(88) De la eficacia de la gracia, o que por nada del mundo lo haría

   

Es un dramático espectáculo contemplar las reacciones que suscita en muchos católicos de hoy la doctrina católica de la primacía de la gracia, más aún si es la tomista.

Nos ponemos a hablar con otro católico sobre la eficacia del auxilio divino, y el primer pensamiento, visible en el rostro pasmado de nuestro interlocutor, es este:

Este tío es luterano, fijo.

O tal vez:

—Este pobre hombre es calvinista, como poco.

O más aún:

—Jansenista, ¡redivivo!

Veamos. En líneas generales, a muchos católicos de hoy les sirve de muy poco la esplendorosa y sublime doctrina sobre la justificación del Tridentino. Doctrina que, hemos de decirlo, también les suena protestante, como la del Orange II.

Una consecuencia de ello, es que con demasiada frecuencia se han combatido las ideas reformadas de una manera muy muy torpe: absolutizando y pseudoafirmando la libertad… relativizando y desafirmando la primacía de la gracia.

(Y ahora me dirá algún gracioso:

—Jeje, si todo el mundo lo hace, ¿por qué yo no?)

—¡Sois semipelagianos! —nos gritaría entonces un amable hermano separado. —Y no le faltaría razón, si para afirmar la libertad, disminuimos el papel de la gracia, por miedo a no dejarles bien clarito a estos hermanos negadores de la libertad humana que nosotros no somos como ellos, ¡nosotros… sí que creemos en el hombre!, proclamamos con antológica y pelagiana tontería.

—El hombre es libre decimos muy seguros de nosotros mismos, ufanos de cuán civilizados somosy tiene libertad, y Dios necesita de nuestro sí, espera nuestra aceptación libre y autónoma, ¡todo depende de nosotros, que valemos mucho! Luego, eso sí, la gracia nos transforma, pero primero… primero… el hombre acepta, y luego…luego… Dios actúa.

 

En fin, esta visión nefasta pasa por católica. Por eso los protes nos dicen, no sin cierta sorna, y como chinchando, hermano semipelagiano, parodiando nuestro hermano separado.

Lo malo es que se están volviendo, estos católicos bienintencionados, muy atrevidos. Se les dice eso de que Dios prepara la voluntad humana, y que cuando quiere no la espera, y te contestan que eso es un tema abierto, que no ha sido definido por la Iglesia. ¡! Y hay que recordarles que noooooo, que es doctrina de la Iglesia. 

Por ejemplo, podríamos citarles el Compendio:

425. ¿Qué relación hay entre la gracia y la libertad del hombre?

2001-2002

La gracia previene, prepara y suscita la libre respuesta del hombre; responde a las profundas aspiraciones de la libertad humana, la invita a cooperar y la conduce a su perfección.”

 

PREVIENE. Esta palabra tiene miga. Mirad lo que significa, según el Diccionario de la RAE:

1. tr. Preparar, aparejar y disponer con anticipación lo necesario para un fin.

 

Y sin embargo, se empeña el católico temeroso en resaltar a toda costa que Dios espera siempre a que le abramos la puerta, y se disponga por sí sola nuestra voluntad a recibirle.

Por el contrario, el Señor, cuando quiere, no sólo no espera, sino que SE ANTICIPA, previene y prepara nuestra voluntad y la cambia de mala en buena, y le da la fuerza para oírle llamar y le queramos abrir y de hecho le abramos libremente.

Si alguno porfía que Dios espera nuestra voluntad para limpiarnos del pecado, y no confiesa que aun el querer ser limpios se hace en nosotros por infusión y operación sobre nosotros del Espíritu Santo, resiste al mismo Espíritu Santo que por Salomón dice: Es preparada la voluntad por el Señor [Prov. 8, 35: LXX], y al Apóstol que saludablemente predica: Dios es el que obra en nosotros el querer y el obrar, según su beneplácito [Phil. 2, 13].” (Denz 177)

Por tanto, que el auxilio divino prepara la voluntad no es una cuestión abierta, sino Magisterio de la Iglesia. Y cuando decimos que es preparada, lo decimos con todas las consecuencias, y sin miedo a que la libertad quede anulada, porque es lo contrario: la libertad queda afirmada. Y decimos preparada, porque como enseña Orange II:

“También profesamos y creemos saludablemente que en toda obra buena, no empezamos nosotros y luego somos ayudados por la misericordia de Dios, sino que es Dios el que, sin que preceda merecimiento bueno alguno de nuestra parte, da comienzo a la obra,  inspirándonos la fe y el amor de Sí mismo” (Denz 200)

Y es que parece que la eficacia de la gracia merma y disminuye la libertad humana.

Por el contrario, la eficacia de la gracia robustece y perfecciona la voluntad en orden al acto, y asegura el ejercicio del acto sobrenatural querido por Dios (y por eso mismo por el hombre), sanando y restaurando la libertad humana. Sí, hay un auxilio divino que asegura el acto saludable sin forzar la voluntad, antes bien activándola y poniéndola sobrenaturalmente en “on", por así decir. Y no os asustéis por la palabra asegura, porque la eficacia del socorro divino conviene a la voluntad. Así lo explica León XIII en esa maravilla que es la Libertas Praestantissium:

“A esta regla de nuestras acciones, a este freno del pecado, la bondad divina ha añadido ciertos auxilios especiales, aptísimos para dirigir y confirmar la voluntad del hombre. El principal y más eficaz auxilio de todos estos socorros es la gracia divina, la cual, iluminando el entendimiento y robusteciendo e impulsando la voluntad hacia el bien moral, facilita y ASEGURA al mismo tiempo, con saludable constancia, el ejercicio de nuestra libertad natural. Es totalmente errónea la afirmación de que las mociones de la voluntad, a causa de esta intervención divina, son menos libres” (León XIII, Libertas, 6).

El auxilio especial, eficaz, de Dios, de esta manera, libera el albedrío. Y esto es doctrina de la Iglesia:

““Denzinger 141: “Ahora bien, por este auxilio y don de Dios, no se quita el libre albedrío, sino que se libera, a fin de que de tenebroso se convierta en lúcido, de torcido en recto, de enfermo en sano, de imprudente en próvido. Porque es tanta la bondad de Dios para con todos los hombres, que quiere que sean méritos nuestros lo que son dones suyos, y por lo mismo que El nos ha dado, nos añadirá recompensas eternas . Obra, efectivamente, en nosotros que lo que El quiere, nosotros lo queramos y hagamos, y no consiente que esté ocioso en nosotros lo que nos dio para ser ejercitado, no para ser descuidado, de suerte que seamos también nosotros cooperadores de la gracia de Dios.”

