Contra el reencarnacionismo

La rueda del eterno retorno

«Está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio» (Hebreos 9,27)

Daniel Iglesias Grèzes

Una creencia en auge

La creencia en la reencarnación, propia de religiones orientales como el hinduismo y el budismo, era casi inexistente en Occidente hasta hace unos 60 años, pero desde entonces ha ganado muchos adeptos en nuestra cultura en el marco de la nueva corriente religiosa llamada New Age o Nueva Era. Dicha corriente, con base en la superstición astrológica, afirma que estamos viviendo el fin de la era de Piscis (la era cristiana) y el comienzo de la era de Acuario, una nueva era de paz y armonía. La influencia de la New Age llega mucho más allá de su pequeño número de seguidores estrictos. Hoy en día casi todas las librerías dedican mucho espacio a libros de autoayuda, de ficción y otros que se inscriben dentro de esa corriente, caracterizada entre otras cosas por su esoterismo, su aprecio por las religiones orientales y su rechazo al catolicismo. Muchos de esos libros apoyan la creencia en la reencarnación.

Presentación del reencarnacionismo

Expondré la doctrina reencarnacionista según un documento de 1990 de la Comisión Teológica Internacional denominado Algunas cuestiones actuales de Escatología. En su Capítulo 9, titulado Irrepetibilidad y unicidad de la vida humana. Los problemas de la reencarnación, ese documento sostiene que los diversos sistemas reencarnacionistas se pueden reducir sintéticamente a los siguientes cuatro puntos1:

1) Las existencias terrestres son numerosas. Nuestra vida actual no es nuestra primera existencia corporal ni será la última. Ya hemos vivido anteriormente y viviremos aún en muchas oportunidades en cuerpos materiales siempre nuevos.

2) Existe en la naturaleza una ley que empuja hacia un progreso continuo encaminado a la perfección. Esta  ley conduce a las almas a vidas siempre nuevas y no permite ningún retroceso ni ninguna detención definitiva. Por lo mismo se excluye la posibilidad de una condena sin fin. Después de pocos o muchos siglos todos llegarán a la perfección final de un espíritu puro. Se niega la realidad del infierno.

3) Es por méritos propios que se llega a la meta final. En toda nueva existencia el alma progresa en relación con sus esfuerzos. Todo el daño cometido será reparado por expiaciones que el espíritu padecerá a lo largo de nuevas y difíciles encarnaciones. Se niega la realidad de la redención.

4) En la medida en que el alma progresa hacia la perfección final, tomará en sus nuevas encarnaciones un cuerpo cada vez menos material. En ese sentido el alma tiene una tendencia hacia una independencia definitiva del cuerpo. A través de la sucesión de las reencarnaciones, el alma logrará un estado definitivo en el cual vivirá finalmente liberada para siempre de su cuerpo e independiente de la materia. Se niega la realidad de la resurrección.

El reencarnacionismo contradice a la fe cristiana en la resurrección de la carne; pero además contradice a muchos otros dogmas cristianos: el carácter indeleble del Bautismo, el juicio particular inmediatamente después de la muerte, el juicio final en el fin de los tiempos, la existencia del Infierno, el Purgatorio y el Cielo, etc. No hay en él lugar alguno para la doctrina cristiana sobre la Encarnación, la Redención, la Gracia, la Iglesia, los sacramentos, la oración, etc. Más aún, en general la creencia en la reencarnación se basa en el panteísmo, que contradice al monoteísmo bíblico. El pecado es considerado como un simple error, no como una ofensa a Dios. Esto es natural, ya que en un sistema panteísta no hay seres realmente distintos de Dios que puedan ofenderlo.

La teoría de la reencarnación también está en total contradicción con los principios fundamentales de la moral cristiana. En efecto, en dicha teoría no existe perdón, ni arrepentimiento, ni conversión, ni siquiera opciones definitivas: toda culpa puede ser expiada en las vidas futuras. Todos tienen una eternidad feliz asegurada, hagan lo que hagan. Se trata de una simple cuestión de tiempo: algunos evolucionan más rápidamente y otros más lentamente. La decisión moral puede ser sustituida por un cálculo o intercambio mecánico entre culpa y tiempo de purificación. Todos los sufrimientos, fracasos, enfermedades y discapacidades son considerados como castigos merecidos por faltas cometidas en vidas anteriores. Además, todo poder, toda fama y toda gloria mundana son considerados como premios merecidos por las buenas obras realizadas en vidas anteriores. Obviamente esta ideología favorece a los poderosos. Justifica, por ejemplo, el terrible sistema de las castas de la India.

