(133) Cristo vence los males del mundo -I

–Los males del mundo… Un tema triste.
–Es un tema alegre. Cristo Salvador lo vence todo: el pecado y la muerte, el dolor y el sufrimiento, y nos comunica su victoria. Es el Evangelio, la Buena Noticia.

Reforma o apostasía pretende, entre otras cosas, señalar aquellas verdades de la fe que están oscurecidas, olvidadas o negadas, para confirmarlas en Cristo, luz del mundo, de modo que iluminen y alegren nuestra vida, dándonos respuestas, concretamente, sobre el misterio del mal, que tantas veces hoy escandaliza y entristece. Escribo estos artículos poco después de las grandes catástrofes sufridas en Haití y en el Japón.

–Grandes males afligen al hombre, y le dan mucho que sufrir y que pensar. Enfermedades terribles, pobrezas y hambre, soledad e injusticias, guerras y exilios, el paro laboral… Males enormes que surgen bruscamente: pestes devastadoras, como la que a partir de 1348 hizo morir a un tercio de la población de Europa. La Bestia comunista, que mata cien millones de hombres en el siglo XX. La II Guerra Mundial, bombardeos como los de Hamburgo, Hirosima, Nagasaki. Guerras civiles. El terror rojo en Camboya, terremotos, sida, epidemias… A veces son males enormes que pasan, como un huracán, un terremoto, una epidemia, un tsunami arrasador. Pero otras veces son males enormes que perduran, y que, en cierto modo, vienen a ser asimilados socialmente, como los millones de abortos, la pobreza angustiosa de gran parte de la humanidad, las drogas, los crímenes y delitos… «Así ha sido siempre». Es un misterio.

–El mal escandaliza a los que están «sin Dios y sin esperanza en el mundo» (Ef 2,12). Ya entre los filósofos más antiguos hubo algunos que formularon el dilema ateo: o Dios es al mismo tiempo bueno y omnipotente o no existe. Ahora bien, si permite los enormes males que hay en el mundo, o es bueno, pero no es omnipotente para evitarlos, o es omnipotente, pero no es bueno ya que los permite. Luego Dios no existe.

El hombre que vive en las tinieblas, sin la luz de la fe, ha reaccionado de modos muy diversos ante la provocación del mal. Trata de rehuirlo en el placer y la disipación: «comamos y bebamos, que mañana moriremos» (1Cor 15,32). Recurre a las drogas o al suicidio. Intenta vencer el sufrimiento de los males con un espíritu impasible, como estoicos, budistas, confucianos. En todo caso, para todos ellos los males son malos, absoluta y totalmente malos, sin ningún sentido positivo. Unas veces el peso aplastante del mal ayuda a los hombres a ser humildes y compasivos, resistentes al dolor y a la pobreza. Otras veces ese mismo peso les endurece con un egoísmo amargo, cruel, sin piedad hacia el prójimo. A unos les vuelve hacia Dios, pero para otros les justifica su ateísmo resentido y desesperado. Mondo cane.

Atenas, durante el segundo año de su guerra con los espartanos (430 a.C.), cuando su victoria todavía parecía posible, sufrió una devastadora peste, quizá de tifus, que mató a un tercio de los concentrados en la ciudad con ocasión de la guerra. En aquella peste el mal fue causa de una perversión moral generalizada. Tucídides, general ateniense, en su Historia de la Guerra del Peloponeso (lib. II,53), describe minuciosamente los horrores corporales y sociales de aquella peste, pero también las degradaciones espirituales que ocasionó: «La peste, sobre todo, marcó también en la ciudad el comienzo del desorden en otros aspectos… Ni el temor de los dioses ni ninguna ley humana constituía un límite, pues consideraban igual la piedad que la impiedad, al ver a todos muriendo lo mismo… Tenían ya sobre sus cabezas una condena decretada, y era normal que gozaran algo de la vida antes de que les cayera encima».

–El mal escandaliza también a los cristianos débiles en la fe o desviados por las malas doctrinas. Todos aquellos ambientes neomodernistas de la Iglesia, que hoy se avergüenzan de la cruz de Cristo, ridiculizan el amor a la Cruz, aquel amor apasionado, por ejemplo, que dejó marcados en San Francisco de Asís los estigmas de la Pasión de Cristo, o en el Santo Padre Pío. Hablan con desprecio de la espiritualidad dolorista, despreciando la devoción a la penitencia. Y cuando suceden de pronto grandes catástrofes, predican la perplejidad de la duda, el resentimiento hacia Dios, la negación de la Providencia divina sobre lo grande y lo mínimo, dan patadas a la Cruz… Transcribo textualmente algunas de las consideraciones oídas o leídas a sacerdotes o a escritores católicos con ocasión de una gran catástrofe:

«No entendemos por qué el misterio del mal envuelve siempre nuestras vidas»… «Nos creíamos señores de la naturaleza, y de pronto ella rompe todas nuestras previsiones con un misterio que nos desconcierta»…

«¿Es compatible tanto dolor con la existencia de Dios?»… «¿Por qué Dios lo ha permitido?»… «Desconcertados, abrumados, y aún podría decir, indignados por tanto dolor, nos preguntamos ¿dónde está Dios? Y desde la fe respondemos: “no está Dios en la violencia de una naturaleza desmandada, que mata a los hombres”. Ni siquiera nos convence del todo la expresión “Dios lo ha permitido”, en la que no encontramos consuelo. Dios no interviene en el proceso de unas leyes de la naturaleza, siempre inalterables y a veces crueles con la fragilidad del hombre»…

«¿Dónde está Dios en este suceso espantoso? Es inútil buscarlo en la brutalidad de las fuerzas desencadenadas de la naturaleza. Lo encontraremos, sin embargo, en tantas personas buenas, que han acudido a prestar su ayuda generosamente: ahí es donde está Dios»… Por estas ideas iba el pensamiento del Abbé Pierre, el de los Traperos de Emaús, cuando, a sus 93 años, poco antes de morir (+2007), escribe el libro Mon Dieu… pourquoi? (Plon 2005), Dios mío… ¿por qué? (Ediciones B 2006)… Da pena y vergüenza que sacerdotes y escritores católicos piensen y se expresen como paganos.

–Cristo Salvador es la Verdad total, que responde a todos los interrogantes del hombre. Él es el Consolador de la humanidad (Is 40, Lc 2). Y en Él todos hemos de ser consoladores de una humanidad que vive aplastada bajo el peso de sus culpas, con muchas penalidades y depresiones. Por eso a todos los cristianos, a todos los que hemos sido alegrados con el Evangelio, con la Buena Noticia, nos corresponde un ministerio de consolación. Hoy es muy especialmente necesario, cuando el mundo, sobre todo en el Occidente descristianizado, habiendo apostatado de la fe en Cristo, ha quedado envuelto en las tinieblas y sombras de muerte. Y este ministerio de consolación corresponde muy especialmente a los sacerdotes, puesto que siempre han de re-presentar a Cristo entre los hombres, y precisamente como Consolador. Por eso todos los discípulos de Cristo, curas y laicos, debemos tener en la mente y el corazón muy encendida la luz de la fe y bien pronta la caridad para consolar.

«Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos consolar nosotros a todos los que sufren con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así por Cristo abunda nuestra consolación» (2Cor 1,3-4).

Recordemos, pues, varias verdades fundamentales de nuestra fe, que en estas situaciones trágicas han de dar conformidad, paz y esperanza a nosotros y a nuestros hermanos. Citaré con frecuencia el Catecismo de la Iglesia Católica, indicando sus números entre corchetes […]

Quiso Dios hacer al hombre libre. Podría Dios haber hecho hombres no-libres, asegurados en el bien automáticamente. Y no habría pecados, ni horribles consecuencias del pecado. Pero no serían imágenes de Dios, no serían hombres. Quiso Dios hacer criaturas-libres para que fuesen imagen Suya, para que pudieran ser deificadas por la gracia de Cristo. Un perro, una piedra, un árbol no pueden participar de la naturaleza divina. El hombre-libre bueno sí, y el pecador también, si con la gracia de Dios se convierte.

Ángeles y hombres fueron creados libres, con libertad de criaturas, limitadas, falibles, y «por eso, dice el Catecismo, pueden desviarse. De hecho pecaron. Y fue así como el mal moral entró en el mundo, incomparablemente más grave que el mal físico. Dios no es de ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa del mal moral. Pero lo permite [sólo en la medida juzgada conveniente por su bondad], respetando la libertad de su criatura, y, misteriosamente, sabe sacar de él el bien: “porque el Dios Todopoderoso… por ser soberanamente bueno, no permitiría jamás que en sus obras existiera algún mal, si Él no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir un bien del mismo mal” (S. Agustín)» [311].

