(620) Espiritualidad, 2. -La devoción al Creador

Tierra y mar

–Dice usted verdades fundamentales que yo nunca había oído.

–Normal. Porque apenas le han sido predicadas. Y «la fe es por la predicación» (Rm 10,17). Es de pena. Es de mucha pena…Artículo 1º: «Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible… Creo en un solo Señor Jesucristo, … por quien todo fue hecho»…

 

–El misterio del cosmos maravilloso

La contemplación del mundo creado es el fundamento de la religiosidad del hombre, «pues lo invisible de Dios –su eterno poder y su divinidad–, desde la creación del mundo se puede ver, captado por la inteligencia, gracias a las criaturas» (Rm 1,20; + Job 12,7-10; Sal 18,2-7; Sab 13,1-9; Hch 14,15-17; 17,24-28).

La creación nos muestra una variedad de seres creados que parece infinita, una innumerable diversidad de seres vivientes, desde el virus que se mide en milimicras hasta la ballena de treinta metros, desde la fascinante concha nacarada hasta las alucinantes magnitudes de las galaxias, que distan de nosotros millones de años-luz. La inmensidad de la creación es un reflejo formidable de la infinitud del Creador.

Toda la creación, pero especialmente el mundo de las criaturas con vida, abunda en enigmas insolubles. ¿Dónde tiene su origen el milagro de los seres que tienen vida? ¿Cómo explicar la perfección y complejidad de sus delicadas funciones? ¿Cómo explicar esos vuelos migratorios de cinco mil kilómetros –de día, de noche, con tormentas–, con rumbos infalibles? ¿Cómo comprender el vuelo de los murciélagos en la oscuridad?… Son las preguntas del libro de Job (38-41). ¿Cómo entender el misterio del hombre, pastor, músico, navegante, sacerdote, poeta, ingeniero capaz de llegar a la Luna, monje contemplativo, varón o mujer?…

Ante la grandeza del Creador, revelada en las criaturas, el hombre no puede menos de rendirle la adoración más absoluta (Job 40,3-5;42,1-6). Verdaderamente la misteriosa Creación refleja en sí misma el esplendor inefable del Misterio eterno trinitario.

 

–Dios Creador

Sintetizo en varias proposiciones la fe en el Creador.

1.–Dios es el «Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible»: todos los seres han sido producidos por él de la nada, esto es, según toda su substancia (Vat. I, 1870: Dz 3025). Es Dios la causa total del ser de las criaturas. Es Dios quien las ha creado partiendo sólo de sí mismo, sin nada presupuesto. Es Dios el único que puede crear, haciendo que las criaturas salven la infinita distancia que hay del no-ser al ser. «Yo soy Yavé, el que lo ha hecho todo: yo, yo solo desplegué los cielos y afirmé la tierra. ¿Quién me ayudó?» (Is 44,24).

2.–Padre, Hijo y Espíritu Santo son «un solo principio de todas las cosas», espirituales y corporales, angélicas y mundanas (Lat. IV, 1215: Dz 800). «No son tres principios de la creación, sino un solo principio» (Florentino 1442: Dz 1331). La Biblia atribuye unas veces la creación al Padre (Mt 11,25), otras al Hijo (Jn 1,3; Col 1,15s), o al Padre por Cristo, «por quien hizo el mundo» (Heb 1,2; +1Cor 8,6). Y estas atribuciones han sido el fundamento de grandes tesis teológicas:

 Santo Tomás: «Dios es causa de los seres por su inteligencia y por su voluntad, como lo es un artífice respecto a las cosas que hace. El artífice obra por la idea que ha concebido en su inteligencia, y por el amor nacido en su voluntad hacia algo. Análogamente, Dios Padre ha hecho la creación por su Verbo, que es el Hijo, y por su Amor, que es el Espíritu Santo» (STh I,45,6).

3.–Dios, en un acto totalmente libre, creó el mundo solo por amor. «La única causa que impulsó a Dios a crear fue el deseo de comunicar su bondad a las criaturas que iban a ser hechas por él» (Catecismo Romano I,1). Dios es eterno, y existe Dios eternamente, «antes de todos los siglos» (Credo), antes de la creación. Dios eterno y omnipotente crea el universo sin necesitarlo, sin coacción de nada ni de nadie. Pudo crear o no crear, pudo crear este mundo u otro diverso. Y quiso crear este mundo, para comunicar a las criaturas, que no existían, algo de su ser, de su bondad, de su hermosura y de su vida. No ama Dios las cosas porque existen y porque una vez creadas «vio que eran muy buenas» (Gen 1,31), sino que las cosas existen y son muy buenas «porque» Dios las ama.

Dios «¡no puede estar sin nosotros, y esto es un misterio grande! Dios no puede ser Dios sin el hombre: ¡este es un gran misterio!» (7-VI-2017). Esta afirmación del Papa, obviamente, no permite ser interpretada en sentido literal.