En el reencarnacionismo tampoco puede arraigarse una verdadera preocupación por el servicio a los demás ni por la justicia social, ya que todas las realidades de este mundo, incluyendo los individuos humanos, son consideradas como pura apariencia o ilusión. Paradójicamente, el panteísmo da pie a una espiritualidad individualista, puesto que en realidad los otros no existen en cuanto otros. Si existe una sola persona, no puede existir el amor verdadero.

La creencia en la reencarnación está generalmente enmarcada dentro de un sistema gnóstico. No se considera la salvación como un don de Dios que el hombre recibe en la fe, la esperanza y el amor, sino como una autorredención o conquista individual que se alcanza a través de una “iluminación”: el conocimiento de que uno mismo es Dios, el Uno del panteísmo. La gnosis sostiene que esta iluminación conduce a la liberación de la existencia individual y de la sucesión de las reencarnaciones.

¿Qué lleva a tantos cristianos o ex cristianos a creer en la reencarnación?

Su impulso inicial proviene de algunas intuiciones verdaderas, que luego son desvirtuadas por malos razonamientos. Dicho de otro modo, la creencia en la reencarnación da respuestas equivocadas a problemas reales. Desarrollaré esta idea en tres momentos.

1. Los reencarnacionistas tienen razón al pensar que una sola vida terrena es insuficiente para que el ser humano alcance, por su solo esfuerzo, la plenitud a la que él está destinado. Sin embargo, la solución a este problema no está en la reencarnación, sino en la fe cristiana en el Cielo. Por la gracia de Dios, no por sus propias fuerzas, las almas de algunos santos llegan inmediatamente después de la muerte al Paraíso, donde son partícipes de la naturaleza divina, mientras esperan la resurrección de la carne en el último día.

2. Los reencarnacionistas tienen razón al pensar que una sola vida terrena es insuficiente para que los seres humanos se purifiquen de todas sus faltas. Sin embargo, la solución a este problema no está en la reencarnación, sino en la fe cristiana en el Purgatorio. El Purgatorio es un misterio de amor, una antesala del Cielo, no un infierno temporal. Las almas de los justos que mueren sin haber expiado totalmente sus pecados no quedan excluidas para siempre de la gloria celestial sino que, después de haberse preparado debidamente en el Purgatorio, acceden a la visión de Dios en el Cielo.

3. Los reencarnacionistas tienen razón al pensar que una sola vida terrena es insuficiente para que los seres humanos experimenten la justicia perfecta. En este mundo a menudo les va mal a los buenos y bien  a los malos. Es necesario que exista algún tipo de justicia de ultratumba. Sin embargo, la solución a este problema no está en la reencarnación, sino en la fe cristiana en la vida eterna. Después de la muerte, Dios juzga a cada ser humano y le retribuye según sus obras.

La crítica del reencarnacionismo

La crítica del reencarnacionismo puede ser indirecta o directa.

La crítica indirecta del reencarnacionismo consiste en la refutación del panteísmo. La noción de Dios del panteísmo es absurda, porque implica la existencia simultánea de atributos divinos contradictorios. El Uno del panteísmo es el conjunto de todos los entes, por lo que es a la vez (por ejemplo) sabio e ignorante, misericordioso y cruel, poderoso y débil, etc. Se trata de un dios alienado que, a partir de una caída primordial incomprensible, sufre la ilusión de la multiplicidad y la pérdida de la conciencia de sí mismo. En cambio la noción cristiana de Dios es infinitamente más elevada y resiste bien todas las objeciones lógicas.

La crítica directa del reencarnacionismo consiste en mostrar que la creencia en la reencarnación carece de fundamentos teológicos, filosóficos o científicos válidos2.

Los argumentos teológicos contra la reencarnación presuponen la verdad de la Divina Revelación y de la fe cristiana. El testimonio de la Sagrada Escritura, de la Sagrada Tradición y del Magisterio de la Iglesia no deja espacio alguno para la creencia en la reencarnación dentro de la fe cristiana. Por otra parte, las religiones de origen oriental que incluyen la creencia en la reencarnación no están basadas en una revelación divina. No hay pues en ellas verdadera teología sobrenatural. Su creencia en la reencarnación es más bien un postulado asumido acríticamente.

