Desobediencia debida: justificación doctrinal del alzamiento Cristero (2-3)

2. LA DOCTRINA DE LA RESISTENCIA EN LOS MOMENTOS PREVIOS AL CONFLICTO MEXICANO

A la época del conflicto cristero, la Iglesia no poseía un cuerpo doctrinal completo respecto de este caso puntual; el marxismo soviético y su asalto al poder, era aún un fenómeno reciente, y la persecución religiosa en España aún no comenzaba. Sin embargo, existían ya algunos documentos direccionales que permitían vislumbrar el norte de la cuestión.

Así, por ejemplo, el sumo pontífice de los cambios sociales, el Papa León XIII, explicaba en qué situaciones los ciudadanos no debían obedecer a quienes los gobernasen de modo injusto: Una sola causa tienen los hombres para no obedecer: cuando se les exige algo que repugna abiertamente al derecho natural o al derecho divino y acotaba:

 

[…] todas las cosas en las que la ley natural o la voluntad de Dios resultan violadas, no pueden ser mandadas ni ejecutadas. Si, pues, sucede que el hombre se ve obligado a hacer una de dos cosas, o despreciar los mandatos de Dios o despreciar la orden de los gobernantes, hay que obedecer a Jesucristo que manda dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mt 22, 21)… Los que así obran no pueden ser acusados de quebrantar la obediencia debida, porque si la voluntad de los gobernantes contradice a la voluntad y las leyes de Dios, los gobernantes rebasan el campo de su poder y pervierten la justicia. Y en este caso su autoridad no tiene valor, porque esta autoridad, sin la justicia, es nula[1].

 

Y en otra de sus encíclicas León XIII sentenciaba que cuando se mandaba algo contrario a la razón, a la ley eterna, a la autoridad de Dios, es justo entonces desobedecer a los hombres para obedecer a Dios. Cerradas así las puertas a la tiranía, no lo absorberá todo el Estado[2].

Obediencia debida y obediencia indebida, entonces…

Pero quien como pontífice debió sufrir quizás los mayores conflictos políticos del siglo XX, fue el papa Pío XI; la Guerra Civil Española, el conflicto con la Action Françise y la Cristiada, fueron sólo algunos de los episodios padecidos.

Luego de la fratricida lucha de los mexicanos y ante un nuevo levantamiento posterior a los nefastos arreglos entre la Iglesia y el Estado mexicano, hubo quienes intentaron llevar adelante una segunda sedición ante el recrudecimiento de las persecuciones. Fue entonces cuando Pío XI publica su documento titulado Firmissimam constantiam donde aclara:

Es muy natural que, cuando se atacan aun las más elementales libertades religiosas y cívicas, los ciudadanos católicos no se resignen pasivamente a renunciar a tales libertades. Aunque la reivindicación de estos derechos y libertades puede ser, según las circunstancias, más o menos oportuna, más o menos enérgica.

Vosotros [Obispos mexicanos] habéis recordado a Vuestros hijos más de una vez que la Iglesia fomenta la paz y el orden, aun a costa de graves sacrificios, y que condena toda insurrección violenta que sea injusta, contra los poderes constituidos. Por otra parte también vosotros habéis afirmado que, cuando llegara el caso de que esos poderes constituidos se levantasen contra la justicia y la verdad hasta destruir aun los fundamentos mismos de la Autoridad, no se ve cómo se podría entonces condenar el que los ciudadanos se unieran para defender a la Nación y defenderse a sí mismos con medios lícitos y apropiados contra los que se valen del poder público para arrastrarla a la ruina.

Si bien es verdad que la solución práctica depende de las circunstancias concretas, con todo, es deber Nuestro recordaros algunos principios generales que hay que tener siempre presentes, y son:

1º Que estas reivindicaciones tienen razón de medio, o de fin relativo, no de fin último y absoluto;

2° Que en su razón de medio deben ser acciones lícitas y no intrínsecamente malas;

3º Que si han de ser medios proporcionados al fin, hay que usar de ellos solamente en la medida en que sirvan para conseguirlo o hacerlo posible en todo o en parte, y en tal modo que no proporcionen a la comunidad daños mayores que aquellos que se quieren reparar;

4° Que el uso de tales medios y el ejercicio de los derechos cívicos y políticos en toda su amplitud, incluyendo también los problemas de orden puramente material y técnico o de defensa violenta, no es en manera alguna incumbencia del Clero ni de la Acción Católica como tales instituciones; aunque también, por otra parte, a uno y otra pertenece el preparar a los católicos para hacer recto uso de sus derechos, y defenderlos con todos los medios legítimos, según lo exige el bien común;

5° El Clero y la Acción Católica, estando, por su misión de paz y de amor, consagrados a unir a todos los hombres “in vinculo pacis” (Ephes., 4,3), deben contribuir a la prosperidad de la Nación, principalmente fomentando la unión de los ciudadanos y de las clases sociales, y colaborando a todas aquellas iniciativas sociales que no se opongan al dogma o a las leyes de la moral cristiana[3].

 

El levantamiento cristero inicial (1926-1929) y lo que se dio en llama “la Segunda” (el coletazo posterior a los “Arreglos”) terminaron por casi obligar a la Santa Sede a fijar una doctrina sobre el derecho al alzamiento hasta el momento nunca explicitada por la Iglesia jerárquica. Este tema no lo hemos visto estudiado aún, es decir, el fenómeno histórico de la Cristiada como antecedente de los documentos magisteriales sobre el tema[4].