Todos los males del mundo proceden del pecado original y de los pecados que le siguen durante la historia humana. La profunda vigencia actual del pelagianismo entre los cristianos es la explicación principal de la sorprendente estupidez de no pocas predicaciones y comentarios. Antes del pecado humano, el mundo entero es una manifestación casi infinita de la sabiduría, de la hermosura, de la bondad de Dios. No hay entonces enfermedades, ni maldades, ni guerras, ni injusticias, ni tampoco catástrofes naturales que angustien la vida de los hombres. Por el contrario, «salida de la bondad divina, la creación participa de esa bondad: “y vió Dios que era bueno… muy bueno” (Gén 1,4.10.12.18.21.31)» [299]. Israel y la Iglesia, en un contraste notable con la mayoría de las religiosidades paganas, tienen la convicción gozosa de la bondad original del mundo creado: «¡cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría!» (Sal 103,24).

Mientras el hombre se mantiene unido a Dios, el mundo es para él un paraíso, un marco armonioso y bello, siempre favorable, que se mantiene sujeto a su dominio. Dios, en efecto, le ha dado al hombre poder para «someter la tierra y dominar» en ella a toda criatura (Gén 1,28-29). Bendito sea, pues, el Señor, autor de tantas criaturas maravillosas, que aún ahora, después del pecado, guardan su dignidad majestuosa y fascinante, aunque sea imperfectamente, y nos asombran y dilatan el corazón.

Es el pecado del hombre el que destroza horriblemente la original armonía del mundo y de la vida humana. Al rebelarse el hombre contra Dios, su cuerpo se rebela contra el alma, y la naturaleza entera se alza contra el hombre [386-390, 396-406].

Alma-cuerpo: «la armonía en la que se encontraban [Adán y Eva en un principio], establecida gracias a la justicia original, queda destruida. El dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (Gén 3,7)». –Varón-mujer: «la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones (3,11-13), y sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el dominio (3,16)». –Enfermedad y muerte: «Y por fin, la consecuencia explícitamente anunciada para el caso de desobediencia [la muerte] (2,17) se realizará: el hombre “volverá al polvo del que fue formado” (3,19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (Rm 5,12)» [400]. –La misma naturaleza humana está herida, debilitada, trastornada: «toda la persona de Adán por aquella ofensa de prevaricación fue mudada en peor (in deterius commutatum), según el cuerpo y el alma» (Trento DS 1511).

Como dice el Vaticano II, «creado por Dios en la justicia, el hombre, sin embargo, por instigación del demonio, en el mismo comienzo de la historia, abusó de su libertad, levantándose contra Dios y pretendiendo alcanzar su propio fin al margen de Dios… Y esto que la Revelación divina nos enseña coincide con la misma experiencia. Pues el hombre, al examinar su corazón, se descubre también inclinado al mal e inmerso en muchos males que no pueden proceder de su Creador, que es bueno. Negándose con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompió el orden debido con respecto a su fin último y, al mismo tiempo, toda su ordenación en relación consigo mismo, con todos los otros hombres, y con todas las cosas creadas» (GS 13a).

«Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el campo de la educación, de la política, de la acción social y de las costumbres» [407]; y de la actividad pastoral, catequética, misionera. Este error pelagiano, unido como siempre al arrianismo, es hoy el error más grave y difundido entre los católicos.

La historia trágica de la humanidad la conocemos por los libros, pero también se nos muestra en el periódico de cada día. Un día tras otro nos hace comprobar que «desde este primer pecado, una verdadera invasión de pecado inunda al mundo: el fratricidio cometido por Caín en Abel (Gén 4,3-15), la corrupción universal, a raíz del pecado (6,5.12; Rm 1,18-32)»… [401]. Innumerables desgracias y sufrimientos son causados por el hombre y por la naturaleza trastornada. Es así como la convivencia humana se hace injusta y violenta –robos, adulterios, abortos, opresiones, mentiras, injusticias, hambres, crímenes y guerras interminables, policías y jueces siempre desbordados, cárceles sobrehabitadas y degradantes, políticos corruptos o incapaces, errores y horrores en el campo de la educación, de la justicia, de los medios de comunicación, prensa, televisión, cine, etc.–.

También el mundo creado se trastorna con el pecado de la humanidad, y guardando todavía en parte su armonía originaria, se hace en parte imprevisible y caótico: «la armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre extraña y hostil (Gén 3,17.19). A causa del hombre, la creación es sometida “a la servidumbre de la corrupción” (Rm 8,21)» [400].

La codicia, la brutalidad, la torpe imprevisión de la humanidad pecadora altera profundamente la armonía de la creación visible, tala brutalmente los bosques, envenena la atmósfera, produce desiertos o zonas pantanosas, altera los ciclos climáticos, da ocasión a una alternancia desastrosa de sequías e inundaciones, causa plagas entre plantas y animales, y hasta hace que la tierra se estremezca en terremotos catastróficos.

Hay un nexo misterioso entre el pecado de la humanidad y la rebelión de la naturaleza contra el hombre. Es imposible, por supuesto, ver en cada caso el nexo causal concreto de las catástrofes naturales. Pero lo que sí parece cierto es que nada de eso –sequías, inundaciones, terremotos, incendios, etc.– existía en el mundo antes del pecado de los hombres. Es palabra de Dios: «vuestras culpas han trastornado el orden, vuestros pecados os dejan sin lluvia» (Jer 5,25).

Antes del pecado humano, la tierra es un paraíso, un Jardín del Edén, en el que toda la naturaleza es favorable al hombre que la domina. Así lo revela la Escritura sagrada en textos, ciertamente, de muy difícil interpretación (Gén 2,8-15; 3,23-24; Ez 28,13-16; 36,33-36; Jl 2,3). Después del pecado, Adán y Eva y su descendencia son arrojados fuera del paraíso. Y el Diluvio se produce «viendo Dios cuánto había crecido la maldad del hombre sobre la tierra, y cómo todos sus pensamientos y deseos solo y siempre tendían al mal» (Gén 6,5-8). San Pablo señala la existencia de una misteriosa solidaridad entre el mundo creado y la humanidad, tanto en la corrupción como en la salvación: por eso ahora las criaturas están oprimidas en «la servidumbre de la corrupción», de modo que «la creación entera gime y siente dolores de parto», esperando «participar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (cf. Rm 8,19-23). Cuando Cristo fue asesinado en la Cruz «tembló la tierra, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron» (Mt 27,51-52), «el sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra» (Lc 23,44).

Por último, o en primer lugar, conozcamos que los males del mundo son diabólicos. El peor de los males que la humanidad sufre es el menos visible, el más ignorado, el más negado, el más olvidado incluso por los creyentes: «el diablo adquiere un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre. El pecado original, en efecto, entraña la servidumbre bajo el poder de “aquél que poseía el imperio de la muerte, es decir, del diablo” (Heb 2,14)… Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren así al mundo en su conjunto una condición pecadora, que puede ser designada con la expresión de San Juan: “el pecado del mundo” (Jn 1,29)… Y esta situación dramática del mundo, que “todo entero yace en poder del Maligno” (1Jn 5,19; cf. 1Pe 5,8), hace de la vida del hombre un combate… contra los poderes de las tinieblas» [407-409]. No se entiende nada de lo que pasa en el mundo si no se conoce y se recuerda que a través de toda la historia humana se está librando «una dura batalla contra el poder de las tinieblas» (GS 37).

Pero Dios hace brillar siempre una luz en la oscuridad. Al comienzo mismo de la historia del pecado, inicia ya el Señor la historia de la gracia y la esperanza, como lo comprobaremos, con el favor de Dios, en el artículo siguiente.

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

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36 comentarios

  
Luis Fernando
Oportunísimo artículo.

Destaco:
Da pena y vergüenza que sacerdotes y escritores católicos piensen y se expresen como paganos.

Y más pena da que se les permita seguir siendo sacerdotes.

26/04/11 6:52 PM
  
Ernesto
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JMI.- No publico los comentarios de quienes ocultan su "identidad" en la web, y unas veces los firman como luis, y otras veces como P. Karadima, P. Carlos Buela, ernesto, ludovicus,etc.
Al menos si me doy cuenta, claro.
26/04/11 7:05 PM
Iba a decir lo mismo que Luis Fernando, pero veo que ya se me ha adelantado.
26/04/11 7:14 PM
  
Tineo
Un artículo muy elaborado y con una exposición ordenada, clara y reconfortante, incluso en momentos vitales de dolor, soledad y adversidad.

PD: luis firma habitualmente como "ludovicus" en algunos blogs de Argentina. Sugiero que se le permita participar respetando las reglas del portal aunque elija distintos pseudónimos. Sus comentarios serían una aportación útil para debatir, matizar y comprender mejor los temas del blog. Gracias por leerme.
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JMI.- Gracias por su bienintencionada sugerencia, pero no.
26/04/11 8:33 PM
  
Iohannes
"...lo que sí es cierto es que nada de eso –sequías, terremotos, guerras, incendios, etc.– existía en el mundo antes del pecado de los hombres."