Cuatro argumentos filosóficos contra la reencarnación

1. La ley del Karma, garante de la sanción moral en el sistema reencarnacionista, carece de un fundamento racional. El Karma es una ley en virtud de la cual se produce infaliblemente la justicia. Hace que cada acto, palabra o pensamiento sea seguido de un efecto adecuado y proporcionado. Un acto bueno es seguido por un efecto bueno y un acto malo por un efecto malo. El Karma parece poseer una inteligencia infinita, a pesar de lo cual sus defensores no le reconocen un carácter personal. En última instancia éstos reconocen que no saben nada sobre la naturaleza íntima de la inteligencia que se encuentra dentro del Karma.

2. El sistema reencarnacionista de purificación de las almas es en definitiva absurdo. La inmensa mayoría de los seres humanos no recuerda absolutamente nada de sus supuestas vidas pasadas. Además, la mayoría de los que dicen recordar algo de ellas no hacen referencia a más de una de esas vidas, que conforman una serie casi interminable. Por lo tanto, si cada reencarnación busca que nos purifiquemos de las faltas cometidas en vidas anteriores, cabe concluir que se nos castiga sin que conozcamos actualmente nuestras faltas. Pero entonces, ¿cómo podremos corregirnos?

3. En el reencarnacionismo, como en el platonismo, el conocimiento es sólo reminiscencia. En este sistema dualista, que supone la preexistencia de las almas, no hay verdadera novedad, sino sólo recuerdos y olvidos de verdades conocidas desde siempre. Esta triste concepción de la vida humana tiene muchas consecuencias empobrecedoras.

4. Me detendré más para analizar un punto que los defensores de la reencarnación suelen dejar sumido en la ambigüedad: ¿La sucesión de reencarnaciones es finita o infinita? Y si es infinita, ¿lo es sólo hacia atrás (hacia el pasado), sólo hacia adelante (hacia el futuro) o en ambos sentidos?

Supongamos primero que la imaginaria sucesión de reencarnaciones es finita. Si esa sucesión tuviera un principio, para evitar las consecuencias absurdas de la regresión infinita, y también un final, como postulan el hinduismo y el budismo, entonces un conjunto de vidas de duración total finita determinaría el destino eterno del ser humano. En ese caso se vuelve incoherente uno de los argumentos principales de los partidarios de la reencarnación, según el cual una sola vida terrena, por su finitud, es insuficiente para alcanzar el infinito por medio de la “iluminación” gnóstica. Un conjunto finito de vidas terrenas sería tan insuficiente para ese fin como una sola vida.

Supongamos ahora que la sucesión de las reencarnaciones es infinita hacia atrás. Dejo constancia de que este concepto es sumamente cuestionable y problemático. Una sucesión de reencarnaciones sin principio implica un mundo en el que cada estado actual depende de una regresión infinita de causas sucesivas. En esta hipótesis no se puede evitar consecuencias absurdas, como por ejemplo la posible existencia de libros transmitidos de generación en generación pero no escritos por nadie. Sin embargo, dejo de lado la discusión sobre el carácter absurdo de esa forma de infinito y objeto lo siguiente: ¿Cómo una pobre alma que lleva ya un tiempo infinito purificándose en una interminable cadena de reencarnaciones podrá alcanzar la iluminación de aquí en adelante, en un tiempo finito? Habiendo “transcurrido ya” un tiempo infinito, ¿no deberían haberse purificado ya todas las almas? Y si aún no lo han logrado, ¿no cabría esperar que sigan infinitamente encadenadas a este mundo también en el futuro? Además, la ciencia moderna nos enseña que la vida en general y la vida humana en particular tuvieron comienzos en el tiempo. Una sucesión de reencarnaciones sin principio supone arbitraria y falsamente lo contrario.

Por último, supongamos que la sucesión de las reencarnaciones es infinita hacia adelante. En este caso simplemente la salvación no llega nunca y la supuesta purificación no alcanza su objeto, lo que manifiesta más claramente aún su carácter absurdo. El mito del eterno retorno es mucho menos razonable que la fe en la vida eterna. La rueda del eterno retorno mantendría al hombre prisionero de su finitud y de su culpa, impidiéndole alcanzar su meta, la unión perfecta con Dios. En esta cosmovisión pesadillesca, cada vida individual es insignificante, pues no es más que un eslabón de la cadena infinita de las reencarnaciones.