 

3. “BAJAR AL MERCADO”. DE LA MORAL A LOS HECHOS

Se lee en los diálogos platónicos, que cuando sus discípulos se veían muy enmarañados con la mayéutica, Platón sentenciaba: ahora bajemos al mercado…”, como diciendo, vayamos a los hechos.

No sería más que un aburrido trabajo de teología o de filosofía moral, si no confrontáramos los principios anteriormente citados con lo que realmente sucedió en México antes de 1926. ¿Qué se pensaba al respecto?, ¿cómo se dieron los hechos?, ¿cómo se “bajó” doctrinalmente el pensamiento al pueblo sencillo?, ¿se dieron las condiciones necesarias para el alzamiento?

Vayamos por partes. 

 

3.1. Los teólogos y los obispos frente al alzamiento

Así como la España imperial de Carlos V se planteó el problema moral de la Conquista[5], también los Cristeros se planteaban la licitud o ilicitud de su levantamiento.

Sucede que el magisterio pontificio había repetidamente reprobado los movimientos de insurrección; basta recordar para ello, la encíclica Quod apostolici muneris, de León XIII, que rezaba: 

Si alguna vez se diera el caso de que la potestad pública fuera ejercida por los gobernantes temerariamente y traspasando sus límites, la doctrina de la Iglesia católica no permite levantarse por propia cuenta contra ellos, a fin de que no se perturbe más y más la tranquilidad del orden o de ahí reciba la sociedad mayor daño; y cuando la cosa llegare a términos que no brillara otra esperanza de salvación, enseña que ha de apresurarse el remedio con los méritos de la paciencia cristiana y con instantes oraciones a Dios[6].

 

El Papa Gregorio XVI, pocos tiempo atrás de la encíclica citada, había reprobado la insurrección de los católicos polacos contra el Zar; además, apenas unos años antes, el episcopado irlandés había condenado una insurrección de los católicos anunciado que cuantos persistieran en oponerse al gobierno por medio de las armas serían excomulgados, y, todo sacerdote que apoyase el levantamiento sería suspendido a divinis[7].

Por todo ello, los católicos se preguntaban si aquello que estaban haciendo por defender a la Iglesia era algo legítimo. Además, fuera de la directiva eclesial que querían respetar, existía un problema político, pues la Iglesia jerárquica no quería ser demasiado directa en sus declaraciones: si se condenaba explícitamente la insurrección mexicana, los levantados tendrían que deponer las armas con grandes pérdidas y, si se la apoyaba, recibirían aún más las represalias del gobierno sumando un conflicto diplomático mundial.

Ahora bien, ¿cuáles fueron los elementos de los que dispusieron los Cristeros para formar su opinión en torno a la licitud o no de la defensa armada?

Para conocer el pensamiento y las fuentes de quienes convocaron a la defensa armada, es de capital importancia una obra editada clandestinamente por la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa[8] en 1929, apenas realizados los “Arreglos”. Se trata del libro publicado por Aquiles Moctezuma (pseudónimo del padre jesuita Eduardo Iglesia Cardona), bajo el título El conflicto religioso de 1926, sus orígenes, su desarrollo, su solución[9], donde se trata de fundamentar bajo la guía segura de Santo Tomás de Aquino, la licitud de la defensa armada contra un gobierno opresor, distinguiendo, además, la rebelión de la revolución.

Sin embargo, como bien señala González Morfín[10], la doctrina del “derecho al alzamiento” si bien había llegado a los jefes cristeros en clave tomista, había sido interpretada principalmente por dos teólogos modernos: Theodor Meyer y Maurice de la Taille, siendo, a nuestro entender, este último quien mayor influencia ejerció en el movimiento mexicano.

Fue en 1924, poco antes del alzamiento, que se publicaba en París la cuarta edición del Dictionnaire Apologétique de la Foi Catholique; allí puede leerse aún hoy un extenso artículo con la voz “insurrección” que ofrecía el status quaestionis y el pensamiento contemporáneo en respuesta a las posibles aflicciones de un gobierno injusto[11]. Con distinciones académicas, quedaban claros los diferentes tipos de resistencia a la autoridad:

a) la resistencia pasiva, que consiste en no obedecer a las prescripciones de una ley.

b) la resistencia activa legal, que consiste en demandar la revisión de una ley a través de los medios legales.

c) la resistencia activa a mano armada, que consiste en oponerse por la fuerza a la ejecución de una ley.

d) la rebelión, que consiste en emprender la ofensiva contra la autoridad de la que emana la ley.

Mientras la última actitud es – se dice – en todos los casos prohibida, la primera es siempre obligatoria cuando se trata de una ley que prescribe acciones contrarias a la conciencia; la segunda, asimismo, es permitida y la tercera, se plantea el problema sobre si es lícita y en qué casos.

Pero fuera de la posición respetable de Taille, hubo otros teólogos que despegando del mero escritorio dieron respuestas concretas a los cuestionamientos que se hacían. Así, por ejemplo, el 4 de noviembre de 1926, el padre Mariano Cuevas, famoso historiador mexicano residente entonces en Roma, habiendo hecho una consulta a un notable grupo de moralistas de la Universidad Gregoriana (los padres Mostaza, Benito Oggetti, el mismo Maurice de la Taille), recibió la siguiente respuesta:

Los mexicanos, civiles y eclesiásticos, tienen pleno derecho a ejercitar la resistencia armada en las actuales circunstancias, si tienen sólidas esperanzas de éxito y de no producir males mayores […] [12].

