(459) Comentarios a Amoris laetitia, XI: ¿Caridad sin estado de gracia?

Comentario 17

«Es amor a pesar de todo, aun cuando todo el contexto invite a otra cosa. Manifiesta una cuota de heroísmo tozudo, de potencia en contra de toda corriente negativa, una opción por el bien que nada puede derribar. Esto me recuerda aquellas palabras de Martin Luther King, cuando volvía a optar por el amor fraterno aun en medio de las peores persecuciones y humillaciones» (Amoris laetitia, n. 118)

«En la vida familiar hace falta cultivar esa fuerza del amor, que permite luchar contra el mal que la amenaza.[…].» (Amoris laetitia, n. 119)

«Crecer en la caridad conyugal

El himno de san Pablo, que hemos recorrido, nos permite dar paso a la caridad conyugal. Es el amor que une a los esposos, santificado, enriquecido e iluminado por la gracia del sacramento del matrimonio. Es una “unión afectiva", espiritual y oblativa, pero que recoge en sí la ternura de la amistad y la pasión erótica, aunque es capaz de subsistir aun cuando los sentimientos y la pasión se debiliten. […] Porque ese amor fuerte, derramado por el Espíritu Santo, es reflejo de la Alianza inquebrantable entre Cristo y la humanidad […] “El Espíritu que infunde el Señor renueva el corazón y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como Cristo nos amó. El amor conyugal alcanza de este modo la plenitud a la que está ordenado interiormente, la caridad conyugal» (Amoris laetitia, n. 120)

Entre el amor natural, que está caído, y la caridad teologal, hay un verdadero abismo, el salto de la gracia sobrenatural. Sin embargo, en estos pasajes se habla del amor de caridad como si fuera amor humano natural, y se maximiza el amor fraterno atribuyéndole, no sin sombra de pelagianismo, una eficacia sobrenatural que no posee.

Se entremezclan así diversas concepciones confusas acerca de la caridad y del amor humano, por las que parece que la caridad conyugal sería el mismo amor humano maximizado por la acción directa del Espíritu Santo. En toda la exhortación en su conjunto, y en este pasaje en particular, late una confusión obstinada entre el orden natural y el orden sobrenatural, procedente de la mentalidad personalista, que sobredimensiona el amor natural, como si éste no estuviera caído, como si no se diferenciara esencialmente de la caridad.

De esta forma, se equipara indebidamente la caridad conyugal con un cierto amor espiritual concretado en fraternidad erótica, llevado a plenitud por una supuesta acción directa del Espíritu Santo a través del sacramento del matrimonio.

Entienden los personalistas que el sacramento matrimonial santifica el amor humano natural al repararlo con la gracia, de forma que el amor sobrenatural, según ellos, sería el mismo amor humano natural reparado, independientemente del estado de gracia o pecado de los cónyuges. La gracia matrimonial haría que el amor humano volviera a ser sobrenatural, como si lo sobrenatural fuera su constitutivo creatural restablecido y no un don gratuito recibido a través del bautismo y la penitencia.

De manera que el pecado mortal no excluiría el amor sobrenatural, pues éste no sería otra cosa que el constitutivo original del amor humano, recuperado por el sacramento del matrimonio. Y así lo que se santificaría sería el mismo amor humano y no los cónyuges.

 

Para ello, definen la caridad teologal en los términos de A.L. n. 120: «[L]a caridad conyugal [e]s el amor que une a los esposos, santificado, enriquecido e iluminado por la gracia del sacramento del matrimonio». La caridad sería un atributo superior del amor conyugal natural, un plus que la gracia del sacramento del matrimonio recupera del olvido y reactiva.

Pero tenemos que oponernos a esta definición. Porque por caridad conyugal no entendemos un amor humano afectivo y erótico espiritualizado y completado con el añadido de la gracia del matrimonio; por caridad entendemos el amor teologal sobrenatural que se recibe con el estado de gracia, que tiene a Dios por motivo formal (aunque el objeto material sea distinto de Dios).

El objeto formal de la caridad es el bien divino en sí mismo considerado como motivo de amor. Y esto es fundamental. Tanto, que hace radicar la caridad en el estado de amistad con Dios. Porque si se es enemigo de Dios por el pecado, no se puede amar con amor de caridad. Dios no puede ser motivo del amor conyugal si los cónyuges son enemigos de Dios por el pecado mortal.