Refutación de tres argumentos a favor de la reencarnación desde la ciencia

1. Los parecidos físicos entre parientes, uno de los cuales ha venido al mundo después de la muerte del otro, se explican hoy por las leyes de la genética. Por este motivo esta “prueba” de la reencarnación ha caído en desuso.

2. La impresión de déjà vu se debe a que la persona realmente vio antes la misma cosa o algo parecido o bien se debe a un fenómeno psicopatológico llamado “paramnesia”.

3. Ni el hombre que duerme, ni el sujeto en estado de hipnosis, ni el niño nos pueden inspirar  confianza cuando dan testimonio de supuestas vidas pasadas. Los tres “sueñan”, cada uno a su manera. Tampoco son convincentes los testimonios de los iniciados (como Madame Blavatsky, Annie Besant o Alejandro Dumas hijo): o son simples mentiras o están relacionados con serias psicopatologías. En esos testimonios se puede comprobar una fuerte tendencia a la megalomanía: muy a menudo esas personas afirman ser la reencarnación de grandes personajes de la historia. Daniel Douglas Home encontró en su época doce personas diferentes que decían ser María Antonieta reencarnada, seis que decían ser María Estuardo, una veintena que decían ser Alejandro Magno o Julio César, etc. ¿El alma de Julio César puede reencarnarse en veinte personas a la vez?

Notas

1) Cf. Comisión Teológica Internacional, Algunas cuestiones actuales de escatología, 1990, en: https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_cti_1990_problemi-attuali-escatologia_sp.html

2) En este punto, mis reflexiones se basan principalmente en: Paul Siwek SJ, La réincarnation des esprits, Desclée, De Brouwer et Cie, Rio de Janeiro 1942.


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17 comentarios

  
Sancho
Hay casos verdaderamente sorprendentes en la India o el Tibet de niños que parecen saber muchas cosas ciertas de aquel o aquella que dicen haber sido, incluso en algún caso conocen a familiares todavía vivos. En mi opinión, se trata de una especie de impregnación espiritual, cercana a la posesión, bien por parte del espíritu del propio muerto o de demonios. Muy probablemente un exorcismo acabaría con el fenómeno.
11/05/24 6:41 PM
  
Carsten
Oiga, todavía no lo leí entero pero lo que leí es excelente.
Esto es parte de su catecismo apologético?
Felicitaciones!
Y avise cuando lo termine.
Me interesa!
Y rezo por esta obra.

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DIG: Sí. Mi plan es publicar de a poco los distintos capítulos, sin un orden estricto, y después agruparlos en libros. Es un proyecto de largo plazo. Tal vez me lleve cinco o diez años, si Dios me da el tiempo suficiente. Por ahora estoy muy ocupado, así que las publicaciones serán esporádicas. ¡Muchas gracias por las oraciones y las palabras de aliento!
11/05/24 9:38 PM
  
Jorge Cantu
La doctrina de la reencarnación en su modalidad hindú deriva de un intento de control social por medio de la religión en base a la validación y justificación de la doctrina de las castas, que establece una especie de 'designio divino' de origen desconocido y misterioso pero sujeto a fuerzas ciegas e inevitables que justifican la superioridad y dominio de las castas dominantes sobre las inferiores dominadas y buscando la resignación y conformidad de los dominados y oprimidos con su condición.

Los presuntos casos de 'recuerdos' de vidas pasadas son más que sospechosos pues se dan en un contexto de interés por demostrar la validez del hinduismo o alguna de sus sectas. La gran mayoría, como señala Daniel, afirman ser reencarnaciones del Rey 'Tut', de Napoleón, de Cleopatra, etc. otros, como las presuntas 'reencarnaciones' de cierto 'maestro' o iluminado budista, afirman ser esas personas pero en su momento queda claro que fueron convencidos y adoctrinados por sus padres o por los discípulos del santón.