De todas formas, es comprensible. El católico de hoy, por regla general, no está acostumbrado al lenguaje de la gracia. Y siendo, de entre los tipos de gracia, la eficaz el instrumento de la divina Predestinación, mucho menos: se escandaliza ante la idea de la elección divina, y cierra los oídos en la Santa Misa, cuando se pide: Señor, cuéntanos entre tus elegidos.

 

Gran torpeza, pues, es afirmar la libertad frente a los luteranos afirmando que la salvación procede en parte de la gracia y en parte de la libertad.

Realmente, desafirmamos la libertad afirmando que ésta completa de alguna manera una acción incompleta o deficiente o errada o insegura del auxilio divino.

Y es que, a ver, ¿qué es la libertad y qué el libre albedrío?

La libertad,  la potestad que el hombre tiene sobre sus propios actos —la gracia fortalece y habilita esa potestad con suma eficacia.

El libre albedrío, el atributo fundamental de la voluntad, por el que el hombre se determina a obrar o a no obrar, a hacer esto o lo otro.

Si lo otro que va a hacer es pecado, ya sabemos que, como enseña León XIII, se produce un abuso enajenante de la libertad. El párrafo es largo, pero por su importancia lo citamos entero:

“Pero así como la posibilidad de errar y el error de hecho es un defecto que arguye un entendimiento imperfecto, así tambien adherirse a un bien engañoso y fingido, aun siendo indicio de libre albedrío, como la enfermedad es señal de la vida, constituye, sin embargo, un defecto de la libertad. De modo parecido, la voluntad, por el solo hecho de su dependencia de la razón, cuando apetece un objeto que se aparta de la recta razón, incurre en el defecto radical de corromper y abusar de la libertad. Y ésta es la causa de que Dios, infinitamente perfecto, y que por ser sumamente inteligente y bondad por esencia es sumamente libre, no pueda en modo alguno querer el mal moral; como tampoco pueden quererlo los bienaventurados del cielo, a causa de la contemplación del bien supremo. Esta era la objeción que sabiamente ponían San Agustín y otros autores contra los pelagianos. Si la posibilidad de apartarse del bien perteneciera a la esencia y a la perfección de la libertad, entonces Dios, Jesucristo, los ángeles y los bienaventurados, todos los cuales carecen de ese poder, o no serían libres o, al menos, no lo serían con la misma perfección que el hombre en estado de prueba e imperfección.

El Doctor Angélico se ha ocupado con frecuencia de esta cuestión, y de sus exposiciones se puede concluir que LA POSIBILIDAD DE PECAR NO ES UNA LIBERTAD, sino una esclavitud. Sobre las palabras de Cristo, nuestro Señor, el que comete pecado es siervo del pecado, escribe con agudeza: «Todo ser es lo que le conviene ser por su propia naturaleza. Por consiguiente, cuando es movido por un agente exterior, no obra por su propia naturaleza, sino por un impulso ajeno, lo cual es propio de un esclavo. Ahora bien: el hombre, por su propia naturaleza, es un ser racional. Por tanto, cuando obra según la razón, actúa en virtud de un impulso propio y de acuerdo con su naturaleza, en lo cual consiste precisamente la libertad; pero cuando peca, obra al margen de la razón, y actúa entonces lo mismo que si fuese movido por otro y estuviese sometido al dominio ajeno; y por esto, el que comete el pecado es siervo del pecado.”

Dicho esto, reconocemos que la eficacia de la gracia contiene una infalibilidad que comprende profundamente la naturaleza del acto libre. Habilita de tal modo el albedrío, que éste no quiere autocorromperse, y por eso elige ciertamente, con sana seguridad, con determinación restaurada en orden a la elección, el acto bueno, pudiendo elegir otra cosa. Por eso, cuanto más movida la voluntad, más libre es, y más se mueve por sí misma. La gracia, por tanto, mueve la voluntad a moverse por sí misma, realizando una elección propia de su atributo fundamental, y no un abuso que no quiere.

Hemos de tener esto en cuenta. Es fundamental para comprender que no podemos andar por ahí refutando protestantes a base de semipelagianismos.

Vamos a decirlo claramente, acudiendo a la magnífica “Síntesis de espiritualidad católica”, José Rivera y José María Iraburu, (Gratis Date,7ª edic.-cito sólo página de esta edición):

“Atribuir, pues, todo a la gracia de Dios, no deja excluida en modo alguno la libertad humana, pues esta se ve causada precisamente por aquella” (pág. 155)

Repito de nuevo la expresión de Rivera/Iraburu:

“Atribuir, pues, todo a la gracia de Dios, no deja excluida en modo alguno la libertad humana, pues esta se ve causada precisamente por aquella”

 

Al amigo luterano habrá que decirle:

—En verdad, todo es gracia. Ves, chaval,  como no soy semipelagiano…

Y por eso, porque la acción de la gracia es al 100%, por eso el ser humano actúa con libertad, puesto que el socorro divino

“potencia realmente sus facultades, haciéndole instrumento activo y operante de obras sobrenaturales” (Rivera/Iraburu, Síntesis, pág. 155)

Y al católico, pasmado ante la primacía de la gracia, que nos da una palmadita en el hombro y nos dice, muy simpaticote él:

—Muchacho, te lo dije…. Acabarías siendo prote.

Habrá que replicarle, de buen rollo:

—Ni te asustes ni te pasmes, chaval, que reconocer la primacía de la gracia no anula la libertad humana, sino todo lo contrario, porque la gracia…

…“no actúa en la naturaleza humana desde fuera, extrínsecamente, sino desde dentro, sanando y potenciando activamete en su misma entidad natural” (Síntesis, pág. 155).

Es, en definitiva, lo que denominamos la intensividad del auxilio divino.

¿Qué significa esto? Que la merced sobrenatural con que Dios vivifica y libera no es una fuerza extrínseca que actúa según un modelo mecanicista, a la manera de una fuerza impresa en un objeto. (Imagina el ejemplo de la bola de billar: se le imprime una fuerza y la bola se mueve. )

¡No! Este es el paradigma mecanicista que, paradógicamente, comparten tanto el luteranismo como el semipelagianismo. Como explican el P.José Rivera y el P. José María Iraburu:

“El error que subyace en el pensamiento de Lutero es, aunque parezca paradógico, el mismo que ha contaminado con frecuencia de naturalismo semipelagiano a sus oponentes católicos: el error de pensar que la acción de la gracia es extrínseca a la acción de la naturaleza humana libre” (Rivera/Iraburu, Síntesis, pág. 154)

Ya lo dijimos: el modelo de la bola de billar.