El padre Arthur Vermeersch, uno de los más reconocidos moralistas católicos del siglo XX, en varios momentos volvió a pronunciarse sobre la licitud de la defensa armada emprendida por los mexicanos, llegando incluso, a defender el movimiento cristero de quienes, escandalizados, lo reprobaban en los primeros meses de 1927:

 

Hacen muy mal aquellos que, creyendo defender la doctrina cristiana, desaprueban los movimientos armados de los católicos mexicanos. Para la defensa de la moral cristiana no es necesario recurrir a las mentiras de ciertas falsas doctrinas pacifistas. Los católicos mexicanos están usando un derecho y cumpliendo un deber[13].

 Tengamos en cuenta la nota del estar cumpliendo un deber.

Como vemos, varios teólogos católicos daban su opinión y la misma llegaba a México por los canales normales de la Iglesia; así, la autoridad de Vermeersch, utilizada en una carta dirigida desde Roma por la misma Comisión Episcopal al obispo de San Luis Potosí:

 

En cuanto a la comprensión que la defensa armada ha causado por acá, debemos citar los siguientes hechos: El famoso P. Vermeersch, S.J., profesor de Moral y Sociología en la Universidad Gregoriana, insiste en reprobar la conducta de los que declaran ilícita la defensa armada de los derechos católicos. Estas declaraciones han causado gran sensación y han sido confirmadas por la sentencia y comentarios de otros y gravísimos teólogos: el P. Noval, dominicano, el P. Marotto y otros canonistas y juristas. Estos profesores y otros altos personajes, en lo particular, muestran gran interés por el buen éxito de los defensores. La Santa Sede, por su parte, guarda el más circunspecto silencio[14].

 

El episcopado apoyaba y el Vaticano seguía fiel a su política del laissez-faire…

Se dirá que los documentos son opiniones particulares de algunos teólogos; puede ser, pero fue lo que principalmente determinó al alzamiento frente al silencio oficial o, lo que es peor, la ambigüedad de la jerarquía católica.

Lo que llegaba a los futuros combatientes a través de sus líderes laicos eran estas opiniones difundidas a través de los diarios católicos y, panfletos y folletos editados por Liga, la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) o las Brigadas Femeninas Santa Juana de Arco, entre otros movimientos laicales[15].

 

3.2. El episcopado mexicano

El estudioso mexicano, Juan González Morfín, declara que el único documento “oficial” emanado por un obispo en el que expresamente se declara la licitud del recurso a las armas, fue el de Mons. José M. González y Valencia:

Nos nunca provocamos este movimiento armado. Pero una vez que, agotados los medios pacíficos, ese movimiento existe, a Nuestros hijos católicos que anden levantados en armas por la defensa de sus derechos sociales y religiosos, después de haberlo pensado largamente ante Dios y haber consultado a los teólogos más sabios de la ciudad de Roma, debemos decirles: estad tranquilos en vuestras conciencias y recibid Nuestras bendiciones[16].

 

Como decíamos, el episcopado mexicano, si bien no estaba del todo unido, en lo esencial había fijado una postura respecto de la ilicitud de la denominada “Ley Calles”, por la cual el estado se entrometía en la vida íntima de la Iglesia:

En las actuales circunstancias la intervención de los católicos para conseguir la libertad de la Iglesia y su florecimiento, así como la prosperidad de la nación, no es, amados hijos, un simple consejo que os damos, sino una obligación gravísima que os recordamos[17].

Pero entonces… ¿licitud o ilicitud de la guerra armada? Por momentos nos parece que la jerarquía eclesiástica parecía  ser una joven que deshoja sus margaritas; el episcopado, si bien declaraba lo que venimos leyendo, por otro lado decía:

 

Casos hay en que los teólogos católicos autorizan no la rebelión, sino la defensa armada contra la injusta agresión de un poder tiránico, después de agotados inútilmente los medios pacíficos. El episcopado no ha dado ningún documento en que declare que haya llegado en México ese caso […]. Si algún católico, seglar o eclesiástico, siguiendo la doctrina citada, cree haber llegado el caso de la licitud de esa defensa, el episcopado no se hace solidario de esa resolución práctica[18].

 

Fueron dos, entre los obispos mexicanos[19], quienes más descollaron por su claridad: Mons. Pascual Díaz y Mons. José de Jesús Manríquez y Zárate, obispo de Huejutla. Este último, por ejemplo, al momento de contestar una acusación del gobierno en la cual se inculpaba al clero del levantamiento armado, declaró desde su obligado destierro:

 

Los católicos mexicanos que se hallan en el campo de batalla […] no hacen sino usar del inalienable derecho que les asiste para impedir a toda costa la ruina de la Iglesia Mexicana y la destrucción de la sociedad […]. Tratándose de los individuos, puede haber algunos casos en que es preferible – por ser de mayor perfección – la resistencia pasiva. Tal es el caso de los sacerdotes […]. Tal sucede también con los inocentes ciudadanos que, por justísimas razones, se abstienen de la lucha armada, y que, sin embargo, por odio a su fe son sacrificados […]. Pero el martirio no es la ley ordinaria […]; los mártires son pocos y sería […] tentar a Dios pretender que todo un pueblo alcanzara la corona del martirio. Luego, de ley ordinaria la lucha tiene que entablarse activamente, y repelerse la agresión en la forma que se produce […]. Pero si (un gobierno) ataca las libertades esenciales de los ciudadanos, si traiciona a la Patria; si asesina […] y atenta sistemáticamente contra la vida y la honra de las familias y de los individuos, entonces la defensa armada es un deber social que se impone a todos los miembros de la comunidad[20].