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Hombre, no sé. Ciertamente, está claro que las guerras e incendios (provovados), así como todo lo que en general está conectado a una intervención de la voluntad humana, pues no existía antes del pecado de los hombres. Pero todo lo que denominamos "catástrofes naturales"... Parece que la arqueología, paleontología, el estudio geofísico del planeta, etc., prueban con bastante claridad que mucho tiempo antes de que el hombre pecase, e incluso de que pisara por primera vez la tierra, ya había sequías, terremotos, inundaciones, incendios (naturales)... y más cosas, como glaciaciones o incluso caídas de meteoritos, todo lo cual constituiría un serio peligro para el hombre, en caso de estar allí.

¿Qué significa esto?

Yo distinguiría netamente aquellos males directamente provocados por el hombre de aquellos considerados como "catástrofes naturales". Es verdad que luego hay casos intermedios, como catástrofes naturales que indirectamente remiten a decisiones humanas erróneas o francamente "malas", marcadas por el egoísmo o la arbitrariedad (como construir ciudades sobre placas tectónicas, o urbanizar lechos de antiguos ríos, etc.). Pero haría esa neta distinción, y no porque considere que las catástrofes "puramente" naturales no tengan su origen en el pecado. Creo que lo tienen, pero si es cierto (con un elevado grado de certeza) que ya se daban miles y millones de años antes de la aparición del hombre, hay que afrontar decididamente la cuestión que con toda claridad se plantea:

¿En qué pecado encuentran su raíz las "faltas de armonía" en la Creación antes de la creación del hombre?

Es esta una interesante cuestión, que personalmente medito desde hace tiempo. Porque no sólo se trata de catástrofes naturales; también de la armonía entre las especies creadas. Está claro que millones de años antes del hombre ya había "Tiranosaurios" que se cepillaban a "Brontosaurios". ¿Es esto una expresión de armonía, o de disarmonía? Para los Padres de la Iglesia, este tema de la "armonía" era fundamental. San Ireneo de Lyon, por ejemplo, lo erige en principio hermenéutico que aplica a todos los niveles: la Creación, las Iglesias, la Escritura... constituye para él la armonía una especie de "sello" genuino de Dios. Y lo aplica explícitamente también a las especies creadas. A este respecto, es interesante su exégesis de Is 11 cuando habla del futuro reino de Cristo, donde las especies no se devorarán unas a otras. Claramente esto conecta con el arranque del Génesis, cuando dice que los animales todos se alimentaban de hierba. Efectivamente, casa un poco mal pensar en una Creación armónica, con los hombres reconciliados entre ellos y con Dios, y el resto de especies mientras tanto devorándose unas a otras.

Pero, en fin, si esto es así, ¿cómo se explican las manifestaciones de "disarmonía" en la Creación en general y también entre las especies antes de que fuese creado el hombre? A mi modo de ver, sólo caben dos opciones:

1) Dios creó algo "disarmónico" en sí mismo.- Esto así dicho suena un poco bruto, pero he de decir que lo defienden muchos católicos, incluidos profesores de teología (el que yo tuve de Antropología teológica, sin ir más lejos). Obviamente no se dice así, pero sí de otras formas: por ejemplo, sosteniendo que el "ciclo de la vida" (o de la muerte, podría decirse igualmente), es algo perfectamente natural, sólo que "a nosotros" nos parece violento, pero en sí mismo no lo es...

2) Como la anterior opción me parece que contradice claramente la Tradición y deja en mal lugar a Dios, yo me inclino por una segunda opción, que es interpretar en sentido fuerte Sb 2,24: "por envidia del Diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen". Es decir, es posible sostener que había disarmonía antes del hombre y que esta se debe al pecado y no a un "defecto" de Dios, sencillamente porque el pecado original del hombre no fue el primero de todos. Hubo otro mucho antes: el del Diablo.

Esto dejaría abierta otra pregunta misteriosa: ¿Por qué dejó Dios que el Diablo desordenara la Creación antes de que fuese creado el hombre? En fin, seguiremos meditando...

Muchas gracias por el artículo.
Saludos
+
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JMI.- Gracias por sus valiosas reflexiones. No hay sobre el tema una Revelación clara, ni tampoco Magisterio apostólico preciso, ni doctrina común entre los Padres. Por eso puede haber doctrinas teológicas diversas sobre el tema, siempre que respeten suficientemente los datos que sí están revelados en la Escritura y enseñados en el Magisterio. De todos modos... no parece que se respete la Biblia si se considera que el pecado masivo de la humanidad y el Diluvio fueron una "mera coincidencia", o que lo fuera también el asesinato de Cristo y la conmoción de la tierra... Y menos aún parece lícito "negar" la historicidad del Diluvio o de lo afirmado por los evangelistas. Por otra parte, estando Adán y Eva en la tierra, cuando ésta era todavía el paraíso, el Jardín del Edén, antes del pecado humano, no parece que fuera posible que surgiera un león de entre la maleza y se los comiera, dejando solo los huesitos. Hoy este fenómeno sería considerado perfectamente "natural".

Gracias de nuevo. He precisado un poco más el texto del artículo.
27/04/11 1:06 AM
  
Ricardo de Argentina
Antes era más fácil, se decía "Dios castiga" y sanseacabó. Porque se aceptaba que un Padre podía castigar amorosamente buscando el bien del castigado. Ahora eso es políticamente incorrecto y se habla de un "dios sádico". Por eso Queiruga, hombre políticamente correcto si los hay, no lo puede aceptar.
Hace poco leí en un periódico, sección "Política", un título que rezaba: "Fulano habla de premios y castigos pero se olvida que estamos en democracia"· Efectivamente, estamos en democracia y nadie puede castigar, ¡ni siquiera Dios!. Entonces, cuando la naturaleza castiga -porque un tsumani no es un premio, pienso yo - quedamos "desconcertados" o bien decimos la mar de las tonterías. ¿O será acaso que la Naturaleza no es democrática?

Gracias Padre por volver las cosas a su quicio. Solamente afirmándonos en las verdades fundamentales, las que enseña la Iglesia, podremos evitar caer en las frívolas y super contradictorias necedades al uso. Hay que hacerlo, aunque resulte "políticamente incorecto". Por la salud de nuestra mente y por la salud de nuestra alma.
27/04/11 1:37 AM
  
Dr. Sonnel
Querido Padre:
En pocos renglones resuelve todo el problema magníficamente. Nos hemos olvidado del pecado original y que es el hombre, a causa del pecado, el que de una manera misteriosa descalabró la creación. Gracias.
27/04/11 6:29 AM
  
Gabar
No recuerdo haber leido u oido a ningún sacerdote hablar directamente del pecado original, ni de nuestra tendencia (la humanidad) al mal.
Justo todo lo contrario, somos todos estupendos, es injusto lo que nos ocurre etc; vamos, que no hubo motivo para que Dios enviase a su Hijo al mundo para redimirnos; al menos eso se desprende de lo que dicen muchos sacerdotes,si el pecado no ofende a Dios, ni ahora ni nunca, si no tuvimos que ser redimidos....¿entonces?

queiruga-dinio, le confunde la vida...


Gracias Padre Iraburu, por hablar claro y directo.
27/04/11 10:57 AM
  
Luis Manuel Lorca
Una vez se me acercó una señora con un panfleto de los Testigos de Jeová y me preguntó: "Joven, ¿sabes quién es el gobernante de este mundo?", y yo le respondí, "Satanás, el Enemigo, el Príncipe de este Mundo".

La señora se quedó pálida y me preguntó: "¿Y cómo lo sabes?". Respondí: "Señora, porque soy católico". Sonrió y asintió pensativa, "¡cuánta razón tienes!", y se fue.

Pues eso. Soy católico, no pagano.
27/04/11 3:27 PM
  
Gaby
Hay clavos y hay martillos. El problema del mundo es que sólo mira los clavos y se olvida que hay martillos para hundirlos, sacarlos, hacerlos útiles o desecharlos.

Hay pecado y hay arrepentimiento. ¿Sería distinto el mundo si todos se confesaran? Estoy completamente segura que sí.
27/04/11 3:49 PM
  
Alonso Gracián
Querido P.Iraburu, quisiera, si me lo permite, aportar algo a su profundo post,

acerca de la presencia del mal en la creación "antes" (históricamente hablando) del pecado original.

La depredación y la crueldad en la naturaleza, en general, está claro que es consecuencia del pecado original, como sabemos.

No importa en absoluto que sea (cronológicamente) antes o después de la aparición del hombre. Una causa "posterior en el tiempo" puede producir efectos "anteriores a la causa" en la cronología.

Porque una causa metafísica no se rige por leyes físicas ni temporales. Es lo mismo que, cuando en un plano completamente distinto, decimos que María fue preservada del pecado original en virtud de los méritos de la Pasión de su Hijo. Una Pasión que aún no había sucedido en el tiempo sirvió para preservar del pecado original a la Madre del Señor en su concepción.

Es decir, una causa puede producir un efecto anterior (espaciotemporalmente) a sí misma.