Y es que una vez más se pasa por alto la necesidad del estado de gracia para poder amar con verdadero amor de caridad. Por eso hay que advertir que el sacramento del matrimonio no recupera el estado de gracia y por tanto no es suficiente para que los esposos puedan amar con amor de caridad. Es necesario el sacramento de la penitencia. Y que amor el humano natural y la caridad teologal son amores esencialmente diferentes, siendo el amor humano sobrenaturalmente ineficaz.

* * *

Si se desvincula la caridad del estado de gracia desaparece su carácter de virtud teologal. Por eso algunos, equivocadamente, la relacionan con una acción directa del Espíritu Santo, porque la distinguen abusivamente de la cualificación sobrenatural del alma que realiza la gracia santificante. Esto hizo Pedro Lombardo, relativizando la existencia de la caridad como hábito infuso, como si los actos habituales de caridad no procedieran de un hábito teologal arraigado en el estado de gracia, sino de una supuesta acción directa del Espíritu Santo.(Cf., SANTO TOMÁS, II-II, 23.2, De veritate, a1). .

Por eso el amor fraterno familiar y conyugal no puede pasar a ser amor de caridad teologal sólo en virtud de la gracia del sacramento del matrimonio, porque la caridad, que es una virtud teologal, presupone el estado de gracia, más bien, está unida cualitativa y orgánicamente a él, y el sacramento del matrimonio, como decimos, no es suficiente para recuperar el estado de gracia. 

Esta atribución ilícita ha sido preparada en los pasajes anteriores, en que se maximiza el amor humano atribuyéndole características de amor de caridad. Y así, la cita de Luther King sobre el amor fraterno, su equiparación siguiente al amor familiar, y el paso al amor de caridad en el matrimonio, es abusivo.

* * *

Sintetizando. Si por caridad conyugal se entiende la caridad teologal, es falso entonces que la caridad conyugal sea «el amor [natural] que une a los esposos», ni siquiera aunque éste sea santificado, enriquecido e iluminado por la gracia. La virtud de la caridad «no es natural al hombre, ni puede adquirirse con actos puramente naturales sino que es causado en nosotros por divina infusión» (ROYO MARÍN, Teología de la caridad, BAC, Madrid, 1960, pág., 91).

En segundo lugar, si por caridad conyugal se entiende la caridad teologal, hay que dejar claro que no es posible a los esposos que están en estado de pecado, porque «[e]l pecado mortal se opone, pues, diametralmente a la caridad, y por eso la destruye totalmente» (ROYO MARÍN, op. cit., pág. 120). 

Una vez más una sombra de naturalismo se cierne sobre estos pasajes, sin que puedan remediarlo las alusiones a la santidad y el enriquecimiento sobrenatural del amor humano por el sacramento del matrimonio. Porque se pasa por alto la absoluta necesidad de estar en estado de gracia. Y eso sólo es posible por el sacramento de la penitencia. Sin estar en estado de gracia no es posible la caridad, tampoco en el matrimonio cristiano.

Asimismo, hay que afirmar que es el matrimonio cristiano, y no el amor fraterno, la figura de la unión de Cristo y su Iglesia; (ojo: de Cristo y SU IGLESIA, no de Cristo y la Humanidad caída). Si se entiende que el matrimonio figura el casamiento de Cristo y la Humanidad caída, entonces es lógico identificar caridad con amor fraterno. Pero hay que objetar firmemente que la unión de Cristo es con su Iglesia, no con la Humanidad caída, y por eso el matrimonio cristiano se fundamenta en la caridad, no en un falso amor fraterno espiritualizado y elevado a una sobreoptimista dimensión erótica sobrenaturalizada.

Y así como un miembro de la Iglesia en pecado mortal es incapaz de amor de caridad, los cónyuges no pueden amarse con amor de caridad si se mantienen en pecado y no en estado de gracia santificante. Si uno está muerto en el orden sobrenatural no puede amar con amor sobrenatural. Lo primero que tiene que hacer es ir a confesarse.