 

He aquí un obispo que habla sin pelos en la lengua…

Como bien señala González Morfín[21], hay en la presente declaración de Manríquez y Zárate un juicio que no ha sido estudiado a fondo por la teología moral y que, al parecer, va en desacuerdo con la doctrina común existente hasta entonces acerca de la resistencia armada; se trata de la “posibilidad de éxito” que debería tener el alzamiento para logar su carácter de licitud: 

Esta obligación [de defender por las armas los derechos esenciales pisoteados por la tiranía] subsiste no sólo en el caso de que sea humanamente posible la derrota del tirano, sino también en la hipótesis de que ésta sea imposible, atendidas las leyes ordinarias de la guerra. La razón es porque la pérdida de la fe y de la independencia nacional y la ruina misma de la sociedad son males todavía mayores que la muerte de un gran número de ciudadanos[22].

 

Es un tema que dejamos a los moralistas.

 



[1] León XIII, Enc. Diuturnum illud, 29-VI-1881, ASS 14 (1881), 8.

[2] León XIII, Libertas, 20-VI-1888, ASS 20 (1887), 600.

[3] Pío XI, Firmissimam constantiam, 28-III-1937, AAS 29 (1937), 208-209.

[4] Solo como un botón de muestra y como recibiendo la doctrina anterior el actual Catecismo se hace eco de todas estas posturas al decir en el número 2243 que “la resistencia a la opresión de quienes gobiernan no podrá recurrir legítimamente a las armas sino cuando se reúnan las condiciones siguientes: 1) en caso de violaciones ciertas, graves y prolongadas a los derechos fundamentales; 2) después de haber agotado todos los otros recursos; 3) sin provocar desórdenes peores; 4) que haya esperanza fundada de éxito; 5) si es imposible prever razonablemente soluciones mejores”.

[5] Al respecto, véase el hermoso trabajo de Dumont,1997.

[6] León XIII, Enc. Quod apostolici muneris, 28-XII-1878, ASS 11 (1878/1879), 373. Como vemos, dicha encíclica es anterior a la previamente citada Diuturnum illud.

[7] La suspensión a divinis implica que el sacerdote queda separado de su ministerio sacerdotal, sin poder administrar los sacramentos de modo ordinario.

[8] La “Liga”, como se la llamaba a secas, era el movimiento laical que nucleaba a los mejores dirigentes católicos de México antes y durante el conflicto religioso.

[9] Moctezuma, 1929.

[10] González Morfín, 2009: 169 y sgtes.

[11] Cfr.de la Taille, 1922-1924, coll 1056-1066.

[12] Citado por Acevedo, 2000: 171. El resultado es nuestro.

[13] Acevedo, 2000: 174. El resultado es nuestro.

[14] Carta de la Comisión de Obispos en Roma a Dn. Miguel de la Mora, obispo de San Luis de Potosí, 11-III-1927, en Acevedo, 2000:258. El resaltado es nuestro.

[15] Las agrupaciones católicas como la Liga Nacional de Defensa Religiosa, Asociación Católica de la Juventud Mexicana, etc. serán las grandes protagonistas de la defensa religiosa.

[16] José María González y Valencia, Carta pastoral, 11-II-1927, en Barquín y Ruiz, 1967: 43-44.

[17] Carta Pastoral, 21 de abril de 1926, en González Morfín, 2009: 174.

[18] Declaración del Comité Episcopal el 1 de noviembre de 1926, en Barquín y Ruiz, 1967: 46-47.

[19] González Morfín dice que llegaban a once los prelados que estaban abiertamente a favor de la lucha armada amparados en la doctrina del derecho natural a la legítima defensa (González Morfín, 2009: 177).

[20] José de Jesús Manríquez y Zárate, “Al margen de unas declaraciones” (contestación al Subsecretario de Gobernación, 25,-II-1929) en Acevedo,2000: 215-217; el resaltado es nuestro.

[21] González Morfín, 2009: 178.

[22] Ibídem. El resaltado es nuestro.

23 comentarios

  
Palas Atenea
La II República Española es del 14 de abril de 1931, la época en que empezó a gestarse en México el problema con la Iglesia Católica es muy anterior. La Constitución es de 1917, la expulsión del Nuncio 1923 y la Ley Calles 1926. La Dictadura de Primo de Rivera en España fue de 1923 a 1930, por lo que fue la República nacida en 1931 la que tuvo en cuenta como modelo la Constitución Mexicana de 1917 y no al revés. Con Primo de Rivera durante la IGC México no pudo tener ningún apoyo de la Dictadura de D. Miguel, que era católico sin ambages. El acercamiento entre el PRI y el gobierno de II RE se produjo en los años 30, no en los 20 cuando los sucesos de México se produjeron.