La depredación, por ejemplo, que se daba entre las criaturas (ejemplo los dinosaurios) antes de la apariciòn del ser humano, es asimismo consecuencia del pecado original, que aunque pudiera no haberse producido aún, se iba a producir. Como Dios sabía.

Hay causas que producen efectos en un sentido no correlativo en el tiempo, sino esencial. Como, en otro sentido, la oración retrospectiva, que puede cambiar, por así decir, el pasado.

Por ejemplo. Van a operar a un familiar a las diez de la mañana. Yo quiero rezar para que todo salga bien. Pero no me acuerdo, y rezo a las doce, cuando aún no sé nada de esa operación.

Tiene mucho sentido que yo rece a las doce para que haya salido bien la operación que se produjo a las diez, porque sé que el Señor sabe que yo a las doce voy a rezar por lo que sucede a las diez, y el Señor, que lo sabe, puede responder a las diez a la oración que yo le dirijo a las doce.

Creo que en este sentido se puede explicar que exista el mal en la naturaleza antes de la aparición del ser humano. En el sentido de que hay causas atemporales que producen efectos temporales. Y aunque el pecado original fue un hecho histórico, lo fue en un sentido temporal distinto que el que existe en la creación tal y como la conocemos. Son temporalidades distintas.

En fin, sólo queria aportar estas observaciones, que creo plausibles.
Gracias padre Iraburu por su labor.
Dios le bendiga. Un abrazo muy fuerte en el Señor, desde María Inmaculada
27/04/11 4:41 PM
  
Jorge
Gracias P. Iraburu por este artículo tan esclarecedor. No he leído ningún libro que aborde este tema de forma tan lúcida. La reflexión de Iohannes es muy interesante, aunque cuando se hace teología no es conveniente mezclarla con la ciencia, o mejor dicho, con lo que los científicos consideran "científico". Parece que algunos, por temor a que determinadas teorías sean corroboradas como verdaderas en el futuro, intentan conciliar teología y ciencia a cualquier precio. Me viene a la mente el caso de Karl Rahner y el poligenismo tan de moda en su época. En mi opinión, en la actualidad la ciencia se presenta al mundo como la "gran maestra" de la humanidad, en cierto sentido se la ha divinizado, de modo que ella tiene la última palabra sobre cualquier cuestión sea del ámbito que sea.

Como nos advertía Pío XII en la Humani Generis, es obligación de todo católico seguir el Magisterio de la Iglesia (aun el ordinario), y si alguna hipótesis científica parece estar o está en oposición con la fe, se la rechaza y punto; sin conciliaciones absurdas que lo único que consiguen es obscurecer el dato de fe y provocar el disenso.
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JMI.- Creo que acierta en lo que señala. La teología reflexiona sobre la fe (la Revelación: Escritura, Tradición, Magisterio) y trata de expresarla del modo más preciso posible, sistemático, coherente. No ignora los datos de la ciencia, pero no se apoya en ellos del mismo modo que en la roca de la fe.

Viniendo a nuestro tema. Que el hombre primero, antes del pecado, vivía en el Jardín del Edén, con una naturaleza creada absolutamente favorable y puesta bajo su dominio, es dato de fe, es una verdad de la Revelación divina. En cambio, que ya antes del pecado había en la naturaleza catástrofes y disarmonías es un dato científico, en el actual estado de la ciencia, que señala Iohannes, difícilmente conciliable con la verdad anterior. El primer hombre, según eso, quedaría ya, antes del pecado, situado en un mundo en el que lo mismo podía salir un león de la maleza y comérselo, que podía, por un corrimiento de tierras, venírsele un cerro encima, y morir aplastado. Como se ve, un Jardín del Edén muy poco edénico. No convence.
27/04/11 5:40 PM
  
susi
En efecto, por el pecado, la mayor desgracia, entraron todas las demás en el mundo.
Muchas veces, los males los provoca el propio hombre por su desorden:por ejemplo ¿es que no hay alimentos para todos o es que están mal repartidos por la codicia de unos pocos?
Los hombres no podemos entender los designios de Dios, que, de lo malo, saca el bien. Por ejemplo: una catástrofe natural puede hacer que otros sean más generosos, que piensen en que dependemos de Dios para todo, que debemos ser humildes y compasivos...
Cuando se miran las cosas con la luz de la fe, todo tiene sentido, o, al menos, sabemos que Dios lo llevará para nuestro bien.Una enfermedad nos puede hacer santos de altar si la aprovechamos bien,pero hay que ver con los ojos de la Fe.Como decía el zorro en el capítulo 21, al Principito:" Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos".

Y no olvidemos que la verdadera catástrofe y el peor mal es el pecado, cosa que parece no importar demasiado en este mundo en que vivimos.
Feliz Pascua de Resurrección a todos.
27/04/11 6:38 PM
  
Victor
Leo con sumo interés sus artículos y sus libros, que me hacen un bien enorme, que posiblemente no imagine. Gracias.
27/04/11 6:54 PM
  
Luis Manuel Lorca
En cambio, que ya antes del pecado había en la naturaleza catástrofes y disarmonías es un dato científico, en el actual estado de la ciencia, que señala Iohannes, difícilmente conciliable con la verdad anterior.


Pues no, no se concilia. El hombre antes de la caída no podía padecer como catastróficos los fenómenos geofísicos (inundaciones, terremotos, rayos, incendios). Estos se daban, como es lógico, pero el hombre no los padecía como catástrofes, quizá debido sus dones preternaturales que les daba un conocimiento superior sobre ellos, ya que era dueño en perfecto orden de la creación.
27/04/11 6:56 PM
  
Liliana
Gracias Dios, por darnos un verdadero sacerdote. Que atrayente seria la Iglesia Católica Apostólica Romana si todos los sacerdotes, tomaran en serio y de verdad creyeran en la salvación de Cristo.
La humanidad antes de Cristo no tuvo la oportunidad de pedir perdón en forma personal, cuando no cumplía la ley, hoy gracias al Hijo de Dios Resucitado tenemos el misterio del Sacramento de la Confesión, si no echamos afuera al gran malhechor de los pecados, no puede morar Dios en nuestro corazón, en nuestra vida y en el mundo.
Jesús resucito para multiplicarse y hacerse presente invisiblemente en todo hermano absuelto de pecados, para protegerlo y liberarlo de todo mal, o convertirlo para sanarlo de todas sus opresiones y enfermedades.
El día que los saciados agradezcan y los necesitados busquen a Dios Trino, nos daremos cuenta porque faltaran bancos en la Iglesia de Cristo, no para escandalizarse del mal sino para decir conciente por mi culpa, por mi culpa por mi gran culpa.
Mi alma esta alegre porque usted dice lo que hay que decir, lo admiro José María Iraburu.

28/04/11 1:51 AM
  
Fijo Ð Algo
Querido Padre José María:

Solo apuntar, que en este tema del sufrimiento de la humanidad en relación al pecado existente, hoy por hoy, tiene mucha influencia el pecado colectivo, público y nacional. Como por ejemplo: la "educación" atea, el aborto, la perversión institucionalizada de los niños, el "matrimonio" homosexual, modas indecentes, pornografía, divorcio, leyes estatales contrarias a la Ley Divina...&c.

Lógicamente, toda esta serie de pecados colectivos, no tienen expiación en la siguiente vida; no existe el purgatorio nacional, regional o europeo... de ahí que el llamado "Juicio de las Naciones" tendrá su lugar en esta vida temporal.

Los pecados públicos, conllevarán a su vez una expiación pública: de ahí que los miembros de una sociedad, tanto los justos como los pecadores de la misma, sufrirán colectivamente esta expiación pública, en forma de terremotos, guerras civiles y mundiales, tsunamis, pestilencias y epidemias, hambrunas y calamidades entre otras muchas de diversos tipos.

Esto lo explicaba brillantemente en 1934, el Padre F. J. Remler, en su libro "Why must I suffer?"; libro que recomiendo encarecidamente.

Con su permiso, Padre, traduzco un brebe fragmento de este libro, de lo mas ilustrativo:

"Tomemos, por ejemplo, el pecado de la educación sin Dios, es decir, la educación de los jóvenes sin religión. Cuando este sistema se ha adoptado, los resultados necesarios debe ser los siguientes:

Después de dos o tres generaciones el conocimiento de Dios va a desaparecer más o menos completamente en la gente; el sentido de lo correcto y de lo incorrecto se perderá; al bien será llamado el mal, y al mal el bien; no habrá más respeto por la ley moral.

La depravación de los jóvenes irán de mal en peor; la deshonestidad y la corrupción prevalecerá en los negocios, en los tribunales, en las leyes, y en el propio gobierno; los impuestos serán objeto de apropiación indebida o desaparecen en los bolsillos de malhechores; grandes gastos serán necesarios para mantener el número cada vez mayor de manicomios, de tribunales de menores, reformatorios y cárceles.