***

Podríamos decir que, por desgracia, algunos católicos se alejan de la doctrina de la primacía de la gracia por miedo a que les tachen de protestantes. Aunque la inmensa mayoría es porque no la conocen, no se la han predicado. Porque la afirmación de la libertad como complemento, o sumando de la gracia, se ha convertido en tópico pseudocatólico.

Por eso, para tranquilidad de los temerosos, voy a recordar una verdad importante:

La gracia eficaz da vida al albedrío.

La gracia se puede rechazar. Cuando es eficaz, no se rechaza porque a la voluntad no le da la real gana de rechazarla. Aquí reside la infalibilidad de la eficacia de la gracia. 

 

Es una distinción importante. En la misma obra, Rivera/Iraburu explican con precisión:

“La gracia sufuciente nos mueve a obrar, y sin ella no podríamos nada (Jn 15, 5), pero podemos resistirla.; en cambio la gracia eficaz mueve de tal modo a la acción nuestras facultades que infaliblemente se produce el acto querido por Dios.” (Síntesis, pág. 102)

Lo distintivo de la gracia eficaz es, pues, la manera en que mueve a la acción, con infalibilidad. El P.Rivera y el P. Iraburu no dicen con irresistibilidad, sino con infalibilidad.

Veamos qué significa esto. 

Acudimos a la RAE:

infalible.

(Del b. lat. infallibĭlis).

1. adj. Que no puede errar.

2. adj. Seguro, cierto, indefectible.

 

Veamos. Es de cajón que Dios puede ayudar con seguridad al ser humano, que todo lo puede en Él. Es obvio, y coherente con su Soberanía y Ominipotencia, que si quiere y cuando quiere Dios puede auxiliar verdaderamente al hombre, y es obvio que Dios puede ayudarle con un socorro cierto; con una tabla de salvación segura cuando lo estime oportuno.

Y la defectibilidad del ser humano no es impedimento en este caso; primero, porque para Dios no hay nada imposible; segundo, porque la gracia sana, restaura, corrige esa defectibilidad, y su herida originada.

Que pudiendo rechazar la gracia, el ser humano sea auxiliado sin fracaso, con seguridad, por Dios, es muestra de la omnipotencia divina, y de la salud que ha operado en el hombre. Que Dios pueda auxiliar y socorrer la herida libertad humana, con una merced que no sea ineficaz, es una muestra del gran amor que nos tiene, y de la necesidad que tenemos de su ayuda. Y no una ayuda falsa, teatral, fingida, inútil, como una supuesta gracia que ni sana ni transforma sino que se imputa como fuerza impresa en bola de billar; sino verdadera, real, útil para la salvación.

 

Recuerdo que un día, explicando a una de mis hijas el misterio de la eficacia de la gracia, se le ocurrió un ejemplo que me impresionó, y que ejemplifica muy bien el tema, sobre todo a la manera de san Agustín. Tiene sus carencias, y no refleja todo el Misterio, pero puede darnos una imagen aproximada de lo que ocurre.

La eficacia es como enamorarse. Un hombre encuentra a la mujer de su vida. Se queda prendado de ella, y a medida que más la conoce, más la ama. Pronto surge la idea del matrimonio. Y ella acepta. Este hombre podría no acudir a la cita, dejar plantada a su novia en el altar. Podría hacerlo.

Podría irse y quitarse de en medio. Pero por nada del mundo lo haría. El amor que siente por ella es demasiado grande. Acude sin dudarlo al altar, para ser marido y mujer. Aunque podría no ir, a esta persona enamorada no se le ocurriría nunca faltar a esa cita. Va, seguro. De hecho, no va a faltar a la cita, aunque pudiera hacerlo. Pero no está loco. ¿Cómo va a dejar plantada a la mujer de su vida?

De la misma manera, la gracia divina enamora el alma de tal manera que, aunque podría faltar a la cita, el alma por nada del mundo lo haría, y va sin coacción, porque le da la real gana. Y en esto consiste la eficacia, la infalibilidad, la certeza. La novia está segura que su Esposo la ama y va a acudir a la Iglesia.

No sin razón, el matrimonio es imagen de la unión de Cristo y su Iglesia. Y por qué no, aquí ha sido imagen de la unión de la gracia eficaz y la voluntad.

   

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

Señor, ¡cuéntanos entre tus elegidos!

55 comentarios

  
Rexjhs
Alonso, una pregunta para que acabes de explicar y aclarar el post. Si la gracia eficaz, a diferencia de la suficiente, no es rechazable, y, por tanto, la voluntad humana sólo tiene la posibilidad de adherirse a ella ¿Por qué Dios no le da la gracia eficaz de la conversión a todos para que todos se salven?
__________
A.G.:
La gracia se puede rechazar. Pero la voluntad agraciada no quiere rechazarla en modo alguno.
Los que se condenan, es por su merecimiento malo, porque se autoexcluyen, por el misterio de la iniquidad.

Dios quiere que todo el mundo se salve (1 Tim 2, 4). Pero muchos rechazan su gracia. Los que se salvan libremente, es por el don divino. ¿Por qué? Bueno, Dios permite el mal. Permite que muchos le nieguen, rechacen, odien, cierren la puerta, muchos a los que ha ofrecido gracias y gracias y les ha dado mil y una oportunidades, según su voluntad antecedente.

Es el misterio del castigo del malvado inarrepentido, que la Escritura resume así: muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. Es un Misterio. Pero sabemos que nadie, nadie, nadie se va a condenar injustamente o por falta de gracia necesaria para salvarse. Dios da a todos la gracia que necesitan para poder salvarse. Pero muchos la rechazan, porque prefieren al maligno. Por eso la Santa Misa pedimos: Señor, cuéntanos entre tus elegidos. ¡Para que el Señor no nos deje caer en la tentación!