 

David González Alonso Gracián

 

15 comentarios

  
Toledano
Realmente es encomiable su esfuerzo en hacer que brille la ortodoxia, pero su forma de pensar es excesivamente abstracta y voluntarista. Pocas personas se pueden hacer cuenta de lo que usted dice.
Yo la conclusión que sacó de lo que usted dice es que el hombre debe obedecer las enseñanzas de la Iglesia con una voluntad férrea y después viene la Gracia de Dios para confirmarle que su dura ascesis personal ha merecido la pena.



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A.G.:
Dar doctrina siempre es lo primero, porque el entendimiento es lo primero que debe ser restaurado. Sin tener claras las cosas es imposible salir de la confusión.

Concluye Ud. bien en eso de que debemos obedecer la doctrina de la Iglesia con voluntad férrea, pero no concluye Ud correctamente al decir que la gracia viene después. Siempre es antes, para que mueva. Y es la gracia la que mueve al asentimiento, la que mantiene la ascesis, la que da vida al cristiano,la que suscita amor por la doctrina.
13/02/21 2:01 PM
  
Toledano
"Y es la gracia la que mueve al asentimiento, la que mantiene la ascesis, la que da vida al cristiano,la que suscita amor por la doctrina".

Pero esto resulta abstracto, alguien puede interpretar estas palabras como, en el fondo, una cobertura ideológica para dar nombre a la satisfacción psicológia que experimentamos cuando cumplimos un deber que nos hemos impuesto, es decir, es la satisfacción de autoafirmarse.
Por otro lado, no conviene olvidar que la gracia de Dios no tanto suscita el amor por algo sino por Alguien.
Tampoco conviene perder de vista que el amor tiene que ver con el agradecimiento, y una persona pecadora y débil puede ser más receptiva a la gracia que el mejor cumplidor de los mandamientos.

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A.G.:
La gracia mueve al amor a la doctrina preciosa de nuestro Señor. Se ama a Dios Uno y Trino y también a las verdades que nos comunica, porque son salvíficas y liberadoras y dignas de ser amadas. Es la gracia, y no el pecado, lo que suscita la receptividad a la gracia. Guardar los mandamientos, además, es fruto de la gracia misma. Por lo que guardarlos aumenta la gracia aún más.

La abstracción, además, contra los prejuicios sembrados por el personalismo, es buena. La abstracción no es más que la extracción de verdades universales, que la comunicación de doctrinas que sirven para todos, porque se basan en lo esencial y en lo que puede ser común, por su universalidad. Transmitir ideas que sólo valen para un particular no tiene sentido, porque cuanto más abstracto y universal es algo mejor se conoce, y cuanto más concreto y particular peor es conocido.
13/02/21 4:56 PM
  
Toledano
Usted tiene 3 hijas, su conocimiento de ellas es concreto, personal, de cada una.
Lo mismo puedo decir de mí que tengo 6.
También en la dirección espiritual se atiende a la persona dirigida en concreto, de corazón a corazón.
Esto no quita ni un ápice la obetividad de la doctrina de la Iglesia.



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A.G.:
El conocimiento de personas concretas debe partir también de verdades universales acerca del ser humano, su constitución, su caída, su redención; acerca de su esencia, de su fin último, de su naturaleza, de la vocación a la que están llamadas, de su condición humana, del pecado original... etc. Sólo así, a partir de verdades universales, podremos iluminar a las personas concretas y comprenderlas y ayudarlas bien. La doctrina es el fundamento, también, de toda verdadera educación. El constructivismo, que parte del experiencialismo nominalista, ha demostrado ya de sobra su fracaso y su error.

Creo que ha expuesto Ud. ya su punto de vista en tres comentarios, y que no se debe continuar este debate.
13/02/21 5:25 PM
  
Luis Fernando
El pelagiano se lleva mal con la sana doctrina sobre la gracia. La detesta. Siempre.
El personalista, directamente, detesta lo que sea doctrina. Todo es experiencia.
Ambos suelen ir de la mano en esta época de apostasía.
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A.G.:
En efecto Luis Fernando, pelagianismo y anti-intelectualismo experiencialista van de la mano.
13/02/21 6:38 PM
  
Carmelo
SACRAMENTUM CARITATIS - Benedicto XVI
n.20 "Efectivamente, como se constata en la actualidad, los fieles se encuentran inmersos en una cultura que tiende a borrar el sentido del pecado[55], favoreciendo una actitud superficial que lleva a olvidar la necesidad de estar en gracia de Dios para acercarse dignamente a la Comunión sacramental[56]. En realidad, perder la conciencia de pecado comporta siempre también una cierta superficialidad en la forma de comprender el amor mismo de Dios."