Habla la Escritura: Tú, Señor, «amas todo cuanto existe y nada odias de lo que has hecho, que no por odio hiciste cosa alguna. ¿Cómo podría subsistir nada si tú no lo quisieras o cómo podría conservarse sin ti? » (Sab 11,25-26). Señor, «tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas» (Ap 4,11).

4.–Dios creó al hombre en el «día sexto» como culmen de su obra creativa, y partiendo ya de algo creado –un muñeco de tierra, un antropoide, da lo mismo–. A esta criatura preexistente, anteriormente creada, el Señor «le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado», criatura espiritual, «imagen» de su Creador (Gén 2,7; 1,27). Más aún, Dios mismo es «el Creador en cada hombre del alma espiritual e inmortal» (Credo del pueblo de Dios 30-VI-1968, n.8). Y así el hombre, coronado de gloria y dignidad, queda constituido por Dios como señor de toda la creación visible (Sal 8).

5.–Dios constituyó a Jesucristo como vértice de toda la creación. El es la imagen perfecta de Dios, a quien revela, y él es al mismo tiempo la imagen perfecta del hombre, a quien también revela (Vat. II, GS 22ab). «Él es el esplendor de la gloria [del Padre] y la imagen de su substancia, y el que con su poderosa palabra sustenta todas las cosas» (Heb 1,3). «Él es la imagen del Dios invisible, el primogé­nito de toda criatura… Todo fue creado por Él y para Él. Él es antes que todo, y todo subsiste en Él» (Col 1,15-17). Ésta es la fe de los Apóstoles: «Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho» (Jn 1,3)

6.–El mismo Dios, en Jesucristo, es la norma inteligente de todo lo creado. Todo, desde la geometría armoniosa de las galaxias hasta la organización interna de una célula –perfecta en su estructura, su fi­nalismo, su información genética–, todo está transido por la miste­riosa sabiduría del Creador: «Antes de que fueran creadas todas las cosas, ya las conocía él, y lo mismo las conoce después de acaba­das» (Sir 23,29). Y Jesucristo, el «primogénito de toda criatura», es el canon universal de todo lo que tiene ser creado, pues «por medio de Él fueron creadas todas las cosas, celestes y terrestres, visibles e invisibles» (Col 1,16).

 

–Las criaturas

+El cristiano conoce la bondad del mundo creado, sabe que «todas las cosas son puras» (Rm 14,20; +Tit 1,15). Ama sinceramente a toda la creación, participando así de los mismos sentimientos del Creador divino, que «vio que era muy bueno cuanto había hecho» (Gén 1,31).

El pesimismo ontológico sobre el mundo, tan frecuente en las filosofías y religiones paganas, es completamente extraño a la espiritualidad cristiana. Para el budismo el mundo es una ilusión, para otras sabidurías orientales es la obra mala y peligrosa de un demiurgo. Para el cristiano el mundo es la obra maravillosa de un Dios infinitamente bueno, sabio y bello; es una obradistinta de su Autor, pero manifiesta su gloria.

+Un vínculo profundo y necesario une la criatura al Creador. Las cosas «son» criaturas de Dios: ésta es su identidad más profunda. En Dios las criaturas hallan permanentemente acogida en el ser y fuerza en el obrar. En el ser y en el obrar la depen­dencia ontológica de la criatura respecto de Dios es total. Así lo afirmó San Pablo a los atenienses en el ágora: En Dios «vivimos, nos movemos y somos» (Hch 17,28). Es Dios «el que actúa en vosotros el querer y el obrar, según su beneplácito» (Flp 2,13). «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Más aún: sin Él, la criatura cae en la nada, pues no tiene en sí misma la razón de su ser.

A pesar del pecado de los hombres, Dios siempre ha mantenido su presencia creacional en todas las criaturas, también en el hombre. Sin ese contacto entitativo, ontológico, permanente, el hombre y todas las criaturas dejarian de ser, volverían a la nada. León XIII, citando a Santo Tomás, recuerda esta doctrina clásica. «Dios se halla presente a todas las cosas, y está en ellas por potencia, en cuanto se hallan sujetas a su potestad; por presencia, en cuanto todas están abiertas y patentes a sus ojos; y por esencia, porque en todas ellas se halla él como causa del ser» (1897, enc. Divinum illud munus 10; STh I, 8,3).

De otro orden, cualitativamente diverso, es la presencia de Dios por gracia. por su inhabitación  en el hombre. Ya lo vimos en (591) Somos templos de Dios por la Inhabitación, y en (600) El Espíritu Santo, don primero y don supremo.   

+La criatura está finalizada en el Creador. No podría ser de otro modo. «De Él, por Él, y para Él son todas las cosas» (Rm 11,36). Él es «el alfa y la omega» (Ap 1,8). «El mundo ha sido creado para la gloria de Dios» (Vat. I 1870: Dz 3025). El bien de la criatura y la gloria de Dios coinciden infaliblemente, pues la perfecta realización de la criatura estriba en la perfecta fidelidad a la ley del Señor en amor y obediencia. Por el contrario, los hombres y las naciones que quieran «realizarse» sin Dios, o incluso contra Dios, necesariamente se harán monstruosos.