-------------
Palas: gracias por la aclaración. Ya he rectificado ese punto. PJ
21/06/15 2:12 PM
  
indalecio
En el caso de los Cristeros debió ser mucho más doloroso, por el silencio de sus Obispos, que en el caso de los españoles en la Cruzada del 36 puesto que todos los Obispos menos uno, alabó la lucha contra los que querían acabar con el cristianismo en España. Y si no se hubieran levantado el cristianismo español habría sido borrado del mapa, pues eso es lo que Rusia había mandado que se hiciera. A veces obedecer es un martirio
21/06/15 3:55 PM
  
Menka
Según esta sentencia de León XIII:
"la doctrina de la Iglesia católica no permite levantarse por propia cuenta contra ellos, a fin de que no se perturbe más y más la tranquilidad del orden o de ahí reciba la sociedad mayor daño;"

entiendo que la negativa a la rebelión está condicionada a que de allí "reciba la sociedad mayor daño".

¿Podemos tener mayor daño sin rebelarse? Creo que la historia en el caso de los cristeros lo ha confirmado.

Entiendo que la obediencia es para la fe, y no la fe para la obediencia. Si hay un gobierno inicuo, veo legítima la defensa de una sociedad entendida en el sentido tomista como un organismo.

También pienso que la Iglesia misma, a raíz de los resultados negativos en el caso de la insurrección cristera (debido a que en definitiva a estos se ponían demasiadas pegas), ha actuado de otra forma en el caso de la guerra civil española.
21/06/15 5:49 PM
  
Ariel
Aniquilar o ser Aniquilado, esa era la cuestión de la guerra cristera y hay algo totalmente natural en lo seres vivos que es defenderse ante una agresión de un desconocido.Con solo mencionar la legítima defensa ya no se necesitan justificaciones morales o teológicas.
Si en mi país el estado fuera oficialmente Católico y empezara a perseguir a los "Infieles" (Ateos, Agnósticos,Deístas, ect) yo mismo empezaría a poner bombas en plan ETA sin problemas de conciencia.Exigirles el Martirio a todos los Cristianos es una estupidez.El martirio es una decisión individual, no colectiva.

En españa fue lo mismo, con la diferencia que la iglesia hizo lo que sabe hacer mejor, Legitimar un gobierno a cambio de conceciones sociales (Entiéndase que no los critico, es totalmente entendible, cada uno defiende sus intereses, es parte de la política)

Pero parece que los Zurdos no entienden nada aunque se les de una explicación como la que da Usted padre.
Un excelente post



21/06/15 8:29 PM
  
Palas Atenea
Menka: Creo que la diplomacia vaticana tiene una forma de actuar distinta según casos, por eso es diplomacia.
El gobierno de México fue muy radical, expulsó al nuncio y con él a la Iglesia, dejando a los cristianos dependiendo del gobierno de la nación (caso que no se había dado desde la época de Enrique VIII). Lo que pasa es que Enrique VIII tenía un fin distinto que Plutarco Elías Calles, pero la situación de los católicos, en ambos casos, quedó fuera del control del Vaticano. Esos gobiernos rompieron las separación Iglesia-Estado y asumieron el control de la Iglesia.
El caso español fue distinto, las órdenes de las ejecuciones de sacerdotes y laicos católicos no partieron del gobierno de la nación, sino que fueron consecuencia del descontrol de éste.
Los perpetradores de las matanzas en México fueron la policía, los federales y los rurales-es decir el mismo gobierno-mientras que en el año 36 en España fueron paramilitares-es decir anarquistas y comunistas en su mayoría-que no obedecían órdenes de Madrid porque ellos eran el poder fáctico y no los militares ni la policía.
Plutarco Elías Calles y sus sucesores mandaban en México pero, a partir del año 34, en España el que mandaba era el Frente Popular y el gobierno era un mero títere.
21/06/15 9:11 PM
  
Palas Atenea
En el caso de la Guerra Civil Española-que fue un alzamiento militar-los únicos que tuvieron un gran paralelismo con los cristeros fueron los carlistas. Como los cristeros los carlistas eran voluntarios civiles al mando de militares de cierto rango, como ellos entraban en las poblaciones con un gran crucifijo, llevaban el detente ("Detente enemigo el Corazón de Jesús está conmigo") y gritaban "¡Viva Cristo Rey!". Las motivaciones de los carlistas fueron también muy parecidas a la de los cristeros-la preocupación por la quema de iglesias, el laicismo agresivo y el comunismo cada vez más patente-y no tanto cuestiones políticas.
La nieta de carlistas puede comprender a los cristeros mucho mejor que cualquier otra persona porque, tanto unos como otros, eran contrarrevolucionarios. En el s. XX contrarrevolucionarios, que yo sepa, fueron los rusos blancos, los cristeros y los carlistas (todos ellos con una gran suerte como se vio y no por falta de valor).

-------------
Palas: yo agregaría también, si me permite, los cubanos anti-castristas. Es un tema poco estudiado, pero los hubo. PJ
21/06/15 9:42 PM
  
Menka
Palas Atenea, la cuestión era guerra sí o no contra un gobierno. León XIII no da más detalles sobre el tipo de los gobiernos.

Los cristeros no tenían apoyo de todos los obispos, y la Santa Sede, más bien parecía que su preferencia sería parar el conflicto cuanto antes.
El gobierno mejicano ha utilizado la tregua para descabezar a los jefes principales cristeros.