Saludos Don Alonso muchas gracias por el post. Excelente.
Como vemos en lo defensores de la simulación doctrinal AL,la consecuencia de la cultura anti-evangélica es la de borrar el sentido del pecado y las consecuencias y de seguido lo lleva simular un estado de gracia nacido del espiritismo o la vía caritis humanista. la simulación lo lleva al dogmatismo y luego a la IMPOSTURA, que es falsear el E.S.
No figuran por ningún lado que se debe hablar (pastoralmente), es ir camino de estar en "Gracia de DIOS", y en lugar a ello subjetiviza conceptos como caridad, fraternidad, amor conyugal (o seudo-conyugal), como fuentes de la gracia misma.

La idea que se respira día a día de los defensores es una impostura PROTESTANTE, que contaminan todos los grupos, medios, foros catolicos es que el estado de Gracia es porque Dios es lento a la ira o paciente y que nos espera siempre o es condescendiente, NEGANDO, renegando reprochando contradiciendo de que es POR NO TENER PECADOS MORTALES.

Porque así como Martin Lutero el otro Martin arredraban a la gente a eso...Estos que mintieron y engañaron a muchos renacen hoy, para que sigamos como ciego a los embaucadores incrédulos que dicen que la GRACIA es ineficaz, que solo es una especie de humo o "bien por los que tienen" eso. Para los impostores el dogma de la Gracia Santificante que se renueva en el Sacramento de la Penitencia y arrepentimiento, nos hace Momias, obsoletos....doctrino-logos..

Ellos postulan el ANTI-DOGMA con sus DOGMAS y ANTI-SACRAMENTOS a loas que hay que recibir con toda alegría...dan risa.


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A.G.:
La única fuente de gracia santificante y por tanto de caridad es el sacramento de la penitencia, si se ha perdido la gracia bautismal. No hay otra. Por eso postular, como hacen los personalistas, que el amor conyugal produce caridad, ayudado por el sacramento del matrimonio, es grave error si la persona está en pecado. Tampoco el amor humano se puede equiparar a la caridad, ni es su paso previo, como si la caridad fuera el último escalón natural.
13/02/21 9:57 PM
  
Adriana
"Porque se pasa por alto la absoluta necesidad de estar en estado de gracia. Y eso sólo es posible por el sacramento de la penitencia",

.... y el sacramento de la penitencia exige "propósito de enmienda"...., si no nos enmendamos practicando la virtud y persistimos en el pecado.... peor... por eso ni se menciona el sacramento, sino gran parte de lo que dice en ese documento se va por tierra....
14/02/21 3:18 AM
  
Carmelo
Don Alonso, gracias por permitirme exponer.
En el fondo se acusa de infeliz a quien vive y busca la Gracia Santificante y por consiguiente el Dios (que ellos figuran) es infeliz y tiene al hombre arrastrado en miseria resultante de los pecados, así ven estos el tema.
No ven que infelicidad está en la naturaleza de creaturas cuando optamos (decisión voluntaria, libre) por el pecado, y no en Dios que es bueno el "único bueno". Pero no les parece bien (envidian a Dios) que esa creatura (yo pecador) pueda “arrepentirse” (libremente así como se decide libremente pecar) y alcanzar la Gracia Santificante, ve ese paso como un imposible.... Estos simuladores de doctrina fundados el protestantismo luterano, hacen mescolanza entre Naturaleza de Dios fuente de toda Bondad y la naturaleza creada por Dios (quien opta por pecar), el perdón de pecados y la condición requerida “si regresa a su Dios apartándose de sus propios pecados”; es decir –
se plantean:
Como ya se es Natural con Dios (por bautizo), Dios se perdona a si mismo por naturaleza y por consiguiente no tiene que arrepentirse sino actuar con y según su naturaleza, o sea así le toquen varáis mujeres o cualquier sexo, o x pecado “se feliz”, “naciste así”, lucha por esa felicidad, fraternalmente, caritativamente, natural que es lo que eres, cuando en realidad lo se tiene es la naturaleza caída, creatura errante…