Hace años, el Profesor Paul Williams, un erudito inglés de budismo en la universidad de Bristol (presidente además de la asociación de Estudios Budistas del Reino Unido, y durante muchos años entregado a la 'fe' budista) se convirtió al catolicismo. Él expresaba esta visión absurda del reencarnacionismo hinduista y budista como una de las causas principales de su conversión.
12/05/24 4:55 AM
  
sofía
Gracias por la argumentación. Recientemente he podido comprobar que el reencarnacionismo es la deriva a la que llegan los amigos de la new age.
12/05/24 10:46 AM
  
Masivo
A fines del XIX y principios del siglo XX fue una moda en Europa.

Un jerarca nazi creía en la reencarnación, concretamente en su caso llegó a la convicción de que era la reencarnación del emperador Enrique el Pajarero.

Normalmente esa gente no creía ser reencarnaciones de panaderos o arrieros...
12/05/24 1:54 PM
  
Fray Nelson
Excelente. Conciso y preciso. Lo divulgaré. Gracias.

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DIG: Muchas gracias, Fray Nelson.
12/05/24 8:20 PM
  
Carlos Bockor
Excelente artículo Daniel. Abrazo grande desde Buenos Aires.

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DIG: Muchas gracias, Carlos. Te mando un abrazo.
12/05/24 10:16 PM
  
Federico Ma.
Muchas gracias, Daniel. En general me parece un buen post. Tengo, sin embargo, algunas observaciones: ya me dirás si proceden o no, por favor (cf. Prov 9, 8).

1. "Es por méritos propios que se llega a la meta final". Entiendo que esto lo dices críticamente. Pero se podría malinterpretar, como si los justos que se salvan no tuvieran, siempre por la gracia, méritos... Porque la salvación, "la meta final", en efecto, se merece: ningún adulto (a lo menos) llega a la salvación sin mérito.

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DIG: En ese párrafo presento la posición de los reencarnacionistas.

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2. En cuanto a que los santos entran inmediatamente después de su muerte en el cielo, entiendo que es algo debatido. El P. Royo Marín, por ejemplo, lo negaba, apoyándose en san Juan de la Cruz (Noche oscura, II, cap. 20, n. 5, en donde dice que los que llegan al noveno grado de amor, sumamente elevado, no pasan por el purgatorio [dando a entender, al parecer, que sólo estos no pasan por él]). Lo que garantiza la canonización, entiendo, es que los santos están en el cielo en el momento en que son canonizados, no que no hayan pasado por el purgatorio.

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DIG: Es seguro que al menos algunos santos no pasan por el Purgatorio. He retocado el texto.

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3. Luego, argumentar contra una doctrina contraria a la fe a partir de la supuesta imposibilidad (incluso se dice que es "absurda") de una tesis que santo Tomás y toda su escuela consideran posible, i.e., la perpetuidad del mundo, me parece que sería susceptible de poder llegar a producir lo que el mismo santo Tomás, siguiendo a san Agustín, califica como "irrisio infidelium". Pienso que algo parecido se podría decir respecto de la pretensión de demostrar el comienzo temporal de lo creado a partir de alguna ciencia particular.

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DIG: Efectivamente, creo que en ese punto Santo Tomás estaba errado y San Buenaventura tenía razón.

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4. Entiendo que la doctrina del juicio particular inmediatamente luego de la muerte no es, en sentido estricto, un dogma de fe. Eso dice, por ejemplo, Ludwig Ott.

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DIG: Creo que sí es un dogma de fe definido en la constitución Benedictus Deus del Papa Benedicto XII en 1336.

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5. "Los reencarnacionistas tienen razón al pensar que una sola vida terrena es insuficiente para alcanzar la plenitud a la que el ser humano está destinado". Pero a los santos, al menos a los que inmediatamente entraron en el cielo luego de morir, les ha alcanzado... Por eso, también, una sola vida, santa, sería suficiente para que el ser humano se purifique de todas sus faltas, no insuficiente. Aunque, es verdad, para la mayoría, en cuanto no las viven santamente, son insuficientes para lo uno y para lo otro: quizá por aquí van tus afirmaciones.

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DIG: Sí, me refiero a que en general es insuficiente, y en los casos en que es suficiente lo es por la gracia de Dios, no por el mero esfuerzo propio. He retocado el texto.

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Un cordial saludo.

In Domino.