623 Dz 318 Cap. 3. “Dios omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven (1Tm 2,4), aunque no todos se salvan. Ahora bien, que algunos se salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se pierden.”
27/06/15 2:20 PM
  
Pepe
Alonso, ¿para los no creyentes es necesario también el auxilio de la gracia para hacer obras buenas? o dicho de otra manera ¿se pueden hacer obras buenas sin el auxilio de gracia?
__________
A.G.:
Toda obra salvífica necesita de la gracia.
Pero dado que la libertad humana no está destruida, el hombre es capaz, sin el auxilio de la gracia, sino tan sólo del concurso creatural de Dios, de hacer algunas obras honestas naturales.
Lo que está claro es que toda obra salvífica, que sirva para salvarse, necesita de la gracia.
Dado que fuera de la Iglesia no hay salvación, las gracias que necesitan para salvarse los que sin culpa no conocen a Cristo, la reciben también de su Cuerpo, de forma extraordinaria, misteriosa.
27/06/15 2:44 PM
  
Rexjhs
Si la gracia eficaz es rechazable, y, de hecho, se rechaza por muchos y se condenan, entonces es que esa gracia es sólo eficaz en quien no la rechaza, es decir, en quien asiente. Creo que confunde un poco esto.

Creo que se entiende mejor si se dice que la gracia eficaz, no es inexorable (no impide el mal ejercicio de la libertad humana, que la lleva a la esclavitud) y que Dios tolera que se rechace la gracia, así como el Padre de la parábola permitió que el Hijo se fuera de casa con la herencia y no le metió en una cárcel para evitarlo.


__________
A.G.:
No, amigo, la gracia eficaz se puede rechazar, pero de hecho no se rechaza. No hemos de confundir el orden de la posibilidad con el orden de los hechos. Queda explicado en el post, con el ejemplo del hombre enamorado que puede no ir a la cita el día de su boda, pero que por nada del mundo deja de ir. La gracia eficaz es infalible, liberando el albedrío. Nunca es rechazada, por eso es eficaz, aunque pueda ser rechazada, no lo es nunca. Por eso es eficaz, pero con una eficacia liberadora, activadora de la libertad. Gracia eficaz, libertad segura.
27/06/15 3:00 PM
  
Alonso Gracián
Libertas 6: "El principal y más eficaz auxilio de todos estos socorros es la gracia divina, la cual, iluminando el entendimiento y robusteciendo e impulsando la voluntad hacia el bien moral, facilita y asegura al mismo tiempo, con saludable constancia, el ejercicio de nuestra libertad natural."
27/06/15 3:13 PM
  
Alonso Gracián
Amigos, os ruego que a la hora de visualizar la acción de la gracia eficaz no tengáis en la mente el modelo mecanicista, de la bola de billar. Os servirá este texto de Gilson, en “El espíritu de la Filosofía medieval", siguiendo a san Agustín:

“No basta decir que (la gracia) se “agrega” (al libre albedrío) como un poder complementario, sino que modifica su estado, en que lo confirma o cura. Con la gracia, no tenemos nuestro libre albedrío más el poder de la gracia (¡semipelagianismo-añado yo) , sino que el libre albedrío, por la gracia, se hace potencia y conquista su libertad” (Obra cit., cap.15, pág. 290)


Y no olvidemos que...

...como explica san Anselmo en “De concordia praescientiae et praedestinationis nec non gratiae cum libero arbitrio", cap III:

“proviniendo todo bien de Dios, la determinación libre salutífera, que es un bien en todo aquello que la constituye, proviene enteramente de Dios, como proviene todo de nosotros en cuanto causa segunda”
27/06/15 3:23 PM
  
Alonso Gracián
Para entender la diferencia entre el orden de la posibilidad y el orden de los hechos, viene bien el ejemplo del hombre enamorado que se va a casar con la mujer de su vida.

Podría no acudir a la cita. Pero por nada del mundo va a hacerlo. Por nada del mundo va a dejar a ir a casarse con su amada. Y de hecho, va, y se casa.
27/06/15 3:34 PM
  
Rexjhs
No acabo de entender lo que dices Alonso. Te pido con toda honradez que me expliques como es compatible que me digas que la gracia eficaz no se puede rechazar (es infalible) y a la vez que me digas que los que rechazan la gracia se condenan. En palabras tuyas: "Dios... Permite que muchos le nieguen, rechacen, odien, cierren la puerta, muchos a los que ha ofrecido gracias y gracias y les ha dado mil y una oportunidades, según su voluntad antecedente. "

Yo sé que el que se condena es porque rechaza la gracia. Pero no acabo de entender cómo es que, si la gracia eficaz es infalible, Dios no le da la mujer de su vida a todos para que todos la amen sin rechazarla.

Perdona mi dureza de coco. Puede que hoy esté un poco obstruso. Un abrazo.
__________
A.G.:
Lo primero, amigo, es que no me atribuyas cosas QUE NO HE DICHO. Yo no he dicho "la gracia eficaz no se puede rechazar".

Infalible, por otra parte, no significa que no se pueda rechazar. Ya lo explico en el post.

Por qué Dios permite el mal, gran misterio es, sin duda de justicia. Porque Dios es justo. Quién soy yo para decirte por qué muchos no encuentran a la mujer de su vida. Pero fíjate: muchos tíos que están metidos en la pornografía, en la fornicación, en la lujuria, ¿tú crees que están en condiciones de querer encontrar a la mujer de su vida? ¡No quieren! Prefieren seguir con impurezas, al matrimonio. El hombre es malo, amigo. Y por qué Dios lo permite, gran misterio es, aunque sabemos que si permite que muchos le rechacen, es para obtener un bien mayor, mostrar su justicia, imagino. Nos sobrepasa.
27/06/15 3:52 PM
  
Rexjhs
Perdona entonces, Alonso. No quiero cansarte, de verdad.

Era entonces la frase de Rivera /Iraburu, a los que admiro y bien lo sabes, la que me parece que expresa la idea de que la gracia eficaz es irrechazable: "La gracia sufuciente nos mueve a obrar, y sin ella no podríamos nada (Jn 15, 5), pero podemos resistirla.; en cambio la gracia eficaz mueve de tal modo a la acción nuestras facultades que infaliblemente se produce el acto querido por Dios.” (Síntesis, pág. 102)".

Ahí ellos parecen querer decir que la gracia eficaz es infalible y que no se puede rechazar. ¿Es así o me estoy volviendo loco? Entonces, ¿si no se puede rechazar, como es que hay gente que se condena por rechazar la gracia?

