5.09.18

Viganó, Juan Pablo I y José Manuel Vidal

Siempre hemos creído que, alguien con principios, resulta una persona respetable; incluso cuando aquéllos, errados, lo pongan en la vereda de enfrente. Porque los principios son, en el ámbito moral, algo así como el acto de ser en los entes y, quien no los tiene, no merecería siquiera el acto de la percepción.

Pero hay gente que es incapaz del sí e incapaz del no o, mejor dicho, hay gente que hoy dice sí y, al mismo tiempo no, dependiendo de cómo varíe el viento.

Es el caso de José Manuel Vidal (ex-sacerdote, gracias a Dios) quien, hace apenas una década se quejaba de quienes impedían acceder a la investigación acerca de la muerte de Juan Pablo I mientras, hoy, con el caso Viganó, dice todo lo contrario y acusa a quienes piden transparencia de “rigoristas” con una “doble moral ideologizada”.

Claro: porque estos son mis principios, pero si no, tengo estos otros como decía Groucho.

“Doble moral”… Pufff…

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

PS: Venga la selección de lo que decía por entonces este personaje menor.

 

JOSE MANUEL VIDAL.- «Hay que purificar el templo y echar de él a los mercaderes». Ésta es la clave teológica que ha llevado a Jesús López Sáez, sacerdote abulense, prestigioso catequista y fundador de la Comunidad de Ayala, a bucear en la escabrosa historia de la muerte de Juan Pablo I (…). Con la explicación oficial, Roma dio por cerrado el caso. Pero, aún hoy, en toda la cristiandad sigue flotando un aire de misterio y sospecha. La herida se cerró en falso. De hecho, tras su muerte numerosos obispos y hasta algún cardenal pidieron a Roma una investigación en profundidad (…). Pero la consigna en la Iglesia era clara y tajante: «Ningún eclesiástico puede remover las cenizas del Papa Luciani y, ante las múltiples preguntas de los fieles en todo el mundo, los clérigos deben responder con la verdad oficial». Pero don Jesús no se dio por vencido y, desde entonces, siguió visitando archivos, consultando fuentes y con protagonistas directos de aquellos acontecimientos que, con la edad y el tiempo, comenzaron a hablar. (…)

 

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3.09.18

"No hay curas homosexuales. Hay homosexuales curas". La pedofilia homosexual en la Iglesia. Sermón

Para oír el sermón, hacer clic AQUÍ

Durante el siglo VI, los bárbaros comenzaron a ingresar en la Iglesia, con sus bondades y sus vicios. El ite et docete se estaba dando; faltaba acristianarlos y hacer que el Evangelio empapara la vida de los hombres.

Durante el siglo X, llamado el siglo de hierro, las costumbres en la Iglesia se habían vuelto insostenibles en ciertos ambientes, incluso en el propio clero. Fue entonces cuando un hombre extraordinario, originario de Ravena, Italia, surgió como una luminaria feroz: San Pedro Damián, monje benedictino que llegó a ser cardenal de la Iglesia y martillo de herejes.

Por entonces, decía:

“Ha arraigado entre nosotros cierto vicio sumamente asqueroso y repugnante. Si no se lo extirpa cuanto antes con mano dura, está claro que la espada de la cólera divina asestará sus golpes, de un momento a otro, para la perdición de muchos (…). El pecado contra natura repta como un cangrejo hasta alcanzar a los sacerdotes[1].

 

La Iglesia necesitaba de una reforma. Y así lo hizo; con el tiempo, San Pedro Damián se convirtió incluso en doctor de la Iglesia.

 

*    *    *

 

Pero analicemos ahora brevemente lo que pasa en la actualidad.

En los últimos años y como una oleada devastadora que ahora sale de nuevo a la luz, varios casos de abusos sexuales han surgido entre los sacerdotes católicos. Y, con toda verdad, hay que denunciarlos y repudiar este pus de la Iglesia, sin negar la realidad.

Pero también, para mantenernos firmes y dignos, es necesario recordar ciertas  verdades que, por ser política o eclesialmente incorrectas, simplemente no se dicen.

Brevitatis causae enunciaremos sólo tres de ellas.

 

1) La homosexualidad ¿es una enfermedad o una perversión?

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1.09.18

Teodoro y su penitencia

Escrupulosos, jansenistas y carentes de ironía, abstenerse. Aviso.

 

Hay algo que no se dice (¡no se quiere decir!) y es que la inmensa mayoría de los casos de abusos sexuales cometidos por parte del clero, han sido obra de sodomitas empedernidos que, viendo un ambiente propicio en los seminarios, ingresaron a ellos como el zorro ingresa en el gallinero. 

Es decir, y para ser claros: no hay sacerdotes homosexuales, sino homosexuales que “trabajan” de sacerdotes. 

Esta es la primera y principal reflexión, con todas las putrefactas consecuencias que quieran sacarse, con perdón de la eufonía.