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DIG: Muchas gracias, Federico. Saludos.
13/05/24 12:30 AM
  
Néstor
Muy buen "post". En el ejemplo de los libros trasmitidos de generación en generación pero no escritos por nadie la dificultad no está en la falta de comienzo, sino en la negación del principio de causalidad, al presentar efectos sin causa. En una serie sin comienzo de seres humanos que descienden unos de otros no se da esa particular dificultad.

Saludos cordiales.
14/05/24 4:59 AM
  
Juan Argento
La cosmología contemporánea introduce un dificultad adicional a la reencarnacion, a partir de la observación de que, durante por lo menos los primeros cientos de millones de años despues del hot big bang (o sea despues del fin de la epoca inflacionaria), no pudo haber vida en el universo simplemente porque no habia una concentración suficiente de los elementos quimicos mas pesados necesarios para la vida.

Recordemos que la nucleosintesis inmediatamente luego del hot big bang de lugar solamente a hidrógeno, helio y litio. Es la fusión nuclear en las estrellas y su explosión final como supernova, o en caso de terminar su "vida" como una estrella neutrónica, su combinación con otra estrella neutrónica, lo que da lugar a la creación y ulterior liberación de los elementos químicos mas pesados, que luego podrán formar parte de un planeta donde pueda haber vida [1]. Para obtener la concentración necesaria de esos elementos químicos mas pesados se requiere el transcurso de cientos (y tal vez miles) de millones de años.

Por lo tanto, durante esos primeros cientos de millones de años luego del hot big bang, ¿ya existen las almas y están esperando que se forme la vida en algún lado para poder encarnarse? (Además, si la vida evoluciona como en la tierra, durante los primeros 2000 millones de años van a tener que encarnarse en organismos unicelulares, lo cual no parece particularmente interesante...)

Ahora bien, si las almas ya existen en el big bang debe ser como remanente de un ciclo del universo previo al (ultimo) big bang, lo cual es consistente con la cosmologia oriental de universo ciclico. Pero esta cosmología es incompatible con el descubrimiento en 1998, confirmado ya fuera de toda duda, de que la expansión del universo se esta acelerando y ha venido haciendolo desde aproximadamente la mitad del tiempo desde el big bang, porque un universo ciclico necesita que la expansion se DESacelere hasta detenerse para dar lugar a una fase de contraccion al final de la cual ocurre un "rebote" ("big bounce").

En resumen, el universo comenzó a existir con la etapa inflacionaria previa al hot big bang y durante por lo menos los primeros cientos de millones de años siguientes no pudo haber vida en él. Por lo tanto, las almas que informaron (en sentido hilomorfico) los primeros organismos vivos capaces de soportarlas fueron creadas ex nihilo en el momento de aparecer esos organismos. Además, es evidente que el aumento de la población de estos organismos aptos requiere la creación ex-nihilo de almas adicionales que los informen. Dado lo cual, ¿por qué Dios no dispondria que todas y cada una de las instancias de esos organismos aptos fuesen informadas por un alma creada ex-nihilo para esa instancia particular? (¿Acaso la creación ex-nihilo de almas "lo cansa" a Dios, por lo que está esperando ansiosamente que se estabilice la poblacion para poder dejar de crear almas y hacer que se reencarnen?)

[1] https://en.wikipedia.org/wiki/File:Nucleosynthesis_periodic_table.svg
15/05/24 2:07 AM
  
Juan Argento
Un comentario sobre un punto colateralmente al tema del artículo pero que ya salió en otro comentario. Es evidente que una infinitud sucesiva, por ejemplo el numero de ciclos en un universo cíclico con Dios creando ex-nihilo un numero finito N de almas en cada ciclo, implica una infinitud simultanea: el numero de almas creadas hasta un momento particular. Por lo tanto podemos focalizarnos en el tema de la infinitud simultanea.

Si la infinitud simultanea de almas fuese factica y un bienaventurado en el cielo le preguntase a Dios: "Señor ¿cuántas almas has creado en total hasta ahora?", recibiría la respuesta "Aleph-cero, el cardinal del conjunto de números naturales. (¿Ves aquella nube? Alli está un muchacho Kantor que estará muy contento de explicarte el tema. Si te queda alguna duda despues vení y te la respondo ;-)"

El punto es que una cantidad transfinita es por definición indefinida, y lo creado por Dios debe ser definido, no puede ser indefinido. Por lo tanto la infinitud simultanea (de almas, galaxias o lo que sea) no puede ser fáctica, y por lo tanto tampoco la infinitud sucesiva.
15/05/24 2:22 AM
  