Te pido de nuevo perdón si te importuno, pero para mí es importante que esto me quede claro.
___________
A.G.:
Jeje, Rivera/Iraburu NO dicen en modo alguno que la gracia sea irrechazable. Lee bien, amigo. "La gracia eficaz mueve de tal modo a la acción nuestras facultades que infaliblemente se produce el acto querido por Dios". Hablan de infalibilidad, al igual que yo. Lo contrario de rechazable no es infalible, sino irrechazable. Hay una confusión, en tu comentario, entre el orden de lo posible (gracia suficiente-resistibilidad) y el orden de los hechos (gracia eficaz-infalibilidad) Es infalible que el hombre enamorado va a ir a casarse con su amada, porque es lo que más quiere en el mundo. Aunque sigue pudiendo no ir. Nadie le va llevar a empujones. Nadie va a impedir que se quede en su casa viendo la tele y deje plantada a la novia, si así lo decide. Pero no va a hacer eso, aunque podría. No está loco, jeje, sería estúpido si dejara plantada a su Amada. Es seguro que va a ir, porque le da la gana, y porque la ama. Y de hecho es que va, y dice sí quiero y se casa el tío. Podría no haberse casado. Pero es que quería.

Un abrazo
27/06/15 4:11 PM
  
Luiscar73
Magistral; Gloria a Dios.

Claro,es que el Salvador es Jesucristo y toda obra salvifica,tiene que estar hecha en EL; "Porque sois salvos por Gracia, mediante la Fe,y esto no es de vosotros,pues es Don de Dios,no por obras(antecedentes propias),para que nadie se glorie...."
Las obras que salvan,son las obras que expresan el Amor en la Fe de Jesucristo. Son las obras que Dios preparo de antemano para que anduvieramos en ellas; "porque somos hechura Suya,creados en Cristo Jesus para hacer buenas obras(salvadoras)". Salvadoras en cuanto a que como son obras hechas por y en el Espiritu Santo,de orden sobrenatural y para Gloria de Cristo, nos salvan de nuestro pecado natural que nos separa de Dios.

Por cierto,me alegro de coincidir con el ejemplo de su hija de enamorarse .No se en que blog y en que post ,puse tambien ese ejemplo. Es una gran analogia de la Gracia y la Libertad. Maxime,cuando ha sido Cristo el que te ha enamorado,literal e indeciblemente.

Por pura Gracia y Misericordia de Dios, para los que hemos sido llamados del infierno de las politoxicomanias a clamar a Dios(Salmo;69;13 , 34;7 ,Isaias;30;19, Jeremias;33;3, Romanos;10;12-13 , etc),desgarrando nuestro corazon(Joel;2;13),despues de grandes angustias y aflicciones(Isaias;9;3 ,30;20, 53;11) , por la Luz indecible(Isaias;51;5 , 53;11 ,9;1 ,Mateo;4;16, Lucas;1;78-79 ,2ª de Corintios;4;6 ,Genesis; 1;3 ,etc) de Cristo y hemos oido la Palabra viva y eficaz(Isaias;30;21 ,Juan;14;6) ,venir con indecible poder, nos es mas facil comprender la Gracia eficaz.

Que el Señor nos ayude a dar un buen testimonio a su debido tiempo, es decir,cuando EL mejor lo disponga todo.Con esto no decimos que el testimonio de Vida Cristiana deba ser continuo, que lo debe ser y ese es el mejor testimonio.

"Dios eligio lo que el mundo tiene por necio para humillar a los sabios; lo debil para humillar a los fuertes; lo vil,lo despreciable,lo que es nada,para anular a los que son algo; para que nadie presuma delante de Dios.Por EL vosotros estais en Cristo Jesus, el cual de parte de Dios,se ha hecho para vosotros; sabiduria,justicia,santificacion y redencion, para que,como dice la Escritura;el que quiera presumir de algo,que presuma de lo que ha hecho el Señor"(1ª de Corintios;1;27;31).

La Paz de Cristo.
___________________
A.G.:
En efecto, como bien dice, Luiscar73, es que el Salvador es Jesucristo y toda obra salvífica,tiene que estar hecha en EL, con Él y por Él..

La gracia nos mueve a las obras que el Padre ha preparado para nosotros desde toda la eternidad. Esas, y no otras, son las que debemos hacer, como bien apunta en su comentario.

Y a su oración, me uno: "Que el Señor nos ayude a dar un buen testimonio a su debido tiempo, es decir,cuando EL mejor lo disponga todo."

Gracias, y Gloria a Dios y a su Madre.
27/06/15 7:11 PM
  
Emilio Alegre
¡Qué maravilla de escrito, Alonso! ¡Esta es la verdadera doctrina CRISTIANA, católica!

Lo tendré a mano para copiar y pegar, porque es una síntesis estupenda, bien apoyada en todo el Magisterio y la Revelación.
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A.G.:
Gracias Emilio, gloria a Dios y a su Madre Inmaculada.
27/06/15 7:35 PM
  
Luis Fernando
Si será eficaz la gracia eficaz, que incluso actúa eficazmente sobre aquellos a quienes apenas se les ha predicado sobre ella. Porque si no, la cantidad de católicos "perdidos" sería inmensa. Pero Dios obra incluso en medio de una ausencia lamentable de sana predicación.
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A.G.:
Muy cierto, Luis Fernando. Dios realiza su obra a pesar del silenciamiento radical de la primacía de la gracia, que desde hace siglos padecemos. Y es real lo que mencionas. Gloria a Dios y a su Madre.
27/06/15 7:51 PM
  
Luiscar73
Algunas veces me pregunto y le pregunto a Dios, porque un amigo mio , mi compañero de tropelias por algunos años, con el que tambien pase un tiempo en la carcel ,al poco de salir, se acabo suicidando con una sobredosis de heroina ,metadona,y tranquimacines y yo,unos años mas tarde, queriendome tambien suicidar, Dios vino a visitarme como el Sol que nace de lo alto y ha abrirme los cielos. Y la verdad , no lo se. Solo puedo llorar ,cuando el Señor me lo concede,y pedir por el descanso eterno de este amigo.

En cuanto a mi,pedir insistentemente a Dios,cada dia,que me haga santo, para que no se desperdicie el Amor y la Misericordia indecible que ha tenido conmigo. Muchas veces digo,que por SU Santisimo Nombre,por la Gloria de Cristo,no por mi,¡polvo que se lleva el viento!,eso no puede pasar. Dios acabara la obra que ha empezado en esta vida que ha comprado con la Sangre de Cristo,¡nada menos!. Yo no se si se puede arruinar el plan de Dios, pero muchas veces le digo en oracion,que si tal cosa es posible, que si yo puedo arruinar SU voluntad,que es nuestra santificacion, para la Gloria del Señor y el bien de otras almas ,yo dimito de mi voluntad.
"Dios mio,yo quiero hacer Tu voluntad; Tu ley esta en el fondo de mi alma"(Salmo;40;9 Gratitud, Celo, Suplica).

