Post post: luego de nuestro artículo, acaba de publicarse el siguiente texto en La Prensa, un conocido diario de la Argentina: AQUÍ

El “negacionismo” es ese delito del mundo moderno por el cual, si uno no opina como la minoría dominante, es echado al estercolero de la democracia.

Pongamos un ejemplo: si alguien, en el colmo de la insensatez, llegase a decir en Alemania que los judíos que padecieron bajo el régimen nazi fueron no seis millones sino 5.999.999, “sea anatema”.

Incluso si fuera judío quien lo afirmase (pregúntenle si no a Finkelnstein).

Algo análogo sucede en nuestro país, Argentina, con el tema de los 30.000 desaparecidos durante el último proceso cívico-militar que –con sus errores, claro- sepultó la violencia armada de los ’70: no importa que ya los mismos ex-guerrilleros digan que esa cifra mítica fue inventada para lograr llamar la atención, o que en tiempos del kirchnerismo se dijese que la cifra no llegaba a 6400, o que algunas de las madres –de izquierda, por cierto- diga que el número es una farsa.

No. Lo que interesa es el mito.

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Estimados amigos de “Que no te la cuenten”, 

Nuestra página nació allá por el año 2014 con una idea sencilla: salir al cruce de las falacias (históricas y actuales) que pululan en la sociedad postmoderna.

Con la ayuda de Dios y a pesar de nuestros límites, hoy (2019) la visitan a diario y habitualmente, más de 5000 personas de los cinco continentes.

Hemos publicado libros, organizado conferencias, distribuido material didáctico y, sobre todo, ayudado a formar una cosmovisión católica.

Desde un inicio nos hemos rehusado a pedir dinero pues, creemos, allí radica la verdadera libertad de acción. Sin embargo, cuando nos lo han ofrecido espontáneamente, lo hemos aceptado como venido de la mano de Dios, para usarlo siempre con fines apostólicos: desde el mantenimiento del sitio (que por una cuestión de espacio debe ser pagado anualmente) a la ayuda a las misiones; desde la publicación de libros al sostenimiento de algún seminarista o sacerdote en dificultad, etc.

Nuestro lema es, con Santa Teresa: “nada pedir, nada rechazar”. Por ende, si alguno puede y está dispuesto, pues aquí dejamos aquí las alternativas a los fines de alimentar, repotenciar y reforzar nuestro trabajo apostólico y, digamos, “reaccionario".

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Nos encontramos en Colombia, dictando un ciclo de conferencias.

La imagen es recurrente.

Un joven, una mujer con su bebé, se pasean por las calles “vendiendo” caramelos al precio que uno quiera pagarles.

- “Soy venezolano. Perdí todo. Ayúdeme por amor de Dios” – dice el cartel.

Son miles y miles esos hermanos que debieron dejar su Patria ante el régimen de Maduro; testigos silenciosos de lo que la izquierda siempre ha hecho con el pueblo: defecarse en él.

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