20.05.17

Desde el "introito" hasta la oración colecta. Explicando la Misa tradicional

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San Justino, mártir, uno de los más grandes padres de la Iglesia de los primeros siglos, así nos describe la Misa de un domingo, allá por el siglo II:

“El día llamado de sol (domingo) todos los habitantes de la ciudad o del campo se reúnen en un mismo lugar. Allí se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los Profetas, según la oportunidad.

Terminada la lectura, quien preside la asamblea hace uso de la palabra para instruir y exhortar a la imitación de tan hermosas enseñanzas. Luego todos se levantan y rezan en voz alta. Terminada la oración, se lleva al altar el pan, el vino y el agua; el que preside eleva hacia el cielo acciones de gracias. Todo el pueblo responde por aclamación: Amén.

Luego tiene lugar la distribución y repartición de los manjares eucarísticos. También lo reciben los ausentes por el ministerio de los diáconos. Aquellos que viven en la abundancia y quieren hacer limosna, dan libremente cada uno lo que buenamente quiere; lo recolectado se remite al presbítero, que lo distribuye a los huérfanos, a las viudas, a los enfermos, a los indigentes, a los prisioneros, a los huéspedes extranjeros, en una palabra, a todos los necesitados.

Hasta aquí la explicación de la Misa, sustancialmente la misma que hasta ahora.

Expliquemos ahora una parte de ella, como se celebra según el “modo extraordinario”, como buenamente nos permita el espacio de una homilía.

 

  1. SALMO 42: JUDICA ME

Apenas el sacerdote abandone la sacristía, se dirigirá hasta los pies de las gradas del altar y allí, antes de comenzar la Misa propiamente dicha, recitará un salmo, el número 42. Se trata de una oración dialogada, en la cual el pueblo participa desde el primer momento, creando una verdadera comunidad entre los fieles y su pastor.

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18.05.17

Curso de historia de la Iglesia. Invitación a clase 2: el Nacimiento de la Iglesia y vídeo de clase 1

El mes pasado, aquí, señalábamos el inicio del Curso introductorio de Historia de la Iglesia.

Presentamos al final el vídeo de esa clase e invitamos a su continuación a la segunda reunión:

Curso introductorio de Historia de la Iglesia

P. Dr. Javier Olivera Ravasi

Año 2017:

Clase 2: El nacimiento de la Iglesia: entre divisiones y persecuciones 

Miércoles 24 de Mayo

a las 19.30 hs

Barrio “San Benito” – Complejo Villanueva

LOTE 81

Ingeniero Maschwitz (Bs.As.)

Ubicación en Google maps, AQUÍ

Coordenadas: -34.373500, -58.710254

(al ingresar al barrio, decir que se va a la Capilla)

Entrada libre y gratuita, sin inscripción previa

VÍDEO DE LA CLASE 1: “La Iglesia ante los pueblos paganos y los semina Verbi

15.05.17

Sobre la Independencia del Paraguay

(Por la Hna Claudia Ortiz, de Paraguay)

El mes de mayo es un mes de celebraciones en Paraguay, es llamado «el mes de la Patria», porque en él se gestó la independencia nacional. Pero, ¿cuáles fueron los motivos que impulsaron a nuestros antepasados a buscar la independencia?

En los corrientes libros de historia leemos que fueron varias las causas; entre ellas se citan circunstancias económicas, sociales y políticas y casi siempre se afirma que fueron influenciados por las ideas liberales de la Revolución Francesa.  Pero ¿realmente podríamos ver las ideas liberales en nuestros próceres? Es muy común pensar que la independencia fue gestada por hombres que se sentían oprimidos por el yugo español representados por la cruz y la espada. Pero eso, quizá sea un error.

Como dice el Dr. Antonio Caponnetto, un prolífico autor argentino:

 

«Una cosa es la “independencia” de los ideólogos masones y liberales; otra (muy distinta es) la autonomía gubernativa conservando las formas monárquicas, las grandes unidades geopolíticas americanas y la prosapia cultural de tres siglos gloriosos de evangelización española. Una cosa es la emancipación –concepto netamente kantiano, iluminista y rousseauniano- y otra cosa es la autodeterminación, fruto del legítimo del ejercicio del ius resistendi a la tiranía.»

 

Paraguay no se independizó por un odio contra España. Es más, ya tenían en común trescientos años de historia.

 

«Los conquistadores españoles radicados desde 1537 a orillas del río Paraguay, en unión con los guaraníes originaron, a través de los años, un pueblo numeroso, homogéneo, trabajador y valiente, que sabía lo que el Paraguay, fundador de ciudades, significó en la civilización del Río de la Plata, se enorgullecía de su ascendencia hispánica y poseía una robusta conciencia nacional»[1].

 

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14.05.17

La "bella virtù". La pureza según Don Bosco. Reedición de libro

La “bella virtù”; así llamaba San Juan Bosco a la hermosísima virtud angélica; aquélla que nos hace semejantes a los ángeles del Cielo y que, si nos mantenemos firmes, nos hará ver al mismo Dios verdadero (Mt 5,8).

Es Ella: la virtud tan amada y tan buscada una hermosa damisela que tantos dolores de cabeza nos ha dado (y sigue dando) para adquirirla y mantenerla; es, en fin, una Dama hermosa que quiere de nosotros el combate singular contra el mundo (y el Príncipe de este mundo), sus tentaciones y seducciones.


Entre tantos escritores y tantas cosas hermosas que se han dicho hay un santo que se destaca por su especial ternura y predilección; este fue San Juan Bosco, el patrono de la juventud; su vida y su ejemplo están impregnados de anécdotas, sueños y enseñanzas acerca de la pureza, de allí que hayamos querido ir sonsacando de entre sus discursos y correrías lo que más nos pueda servir para alcanzar y difundir la bella virtù.

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13.05.17

Gramsci, la Virgen de Fátima y la Revolución Cultural (para meditar)

Hace unos veinte años, cuando era apenas un joven estudiante de abogacía, escuché por primera vez al Padre Alfredo Sáenz, SJ, hablar acerca de “Antonio Gramsci y la revolución cultural”.

Recuerdo que fue tal la fascinación que causó en mí -por contraposición- el pensamiento del intelectual italiano que, al terminar la conferencia, me acerqué y con todo el entusiasmo juvenil, le dije:

- “Padre: ¡yo quiero hacer eso que dice Gramsci pero al revés! ¡La contra-revolución cultural!

Ni lerdo ni perezoso, el jesuita, tomando un libro, me dijo:

- “Para eso debes comenzar a leer y escribir…”.

Y ahí nomás me dio mi primer libro para recensionar en la Revista Gladius.

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