21/06/15 9:47 PM
  
Palas Atenea
Lo fue. Fue la guerra contra un gobierno que, previamente, les había declarado la guerra a ellos privándoles de sus derechos más elementales y que, además, atacó primero.
León XIII no pudo especificar qué tipo de gobierno podría haber en el futuro, los cristianos no lo tenemos todo por escrito. La Santa Sede no apoyará jamás movimientos armados pero tampoco apoya decisiones particulares como la de Monseñor Romero, aunque luego lo canonice.
No sabemos quién se salvará y quién no pero tenemos que decidir y, si hubieses estudiado el s. XX como yo te darías cuenta de que la mayoría de las veces la única guía es la conciencia.
Ahora mismo se están discutiendo las declaraciones de un obispo sobre si hay o no hay presos políticos en Cuba. Ya me dirás tú.
Eso es como si tú estás en Siria y esperas que te salve la jerarquía de la Iglesia. El asunto de la Guerra Justa es interpretativo pero, hoy en día, por muy justa que sea la Iglesia oficial se quedará al margen.
Los rusos blancos tenían el apoyo de las jerarquías ortodoxas rusas porque la Iglesia Rusa era-y lo sigue siendo-cesaropapista, pero la Católica no lo es, así que si un gobierno aprieta las clavijas a los católicos hasta el punto de ahogarlos sólo habrá movimientos diplomáticos hasta donde se pueda y la decisión pasa a ser personal: hacer lo que dice el gobierno o protestar a como dé lugar, pero el Vaticano ni siquiera dará instrucciones para protestas pacíficas.
Lee la "Carta al Duque de Norfolk" del cardenal Newman a cuenta del dogma de la infalibilidad pontificia y verás que ésta se limita a cosas de fe y costumbres, nada más, el resto va a la iniciativa de la recta conciencia con la ayuda de Dios.
No somos una secta sino una iglesia.
22/06/15 12:25 AM
  
Ricardo de Argentina
Palas, que no seamos una secta no tiene nada que ver. Tiempos hubo en que la Iglesia se involucraba en las cuestiones políticas y militares. Tú tienes más conocimientos que yo para que tenga que señalarte ejemplos.
Duele admitirlo, pero hay que reconocer que la Iglesia es ahora una sombra de lo que fue. Está está sumamente debilitada. Así como es irreconocible en su incapacidad para defender a la Doctrina, la Tradición y la Liturgia, y éstas son impunemente violadas un día sí y otro también, así también en política su debilidad es notoria.
Dicen bien que la Santa Sede fue más vacilante con los cristeros que con el Alzamiento, y quizas la razón habría que buscarla en los Pactos de Letrán. En su momento Mussolini consiguió el concenso necesario para concretarlos, pero si la Iglesia hubiese apoyado abiertamente a los Cristeros, quizás no los hubiese conseguido. Todo es posible. En cambio cuando el Alzamiento, su posición jurídica y política estaba consolidada. El Cardenal Pacelli, futuro Pío XII, fue recibido en triunfo por el gobierno liberal y anglófilo de la Argentina, adonde se le permitió y ayudó a convocar multitudes al "Congreso Eucarístico Internacional 1934" (lo que podemos comprobar con sólo guglear lo entrecomillado) . Fue apoteósico. No me imagino que eso hubiese podido ser posible antes de Letrán.
22/06/15 3:49 AM
  
Palas Atenea
Sí tiene que ver, Ricardo, porque en una secta está explicado cada movimiento, cada decisión (si es que toman alguna) en la Iglesia Católica no. Eso nuestros antepasados lo sabían perfectamente.
Cuando el piadoso Arístides de Sousa Mendes vio que su pequeño consulado de Burdeos estaba rodeado de refugiados que huían de la Guerra Relámpago (junio de 1940) y solicitó a su gobierno que le concediera licencia para hacerles los visados para huir a Portugal, el gobierno portugués se lo negó por tres veces por miedo a romper su neutralidad. Pero Burdeos era el confín de Europa y no se podían tirar al agua. ¿Qué hacer con aquellos desgraciados? Sousa Mendes, que había construido un monumento a Cristo Rey en su pueblo natal de Cabanas do Viriato, oró a Dios buscando una respuesta y, finalmente, dijo aquello de "prefiero estar con Dios contra los hombres que con los hombres contra Dios" y se puso a expedir visas frenéticamente.
Supongo que en Burdeos había obispo y, desde luego muchos sacerdotes, ¿consultó con ellos lo que tenía que hacer? No.
Él no podía ir donde el obispo a preguntarle si debía obedecer a su gobierno o salvar las vidas de aquellas personas porque el obispo no tenía respuesta para eso. Y Monseñor Oscar Romero tampoco dijo lo que dijo apoyado por el Papa y por la curia. Un católico, si algo debe saber, es tomar decisiones.
El Vaticano es un estado que, desde que perdió los estados pontificios, no tiene más poder que su autoridad moral y nunca va a dar órdenes directas sobre cuestiones como rebeliones o desobediencias. Es más ni siquiera da órdenes sobre algo tan claro como el aborto.
Todos los movimientos civiles que se manifiestan contra el aborto lo hacen a título personal. El Papa Pío XI escribió tres encíclicas sobre la cuestión mexicana y una sobre el nazismo: "Mit Brennender Sorge", en las cuales se lamentaba por lo que pasaba en México y en Alemania y recordaba a los católicos de ambas naciones que se mantuvieran firmes en la fe pero no les decía cómo.
Las declaraciones del obispo de La Habana sobre los presos políticos "que no existen en Cuba" van dirigidas a facilitar las nuevas relaciones cubano-norteamericanas mirando al futuro pero, en esas condiciones, los pobres resistentes católicos quedan anulados como si nunca hubieran existido. Dentro de cincuenta años, cuando el castrismo sea agua pasada, quizás alguien se acuerde del pobre Osvaldo Payá Sardiñas y su Proyecto Varela. Pero ahora no toca.