No habrá seguridad que proteja a la propiedad y a la vida; las relaciones entre capital y trabajo serán tensas hasta el límite, por lo que la violencia y el derramamiento de sangre será inevitable; la vida familiar será interrumpida por el adulterio, el divorcio y el amor libre; las rivalidades nacionales, celos y odios, provocada por la codicia comercial, crecerán cada vez más intensamente, hasta que conduzcan a guerras internacionales con miserias indecibles para millones."

Repito, que esto se publicó sorprendentemente en 1934, cuando el autor, no tenía conocimiento ni de la II Guerra Mundial, ni de la bomba atómica, ni del matrimonio homosexual, ni de la crisis económica actual, ni de la invasión de Iraq por petróleo, ni de la España de Z...

En fín. Le agradezco su paciencia habitual, con la habitual extensión de mis comentarios.
28/04/11 7:58 AM
  
Fijo Ð Algo
Estimado Iohannes ( y en general para otros católicos que piensan en la misma forma) :

La historia del Génesis, es la historia de la creación del Universo y también la historia de Adán y Eva y no el cuento de Caperucita.

La historia de Darwin, titulada "On the Origen of the Species", con su AUN Teoría (que no LEY) de la Evolución, y las subsiguientes versiones del mismo cuento, pues es eso: el cuento de un mono que evoluciona en hombre, o de como la vida surge de un supuesto caldo de hidrógeno; evolucionando, no se sabe como, durante millones de años. Y el que no se lo crea, hereje (o tonto de capirote).

Lo que me parece I-N-C-R-E-I-B-L-E es que llamándonos católicos, pongamos en tela de juicio la propia Palabra de Dios, y sin embargo creamos (porque seamos sinceros, para creer algo que no está demostrado eso es tener fé; fé en Darwin y fé en la comunidad supuestamente "científica"; pero fé ciertamente)a pies juntillas, lo que la supuesta ciencia nos ofrece como verdad, aunque solo sean teorías y no leyes físicas.

Amigo mío: si no creemos literalmente el primer libro de la Sagrada Biblia, ¿que nos impedirá no creer en el último? ¿ó en el Evangelio según San Juan? Al fin y al cabo, el autor es el mismo: Dios.

Dios ha inspirado la totalidad misma de la Biblia; desde el libro del Génesis al del Apocalipsis. Si ponemos en tela de juicio, ya el primer libro, apaga y vámonos. No hay nada que creer.
28/04/11 8:43 AM
  
Iohannes
Estoy siguiendo con mucho interés todos los comentarios, y no pensaba volver a escribir, pero por alusiones me veo obligado a decir algo, sobre todo en respuesta al estimado Fijo D Algo.

En ningún momento he escrito que tenga fe "sobrenatural", por decirlo así, en lo que hoy se llama ciencia, sencillamente porque no la tengo. Y mucho menos, claro está, que anteponga esa supuesta fe a la Revelación, la Escritura y el Magisterio. Así que ruego que no se me atribuya algo que no hago.

Yo distinguiría lo que son hipótesis científicas (siempre provisionales) de meros datos incontrovertibles. Es decir, puedo "hipotetizar" si los dinosaurios existieron hace 60 millones de años o bien fue hace 300 millones. Puedo "hipotetizar" el lugar donde más o menos vivieron, sus formas de vida, etc.; pero no me parece una mera hipótesis decir que había unos que devoraban a otros. Eso es un dato evidente. Porque si hallo unas mandíbulas con hileras interminables de afilados dientes (= Tiranosaurio), ¿qué sentido tiene eso si no era para devorar a otros animales?

No se trata aquí (yo no lo he hecho) de anteponer hipótesis científicas al dato revelado. Simplemente se trata de dar cumplida cuenta de algunos datos incontrovertibles, sin salirnos del marco de la Revelación y la fe sobrenatural en ella. Es decir, de profundizar, si se puede, en la misma Revelación, máxime cuando, como dice el P. Iraburu, estamos ante un tema sobre el que "no hay una Revelación clara, ni tampoco Magisterio apostólico preciso, ni doctrina común entre los Padres". Sin salirnos del ámbito de la única fe sobrenatural que tenemos, que es en la Revelación de Dios Nuestro Señor, digo yo que determinados datos y hallazgos no revelados en la Escritura ni en la Tradición podrán ayudarnos a iluminar nuestra fe. Yo no veo aquí ninguna oposición. Dios habla también en el "libro de la Creación".

Volviendo al tema que nos ocupa, me ha parecido muy interesante la reflexión de Alonso Gracián, aunque sigue comprometiendo, me parece, un dato revelado insoslayable (aunque misterioso): el de que, antes del pecado original, el hombre vivía en un Paraíso. Como bien dice el P. Iraburu, poco edénica sería una "habitación" para el hombre si en ella estuviese expuesto a ser devorado por las fieras continuamente. Sin embargo, siguiendo el hilo de Alonso Gracián, la Creación estaría ya "cronológicamente" desordenada al aparecer el hombre sobre ella, aunque su desorden se debiese al posterior pecado original. ¿En qué quedaría entonces el Edén?

En este sentido, parece más sugerente el comentario de Luis Manuel Lorca, cuando habla de los dones preternaturales. Esto explicaría bien el tema de las "catástrofes naturales" preservando al mismo tiempo el dato de fe.

No obstante, aun con esto, seguiría en el misterio otro dato revelado insoslayable: el versículo del Génesis en el que Dios dice: "Y a todo animal terrestre, y a toda ave del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser animado de vida, les doy la hierba verde como alimento." (Gn 1,30). Volvemos aquí al tema de las mandíbulas de Tiranosaurio. A mi modo de ver, seguro que hay un modo de conciliar esto con el dato revelado, a no ser que asumamos la HIPÓTESIS de que tener tantos dientes no permite concluir que había animales evidentemente carnívoros y depredadores de otros. Pero esto, a mi modo de ver, no sería más que otra hipótesis de lo que hoy se denomina ciencia, ¿no?

Bueno, perdón por extenderme tanto, perdón, perdón, y gracias a todos los comentaristas, y de nuevo, cómo no, al P. Iraburu.

Saludos.
+
28/04/11 12:41 PM
  
Victor
Los católicos, Fijo D Algo, no interpretamos la Biblia literalmente. La Biblia no es un libro histórico. La narración del Génesis es de carácter simbólico. Dios no creó el mundo en siete días. Entre otros muchos documentos, el Papa Pio XI, en la encíclica Humani Generis, había ya manifestado que no hay inconvenientes para la fe católica en aceptar un posible origen evolutivo de la vida y del cuerpo humano, siempre que al mismo tiempo se reconozca que el espíritu del hombre procede de Dios directamente y que no surge de la autoorganización de la materia.

Hay mucha confusión entre los católicos en esta materia, pero la Santa Sede ha declarado que la teoría de la evolución no es incompatible con la fe católica, siempre que se acepte que Dios es el creador del mundo y del hombre. para la fe católica, no hay ningún inconveniente en admitir que el hombre apareció sobre la faz de la tierra después de millones de años. Tampoco hay inconveniente en sostener que procede de un antropoide, siempre que se reconozca al mismo tiempo que fue creado por Dios. Es decir, Dios pudo crear al hombre a partir de un montón de barro (símbolo) o a partir de un antropoide. Eso no se opone a la fe católica. Debería consultar, Fijo d Algo, los documentos del Magisterio de la Iglesia sobre esta materia, porque le veo muy despistado.
28/04/11 1:07 PM
  
Ricardo de Argentina
Víctor, la evolución es una teoría sin pruebas o sea, no más que un admirable esfuerzo especulativo, que no se corresponde con la realidad. Y la construcción espontánea -súbita o gradual- de una especie a partir de otra, adolece no sólo de carecer de pruebas, sino también de carecer de lógica. Es el colmo de la insensatez. Pero bueno, quien quiera defenderla tiene al menos el nihil obstat, pero que quede claro que eso no la hace verdadera. También un tonto puede salvarse.

Con el permiso del Padre, desearía exponer la otra campana, la políticamente incorrecta, en este trillado asunto:
http://noevolution.info/?page_id=5
28/04/11 2:04 PM
  
Alonso Gracián
Iohannes, un amigo hace poco hizo a mi anterior reflexión este contra-argumento, (que es la misma objeción que creo que tú has visto en mi hipótesis):

"Si el pecado original fue causa de un efecto anterior en el tiempo, que vició la creación, cuando Adán y Eva cometieron el pecado, la creación sería ya la creación afectada por el pecado, y no el paraíso. Sin embargo sabemos que Adán y Eva estaban en un Edén".

A eso se puede responder de varias maneras.Una de ellas es que ante una presencia muy poderosa de Gracia, ante una gran irradiación de Gracia, la depredación y la crueldad animal, y todos los males, se pueden detener, se "pacifican", se "suspenden", produciendo una especie de paraíso por obra de la Gracia.

Es decir, la creación comienza ya afectada por el pecado no producido aún, ya desordenada. Sigue así hasta la creación del ser humano, en que por irradiación de Gracia se produce una intimidad entre Dios y lo creado, a través del ser humano en Gracia irradiante, que produce una edén por Gracia.