Cristián Yáñez Durán
Es increíble la cantidad de gente, muchos sedicentes católicos, que creen el absurdo de haber sido una persona que ahora no son. O sea, son la encarnación del principio de contradicción.
15/05/24 2:48 AM
  
Masivo
También resulta sospechoso que los "reencarnados" conserven memorias que se albergaban en cerebros que ya no existen, cuando es un hecho palmario que una lesión cerebral puede provocar la pérdida de memoria, así como las enfermedades degenerativas o la simple vejez.
15/05/24 9:41 AM
  
Cos
Juan Argento, es que en la cosmología oriental Dios no crea almas, sino, como explica el artículo:
"Se trata de un dios alienado que, a partir de una caída primordial incomprensible, sufre la ilusión de la multiplicidad y la pérdida de la conciencia de sí mismo".
Las "almas" son la conciencia divina que sufre la ilusión de la multiplicidad.

No tengo claro si la memoria supondría un fenómeno "externo" al momento concreto de la reencarnación. En cualquier caso, los efectos de la degeneración física explicarían que hubiese tan pocas memorias de las vidas pasadas o de animales, pero sí se diesen algunos casos.
No estoy muy seguro de que todos los casos de memorias pasadas estén protagonizados por eminentes personajes históricos. Creo que el ámbito oriental sería mas interesante para el estudio de estos casos que su versión pop occidental.

Yo creo que las críticas mas interesantes que se pueden hacer son respecto al orden del ser de las cosas. Empezando por el ser de esa divinidad última y siguiendo por todas las demás, incluidas las personas. Donde ser-nada, realidad-apariencia, etc., terminan confundiéndose. Me parece todo muy confuso. Así como el significado de la iluminación y esa liberación del ciclo de apariencias, que es el centro de la vida de los santos. Todo puede llevar a un escepticismo radical. Igualmente ocurre con la concepción cíclica del tiempo, ¿qué sentido tiene?

Y lo que cabe hacer con estas cuestiones es preguntarse el porqué ¿Por qué creen que somos parte de la divinidad?¿Por qué tienen esa idea de la divinidad?¿Por qué la realidad es apariencia? Etc.
15/05/24 10:00 PM
  
Masivo
Luego está el asunto de que hoy viven más seres humanos de los que nunca han vivido antes, por lo que las cuentas no salen. No todas sus almas pueden haberse reencarnado.
16/05/24 4:12 PM
  
Juan Argento
Creer en "un dios alienado que, a partir de una caída primordial incomprensible, sufre la ilusión de la multiplicidad y la pérdida de la conciencia de sí mismo" describe exactamente la tradición hinduista Advaita y parcialmente la Vishishtadvaita pero no la Dvaita. Tampoco describe el budismo Teravada. El budismo Mahayana tiene una enorme diversidad de escuelas, y algunas de ellas tienen una cosmovision cercana a la de Advaita, probablemente por influencia de ésta.

Todas estas tradiciones sostienen la reencarnación.
17/05/24 2:48 AM
  
Juan Argento
Con mí comentario anterior como contexto, respondo ahora a Cos: lo dicho en la segunda mitad del último párrafo de mí primer comentario en términos de teismo clásico (Dios creando almas en el tiempo) puede generalizarse para las otras posiciones filosóficas:

Advaita: las almas son Brahman

Vishishtadvaita: las almas son modos de Brahman

Dvaita: las almas y Brahman son entes real e irreducible mente distintos. Brahman crea las almas pero no con un inicio en el tiempo sino eternamente, o sea las sostiene eternamente en la existencia.

En los 3 casos la noción de reencarnación de las almas es ridiculizada por estas conclusiones de la ciencia contemporánea: 1. El universo no es cíclico. 2. Durante los primeros cientos de millones de años luego del big bang no pudo existir vida en el universo. 3. Si la vida evoluciona en todos los planetas como en la tierra, lo cual es razonable, durante los primeros 2000 millones de años de existencia de la vida en un planeta los organismos son unicelulares.

Cambia la especificidad del ridículo: en vez Dios "cansandose" de crear almas, tenemos a Brahman, los modos de Brahman, o las almas eternas "esperando" cientos o miles de millones de años para poder encarnarse.
17/05/24 4:13 AM

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