22/06/15 8:43 AM
  
Grace del Tabor-Argentina
Sigo leyendo con fruición sus artículos, Padre .
Le pregunto cuál fue la suerte que corrieron el o los sacerdotes que participaron en la Revolución Cristera . Creo que uno de ellos murió en batalla, sin haber podido confesarse.
¿Qué resolución tomaron las autoridades eclesiásticas para con el o ellos?
¿Y cuál para con el General que los dirigía astutamente, que se involucró en la lucha "por la libertad" y se convirtió y dio su vida como mártir?
Gracias. Saludos.
---------------------

Lo que estoy exponiendo es sólo un capitulillo de mi tesis doctoral en historia titulada: "La contra-revolución cristera: dos cosmovisiones en pugna". En la defensa estuvo presente, dirigiendo el tribunal, el Dr. Jean Meyer. Si les interesa el tema, podría ir subiéndola en diversos posts y, con ello, se irían respondiendo algunas inquietudes que, veo, han ido saliendo. PJ
22/06/15 9:30 AM
  
Menka
Insisto que la cuestión clave es aquí el daño a la sociedad. La rebelión la daña, la Iglesia nunca ha apoyado la misma. Sin embargo, si el gobierno es inicuo se entra en consideraciones prudenciales.

Pero primero recordemos cómo abordaba el tema Gregorio XVI en Mirari Vos:

"Los soldados cristianos, dice San Agustín, sirvieron fielmente a los emperadores infieles; mas cuando se trataba de la causa de Cristo, no reconocieron a otro emperador que al de los cielos. Distinguían al Señor eterno del señor temporal; y, no obstante, por el primero obedecían al segundo. Así ciertamente lo entendía el glorioso mártir San Mauricio, invicto jefe de la legión Tebea, cuando, según refiere Euqerio, dijo a su emperador: Somos, oh emperador, soldados suyos, pero también siervos que con libertad confesamos a Dios; vamos a morir y no nos rebelamos; en las manos tenemos nuestras armas y no resistimos porque más bien que rebelarnos preferimos morir. Y esta conducta de los primeros cristianos brilla con espléndidos fulgores; pues es de notar que, además de la razón, no faltaba a los cristianos ni la fuerza del número ni el esfuerzo de la valentía si hubiesen querido luchar contra sus enemigos. Somos de ayer, dice Tertuliano, y ocupamos ya todas vuestras casas, ciudades, islas, municipios, los mismos campamentos con sus tribus y decurias, los palacios, el senado, el foro… ¿Para qué lucha no seremos capaces, aun con menores fuerzas, los que tan gozosamente morimos, a no ser porque en nuestra disciplina es más lícito morir que matar? Si negándoos la cooperación de nuestras fuerzas nos retiráramos a un lugar apartado de la tierra, la pérdida de tantos y tales ciudadanos hubiera debilitado vuestra dominación, o mejor dicho, tal vez la hubieseis perdido; no hay duda de que os espantaríais de vuestra propia soledad…; no encontraríais a quien mandar, tendríais más enemigos que ciudadanos; más ahora, por el contrario, debéis a la multitud de los cristianos el tener menos enemigos."

Estos cristianos eran oficiales y soldados del Imperio, querían su bienestar, el cual se vería desfavorecido por la rebelión.

Pero el caso de los cristeros lo veo diferente. No eran soldados del "Imperio", sino defendían todo un organismo católico ante la extinción. Los que tenían responsabilidades ante su gente, no podían estar quietos ante la amenaza de extinción de su religión. Entiendo que era como la lucha de un organismo contra otro.

La doctrina cristiana está clara: no a la rebelión y anarquía. Pero no toda resistencia o lucha es rebelión y anarquía.

Por último, tengo la impresión de que si la jerarquía no hubiese intervenido aquí con cierto titubeo, esperando lo que era muy difícil esperar de Plutarco, y de tal forma condicionando a los cristeros, el resultado podía haber sido más favorable para los cristianos.
22/06/15 12:55 PM
  
Palas Atenea
Menka: Lo que dices es lo mismo que digo yo, la decisión no es de la curia ni del Papa sino de los cristianos del montón. No estamos en una secta donde vendemos la conciencia al líder, cosa muy conveniente porque la libertad es una carga, sino en un iglesia que admite que tenemos conciencia personal y libre albedrío.
La Guerra Justa no afecta a la Iglesia, ni de lejos, como le afecta la cuestión del aborto y del matrimonio gay, que si es materia de costumbres. Sin embargo un católico puede ser un activista de la causa pro-vida o puede quedarse en su casa y encerrar su principios en el armario. Ambas posturas se consideran legítimas porque, para que las posturas de los activistas fueran las únicas aceptadas, se necesitaría una orden directa del Vaticano. Si esa orden no se da tú estarás obligada a no abortar bajo pecado mortal pero no estás obligada a luchar civilmente contra el aborto. Con eso te lo digo todo.
Igualmente pasó en México, hubo tres posturas: a) no ir a la iglesia porque estaba cerrada ni recibir los sacramentos sine die b) organizar protestas pacíficas tipo Ghandi c) Tomar las armas y defenderte contra un gobierno que, como mexicano, coarta tus libertades. Las opciones 2 y 3 fueron igualmente tratadas.
22/06/15 2:10 PM
  