Sucede el pecado, y con la pérdida de la Gracia queda todo afectado, "se vuelve al polvo", se vuelve a lo de antes, y aún peor en el futuro.

Cuando hablamos de creación, naturaleza, etc. hablamos de algo natural. Cuando hablamos de edén, hablamos de algo natural sobrenaturalizado por la Gracia. El edén era edén por la Gracia irradiada. No es lo mismo que creación natural.

Esa armonía entre la primera pareja y la creación era lo que se llama justicia original (Catecismo,376) En el edén lo que existe es una colaboración entre Dios y la primera pareja en el perfeccionamiento de la creación visible (Catecismo, 378)

Por esto, creo que el concepto de edén no es el de creación perfecta, o paraíso natural, o creación en armonía, etc., sino el de creación sobrenaturalizada por la Gracia, en que los males se han como puesto en suspenso teleológicamente, es decir, con el fin de crear al ser humano.
28/04/11 4:18 PM
  
Alonso Gracián
Por tanto, creo que no es arriesgado decir que el edén es una obra conjunta de la Gracia y la naturaleza, y no algo puramente natural. Y esta unión extraordinaria pudo producirse perfectamente en el decurso temporal de una creación ya desordenada.

Y eso es perfectamente posible, para Dios, en medio de una creación ya afectada por el pecado. Como una especie de lapsus de Gracia en medio del tiempo espaciotemporal de la creación ya desordenada "en previsión" de lo que iba a ocurrir.

Dios tiene poder suficiente para frenar el mal y por irradiación de Gracia crear al hombre en un edén repleto de milagros de paz y armonía (en un mundo que sin Gracia está desordenado por obra del pecado).

En otro plano, es el caso de Jesús calmando la tempestad, o los leones que no atacan a Daniel, de Pedro que no se hunde en las aguas mientras tiene fe y no duda, del barco que no naufraga porque tiene un santo entre los tripulantes, o las fieras que escuchan amansadas a San Francisco de Asís, o el león que acompaña mansamente a San Jerónimo, etc., etc..

Es decir, ante la majestad de la Gracia, brazo del poder de Dios Omnipotente, la naturaleza queda subordinada y pacificada en sus poderes malignos efectos del pecado, y eso pudo suceder en la Creación del ser humano

En fin, son hipótesis teológicas para explicar un misterio cierto y verdadero, el misterio de la entrada del mal en la creación por el pecado del hombre. La última palabra, por supuesto, la tiene el Magisterio.

Pero creo que es importante darnos cuenta de que el edén, si era edén, lo era por la Gracia, y no por virtud natural. Y que el pecado original produjo esa pérdida de Gracia que afectó al origen mismo de la Creación, aunque fuese posterior como causa al efecto producido. Fue un desorden en previsión de la pérdida futura de Gracia.

"Mientras permaneciese en la intimidad divina el hombre no debía ni morir ni sufrir" (Catecismo, 376)

El concepto de edén no se puede separar, por tanto, del de Gracia. Es naturaleza y ser humano en colaboración íntima con Dios.

Por esto, porque edén sin Gracia no es edén, no podemos entender nada del pecado original sin entender que Cristo es fuente de la Gracia que se perdió y más aún.

"Es preciso conocer a Cristo como fuente de la Gracia para conocer a Adán como fuente del pecado".
(Catecismo, 388)

En fin, todo esto no son más intentos de explicar el misterio.

Un abrazo
28/04/11 4:35 PM
  
Victor
La teoría de la evolución es, precisamente eso, una teoría. Decir que no se corresponde con la realidad es una afirmación gratuita, sostenida con fiereza por protestantes estadounidenses, excesivamente aficionados a interpretar la Biblia al pie de la letra. No es esa la batalla de los católicos, en absoluto, para quienes la fe no opone ningún obstáculo a la teoría de la evolución. Por tanto, es a los científicos a los que corresponde valorar esta teoría y es incuestionable que el 99% la consideran fundada. Y el hecho de que no se apoye en pruebas es algo bastante más que discutible. En todo caso, no entra en el ámbito de la fe ni de la religión.
28/04/11 7:52 PM
  
Jorge
La teoría de la evolución desde sus inicios lo único que ha logrado es distorsionar la verdad del dato revelado y llevar al ateísmo a mucha gente. Esto es indiscutible. Este componente ideológico-antireligioso se ha mantenido hasta nuestros días. ¿Por qué darle credibilidad a una teoría que carece de pruebas y siempre será indemostrable?. Por otra parte es interesante recordar lo que sentenció un decreto de la Pontificia Comisión Bíblica en 1909, cuándo ésta pertenecía o formaba parte del Magisterio:

Duda III. Si puede especialmente ponerse en duda el sentido literal histórico donde se trata de hechos narrados en los mismos capítulos que tocan a los fundamentos de la religión cristiana, como son, entre otros, la creación de todas las cosas hechas por Dios al principio del tiempo; la peculiar creación del hombre; la formación de la primera mujer del primer hombre; la unidad del linaje humano; la felicidad original de los primeros padres en el estado de justicia, integridad e inmortalidad; el mandamiento, impuesto por Dios al hombre, para probar su obediencia; la transgresión, por persuasión del diablo, bajo especie de serpiente, del mandamiento divino; la pérdida por nuestros primeros padres del primitivo estado de inocencia, así como la promesa del Reparador futuro.

Resp.: Negativamente.

El texto original dice: "peculiaris creatio hominis". Así pues, el hombre fue creado del barro tal como relata el libro del Génesis. Y nótese también "formatio primae mulieris ex primo homine", por lo tanto el Magisterio nos obliga a sostener que el cuerpo de la mujer proviene del primer hombre.

Posturas contrarias a esto, sólo confunden y tergiversan la Verdad revelada.
29/04/11 12:29 AM
  
Ricardo de Argentina
Decir que la teoría de la evolución en su variante más radical, ésa que defiende -¡hoy en día!- que una especie sale espontáneamente de otra o que le van apareciendo órganos de a poco, no se corresponde con la realidad, es sencillamente atenerse a los hechos. Porque si una teoría no ha podido probarse después de siglo y medio de enunciada, ¿cuánto vamos a seguir esperando para que aparezcan las pruebas?
Lo lamento, pero a mí no me parece nada "discutible" que habiendo desaparecido ya miles de especies científicamente descriptas
(y siguen desapareciendo diariamente), a ninguna, ¡oh casualidad! se le haya ocurrido sobrevivir utilizando las supuestas habilidades que los imaginativos evolucionistas atribuyen gratuitamente a las especies prehistóricas.
Lo que también habría que preguntarse muy seriamente es porqué una teoría no probada se enseña como si fuese una Ley de la Naturaleza, puesto que tal cosa se cree hoy en día el 99% de la humanidad "culta". Aunque le llaman "teoría", se enseña como "ley" indiscutible. Vamos, que aquí hay trampa. Se invoca a la ciencia, pero se hace trampa.
Finalmente, yo no estaría tan seguro de que esta trampa esté desvinculada de una motivación religiosa. O antirreligiosa, para ser más preciso.
29/04/11 1:06 AM
  
Fijo Ð Algo
En relación al comentario del estimado Iohannes:

No es mi intención el polemizar por polemizar. El Génesis, libro sagrado, nos habla de que "Y atardeció y amaneció: día primero". Y así con los sucesivos cinco días siguientes. No atardeció y amaneció 320 millones de veces entre cada distinto apartado de la creación. Simplemente fué un día. Y no hay que olvidar que Dios lo puede todo. El tiempo es también creación Suya.

Reciba un cordial saludo.



29/04/11 5:48 AM
  
Fijo Ð Algo
Estimado Victor:

En base a lo muy despistado que usted me ve, y a la claridad con que usted ve este tema, le pido que por caridad me responda usted a unas cuantas preguntas:

-¿Cómo deberíamos interpretar los católicos la Biblia? ¿Acaso libremente?

- Usted afirma que "la Biblia no es un libro histórico". En mis tiempos de mozo, se estudiaba Historia Sagrada en relación a las Sagradas Escrituras. Ahora bien, puesto que no es histórico ¿qué es entonces? ¿ficticio?

- De nuevo afirma que "la narración del Génesis es de carácter simbólico". Aclareme usted: ¿todo el Génesis? ¿ciertos versículos? ¿ciertos capítulos? ¿es el pecado original "simbólico" también?
Y lo más importante ¿esto quién lo dice? ¿el Magisterio de la Iglesia? ¿Dónde?

- Su siguiente afirmación : "Dios no creó el mundo en siete días". En esto totalmente de acuerdo. Pero dígame usted ¿en cuantos días lo creó?

-Si yo afirmase, que tengo una teoría evolutiva, por la cual sostengo, que Diós creó al hombre a partir de la evolución de un ángel (símbolo) ¿sería esto incompatible con el Magisterio de la Iglesia? Al fín y al cabo, la dignidad de los ángeles es inferior a la de los hombres, e infinitamente superior a la de un mono.