 

–La benéfica desigualdad de las criaturas

Según todo esto, Dios es el Autor que tiene plena autoridad sobre la creación, como «Señor del cielo y de la tierra», y Él hace participar de su autoridad a ciertas criaturas. En efecto, el mundo no es un montón informe de criaturas, en el que todas serían iguales y meramente yuxtapuestas, sino un todo orgánicamente unido, con partes siempre desiguales y complementarias. Y así como las criaturas no-libres obedecen a Dios necesariamente –el agua, los astros, las plantas, los animales–, y en esa obediencia hallan su propio bien, así también las criaturas libres, los hombres, hallan su bien obedeciendo en todo a su Autor divino y a todas las Autoridades por Él constituidas en la familia, la escuela, la ciudad, el ejército, la asamblea religiosa, la fábrica.

 

La obediencia al Creador ha de extenderse a las Autoridades por Él constituidas

Dios hace participar de su autoridad a ciertos hombres, de tal modo que todas las Autoridades humanas reciben su poder de Dios, y en su campo propio son fuerzas espirituales que unifican y acrecientan. Por tanto, toda autoridad humana debe ser obedecida «en conciencia» como al Señor. La expresión es muy repetida en la Sagrada Escritura.

 Debemos obedecer a quienes tienen autoridad sobre nosotros, y «escrupulosamente, de todo corazón, como a Cristo, no por ser vistos, como quien busca agradar a los hombres, sino como esclavos de Cristo que cumplen de corazón la voluntad de Dios, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres, conscientes de que cada cual será recompensado por el Señor según el bien que hiciere: sea esclavo, sea libre» (Ef 6,5-8; +1Pe 2,13-25).

 

El igualitarismo moderno es contrario al Creador

El igualitarismo adolece de un espíritu ateo, es contrario no sólo a la Revelación, sino también a la naturaleza. Es una ideología falsa que solamente haciendo violencia a la realidad de las cosas puede afirmarse. Las diversas Autoridades –cada una con su campo propio: la manada, la familia, la escuela, el municipio, etc.– pertenecen al orden natural creado por Dios. Sabemos científicamente que, por ejemplo, en cualquier asociación de vivientes –una manada de lobos– domina la confusión y la ineficacia hasta que en ella se establece una estructuración jerárquica, que implica relaciones desiguales.

Pues bien, la Autoridad –la jerarquía, la desigualdad–, que es natural entre los animales más perfectos –no, por ejemplo, en un cardumen de anchoas–, sigue siendo natural entre los hombres. Ciertamente en las sociedades humanas habrá que distinguir –no así en las animales– desigualdades justas, procedentes de Dios, conformes a la naturaleza, y desigualdades injustas, nacidas de la maldad de los hombres. Habrá, pues, que afirmar las primeras y combatir las segundas. Pero en todo caso debe quedar claro que el principio igualitario, en cuanto tal, referido a los humanos, es falso e injusto, es violento, es contrario a la naturaleza: desnaturaliza.

 

–Espiritualidad creacional en la Biblia

En el Antiguo Testamento Dios se revela como «el Creador del cielo, el Dios que formó la tierra» (Is 45,18), ante el cual todos los otros dioses aparecen ilusorios y ridículos, sin ser ni fuerza (46; 48,12-13; +2 Mac 7,28-29). Tienen ojos y no ven; tienen boca pero no hablan; tienen pies pero no andan, y han de ser llevados por los hombres de aquí a allá… Son abominables. El Señor en cambio, precisamente por ser el Creador, debe ser escuchado y obedecido sin resistencia alguna: «Y vosotros… ¿me vais a dar instrucciones sobre la obra de mis manos? Yo hice la tierra y creé sobre ella al hombre; mis propias manos desplegaron el cielo, y doy órdenes a su ejército entero» (Is 45,11-12).

A este Dios Creador, a este Autor único del universo, se alza la oración de Israel: «Tú, que has hecho el cielo y la tierra y todas las maravillas que hay bajo el cielo, tú eres el dueño de todo, y nada hay, Señor, que pueda resistirte» (Est 13,10-12). Vano sería que la criatura, en sus angustias, pusiera en «los montes» del poder humano su esperanza. No, «el auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal 120,1-2; +123). Israel debe confiar en el Creador, que cuida de la tierra y la enriquece constante­mente sin medida (64,7-14). A él debe dirigir su admiración, su alabanza y su acción de gracias, haciéndose portavoz de todas las criaturas inanimadas y mudas (97). A Él debe amar con todas sus fuerzas (Dt 6,4).