Menka
Palas Atenea, los católicos sí deben seguir al Papa en cuestiones de costumbre; y la cuestión de guerra o rebelión o como quieras llamarlo es de lo que más afecta a las costumbres. No existe en este aspecto una autonomía temporal al margen de las orientaciones del pontífice.

Digo que aquí los cristeros no actuaron en contra de la doctrina.
22/06/15 5:44 PM
  
Palas Atenea
¿Acaso he dicho que no? Pero el Pontífice no te va a decir que debes hacer, te dirá más bien lo que no puedes hacer. En cuanto a la Guerra Justa no afecta a las costumbres porque la guerra no es una costumbre obviamente, en cambio el matrimonio, el aborto y otras materias si lo son.

22/06/15 6:14 PM
  
Menka
Palas Atenea, la guerra entra de lleno en las consideraciones sobre costumbres como la que más.

Por lo demás, es conveniente recordar el Magisterio de Pío X sobre los errores de Le Sillon, particularmente el punto 6 de Notre Charge Apostolique, Sobre los errores de "Le Sillon" (Surco) y la democracia):



En primer lugar, conviene censurar severamente la pretensión de "Le Sillon" de sustraerse a la dirección de la autoridad eclesiástica. Los jefes de "Le Sillon" alegan que se mueven en un terreno que no es el de la Iglesia, que solo se proponen fines del orden temporal, y del orden espiritual; que el sillonista es simplemente un católico dedicado a la causa de las clases trabajadoras, a las obras democraticas, y que saca de la practica de su fe la valentia de su sacrificio; que, ni mas ni menos que los artesanos, los labradores, los economistas y los politicos católicos, esta sujeta a las reglas de la moral, comunes a todos, sin depender ni mas ni menos que ellos, de una manera especial de la autoridad eclesiástica.
23/06/15 11:10 AM
  
Menka
Por lo demás, es muy comprensible que la Iglesia no esté con las revoluciones. Una revolución es una guerra civil, y esa es de lo más cruel que existe.

Ejemplos de revoluciones más recientes: la Revolución Francesa, Bolchevique, la guerra civil de Vietnam, de Camboya, la "Primavera árabe". Los cristianos en cambio nunca favorecieron revoluciones en el pasado. Imploraban a Dios a que él mismo cambie los corazones de los gobernantes.

Algunos matices: los cristianos (masacrados por la solución final de los revolucionarios) de la Vendée eran monárquicos. Defendían por tanto el orden ya preexistente, derribado por fuerza.
La guerra civil española más bien era el golpe de estado del frente popular, que no estaba dispuesto admitir resultados electorales adversos.
23/06/15 12:49 PM
  
Palas Atenea
Vale. Pues entonces los cristeros hicieron muy mal resolviendo por su cuenta si la guerra era justa o no. Y Sousa Mendes y Monseñor Romero también por actuar en conciencia en vez de consultar a Roma lo que podían hacer o no. Y cada paso que demos lo consultaremos a la curia para que nos lo resuelva o no haremos nada. Para ti la perra gorda, el euro, o lo que hayas ganado en la discusión.
23/06/15 1:20 PM
  
Alejandro Holzmann
"La gravedad de semejante decisión [la legítima defensa mediante la fuerza] somete esta a condiciones rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez: [...] Que se reúnan las condiciones serias de éxito." (CEC 2304)

Esta condición no está abierta a la discusión de los teólogos y los moralistas. Ha sido sancionada por el Catecismo, que es "norma segura para la enseñanza de la fe". (Juan Pablo II, Constitución apostólica Fidei depositum, 4)


23/06/15 11:49 PM
  
Grace del Tabor-Argentina
Gracias, Padre. ¡Sí me interesa su tesis doctoral en Historia! Saludos.
24/06/15 7:25 AM
  
Josè Marìa
totalmente de acuerdo Indalecio.¡¡Viva Cristo Rey y nuestra Sagrada Cruzada del 36!!
15/07/15 9:04 PM
  
Josè Marìa
por favor alguien me puede decir quienes son las personas que aparecen en la foto, y el soldado de Cristo que aparece en la 1ª entrega.(con el crucifijo en la mano y el "hierro" al cinto al màs puro estilo de los Cruzados y los Requetes)

--------------
A la primera: el Arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez, arzobispo de Guadalajara junto con el beato Anacleto González Flores (el de la derecha, joven; el otro no sé quién es).
A la segunda: el general Gorostieta, general en jefe de las fuerzas cristeras.
Dios lo guarde
Padre Javier
15/07/15 9:18 PM
  
Josè Marìa
Muchas gracias Padre.¡Bendito sea Diòs y sus Omnipotentes Guerreros!
07/01/16 6:36 PM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.