- Y por último: yo sé por el Catecismo, que es Magisterio de la Iglesia, que Dios creó al hombre a Su Imagen y Semejanza. Sin embargo, la Teoría de la Evolución nos dice que no. El hombre evoluciona a imagen y semejanza de un mono antropoide, que a su vez evoluciona de vaya a saber qué, durante millones de años. Jesucristo, hecho Hombre, toma parte de Su genética de Su Santísima Madre, y Esta a su vez, de sus santos padres, los cuales los tomaron de sus ancestros y así ¿hasta qué? ¿hasta un antropoide? ¿hasta una bacteria? ¿La Segunda Persona de la Santísima Trinidad, toma Sus propios orígenes genéticos de una cadena en serie de animales, ciertamente inferiores, que se guían por impulsos y que no pueden tener ni conocimiento de Dios y ni tan siquiera alma? Y no solo esto; porque de ser esto cierto, estaríamos emparentados genéticamente al resto de los animales vivientes y al mismo reino vegetal, pues procederíamos de una misma mólecula primigenia.

Como ve, yo estos asuntos no los tengo nada claros. Espero que usted amablemente me los aclare. Aunque solo sea superficialmente... para darme una idea.

Le agradezco de antemano su tiempo y sus respuestas.
29/04/11 7:10 AM
  
Victor
Vamos a ver, Fijo D Algo, se monta usted muchos líos mentales. Respondo:

-- Los católicos no interpretamos literalmente la Biblia. No pensamos por ejemplo que Dios creó el mundo en siete días. Tampoco pensamos que al final de los tiempos surgirá del mar una Bestia con diez cuernos y varias diademas sobre los cuernos. Eso es un símbolo, posiblemente del Anticristo o de quienes le apoyen. El Anticristo, sin embargo, según la fe de la Iglesia será un hombre real. Tampoco la interpretamos libremente, sino de acuerdo con la tradición y el magisterio de la Iglesia.

- Que la Biblia no es un libro histórico es algo pacíficamente admitido por el magisterio de la Iglesia. No todos los hechos que se relatan allí son históricos y muchos son metáforas, parábolas o símbolos. El hecho de que exista una Historia Sagrada no tiene nada que ver con esto, aparte del nombre. En efecto, la Biblia narra a grandes rasgos la historia de Israel, pero sin que todos sus detalles puedan admitirse como históricos.

- La narración del Génesis es de carácter simbólico. Es evidente que el mundo no fue creado en siete días. No se creó un día la luz y al día siguiente los peces del mar por ejemplo. Esta narración no debe interpretarse literalmente, porque conduciría al absurdo, como es evidente. El Génesis no pretende describir el mecanismo concreto a través del cual Dios creó al mundo, lo cual, entre otras cosas, sería absolutamente imposible y mucho más en unas pocas páginas. Le ruego que consulte sobre este punto, si tiene dudas.

- La pregunta de ¿en cuántos días creó Dios el mundo? en primer lugar posiblemente no tiene mucho sentido y en segundo lugar lo ignoro por completo.

- La afirmación de que Dios creó al hombre a partir de un ángel más que nada sería absolutamente gratuita y sin ningún tipo de fundamento. En cambio, sostener que lo creó a partir del cuerpo de un antropoide encaja y es compatible con la narración bíblica según la cual Dios creó al hombre a partir de una figura de barro. La figura de barro es un símbolo. Es igual que fuera a partir del barro o del cuerpo de un antropoide. Lo que se subraya es que Dios insufló el alma al hombre partiendo de un cuerpo material (ya sea barro o simio).

- La teoría de la evolución no niega, en sí misma, que Dios creara al hombre a su imagen y semejanza. Sólo sostiene que, según los indicios observados, unas especies proceden de otras. Esto es compatible con la fe católica siempre que se reconozca que esa evolución no es automática, sino que es un producto del designio creador de Dios. En el resto de su pregunta, me temo que se ha perdido en divagaciones genéticas un tanto absurdas.

Por otra parte, conviene distinguir entre la teoría de la evolución, por sí misma y tal como se sostiene actualmente (que es bastante distinta a la de Darwin), y el uso que ciertos ateos han pretendido hacer de ella para excluir la existencia de un Dios creador. Esto último no es consecuencia de la teoría de la evolución en sí misma, que es perfectamente compatible con Dios creador. Esta teoría se limita a describir el mecanismo por el que han aparecido las especies. Como es evidente, Dios pudo utilizar ese "mecanismo" para la creación de las especies y del hombre. Así lo han reconocido Papas como Pío XI y Juan Pablo II.

Como colofón, diré que está a punto de celebrarse (o ya se ha celebrado) un congreso en el Vaticano sobre esta materia. Convendría conocer sus conclusiones, porque ya digo que sobre esta punta hay muchísima confusión entre los católicos.
29/04/11 2:47 PM
  
Victor
En un principio, la teoría de la evolución se formuló del siguiente modo. Las especies iban sufriendo cambios graduales orientados a adaptarse al medio. El ejemplo clásico es el de la jirafa. La jirafa tiene una ventaja porque por su largo cuello puede alimentarse de las hojas de los árboles que otros cuadrúpedos no pueden alcanzar. Según la teoría darwinista inicial, ahora desechada, los esfuerzos de ciertos cuadrúpedos por alcanzar las hojas más altas daban lugar gradualmente a un estiramiento de su cuello, que se transmitía a sus descendientes, y dado que así presentaban una ventaja evolutiva, acababan imponiéndose por selección natural. Esta teoría presentaba un defecto básico: los caracteres adquiridos por los individuos no son transmisibles a su descendencia. Por mucho que una persona haga pesas en el gimnasio, no por ello sus hijos nacerán más fuertes. Se requiere una mutación genética, cuestión que al parecer Darwin pasó por alto. Es decir, la función (alcanzar las hojas más altas) no puede crear el órgano (un cuello más largo transmisible a la descendencia). Para ello se requiere una mutación genética. Ahora bien, la mayoría, por no decir la totalidad, de las mutaciones genéticas dan lugar a malformaciones inviables. Y es por ello por lo que creo que es necesaria, precisamente, la intervención de Dios creador que orienta e impulsa esa mutación genética hasta llegar al hombre, por ejemplo. En realidad, la narración del Génesis intuye ya la evolución de las especies, al hablar de una creación que tiene lugar por días (es decir, por fases). Y sorprende comprobar que esas fases están ordenadas cronológicamente de forma semejante a lo que dice la ciencia actual. En primer lugar, según el Génesis, Dios creó la luz, a continuación los continentes. Luego los animales marinos y después los animales terrestres (es curioso que la Biblia sitúe la creación de la vida en el mar antes que la de la vida terrestre, tal como la ciencia apunta hoy). Y por último, creó al hombre, lo que también está en consonancia con los hallazgos recientes de la ciencia.
Estadísticamente es muy difícil sostener que a través de mutaciones aleatorias se ha llegado a alcanzar el desarrollo actual de los seres vivos. En realidad, eso supone sostener que poco más de un centenar de elementos químicos, reaccionando al azar, dan lugar, por ejemplo, a la Capilla Sixtina, las óperas de Mozart, el Quijote de Cervantes o la Catedral de León. Una enormidad muy poco razonable. Es mucho más razonable pensar en un Dios creador. El ateo, en realidad, suplanta a Dios por el dinamismo creativo de la materia inerte, lo cual raya en lo irracional.
En todo caso, la Biblia no es un libro de ciencia, que pretenda describir las formas y mecanismos por los que Dios creó el mundo, para lo cual serían necesarias bibliotecas enteras, o mejor dicho es sencillamente imposible. El Génesis contiene un relato sencillo que persigue destacar varias verdades básicas de fe, como, entre otras, que Dios es creador de todo y que creó al hombre a su imagen y semejanza, y con libertad para escoger entre el bien y el mal. Y ese relato bíblico, así como la fe de la Iglesia, no son incompatibles con la teoría de la evolución, siempre que se reconozca que esa evolución es atribuible al designio creador de Dios.
29/04/11 6:55 PM
  
Luis Manuel Lorca
Quizá Dios creó a los depredadores en previsión del pecado del hombre, pero hasta este suceso el Edén podemos interpretarlo no solo como el estado del hombre, sino también como un lugar geográfico de preservación en el que el hombre podía vivir sin conocer la carencia y a los leones feroces, por ejemplo, sabiendo Dios que iba a durarles poco el chirinquito y que tras el pecado se iban a dispersar por el mundo.

Luego hay que tener en cuenta que los ángeles rebeldes, a pesar de su rebelión, siguen siendo ángeles y como tales capaces de intervenir en la obra creadora administrando mal la función para la que fueron creados, de ahí que cuando el hombre perdió sus dones fuera víctima de enfermedades, malformaciones, etc.

La relación de las bestias ahora hostiles con el hombre pudo tener un orden bien distinto con el hombre de dones preternaturales que con el hombre esclavizado al orden meramente natural.