En el Nuevo Testamento ésta misma es la devoción de Jesucristo ante el Creador, ante el «Señor del cielo y de la tierra», que le llena de gozo (Mt 11,25), como en tantos pasajes del evangelio se manifiesta (Mt 13,35; Mc 10,6; 13,19; Lc 11,50; Jn 17,24). Esta es la espiritualidad de los apóstoles, que al Creador dirigen sus oraciones: «Tú, Señor, al principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos» (Heb 1,10; +Hch 4,24; 14,15; 17,24; Ef 3,9; Col 1,16). El Dios de los apóstoles es el que llama a la existencia a «lo que aún no es» (Rm 4,17). A Dios Creador se dirige el más antiguo culto cristiano: «Adorad al que ha hecho el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas» (Ap 14,7; +4,11).

 

–Espiritualidad creacional en la Tradición

En la Tradición cristiana la devoción al Creador tiene frecuentes y magníficas expresiones. Así en San Agustín: «Tú eres Dios, tú el Creador, tú el Salvador: tú nos diste el ser, tú nos diste la salvación» (ML 35,1653). La Liturgia de la Iglesia invoca con devoción al Creador de todo, incluye en las solemnes lecturas de la vigilia pascual el relato de la creación, y sobre todo en los himnos de la liturgia de las Horas se dirige devotamente al que es Señor del mundo, de sus días, noches y estaciones –Aeterne rerum Conditor, Deus Creator omnium, Lucis Creator optime, etc.–. El corazón de San Agustín, en  la liturgia de Milán,se dilataba participando en estos himnos formidables que cantan al Creador, algunos compuestos por San Ambrosio. Toda esta piedad creacional impregna desde el principio hondamente las diversas escuelas de espiritualidad cristiana. Son inolvidables, por ejemplo, las elevaciones al Creador y el canto a la Creación que en su Carta a los Corintios escribe San Clemente Romano (+97), discípulo directo de los Apóstoles, y tercero de los sucesores de Pedro en Roma.

San Francisco de Asís –el canto al Hermano Sol– y la familia franciscana deben ser citados aquí por su inmensa devoción al Creador. Pero también el principio y fundamento de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola expresa vivamente la convicción de que «el hombre es creado para alabar» a Dios, «y las otras cosas sobre la haz de la tierra son creadas para el hombre, y para que le ayuden a conseguir el fin por el que ha sido creado».

San Ignacio ve a Dios como Redentor, pero también como Creador; y por eso quiere que contemplemos siempre «cómo Dios habita en las criaturas, en los elementos dando ser, en las plantas vegetando, en los animales sintiendo, en los hombres dando entendimiento; y así en mí dándome ser, animando, sintiendo y haciéndome entender; así mismo haciendo templo de mí, siendo creado a semejanza e imagen de su divina majestad» (Ejercicios 235).

La escuela carmelitana sigue a Santa Teresa de Jesús, que se aprovechaba espiritualmente viendo «campo o agua, flores; en estas cosas hallaba yo memoria del Creador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro» (Vida 9,5; +San Juan de la Cruz, 2Subida 5,3).

 

–La devoción al Creador

El amor al Creador es un rasgo fundamental de la espiritualidad cristiana. Como dice San Basilio, «nosotros amamos al Creador porque hemos sido hechos por él, en él tenemos nuestro gozo, y en él debemos pensar siempre como niños en su madre» (Regla larga 2,2). Las Horas litúrgicas de cada día comienzan invocándole: «Venid, postrémonos por tierra, bendiciendoal Señor, Creador nuestro» (Sal 94,6); pues «él nos hizo y somos suyos» (99,3).

La admiración gozosa ante la creación y ¡ante su Creador!, canta incesantemente la gloria de Dios… En la visión cristiana del mundo –a pesar de estar tan destrozado por el pecado–, lo sustantivo es la contemplación admirada; lo adjetivo es el conocimiento penoso del mal. Y no debemos permitir que la pena predomine sobre el gozo. Por el contrario, el entusiasmo religioso debe llevarnos a decir: «Tus acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profun­dos tus designios! El ignorante no los entiende, ni el necio se da cuenta» (Sal 91,5-7).

Hemos de contemplar la presencia de Dios en sus criaturas. Mientras el hombre no ve a Dios en el mundo, está ciego; mientras no escucha su voz poderosa en la creación, está sordo (Sal 18, 2-5; 28). Santa Teresa cuenta que no fue educada en la captación de esa presencia, sino que la descubrió por experiencia (Vida 18,15).

La admiración de Dios en sus criaturas es uno de los rasgos principales de la espiritualidad de San Agustín: «La hermosura misma del universo es como un grande libro: contempla, examina, lee lo que hay arriba y abajo. No hizo Dios, para que le conocieras, letras de tinta, sino que puso ante tus ojos las criaturas que hizo. ¿A qué buscas testimonio más elocuente? El cielo y la tierra te gritan: Somos hechura de Dios» (Confesiones 10,6).