Una visión así, exime de no solo la culpa sino de la necesidad del perdón (del médico) porque no tiene de que arrepentirse, y ya jamás expulsado, viven en la “Sola gracia”, con un viatico por decir vitalicio (que no es más que presunción)
14/02/21 3:23 AM
  
Oscar Alejandro Campillay Paz
Coincido en su totalidad con su reflexión. No se puede hablar de caridad conyugal, si no se está en amistad con Cristo, es decir si se está en pecado mortal
Lo que no logro observar es de dónde infiere usted que el texto entresacado afirma esto. ¿Dónde dice textualmente que se puede amar con caridad conyugal con conciencia de pecado mortal?
Decir que la infusión del Espíritu Santo transforma el corazón de los esposos pata amarse al modo de Cristo, no significa en ningún modo lo que a usted se le ocurre.

Compare usted lo expresado en F.C.

"El Espíritu que infunde el Señor renueva el corazón y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como Cristo nos amó. El amor conyugal alcanza de este modo la plenitud a la que está ordenado interiormente, la caridad conyugal, que es el modo propio y específico como los esposos participan y están llamados a vivir la misma caridad de Cristo que se dona sobre la cruz”. (13)

Y más abajo:

El contenido de la participación en la vida de Cristo es también específico: el amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona —reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad—; mira a una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a no hacer más que un solo corazón y una sola alma; exige la indisolubilidad y fidelidad de la donación reciproca definitiva y se abre a la fecundidad (cfr. Humanae vitae, 9). En una palabra, se trata de características normales de todo amor conyugal natural, pero con un significado nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino que las eleva hasta el punto de hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianos»[33].

Bendiciones

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A.G.:
Que no, que la caridad teologal es diferente del amor conyugal natural, no sólo en cuanto a su significado, sino también en cuanto a su realidad. La caridad no es amor humano con un significado nuevo. Son cosas distintas, no sólo significan cosas distintas, sino que lo son. La caridad rebasa por completo el orden natural, no sólo semánticamente, sino tambien realmente. No es sólo que cambie lo que significa, sino que es otra realidad, dada gratuitamente. Los valores cristianos, por sí, no pueden convertir en caridad lo que es amor conyugal inicial caído y adámico.

No hablo además sólo de conciencia de pecado, sino de estado de pecado. No se debe omitir que si los conyuges están en estado de pecado no tienen caridad entre sí, porque el pecado mortal destruye la caridad teologal. Si se omite esto se confunde gravemente y se transmite otra doctrina, una que desdibuje el estado de gracia y permita conceder la comunión a los que perseveran en el estado de pecado.
14/02/21 4:06 AM
  
Toledano
D. David, respecto a su último comentario, me gustaría completarlo con las siguientes aclaraciones que he encontrado en un portal católico de internet:

Si no se está en gracia ¿Las oraciones y las obras de caridad tienen valor?
Estas obras son necesarias pues pueden disponer a la persona para la gracia, empezando por la gracia de la conversión

Bien dice Jesús: “Sin mi nada podéis hacer” (Jn 15, 5). ¿Qué quiere decir Jesús? Que sin Él no podemos hacer obras que trasciendan a la eternidad, obras que den frutos de vida eterna, obras con méritos sobrenaturales. Es claro que sin Jesús, sin la vida de gracia, se pueden hacer cosas pero son cosas que se quedan aquí, obras sólo con méritos naturales.

En la vida moral de los bautizados se pueden dar dos situaciones: Caer en pecado mortal y hacer luego obras buenas, o estando en gracia de Dios hacer obras buenas y luego caer en pecado mortal.

Haciendo obras buenas sin tener la gracia: Las obras buenas de quien está en pecado grave no son ante Dios meritorias, no tienen efectos sobrenaturales pues es una condición esencial, para que una obra sea meritoria desde el punto de vista sobrenatural, el que sea realizada en estado de gracia.

Se sabe que quién está en pecado mortal, no tiene vida de gracia, no tiene vida espiritual; por tanto una persona ‘muerta’, espiritualmente hablando, no puede hacer nada. Estas obras, dice Santo Tomás (Suma Teológica, III, 89, 6) se llaman «muertas», porque, aunque son buenas a los ojos de los hombres, por su forma, se realizan sin la acción de Dios que es el principio de vida y por tanto carecen de mérito sobrenatural.