Asi que no,no se tampoco por que Judas se suicido y Pedro se arrepintio. El caso es que uno claudico y el otro levanto su mirada al cielo. Lo que si se,es que el sufrimiento indecible que nos causa nuestro pecado, es una Gracia de Dios para que nos volvamos a EL de todo corazon a pedir liberacion. Es en si mismo una llamado de Dios a nuestro corazon,que nos mueve a pedir auxilio. " Yo soy un pobre desgraciado pero el Señor se preocupa por mi;Tu eres mi auxilio y mi libertador,Dios mio,no tardes"(Salmo(40;18)

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A.G.:
Me impresiona lo que cuentas. Muy bueno es que reces por tu amigo. Y una maravilla es que des gracias al Señor, como se la das, por haberte protegido, preservado del mal. Qué grande el Señor.

Me gustó lo que dijiste: dimito de mi voluntad. Así es, amigo, es que nosotros no estamos hechos para hacer nuestra voluntad, sino la voluntad de Dios.

En efecto, es eso, el Señor nos mueve a su pedir auxilio. Dios nos concede arrepentirnos, humillarnos. Qué gran amor nos tiene.

Muchas gracias por tu comentario, tan hondo y sincero. ¡Gloria a Dios y a su Madre!
27/06/15 7:56 PM
  
Horacio Castro
Estimado Alonso Gracián. Es un post muy provechoso, y además excelente por su facilidad de lectura, especialmente después de un hilo complicado de comentarios que hubo sobre algo tan fundamental. Me atrevo a decir que después de leer a distintos articulistas de IC, puedo entender sin dificultad que, Dios, para quien no transcurre tiempo, elige antes de la previsión de sus méritos a los predestinados a la salvación, a la vez que (por junto) a los “no elegidos” los condena con posterioridad a la previsión de sus propias culpas. Claro que dicho de esta manera puede inducir a error por una supuesta doble predestinación. Adelante con su esfuerzo que es muy valioso.
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A.G.:
Ciertamente, no existe predestinación al mal, ni a la condenación. Eso es una impiedad. Aquellos que se salvan con libertad, es por el don del cielo. ¡Señor, cuéntanos entre tus elegidos!

Dios castiga con justicia, no nos cabe duda. Quien se condena, es por su propia culpa.

CONCILIO DE QUIERSY, 853 - (Contra Gottschalk y los predestinacianos)

De la redención y la gracia

621 Dz 316 Cap. 1. “Dios omnipotente creó recto al hombre, sin pecado, con libre albedrío y lo puso en el paraíso, y quiso que permaneciera en la santidad de la justicia. El hombre, usando mal de su libre albedrío, pecó y cayó, y se convirtió en «masa de perdición» de todo el género humano. Pero Dios, bueno y justo, eligió, según su presciencia, de la misma masa de perdición a los que por su gracia predestinó a la vida (Rm 8,29 ss; Ep 1,11) y predestinó para ellos la vida eterna; a los demás, empero, que por juicio de justicia dejó en la masa de perdición, supo por su presciencia que habían de perecer, pero no los predestinó a que perecieran


Gracias por sus palabras. Gloria a Dios.
27/06/15 8:35 PM
  
JUAN NADIE
¿Podriamos decir que si como el pecado poco a poco nos mata muestra libertad al esclavizarnos, cuando respondiendo a la Gracia practicando la virtud, nos vamos haciendo poco a poco mas efectivamente libres?
¿Podriamos decir que la libertad es nuestra capacidad de elegir lo mejor, el bien, a pesar de nuestra inclinación al mal? En este caso ni el bien ni el mal serían categorías simetricas sino que uno nos ata, y el otro nos libera, por eso no se podría decir que la libertad sería solo la capacidad de escoger entre ambos. Es una pregunta.
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A.G.:
En efecto, Juan, la libertad es capacidad de elección de la obra buena. La elección voluntaria de la obra mala enajena culpablemente y produce esclavitud del demonio.

Como enseña León XIII en la Libertas:

"Si la posibilidad de apartarse del bien perteneciera a la esencia y a la perfección de la libertad, entonces Dios, Jesucristo, los ángeles y los bienaventurados, todos los cuales carecen de ese poder, o no serían libres o, al menos, no lo serían con la misma perfección que el hombre en estado de prueba e imperfección."
27/06/15 8:59 PM
  
jomigiur
La gracia eficaz de Dios te impulsa a seguir poetizando su designio amoroso, Alonso, y a nosotros a aprender doctrina que expanda nuestra fe, y permita responder a su Voluntad con fidelidad y alegría, especialmente en estos tiempos donde no se soporta la sana doctrina.
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A.G.:
El Señor me conceda escribir con belleza y sana doctrina, para mayor gloria suya y bien de mi prójimo.

Gracias y Gloria a Dios y a su Madre.
27/06/15 10:45 PM
  
Néstor
Muy buen "post". A ver si puedo aportar algo útil.

La gracia que de hecho se rechaza es la gracia suficiente. La gracia eficaz nunca se rechaza de hecho.

Eso en cuanto a lo que sucede o no sucede. Para hablar de lo que se puede y lo que no se puede no hay más remedio que acudir al sentido compuesto y al sentido dividido. En realidad, hay que dar gracias de que haya al menos una forma de decirlo.

Yo diría que en este tema precisamente, toda forma de decirlo y de entenderlo que sea demasiado fácil ya es por eso mismo equivocada.

La gracia suficiente puede ser rechazada también en sentido compuesto, y por eso se rechaza a veces. La gracia eficaz sólo puede ser rechazada en sentido dividido, y por eso nunca es rechazada.

La gracia suficiente se rechaza de hecho siempre que no va acompañada de la gracia eficaz.

Dios no da a todos la gracia eficaz porque libremente determina darla solamente a algunos.

Por eso la gracia es gracia, o sea, gratis, o sea, indebida.

Porque es sobrenatural, y eso quiere decir que supera las capacidades y exigencias de toda naturaleza creada o creable.

No tiene sentido decir que Dios debe dar a todos lo que no debe a ninguno.

Dios no predestina a nadie al pecado, ni predestina al castigo por el pecado antes de la previsión del pecado. Ése (además de la negación del libre albedrío) es el error de Calvino, lo que se llama la "reprobación positiva antecedente".

Pero hay toda una escuela tomista tradicional y nunca observada en esto por la Iglesia que sostiene que antes de toda previsión del pecado Dios determina no elegir a algunos para la vida eterna, simplemente porque quiere mostrar su misericordia en los que se salvan y su justicia en los que se condenan.

