Philip Trower, La Iglesia docta y la rebelión de los eruditos -3A

(Véanse en este blog los dos capítulos anteriores).

Capítulo III. El neomodernismo: una plaga subterránea

Hacia 1900 las ideas modernistas se estaban extendiendo en el clero más culto y estaban penetrando en los seminarios. En todas partes los sacerdotes empezaron a tener crisis de fe. (La hija de Von Hugel había tenido antes, en 1897, una crisis de fe cuando su padre le había revelado sus dudas espirituales y sus esperanzas de un cambio de doctrina. El Padre Tyrrel había sido llamado para restaurar su mente). Se pusieron libros en el Índice [de libros prohibidos], se emitieron advertencias y se prohibieron revistas. Loisy, Tyrrel y algunos otros fueron excomulgados. Loisy, quien durante años había declarado su catolicismo, más tarde admitió que había comenzado a perder su fe alrededor de 1885.

Sin embargo, los que no fueron excomulgados continuaron impulsando sus ideas, a pesar de las censuras. En 1907 el Papa emitió el decreto Lamentabili y la encíclica Pascendi. Estos [documentos] enumeraron, analizaron y condenaron los errores modernistas. Después de 1910 se requirió que los sacerdotes hicieran un juramento anti-modernista especial. Se instruyó a los obispos para que se aseguraran de que nadie que enseñara en sus seminarios sostuviera puntos de vista modernistas.

San Pío X fue, y sigue siendo, atacado amargamente por estas medidas. Pero los pasos que tomó fueron proporcionales al peligro. Se hicieron necesarios en parte por lo que me temo que debemos llamar el carácter taimado de los modernistas, por su determinación de continuar haciéndose pasar por católicos cuando ya no lo eran, pero principalmente porque sus creencias golpeaban el corazón de la religión cristiana. ¿Quién puede culpar a un Papa por condenar ideas que llevaban a un sacerdote a negar que Cristo es Dios, que la Iglesia tiene autoridad para enseñar y gobernar en Su lugar, y que sus doctrinas son objetivamente verdaderas? No es necesario ser un experto de las Escrituras para saber lo que habrían dicho San Pedro y San Pablo.

Los fieles comunes que se opusieron al modernismo y contraatacaron también fueron atacados. Los escritores que simpatizan con el modernismo hablan de un Terror Blanco: aunque no hubo pérdidas de vidas. La verdad es que en cualquier conflicto serio algunas personas, incluso con la razón de su lado, van a actuar mal, o en el calor de la lucha darán golpes por debajo del cinturón. Pero cuando se han explicado todos los casos en los que los individuos se sobreexcitaron y lanzaron acusaciones al objetivo equivocado, o se aprovecharon de la crisis para dar rienda suelta a resentimientos mezquinos, las reacciones de los fieles son perfectamente inteligibles.

Tan pronto como se dieron cuenta de las nuevas enseñanzas, las reconocieron, como los católicos del siglo IV tan alabados por Newman, como una tentación mortal. Una tentación poderosa, en cualquiera que sea consciente de lo que es, provoca un rechazo contundente, y las tentaciones contra la fe deben ser tratadas con la misma firmeza que otras tentaciones. Cuando una mujer desnuda fue introducida en la habitación de Santo Tomás de Aquino en el castillo familiar donde él estaba cautivo, no se sentó, por motivos de caridad, a discutir con ella por qué estaba desvestida. La empujó afuera de la habitación y cerró de golpe la puerta. La posición de los modernistas era análoga a la de la mujer. Trataban de permanecer en la Iglesia sin usar el vestido nupcial de la fe. Para los católicos, su desnudez doctrinal era una incitación a la infidelidad, y fue por eso que [los modernistas] fueron rechazados enérgicamente.

SIGUIENDO RUTAS TORTUOSAS HACIA LA MENTE PÚBLICA

Después de 1910 el modernismo pasó a la clandestinidad durante 50 años. La mayoría de los involucrados en el drama se sometieron exteriormente; algunos, según sus cartas privadas, tomaron el juramento antimodernista con reservas mentales. La mayoría de los católicos imaginó que el modernismo se había extinguido. Dos guerras mundiales y los problemas económicos y políticos de los años veinte y treinta ayudaron a desviar la atención del movimiento y a reprimirlo: aparentemente había cosas más serias de las que preocuparse.