Es la misma vivencia religiosa de San Francisco de Asís que, «en cualquier objeto admiraba al Autor, en las criaturas reconocía al Creador, se gozaba en todas las obras de las manos del Señor. Y cuanto hay de bueno le gritaba: El que nos ha hecho es mejor… Abrazaba todas las cosas con indecible devoción afectuosa, les hablaba del Señor y les exhortaba a alabarlo. Dejaba sin apagar las luces, lámparas, velas, no queriendo extinguir con su mano la claridad que le era símbolo de la luz eterna. Caminaba con reverencia sobre las piedras, en atención a Aquel que a sí mismo se llamó Roca… Pero ¿cómo decirlo todo? Aquel que es la Fuente de toda bondad, el que será todo en todas las cosas, se comunicaba a nuestro Santo también en todas las cosas» (Tomás de Celano, II Vida cp.124). Un árbol, un niño, una flor, una montaña, un vaso de agua… Todo enamoraba su corazón, porque en todo captaba la presencia de Cristo. «Todo fue creado por Él y para Él… y todo subsiste en Él» (Col 1,17-18).

La piedad creacional nos da conciencia de la dignidad del hombre y de Jesucristo, su cabeza. Dios sometió al hombre todas las criaturas (Sal 8,7), y constituyó a Cristo, también en cuanto hombre, Rey del universo, Señor del cielo y de la tierra (Mt 28,18), Heredero de todo (Heb 1,2). Ahora, como dice el Apóstol, «todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios» (1Cor 3 ,23 ).

Por último, el horror al pecado surge de ver que por él nos entregamos a las criaturas, despreciando a su Creador. Es un abismo insondable de culpa y de miseria en el que se hunden los pecadores: «Adoraron y sirvieron a la criatura en vez de al Creador. ¡Bendito él por siempre! Amén» (Rm 1,25).

* * *

La disminución de la devoción al Creador es una de las enfermedades espirituales más graves del cristianismo actual. No es hoy frecuente invocar al Creador –al menos no lo es tanto como en otros siglos–. Árboles, niños, flores, agua, nubes, todas las criaturas, son vistas con ojos paganos, como si subsistieran por sí mismas. Esto, según las personas y circunstancias, lleva a la angustia, a la aridez espiritual, al consumismo ávido, al pecado, a la injusticia…

Si los creyentes antiguos, cuando tan poco conocían del mundo creado, se extasiaban alabando al Creador, ¿con qué entusiasmo habremos de cantar al Creador nosotros, que conocemos como nunca las maravillas del mundo visible? Por otra parte, la piedad creacional –tan propia de la espiritualidad laical– hoy resulta especialmente necesaria, pues jamás el hombre había logrado un tan grande dominio sobre el mundo; nunca había poseído tantas, tan preciosas y variadas criaturas.

“Desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son cognoscibles por la inteligencia mediante las criaturas” (Rm 1,20). Por eso, si el mundo visible no nos habla de Dios, es porque somos unos analfabetos espirituales, que no sabemos leer en ese libro divino tan grandioso.

José María Iraburu, sacerdote

 

Índice de Reforma o apostasía

 

15 comentarios

  
Juan José Acebal
Bellísimo artículo P. Iraburu, que nos mueve a la piedad y alabanza del Creador. Me ha hecho consciente de que esta actitud debo tenerla permanentemente. Es gratificante en si misma y nos mueve a la oración. Me ha hecho recordar las últimas palabras de Santa Clara antes de morir: "Gracias Señor por haberme creado". Palabras que deberíamos repetir constantemente.
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JMI.- El Apocalipsis canta al Señor como Creador y como Redentor:
"Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo, porque por tu voluntad lo que no existía fue creado" (Apoc 4,11). Y al Cordero: ..."porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación, y los hiciste para nuestro Dios reino y sacerdotes, y reinan sobre la tierra" (5,9).
Vivimos y reinamos por la gracia con Cristo, en la unidad del Padre y del ESanto, por los s.de los s. Amén.

Bendigamos al Señor, Creador y Redentor nuestro.
Bendición +
03/11/20 9:44 PM
  
Juan Bautista García
Cuando Dios creó al ser humano lo compuso de una parte de materia y otra espiritual: "Entonces Jehová Dios formó al hombre (´no hubo evolución, sino creación´) del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Gén.1:27) "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creo"(Gén.1:27). Hay un nombre plural al referirse Dios al hombre y a la mujer: "Varón y hembra los creó ; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados" (Gén.5:2). La parte corporal nos relaciona con el mundo exterior, y la espiritual con el Dios Creador. Según revela Dios al apóstol Pablo la personalidad está compuesta de, "espíritu, alma y cuerpo" (1Ts.5:23) Y no cabe duda, que en razón de la caída de Adán y Eva se deterioró toda la personalidad, por ello, Jesús vino a restaurar lo perdido: "renovaos en el espíritu de vuestra mente" (Ef.4:23) Y "habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu (1Ped.1:22). "Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros" (Ro.8:11). Pablo, por revelación de Dios, dice que hay tres tipos de personas en lo que respecta al concepto de vida espiritual: La persona natural (1Cor.2:14), la carnal (1Cor.3:1), y la espiritual (1Cor.2:14 y 15)
Un cordial saludo, y bendición del Señor.
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JMI.- Bendición.
04/11/20 10:08 AM
  
Maria del Carmen
Dios Padre Todopoderoso Creador de Universo ; de todas las galaxias .Es Omnipotente , Omnipresente y Omnisciente.Todo lo sabe y todo lo puede.

