romano en el siglo V.

A principios del siglo VI comienza un milenio cristiano, cuyo final podría verse hacia el 1500, en torno a la caída de Constantinopla, el descubri­miento de América, el comienzo de los Es­tados nacionales modernos, el Renacimiento y la crisis protestante. Es más o menos lo que suele llamarse Edad Media, en un sentido que para algunos es peyorativo: los siglos oscuros y semi­bárbaros, que dejando atrás las luces de la antigüedad, no han llegado todavía a la luminosidad del Renacimiento y del Siglo de las luces. La cultura católica ve, por el contrario, ese período de la historia humana como un milenio de Cristiandad. En estos siglos, la Iglesia pierde el norte de Africa, pero extiende y profundiza la evangeli­zación de Europa y del Asia próxima. Y muchos miles de mo­nasterios vienen a ser el alma de la Cristiandad medie­val.

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18.04.12

(177) De Cristo o del mundo -XIX. Laicos y monjes. y 5

–Yo no quiero dejarlo todo, pero quiero ser perfecto.

–Bueno, pues a ver cómo hacemos. Lea lo que sigue, a ver si logramos solucionar su problema.

«Si quieres ser perfecto, véndelo todo y sígueme» (Mt 19,21). Esta misteriosa frase de Cristo se irá entendiendo en la Iglesia con creciente claridad, según Él mismo lo anunció: «el Espíritu de verdad os guiará hacia la verdad completa» (Jn 16,13). Sobre todo a partir de los siglos IV-V, la doctrina de los preceptos y los consejos va formulándose teológicamente con una exactitud cada vez mayor, aunque sólo en el siglo XIII hallará en Santo Tomás la precisión necesaria para llegar a ser una doctrina de la Iglesia.

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13.04.12

(176) De Cristo o del mundo -XVIII. Laicos y monjes. 4

–Ya pensé que había usted abandonado la serie.

–Sus pensamientos se ven afectados por errores con notable frecuencia. No se fíe de ellos.

Sigo examinando la espiritualidad de la Iglesia, particularmente la de los laicos, y de modo especial en su relación con el mundo secular, en el período que va del edicto de Milán (313) a la muerte de San Benito (557).

Oración, ayuno y limosna. Los Padres antiguos, como hemos visto, llaman a los laicos a la perfección, a una vida homogénea a la de los monjes, aunque diversa, es decir, a una vida evangélica, libre del mundo. Ahora bien, ¿por qué prác­ticas concretas fundamentales orientan los Padres la via perfectionis de los laicos? Por el ca­mino de la sagrada tríada penitencial: ora­ciones, ayunos y limosnas. Estas tres santas obras las estimulan no sólo en la predica­ción, sino también en la misma disciplina de la Iglesia. En efecto, padres y concilios organizan la vida del pueblo cris­tiano principalmente mediante las oraciones (Horas, Eucaristía dominical), los ayunos (días peni­tenciales) y las limosnas (diezmos, primicias y colectas). Y creo que acertaban mejor que aquellos grupos laicales de hoy –no son muchos– que buscan la perfección profesando, en forma acomodada a su condición, los tres consejos evangélicos, pobreza, obediencia y castidad (Caminos laicales de perfección, Fund. GRATIS DATE, Pamplona 1996, cp. 6).

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30.03.12

(175) De Cristo o del mundo -XVII. Laicos y monjes. 3

–No entiendo. ¿Cómo van a ser los monjes modelos para los laicos? Dice usted a veces unas cosas…

–Tranquilo. Lea lo que sigue y se enterará. Con el favor de Dios.

Cristo y los Apóstoles nos mandan imitarles. Jesús: «Yo os he dado el ejemplo para que vosotros hagáis también como yo he hecho» (Jn 13,15). San Pedro: los pastores hemos de ser «ejemplo para el rebaño» (1Pe 5,3). San Pablo: «os exhorto: sed imitadores míos» (1Cor 4,16); «sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo» (11,1; cf. Flp 3,17; 1Tes 1,6; 2Tes 3,7.9). Se entiende que la imitación que los laicos cristianos deben hacer de Jesús y de los Apóstoles va referida a la substancia de sus vidas, a su espíritu, no a los modos accidentales de vivirla: en celibato, sin propiedad alguna, sin trabajos seculares, en dedicación exclusiva a las tareas apostólicas. Si no fuera así, serían infieles a su vocación laical peculiar: la familia y el trabajo.

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