Y es que la no elección de otros es la otra cara de la elección de algunos, de modo que si ésta es "ante praevisa merita", la otra tiene que ser "ante praevisa demerita".

Es cierto que no todos los tomistas aceptan esto último, pero entiendo que es de una lógica inatacable.

Esta escuela (Báñez, Alvarez, Contenson, y otros) sostiene que la no elección para la vida eterna (reprobación negativa antecedente) es anterior a la previsión divina de las culpas, y que la Voluntad divina de castigar con el infierno eterno es posterior a la previsión divina de las culpas (reprobación positiva consecuente).

Entre ambas está la permisión divina del pecado.

Y es que si la acción de A (la acción divina) es causa de B (la obra buena), entonces la no acción de A es condición necesaria y previa de que B no ocurra (y que ocurra, entonces, el pecado).

Y que algo sea condición de otra cosa no quiere decir que necesariamente deba ser causa de esa otra cosa.

Saludos cordiales.
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A.G.:
Néstor, me impresionó eso que dijiste: "En realidad, hay que dar gracias de que haya al menos una forma de decirlo.

Yo diría que en este tema precisamente, toda forma de decirlo y de entenderlo que sea demasiado fácil ya es por eso mismo equivocada. "

Es muy cierto.

También me parece importante la idea que señalas. No tiene sentido decir que Dios debe dar a todos lo que no debe a ninguno. Esto lo digo porque una de las objeciones que se repiten contra la eficacia de la gracia, es que por qué Dios no la da a todos.

Sobre lo que mencionas del sentido compuesto y el sentido dividido, decir que, en efecto, es fundamental acudir a esta distinción. Tal vez podrías explicarla un poco más, tu que has investigado más en concreto este tema.

Gracias por tu comentario, ha sido muy útil, jeje
28/06/15 6:11 AM
  
Feri del Carpio Marek
Qué buenas lecturas que Dios nos está dando en este blog, y se ve lo buena que es por lo no poco que incide en nuestra manera de hacer oración (inclusive nuestra misma disposición para hacerlo), y por tanto en nuestra manera de vivir. Para muchos que todavía no tenemos la voluntad suficientemente liberada por la gracia para emprender lecturas más extendidas de los grandes doctores de la Iglesia, estos posts están siendo una manifestación de ese auxilio infalible de nuestro Dios, que nos quiere salvar a todos, como sea.

Ahora me parece entender a san Alfonso María de Ligorio cuando nos dice:

«Oigamos a San Agustín: Verdad es que el hombre con sus solas fuerzas y con la gracia ordinaria y común que a todos es concedida no puede observar algunos mandamientos, pero tiene en sus manos la oración y con ella podrá alcanzar esa fuerza superior que necesita para guardarlos. (...) Mas, ¿cómo podrá el hombre hacer lo que no puede? Responde al punto el mismo Doctor a continuación de lo que acaba de afirmar: Veamos y comprenderemos que lo que por enfermedad o vicio del alma no puede hacer, podrá hacerlo con la medicina. Con lo cual quiso damos a entender que con la oración hallamos el remedio de nuestra debilidad, ya que cuando rezamos nos da el Señor las fuerzas necesarias para hacer lo que no podemos.

Sigue hablando el mismo San Agustín y dice: Sería temeraria insensatez pensar que por una parte nos impuso el Señor la observancia de su divina ley y por otra que fuera esa ley imposible de cumplir. Por eso añade: Cuando el Señor nos hace comprender que no somos capaces de guardar todos sus santos preceptos, nos mueve a hacer las cosas fáciles con la gracia ordinaria que pone siempre a nuestra disposición: para hacer las más difíciles nos ofrece una gracia mayor que podemos alcanzar con la oración. Y si alguno opusiere por qué nos manda el Señor cosas que están por encima de nuestras fuerzas, le responde el mismo Santo: Nos manda algunas cosas que no podemos para que por ahí sepamos qué cosas le tenemos que pedir (...) Buena es la ley para aquel que debidamente usa de ella. Pero ¿qué es usar debidamente de la ley? A esta pregunta contesta: Conocer por medio de la ley las enfermedades de nuestra alma y buscar la ayuda divina para su remedio.

Y que nadie ose decir que parece linaje de injusticia mandar a un cojo que ande derecho. No, replica San Agustín, no es injusticia, porque al lado se le pone el remedio para curar de su enfermedad y remediar su defecto. Si se empeña en andar torcidamente suya será la culpa.

Digamos, pues, para concluir, que, si queremos que Dios no nos abandone, hemos de pedirle a todas horas la gracia que no nos desampare: que si así lo hacemos, ciertamente que nos socorrerá siempre y no permitirá que nos separemos de El y perdamos su santo amor. Para lograr esto no hemos de pedir solamente la gracia de la perseverancia y las gracias necesarias para obtenerlas, sino que hemos de pedir de antemano también la gracia de perseverar en la oración. Este es precisamente aquel privilegiado don que Dios prometió a sus escogidos por labios del profeta Zacarías: Derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén el espíritu de gracia y de oración. ¡Oh!, ésta sí que es gracia grande, el espíritu de oración, es decir, la gracia de orar siempre... esto sí que es puro don de Dios.

No dejemos nunca de pedir al Señor esta gracia y este espíritu de continua oración, porque, si siempre rezamos, seguramente que alcanzaremos de Dios el don de la perseverancia y todos los demás dones que deseemos, porque infaliblemente se ha de cumplir la promesa que El hizo de oír y salvar a todos los que oran. Con esta esperanza de orar siempre ya podemos creernos salvos.»

P.D.
Por lo que veo, el modelo de la bola de billar no explica la vida en gracia, sino la vida del alma en pecado que, sin libertad, sólo puede moverse en la dirección y velocidad que le imprimió la tentación. La vida en gracia sería mejor descrita por tu modelo del pingüino cuando, después de una caminata torpe y cansada sobre tierra, consigue entrar en el agua y moverse con tanta soltura y armonía.
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A.G.:
A mí es que la imagen del pingüino me parece muy elocuente. Refleja bien la suavidad de la vida en la gracia. Como muy bien dices, feridelcarpio: "La vida en gracia sería mejor descrita por tu modelo del pingüino cuando, después de una caminata torpe y cansada sobre tierra, consigue entrar en el agua y moverse con tanta soltura y armonía."