La Ciencia no puede afirmar absolutamente nada ; si no lo puede demostrar.. No puede demostrar la existencia de vida inteligente fuera de nuestro sistema solar ; porque no puede viajar a 300.000 kilómetros por segundo para alcanzar a la estrella más cercana. ( 4.5 años luz ).

Sólo Dios puede estar al mismo tiempo en todos los rincones del Universo ; y sólo Dios sabe cuantos planetas hay cómo la tierra.

Cuándo nos unimos a Dios en cuerpo y alma ; y después de la muerte ; estaremos con Él ; y podremos viajar al instante a cualquier planeta habitable del Cosmos .

Nuestro Señor Jesucristo ; " es la imagen del Dios invisible. "

Un cordial saludo.
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JMI.- Bendición +
04/11/20 11:56 AM
  
Luis López
Si Dios hubiera realizado simplemente la creación, y situado en ella al hombre, ya había infinitas razones para adorarle y darle gracias, por hacernos sacado de la nada absoluta y habernos dado la vida. Como dice la Ley, deberíamos amarle con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.

Pero el que, además, de manera impensable, nos haya entregado el amor hasta la muerte de su Hijo, cualquier palabra de amor y adoración se queda corta. O la vida del cristiano es una permanente Acción de Gracias, o sencillamente no podemos decir que vive.
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JMI.- Bendición +
04/11/20 1:42 PM
  
Liliana
Hermoso comienzo de espiritualidad.
Reconocer con admiración la creación natural de Dios Padre en unidad desde el principio con el Hijo y en el Espíritu Santo, por Amor y para el bien de todos.
Te pedimos Padre, que nos quite la ceguera para ver lo invisible en lo visible.
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JMI.-Así sea. Bendición +
04/11/20 11:12 PM
  
Juan Bautista García
Retomo el tema donde lo he dejado en mi último comentario, es decir, respecto a las tres clases de personas, según señala el apóstol Pablo; la natural, la carnal, y la espiritual. ¿Quién es la persona natural? Aquella que no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque las considera irracionales, no comprensibles, "pero el hombre natural no puede percibir las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente (1Cor.2:14), o sea, por medio de un nacimiento espiritual, "lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Jn.3:6). Y como dijo el profeta Ezequiel, "os daré corazón nuevo, y ponderé espíritu nuevo dentro de vosotros" (Ez.36:26). Y Jesús habla de "nacer de nuevo" (Jn.3:36). ¿Quién es la persona carnal? Aquella que, aún siendo creyentes, actúan todavía bajo los impulsos de la vida de carnalidad, "de manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo" (1Cor.3:1).Y en razón de ello es porque andaban en "celos, contiendas, y disensiones" (1Cor.3:3). El cristiano, como dijo el apóstol Pablo, por revelación divina, debe "despojarse del viejo hombre, y vestirse del nuevo hombre" (Ef.4:22 y 24). ¿Quién es la persona espiritual? Aquella que percibe las cosas que del "Espíritu de Dios", en razón de su madurez espiritual, "el espiritual juzga todas las cosas", ya que las tales "se han de juzgar espiritualmente" (1Cor.2:14 y 15), En este discernimiento de la espiritualidad, no vale la sabiduría humana (véase 1Cor.2:4). ¿Cuál de las tres personas refleja lo que somos?
Un saludo, y bendición del Señor.
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JMI.-Va usted empleando mi blog para ir desarrollando una Teología Espiritual en sus diversos temas. Por ahora lo tolero, pero no es ése el fin del espacio ofrecido en cada articulo para "comentarios".
05/11/20 9:34 AM
  
Juan Bautista García
Sinceramente le agradezco el que me haya permitido comentar , una parte, en lo que respecta al "concepto bíblico de la vida espiritual". Le agradecería constase este final de mi intervención en el tema en cuestión. ¡Muchas gracias!
Un saludo, y bendición del Señor.
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JMI.-Bendición +
05/11/20 12:28 PM
  
José ignacio
Muchas gracias Padre por tan magnífico y bello artículo


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JMI.-Gracias.
Pídale al Señor que muchos lectores se interesen por estos temas, que son verdad, camino y vida: puro Cristo.
Bendición +
05/11/20 4:57 PM
  
Patricia
¿Qué cosa es Dios?

— Decid, ¿qué cosa es Dios, oh luces bellas?..
¡Orden! — me respondieron las estrellas.

— Decid, ¿qué cosa es Dios, flores hermosas?
— ¡Belleza! — respondiéronme las rosas.

— Decid, ¿qué cosa es Dios, oh Madre mía. Y Ella, mirando al Crucifijo:
— Amor es Dios — me dijo... Amor más puro que la luz del día.