La segunda es similar a la primera y es que la pedofilia o efebofilia, lamentablemente no son cosa de hoy, ni en el mundo ni en la Iglesia sancta et meretrix[1], al mismo tiempo. Tanto es así que, en siglo de hierro (s. X), la plaga de la homosexualidad también había asolado a la Esposa de Cristo en su cara visible, como podemos leer en el siguiente resumen del “Liber gomorrhianus” de San Pedro Damián, obispo y doctor de la Iglesia.

La diferencia entre lo que sucedía antes y lo que sucede ahora es que, nadie justificaba el pecado; se pecaba y se pecaba fuerte; pero se sabía de la falta, no se promovía –por ello– al pecador.

A partir de todas estas reflexiones, se nos ocurrió compartir con los lectores el famoso romance español titulado “El cura y su penitencia”, interpretado por el inigualable Joaquín Díaz (por favor, óiganlo) para, luego, intentar una leve modificación para los tiempos que corren.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

 

 

 

Teodoro y su penitencia 

Teodoro que dice Misa

en medio de Washington

se enamoró de un mocoso

desde que lo bautizó.

Mientras vivieron sus padres,

no lo pudo tocar, no.

Cuando murieron sus padres,

el joven solo quedó.

Un día del mes de mayo,

sin saberlo Viganó;

pasó por allí el mal cura, pasó por allí el traidor.

– Vente conmigo, Pepito;

Pepito del corazón.
Lo ha agarrado de la mano

y a su casa lo llevó.

Un día de Jueves Santo,

con el joven se acostó
la puso la mano al pecho,

y el cuerpo muerto quedó.

“– Obispos, obispos sados,

si queréis buen envión,

sacadme de aquí este niño,

donde no la vea Dios.

A la mañana siguiente,

a decir misa marchó
y al tiempo de alzar el cáliz,

del cielo bajó una voz.

– “Detente, traidor, detente;

detente padre traidor,
que no puedes decir misa,

ni consagrar al Señor”.

A la mañana siguiente,

para Roma se marchó
a que le confiese alguno

y le eche la absolución.

 

– Tranquilo, Teodor tranquilo,

que nadie te condenó,

y si nadie te condena

cómo he de hacerlo yo.

 

- Que te saquen el capelo,

que te quiten el reloj.

- Esa es mucha penitencia;

más chica la quiero yo.


– Que te reten un poquito

hasta que olviden de vos

– Esa es mucha penitencia;

más chica la quiero yo.


– Que te metan en un claustro

y que reces con ardor.

– Esa es mucha penitencia;   

más chica la quiero yo.

 

– Que te agarren entre cuatro

y que te partan en dos,

esa sí que es penitencia,

bien grande la quiero yo…

 

 

 

 

 



[1] Santa y prostituta al mismo tiempo. Santa por su fundador y prostituta por algunos de sus miembros.

 PD: si a ud. le consta la homosexualidad de algún sacerdote, no sea cómplice. Denúncielo con el obispo.


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31.08.18

La Tradición que nunca se perdió

Reproducimos aquí, en parte, un interesante artículo de Christopher Fleming (converso del ateísmo/protestantismo) que nos puede servir como reflexión para quienes intentamos mantener viva la llama de la tradición.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

 

 

La Tradición que nunca se perdió

 

Este verano, como todos los años, he ido con mi familia a la casa de mi madre en Francia (…).

En España una de las características de los grupos de la Misa tradicional es una actitud beligerante frente a todos los que piensan de otro modo. Es comprensible que esto sea así, porque cuando la gente vive en minoría, rodeada por la incomprensión y a menudo se convierte en el blanco del escarnio de los demás, es difícil mantener una disposición amable. Es comprensible pero lamentable, porque cuando una persona de buena voluntad se acerca a la Misa tradicional y recibe un rebufo de algún exaltado tradi, es muy posible que nunca vuelva. Si tuviéramos en cuenta que lo importante es salvar almas, no ganar discusiones, seríamos mucho más pacientes y amables. Conozco a católicos que sienten repulsión hacía la Tradición por culpa del recibimiento de algunos tradicionalistas. Deberíamos estar más abiertos a gente nueva, más hospitalarios en nuestros lugares de culto. Por prudencia no deberíamos hablar de temas polémicos a la salida de Misa. ¿Por qué no podemos ser “normales”, y hablar de lo que todo el mundo habla: el trabajo, la familia, la salud, el tiempo, etc? Dejemos los debates sobre las conspiraciones judeo-masónicas para reuniones privadas en casa de amigos (…).

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30.08.18

Revolución y contra-revolución. Audio de conferencia

Enviamos la tercera parte del ciclo de conferencias dictado para el grupo Cruz del Sur, esta vez, acerca de la Revolución y la contra-revolución. Las conferencias anteriores pueden encontrarse aquí y aquí.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

Clase 1) Las ideas de Lutero y el Renacimiento: AQUÍ

Clase 2) Las ideas de la Revolución Francesa: AQUÍ

Clase 3) Revolución y contra-revolución: AQUÍ

 

 


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