Pero aunque las ideas modernistas ya no se expresaron ni defendieron abiertamente, persistieron y continuaron ejerciendo influencia.

Laberthonnière murió recién en 1932. Aunque se le prohibió publicar, continuó escribiendo, y estos libros posteriores aparecieron tan pronto como él murió.

Leroy sobrevivió hasta 1954. Como profesor en el Colegio de Francia, con el prestigio de ese puesto, su influencia fue mayor. Siendo un laico, no se le prohibió publicar. Sus libros fueron simplemente censurados a medida que salían. Cada vez él se sometió, pero sin cambiar su rumbo; las mismas ideas serían desarrolladas en un libro siguiente. Las fórmulas oficiales, sostuvo, debían recibir sólo una sumisión oficial y ser interpretadas de modo que tengan un significado aceptable; él no estaba lidiando con una autoridad infalible. Pero su importancia para nosotros hoy radica en haber sido amigo cercano de Teilhard de Chardin. Él y el Père Teilhard, confesó, habían discutido juntos sus teorías tan a menudo que ya no podía distinguir cuáles eran las del Père Teilhard y cuáles las suyas. Como resultado, muchas de las ideas de Teilhard de Chardin fueron impresas mucho antes de la publicación de sus propias obras después de su muerte.

Los hombres jóvenes que, alrededor de 1910, en el punto culminante de la crisis, estaban formando sus mentes en los seminarios, aún tenían sólo un poco menos de setenta años al morir Pío XII en 1958. Aunque sólo un número relativamente pequeño perdió su fe, muchos emergieron con una confianza abollada en la certeza de algunas de las enseñanzas de la Iglesia, con una actitud reticente hacia el Magisterium o generalmente con sentimientos de inquietud e infelicidad.

Las memorias, apologías e historias del modernismo también aparecieron en gran número entre las dos guerras y ejercieron una influencia sobre los clérigos y laicos católicos más inquisitivos intelectualmente, ayudando a ampliar lo que se podría llamar la Iglesia del Descontento.

Sin embargo, la mayor parte de la literatura modernista producida entre 1910 y 1958 parece haber circulado entre el alto clero de forma mecanografiada o mimeografiada, y parece haber sido principalmente contra esto que en 1950 Pío XII dirigió su encíclica Humani Generis, Sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica,  siendo Pierre Teilhard de Chardin una de las principales figuras a las que apunta, aunque no la única.

(CONTINUARÁ).

Copyright © Estate of Philip Trower 1979, 2019.

Fuente: http://www.christendom-awake.org/pages/trower/church-learned/church-learned-chap-3.htm (versión del 05/03/2019).

Traducido al español por Daniel Iglesias Grèzes con autorización de Mark Alder, responsable del sitio Christendom Awake.


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2 comentarios

  
Marcelo
El mal llamado Chardonnay, es tenido todavía por hereje? Pues escuché a algún Cura con el relato Cósmico todavía. Abrazo
11/12/21 2:41 PM
  
Néstor
Lo que hay sobre Teilhard es este "Monitum" del Santo Oficio:

"SUPREMA SAGRADA CONGREGACIÓN DEL SANTO OFICIO

Monitum

Ciertas Obras del Padre Pedro Teilhard de Chardin, incluso obras póstumas, son publicadas y encuentran una acogida nada despreciable.

Independientemente del juicio que se forme acerca de lo que atañe a las ciencias positivas, en materia de filosofía y teología, aparece claramente que las obras mencionadas abundan (scatere) en tales ambigüedades, o más bien en errores tan graves, que ofenden a la doctrina católica.

Así, pues, los Emmos. y Rvdmos. Padres de la Suprema S. Congregación del Santo Oficio exhortan a todos los Ordinarios y a todos los Superiores de Institutos religiosos, a los Rectores de Seminarios y a los Presidentes de Universidades a defender los espíritus, particularmente los de los jóvenes, contra los peligros de las obras del P. Teilhard de Chardin y de sus discípulos.

Dado en Roma, en el Palacio del Santo Oficio, el 30 de junio de 1962.

Sebastián Masala, Notario"

No hay, por tanto, una condena de herejía, pero sí una declaración de "errores graves que ofenden la doctrina católica".

Saludos cordiales.
12/12/21 1:11 AM

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