P. Leonardo Castellani
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JMI.- El gran Castellani.
06/11/20 1:21 AM
  
Ecclesiam
Estimado padre.

Usted ha recibido el don de ser uno de los pocos católicos en todo el universo que hoy día cumplen con el mandato del Apóstol san Pedro: «Si alguno habla, sean palabras de Dios» (I Pe 4, 11). De tal manera que el que habla palabras de Dios no habla él sino Dios a través de Él, como dice san Pablo: «Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortase por nosotros» (II Cor 5, 30). Y puesto que estas palabras divinas «son espíritu y son vida» (Jn 6, 63), son «palabras de vida eterna» (6, 68), ellas cumplen sobradamente lo que ansía y ruega el salmista: «por tu palabra vivifícame» (Sal 119, 37) y por lo mismo, el deseo de toda alma sedienta de Dios: «Como la cierva busca corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente» (42, 2-3).

Roguemos al Señor para que más católicos, hombres y mujeres, cumplan con la vocación a la que fueron llamados: la de brillar como antorchas en el mundo llevando en lo alto «la palabra de la vida» (Fil 2, 16).

Muchas gracias por su post pater. Le ruego siga adelante con la ayuda de Dios. Y me despido pidiéndole su bendición.
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JMI.- Gracias por lo que dice de mí y e mi labor.
Dios quiera que sea verdad.
Bendición +
07/11/20 2:24 AM
  
estéfano sobrino
Yo, montañero impenitente, suelo comentar que "la naturaleza lleva a Dios". Un fallecido filósofo, nada montañero y absolutamente urbano, por cierto, me decía hace años: "desengáñate: tu ves a Dios en la naturaleza porque le llevas dentro; el que no trata con Dios no le ve en ella".
Y no lo olvido, pues he coincidido con personas así de ciegas.

Esto me recuerda un sucedido reciente: en una iglesia de Soria unos abuelos (lo que me pareció por su edad) salían con un nieto de unos 5 años mirando las paredes. Ante un cuadro el niño preguntó:
-¿Quien es esa?
-Una monja.
-¿Y que hacen las monjas?
-Rezar.
-¿Y qué es rezar?
Aquí empezaron a dudar y dijeron por lo bajini algo como "decir oraciones".
Como estaban a mi lado les soplé: "hablar con Dios". A lo que el abuelo me dijo: "es que no sabe qué es Dios...".
Me dieron mucha pena y sigo rezando por ellos.
El que no encuentra a Dios en una iglesia, veo difícil que lo descubra en la naturaleza, aunque los caminos del Espíritu son imprevisibles...
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JMI.- Sí, es como dices en tu última frase.

Un pariente mío, casado y con hijos, no era anticristiano, pero tampoco cristiano. Nunca iba Misa ni recibía los sacramentos. Su templo era "la naturaleza"; y era, como tú, muy montañero. Se le murió un hijo, el único varón, lo que fue para él un golpe muy grande. Un amigo suyo y mío me dijo: +¿A que no sabes qué ha hecho N.N. al perder su hijo?... Le dije: +Se habrá ido al monte; seguro.
Y acerté. La naturaleza, las criaturas, no le alzaban el alma a Dios. Su "dios" era la naturaleza, porque no reconocía ni adoraba al Creador. Y en las grandes penas o alegrías... se iba al monte. Lógico.
Bendición, montañero-creyente +
Bendición de Dios, por supuesto, no de la montaña sagrada ni de la pachamama.
09/11/20 9:55 AM
  
Javidaba
Leyendo su escrito, me ha surgido varias veces el run-run de no saber si en sus palabras había más "doctrina" o más "poesía"... supongo que por aquello de que Verdad y Belleza están entreveradas. Muchas gracias.
Y es que es impresionantemente bello y "orgánico" constatar que la revelación divina en la Creación, es lo primero de que quiere dejar constancia el Espíritu Santo cuando comienza a Revelar las Sagradas Escrituras con los primeros versículos del Génesis: Dios hace una Creación como la que hay ¡para una boda!, la de Adán y Eva... y es tan bueno, y tan muy bueno lo hecho por Él, que el aguafiestas terrorista del infierno, a pesar de sus insidias, será aplastado por la descendencia -es decir, más bodas- de Eva, como queda establecido en el marco del matrimonio de San José y la Virgen, en cuyo seno de realizan los desposorios de las naturalezas divina y humana, que cobrarán todo su potencial sentido en las Bodas del Cordero que nos anuncia el último libro de la Biblia. Y entre ambos libros, como "folleto de instrucciones" para moverse por la Escritura, el Cantar de los cantares.
Más belleza no se puede pedir, más esperanza no se puede alcanzar, salvo por el temor a perder todo este cúmulo de bienes.
Que el Espíritu Santo nos convenza de nuestro pecado para así alcanzar un día su gozo.
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JMI.-Amén. Bendición +
18/11/20 9:56 AM
  