Tal vez el control sobre las bestias era producto de algún dominio "mental" sobre las mismas, por la misma razón tal vez, que la Escritura explica que nuestros Primeros Padres eran vegetarianos.
29/04/11 7:02 PM
  
Victor
A riesgo de parecer pesado, haré alguna aclaración adicional.

En primer lugar, no estoy seguro de una afirmación que he hecho: "La Biblia no es un libro histórico". Al menos los evangelios, según lo entiendo, son históricos de principio a fin. Otros libros de la Biblia como por ejemplo el Genésis, parecen, en mi opinión, contener narraciones no históricas, sino alegóricas. Otros muchos narran hechos históricos, como el Éxodo. En fin, sobre este tema estoy confuso, por lo que sería genial un artículo aclaratorio.
29/04/11 8:26 PM
  
Jorge
Vamos a ver, toda la Biblia es histórica, Historia de la Salvación. Cuando se narran hechos, acontecimientos, etc. no hay ningún motivo para dudar de su historicidad, salvo que el Magisterio de la Iglesia nos indique lo contrario. Nadie puede negar sin peligro de tergiversar las Sagradas Escrituras que Adán, Caín, Job, David, Isaías, Sansón, Jonás, etc. fueron personajes históricos. Pensando de ese modo no sólo se perjudica la misma fe sino que se corre el grave peligro de poder llegar a negar la veracidad histórica de algunos dogmas de fe.

León XIII, Providentissimus Deus:

Como antiguamente hubo que habérselas con los que, apoyándose en su juicio particular y recurriendo a las divinas tradiciones y al magisterio de la Iglesia, afirmaban que la Escritura era la única fuente de revelación y el juez supremo de la fe; así ahora nuestros principales adversarios son los racionalistas, que, hijos y herederos, por decirlo así, de aquéllos y fundándose igualmente en su propia opinión, rechazan abiertamente aun aquellos restos de fe cristiana recibidos de sus padres. Ellos niegan, en efecto, toda divina revelación o inspiración; niegan la Sagrada Escritura; proclaman que todas estas cosas no son sino invenciones y artificios de los hombres; miran a los libros santos, no como el relato fiel de acontecimientos reales, sino como fábulas ineptas y falsas historias. A sus ojos no han existido profecías, sino predicciones forjadas después de haber ocurrido los hechos, o presentimientos explicables por causas naturales; para ellos no existen milagros verdaderamente dignos de este nombre, manifestaciones de la omnipotencia divina, sino hechos asombrosos, en ningún modo superiores a las fuerzas de la naturaleza, o bien ilusiones y mitos; los evangelios y los escritos de los apóstoles han de ser atribuidos a otros autores.

Benedicto XV, Spiritus Paraclitus:

Y no discrepan menos de la doctrina de la Iglesia —comprobada por el testimonio de San Jerónimo y de los demás Santos Padres— los que piensan que las partes históricas de la Escritura no se fundan en la verdad absoluta de los hechos, sino en la que llaman verdad relativa o conforme a la opinión vulgar...


Benedicto XVI, Verbum Domini:

La consideración de la realidad como obra de la santísima Trinidad a través del Verbo divino, nos permite comprender las palabras del autor de la Carta a los Hebreos: «En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo» (1,1-2). Es muy hermoso ver cómo todo el Antiguo Testamento se nos presenta ya como historia en la que Dios comunica su Palabra. En efecto, «hizo primero una alianza con Abrahán (cf. Gn 15,18); después, por medio de Moisés (cf. Ex 24,8), la hizo con el pueblo de Israel, y así se fue revelando a su pueblo, con obras y palabras, como Dios vivo y verdadero. De este modo, Israel fue experimentando la manera de obrar de Dios con los hombres, la fue comprendiendo cada vez mejor al hablar Dios por medio de los profetas, y fue difundiendo este conocimiento entre las naciones (cf. Sal 21,28-29; 95,1-3; Is 2,1-4; Jr 3,17)».
29/04/11 9:49 PM
  
Ricardo de Argentina
Volviendo al tema, yo creo que a las catástrofes naturales en particular y al mal en el mundo en general corresponde interpretarlos como lo ha hecho NSJC en ocasión del derrumbre de la Torre de Siloé:

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Lucas 13,4 O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? 5 No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo».
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NSJC dice que las víctimas de la catástrofe eran "inocentes", contrariamente a lo que enseñaban los rabinos judíos. Acto seguido amenaza de muerte a toda la humanidad si no se convierte. Palabras fuertes si las hay, y para los cristianos suenan más fuertes todavía, porque bien sabemos que ese "pereceréis" se refiere a la muerte eterna, castigo de los que resisten el Amor de Dios y rehúsan la conversión.
Para entender esto hay que saber que la vida terrena no es un bien absoluto, en cambio la vida eterna sí. Dios no es "malo" por matar inocentes, ya que Él puede quitar gratuitamente lo que gratuitamente ha dado. Pero Él, que es infinitamente justo, tendrá en cuenta el sufrimiento de las víctimas inocentes al decidir su destino eterno.
Quizás a alguno pueda chocar que Dios utilice esa "pedagogía" tan violenta pero no a los cristianos, porque es el mismo Jesucristo quien lo ha dicho bien alto y claro. Y además porque sabemos que la peor de las violencias terrenas es nada en comparación con el castigo eterno, y aún con el castigo temporario del Purgatorio.

Ayer fue la Torre de Siloé, hoy es el tsunami del Japón. Ambas fueron permitidas por la Providencia a fin de que nos convirtamos. Caso contrario, "pereceremos", nos condenaremos, siendo la horrible muerte física de las víctimas una pálida figura de la muerte eterna.
30/04/11 2:25 AM
  
María a
Padre, consulta de ignorate:

En el Paraiso Dios da a los hombres
Dones naturales: cuerpo y alma espiritual (màs toda la creación)
Dones preternaturales: ciencia, integridad, inmunidad, inmortalidad.
Don sobrenatural: la Gracia Santificante,es decir le hace el Don de Sí Mismo; elevàndolos, los hace hijos Suyos (El màs grande Don: "tu Gracia Señor vale màs que la vida")

Por el pecado:
Pierden (rechazan) el Don sobrenatural,
los dones preternaturales
y quedan heridos los dones naturales (oscurecida la inteligancia, debilitada la voluntad, desordenadas las pasiones, etc..)

Aquí la duda: Por la Redención de Cristo:....
Dios nos devuelve, en la medida en que aceptamos su Gracia, y en la medida que Él quiere...
Don sobrenatural: Él mismo se nos da, no solo Espiritualmente, sino hecho Hombre por nosotros...
los dones naturales: con la Gracia de Dios los recuperamos/ reordenamos totalmente (?) (en la medida que somos fieles)por los Sacramentos, oración, Fe, Esperanza y Caridad "Sin Mi nada podeis"
¿me olvido alguna consecuencia?
y los preternaturales... no màs (?)

Ahora Cristo dice por ejemplo "buscad el Reino de Dios y su justicia y todo se os darà por añadidura"... subsana eso el "sacarás el pan con el sudor de tu frente?"
Y la bienaventuranza "los puros de corazón veràn a Dios" recupera en parte la ciencia e integridad perdida?

Corrijame por caridad si dije alguna burrada que así lo entiendo (y así lo enseño!). Ademàs me pregunto... ¿un cristiano que se toma en serio su vida cristiana,alcanza la plenitud de vida a que hubiera estado llamado en el paraiso?... creo que sí...pensando que la plenitud està en la Caridad, y que todos los castigos/consecuencias (enfermedades, dolores, angustias, catàstrfes) vienen a ser motivos para crecer?

Perdón si mi consulta es muy bàsica, pero justamente: es la base.
Gracias. Rece por nos.
09/05/11 12:35 AM
  
Pedro
Adan y eva tuvieron hijos y poco a poco formaron una gran familia
que vivia como una gran comunidad en la tierra.
habia comida para todos e iban contruyendo casas para todos ellos
para poder dormir en invierno!

el equilibrio era perfecto y todos aceptaban la muerte y se apoyaban en el dolor,
hasta que un dia uno de ellos no pudo soportar la muerte de su hijo y se propuso no dejar que nadie mas muriera!

al cabo de unos años lo consiguió! las personas ya no se morian tan facilmente!!!
habia alterado el equilibrio maestro que Dios habia creado!



desde ese momento la población aumentó y con ello el pánico a la muerte y el hambre la envidia y mas pecados!



conclusion?

La unica catastrofe natural que hay en la tierra somos nosotros,
incapaces de aceptar la muerte y el dolor desarrollando la tecnologia pa estar mas comodos y vivir mas años
estamos destrozando la tierra que dios nos dio superpoblandola y explotandola
con todo esto estamos renegamos de la creacion de dios!

eso es lo que significa la manzana!!!
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JMI.- Tendrá que escribirlo en un libro gordo.



12/07/11 9:20 PM

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