Y si la persona sale del pecado esas obras hacen parte del pasado, no pueden recuperar el mérito pues nunca lo tuvieron. Ahora bien, el hecho de no tener la vida de Dios o la vida de gracia, por algún pecado grave o por varios, no significa que, mientras llega el momento de la confesión, dejemos de hacer obras buenas a los ojos humanos; no olvidemos que tenemos deberes, responsabilidades, tareas, etc


Es muy común pensar que la palabra mérito sea interpretada como ‘lo que sirve de algo’ y por eso es fácil caer en el error de pensar que si las obras hechas en pecado mortal no tienen mérito sobrenatural, pues entonces ¿para qué hacerlas?

Lo que induciría a pensar que da lo mismo hacer el bien o dejarlo de hacer. Estas acciones sin mérito sobrenatural son necesarias e incluso es obligatorio hacerlas pues fuera de que tienen merito natural, entre otras cosas, pueden disponer a la persona para la gracia, empezando por la gracia de la conversión. Por lo tanto, es preferible y recomendable que esta persona continúe haciendo buenas obras a que deje de hacerlas. Ahora, otra cosa importante a tener en cuenta: No vayamos a pensar erróneamente que cuando se pierde la gracia santificante esa persona deje de ser amada por Dios o que Dios ya no la mire con benevolencia.

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A.G.:
Maticemos. Sin Mí no podéis hacer nada (Jn 15, 5) se refiere a toda acción buena, no sólo aquellas que necesitan de la gracia sobrenatural, sino también a aquellas que precisan de una moción divina creatural. NADA puede el hombre por sí solo, ni en el orden natural, ni en el orden sobrenatural. Por eso dependemos de nuestro Salvador totalmente, tanto para el bien sobrenatural como para el bien natural.

Es claro que una obra buena es buena, y siempre es movida por Dios, sea sobrenatural sea naturalmente. Y aunque no sea meritoria, puede ser benéfica en otros aspectos. Lo malo, siempre, es hacer el mal, no hacer el bien, aunque sea natural.

Dicho esto, queda la realidad indiscutible de que la caridad teologal es un amor sobrenatural que rebasa por completo las posibilidades de la naturaleza humana, que no es un amor natural con otro significado axiológico, que no es un amor natural amplificado por valores cristianos, que se pierde por el pecado mortal al perder el estado de gracia, y que el sacramento del matrimonio no la devuelve, (aunque la puede aumentar si no se perdió) sino el sacramento de la penitencia.

14/02/21 11:09 AM
  
Juan Donnet
"El conocimiento de personas concretas debe partir también de verdades universales acerca del ser humano, su constitución, su caída, su redención; acerca de su esencia, de su fin último, de su naturaleza, de la vocación a la que están llamadas, de su condición humana, del pecado original... etc. Sólo así, a partir de verdades universales, podremos iluminar a las personas concretas y comprenderlas y ayudarlas bien. La doctrina es el fundamento, también, de toda verdadera educación. El constructivismo, que parte del experiencialismo nominalista, ha demostrado ya de sobra su fracaso y su error." (AG).

Esta respuesta es definitiva frente al nominalismo personalista que trata de eliminar lo universal, y por tanto la Doctrina. Excelente.
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A.G.:
Gracias Juan, me alegra leerte de nuevo. En efecto el personalismo trata de eliminar lo universal y fijarse sólo en los individuos. Es el existencialismo ético rechazado por la Iglesia
14/02/21 3:11 PM
  
Paty
"Es claro que una obra buena es buena, y siempre es movida por Dios, sea sobrenatural sea naturalmente. Y aunque no sea meritoria, puede ser benéfica en otros aspectos. ..."
Supongo que lo mismo ocurre con las oraciones aun en estado de pecado mortal, es decir podrian, ser escuchadas como ocurrió con el buen ladron.
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A.G.:
Rezar humilde y sinceramente, con el corazón arrepentido y propósito de enmienda, siempre es bueno.
14/02/21 4:59 PM
  
Federico María
Gracias, Alonso. Sí que hay que insistir, ante la confusión, en la distinción entre ambos órdenes y ambos amores: el natural y el sobrenatural. Y si se naturaliza lo sobrenatural...: los sacramentos no tendrían sentido y se podría ser bueno sin más por las obras meramente naturales. Puro pelagianismo, "inimicus gratiae et Crucis Christi".