Bardock
Hola muy buenas y felicidades por su blog padre.
Tengo tres preguntas teologico-filosoficas y no se si este es el medio adecuado para expresarla, aun asi lo hare (Especificico que son simples dudas, no son creencias, me someto a lo que la Iglesia dice no obstante si ve que cometo herejia corrijanme):

1) Podemos ver que en el mundo natural el padre es superior al hijo (Entiendase padre e hijo humanos), tiene autoridad sobre el, el hijo no existia cuando el padre si. Podriamos decir que el padre es superior al hijo en terminos terrenales. Ahora la pregunta es:
En la Trinidad al ser las 3 Personas eternas, ¿como puede haber relación Padre-Hijo si ambos son eternos, atemporales y por tanto con imposibilidad de que uno genere o conciba al otro? Eso me lleva a otra pregunta : ¿Jesucristo era el Hijo antes de Encarnarse, o antes era la Segunda Persona de la ST sin ser Hijo, que se hizo Hijo al Encarnarse en el Seno de Maria?

Y otra pregunta

2) Los católicos llamamos padre espiritual a los sacerdotes, a San Jose, a algunos santos, llamamos padre con todo el sentido y sentimiento a nuestro padre terrenal, asi como nuestra madre terrenal y reconocemos su paternidad segun la carne, ademas llamamos Madre a la Madre de Dios, con total sentido y sentimiento, igualando en importancia a la madre terrena, incluso superandola. Ahora bien, que hay con Cristo?
Yo en este momento me negaria a creer que Cristo es solo mi amigo, o mi hermano, eso se queda muy corto por no decir infinitamente corto.
Sentando bases y sabiendo que Cristo no es el Padre, sino el Hijo; teniendo en cuenta que Cristo es la persona por la que amamos al Padre; teniendo en cuenta que Cristo es TODO para mi.
¿Seria licito decir que Cristo es mi padre, mi madre, mi hermano, mi mejor amigo, mi todo...? Teniendo en cuenta por supuesto que Cristo no es el Padre Celestial por supuesto, ni el Espiritu Santo. Ademas teniendo en cuenta que en la filiacion en Cristo tenemos al Padre como Padre, pero todos somos hijos de Dios por creacion no? Cristo es reconocido Creador del universo, por tanto yo seria criatura e hijo de Cristo por Creacion (Tanto cuerpo y alma) y el seria mi padre ya que es mi Creador, y el Creador tiene paternidad sobre lo creado.
Se que es una pregunta controversial que puede causar escrupulo (en verdad infundado ya que llamamos padre a nuestro padre terrenal, a un simple ser humano) y que no se ha tocado ni el el catecismo, no se si algunos santos le nombran asi.

En fin, es que no me entra en la cabeza poder llamar papa a mi padre terrenal y no poder llamar padre a Cristo, que es como siento que debe ser nuestra relacion, aunque tampoco se ha condenado como herejia (Lo que se condena es decir que Cristo es el Padre manifestado en forma de Hijo)
Cristo mismo dice hijos/hijitos a los apostoles antes de ser crucificado.
Ademas vemos las oraciones tradicionales "Señor mio Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mio" jamas condenadas por la Iglesia
O versiculos mesianicos de Isaias en el que se le llama padre eterno.

Recalco que esto es lo que me gustaria que fuera, no se si es licito o no, por eso me gustaria una respuesta contundente de si es herejia o no lo es.

Saludos espero su respuesta y muchas gracias
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JMI.-La cabellera de sus pensamientos está muy enmarañada. Tratar de peinarla, dejando cada pelo en su sitio, sería sumamente laborioso. No me animo.

Dice Jesús, por ejemplo, que quien hace la voluntad de Dios "ése es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mc 3,35). Unas veces habla con toda precisión en las palabras, otras veces, como ésta, conforme a los modos semíticos de hablar, lo hace en sentido figurado o poético. Leyendo la frase citada como ejemplo, ¿tendremos que pensar que los buenos cristianos son "madre de Cristo", y que por tanto "Él es su hijo"?... Bien claro lo afirma.
Y no.

Yo le aconsejo que se atenga al lenguaje tradicional en la Iglesia, que a veces también Ella usa lenguaje poético-figurado.
20/11/20 9:51 PM
  
Bardock
Disculpeme padre, me deje llevar por la pasión en mi último comentario.
Entonces una simple pregunta; ¿El calificativo de Dios es padre por creacion, tan de moda ahora por la encíclica del santo padre Francisco, es característica de Dios en todas sus personas no? Padre, Hijo y Espiritu Santo
Saludos, rece por este pobre seglar 3 avemarías si no es mucho pedir.
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JMI.-Siento no haber podido publicarle antes y contestarle.
Aplique el consejo que le di a su anterior comentario.
"Yo le aconsejo que se atenga al lenguaje tradicional en la Iglesia".
Oración y bendición +
27/11/20 9:23 PM
  
Maricruz Tasies
Tampoco apago luces y me levanto antes de la aurora para ver su luz.
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JMI-El Reino de Dios está "dentro" de vosotros.
Bendición +
03/12/20 1:01 PM

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