Dice Toletano: "No vayamos a pensar erróneamente que cuando se pierde la gracia santificante esa persona deje de ser amada por Dios o que Dios ya no la mire con benevolencia".

¿Entonces esa persona seguiría siendo igualmente amada por Dios al perder la gracia santificante por el pecado mortal...? ¿Dios amaría lo mismo al que está en gracia y al que no está en gracia? Pero entonces, ¿cuál sería la causa de la gracia?

El que está en gracia, claramente, es más amado por Dios que el que, no estando en gracia, es inmundo e hijo de ira. "Amor Dei est infundens et creans bonitatem in rebus".

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A.G.:
Gracias Federico María, como bien dice, hay que distinguir los órdenes. Y sí, en efecto, quien está en gracia es más amado por Dios, y el que no lo está, es que ha rechazado culpablemente el amor divino. Como enseña la doctrina tomista, nadie sería mejor que otro si no fuera más amado por Dios.
14/02/21 7:56 PM
  
Oscar Alejandro Campillay Paz
No se entiende porque sigue afirmando algo que nadie le discute.
La caridad no es amor humano "amplificado" es el amor del que ama en Cristo y por Cristo, y solo estando en gracia.
Clarísimo para mi y para usted.
Ahora bien, la caridad conyugal es la caridad con que solo pueden amar los esposos debido a su estado, es decir no solo estando sin pecado mortal (lo que sería aplicable a toda caridad) sino además habiendo recibido el sacramento del matrimonio. Es decir es una forma de vida en caridad única de los esposos, y por supuesto, con todos los elementos humanos del amor conyugal.
Ahora, qué tiene que ver ello con lo que expresa F.C y A.T.?
No hay contradicción alguna, ni ha podido usted contestarlo. O cree que también se equivoca San Juan Pablo II. en F.C. y usted no?
Con respecto a pecado mortal, no olvide usted que salvo aquellos pecados que por la elección del objeto son siempre graves, en el resto no basta la materia objetivamente grave, sino el conocer y querer esta malicia.
Bendiciones.
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A.G.:
Si nadie me lo discute, estupendo.

Un cónyuge puede amar al otro con amor conyugal, incluso lleno de "valores" cristianos, y, sin embargo, no amarlo con amor de caridad, porque esté perseverando en un pecado mortal, en cierta ofensa al matrimonio.

Un cónyuge que ofende la dignidad de su matrimonio pecando mortalmente, no ama a su cónyuge con amor de caridad, aun sí lo puede seguir amando con amor conyugal creatural (caído). Las personas que están en pecado mortal siguen amando con amor humano caído. No se vuelven máquinas sin sentimientos. Es necesario distinguir.

En AL no se distingue, y por eso confunde.
15/02/21 5:24 AM
  
Toledano
"El que está en gracia, claramente, es más amado por Dios que el que, no estando en gracia, es inmundo e hijo de ira. "Amor Dei est infundens et creans bonitatem in rebus".
Pero a nuestros ojos humanos esto resulta imposible de saber con absoluta certeza.
No tiene más que leer el pasaje evangélico del fariseo y el publicano.
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A.G.:
No podemos saber con total certeza si uno está en gracia. Sólo podemos tener a lo sumo convicción moral, basada en ciertos signos.

Pero el tema no es ese. El asunto es que Dios tiene amor de predilección, y que las perfecciones de las criaturas son obra del amor divino. El pecado es un rechazo del amor divino, y por eso nadie puede amar con caridad si rechaza a Dios.
15/02/21 12:18 PM
  
Beneta
Es bueno recordar el evangelio en el que Xto. se sienta para juzgar.
Allí aparece un único criterio: A MÍ ME LO HICISTEIS, y eso lo refería tanto a quienes obraron con misericordia como a los que no tenían idea de haber obrado con el Señor y por Él.
Nos vamos a llevar gloriosas sorpresas en el cielo ... El amor a Dios y al hermano son uno e indisolubles porque los ha unido a Dios.
03/03/21 10:43 AM

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