En tu comentario apuntas algo, que es la clave de una vida interior fecunda, que crece sacramentalmente en gracia: "si queremos que Dios no nos abandone, hemos de pedirle a todas horas la gracia que no nos desampare: que si así lo hacemos, ciertamente que nos socorrerá siempre y no permitirá que nos separemos de El y perdamos su santo amor."

Eso es. La oración de petición. Aquí está la clave, y piedra de tropiezo de todo pelagianismo.

28/06/15 6:32 AM
  
Luis Fernando
Y encima dibuja bien el tío... a dónde vamos a llegar, :D
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A.G.:
Jeje, desde "chequetito" se me daba bien el boli.
28/06/15 8:13 AM
  
Néstor
En este punto vienen bien, pienso, estas expresiones de San Agustín en su libro “El don de la perseverancia”, cap. XXII, n. 62:

“No obstante, esta exposición del dogma de la predestinación, que recomendamos, no me parece suficiente cuando se habla al pueblo cristiano, a no ser que se añadan estas o parecidas palabras: “Y vosotros debéis esperar del Padre de las luces, “de quien procede todo don perfecto”, y pedírsela en vuestras cotidianas oraciones; y haciendo esto, confiad en que sois de sus elegidos, porque Él es quien obra y produce en vuestro corazón estas buenas disposiciones. Pero lejos de vosotros el perder la esperanza, porque se os manda que confiéis en Él y no en vosotros, pues “maldito quien pone en el hombre su esperanza” y “mejor es confiar en el Señor que en el hombre”, porque “bienaventurados lo que esperan en Él”. Asidos a esta esperanza, “servid al Señor con temor y cantad sus alabanzas con temblor”, porque nadie puede estar seguro de la vida eterna que el Dios no mentiroso prometió a los hijos de promisión antes de todo tiempo hasta la terminación de esta vida, “que es tentación continua sobre la tierra”, pero nos hará perseverar hasta el fin en Él, a quien todos los días decimos: “No nos dejes caer en la tentación”.” Al decir estas cosas, ya sea a unos pocos, ya a toda la multitud de los fieles, ¿por qué hemos de temer predicar el dogma de la predestinación de los santos y la verdadera gracia de Dios, esto es, la que se nos da no según nuestros méritos, como nos enseña la Sagrada Escritura? ¿O es que hemos de temer que el hombre desespere cuando se le dice que ponga su esperanza en Dios y que no desesperaría si, lleno de soberbia, el infeliz la pusiera en sí mismo?”

Saludos cordiales.
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A.G.:
En efecto, Néstor. La oración de petición es la clave. Pedid, y se os dará. Vivir aferrados a la cruz del Señor y a sus méritos sobreabundantes, que a ello nos mueve Nuestro Defensor.
28/06/15 7:48 PM
  
keparoff
Tengo exactamente las mismas dudas que Rexjhs. Si la gracia eficaz, de hecho, no se rechaza porque es infalible, quiere decir que Dios excluye de su gracia eficaz no solo a algunos, sino a la inmensa mayoría de los humanos.

De hecho, en situaciones tan difíciles como las actuales, Dios reserva su gracia eficaz a un porcentaje insignificante. El ejemplo del que vive en fornicación, pornografía, etc y no quiere hallar la mujer de su vida con el que le contestas no me parece válido, la mayoría de los que hemos recibido la gracia de la conversión -esa que de hecho no se resiste- venimos de una vida de pecado continuo, y aún así Dios no tuvo ningún problema para convertirnos.
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A.G.: Jeje, dice ud: "Dios excluye de su gracia eficaz no solo a algunos, sino a la inmensa mayoría de los humanos.", Ay, ¿cómo puede ud saber eso?? Dios no hace acepción de personas, no lo olvide. Lo que ocurre es que es justo.

"De hecho, en situaciones tan difíciles como las actuales, Dios reserva su gracia eficaz a un porcentaje insignificante." Ay, amigo, no conocemos el Plan Divino, ni cómo reparte sus gracias. Es un Misterio.

Lo que sí sabemos es que existe la Predestinación, que su instrumento es la eficacia de la gracia, que el que se condena es porque se autoexcluye y nada quiere saber de Cristo, y que no podemos saber si pertenecemos al número de los predestinados, como dice Trento. Pero sí podemos pedirlo: Señor, ¡¡cuéntanos entre tus elegidos!!

Saludo cordial
28/06/15 10:09 PM
  
Ricardo de Argentina
Aventuro que una buena parte de la confusión que envuelve a esta cuestión está en que se confunde albedrío (o arbitrio) con libertad. Mientras que el arbitrio libre puede perfectamente estar causado por el capricho, el antojo o cualesquiera inclinación, la libertad no.

El ejercicio de la libertad implica el reconocimiento de un imperativo moral. O como lo expresa León XII en "Libertas": "Si la posibilidad de apartarse del bien perteneciera a la esencia y a la perfección de la libertad...", de donde se sigue que el ejericio de la Libertad está íntimamente asociado al reconocimiento del Bien.
Así como un pez no puede vivir fuera del agua, así la libertad no puede darse fuera del bien. Si vemos un animal sobrevivir fuera del agua, diremos :"Eso no es un pez". Del mismo modo, de un arbitrio que tienda al mal diremos:"Eso no es libertad".

No nos olvidemos que la nuestra es la Época de la Prostitución de las Palabras. Y "libertad" me temo que está recontra-prostituida. Se ha abusado impunemente de ella, especialmente con aviesas finalidades políticas. Y no es de ahora.
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A.G.:
Ha dicho ud una verdad como un templo:

"No nos olvidemos que la nuestra es la Época de la Prostitución de las Palabras. Y "libertad" me temo que está recontra-prostituida. Se ha abusado impunemente de ella, especialmente con aviesas finalidades políticas. Y no es de ahora."

De hecho, lo primero que ataca el semipelagianismo es la idea de libertad, y si luego llega el liberalismo, pues hale, ya tenemos el desastre bien montado.
28/06/15 11:17 PM
  
Luis Fernando
Alonso anda con problemas de conexión a internet. Por eso no ha podido dar paso a los comentarios que están sin publicar.

Escribo esto para que nadie se lo tome a mal.
29/06/15 12:18 AM
  
Alonso Gracián
Uf, la conexión volvió. Ya os he publicado vuestros comentarios, gracias Luis Fernando por dar el aviso.
29/06/15 8:11 AM
  
Sara
En mi vida,andé confundida creyendo que era libre,que elegía libremente.Y este elegir mío,me llevaba cada vez más a no ser libre,a enredarme y sufrir las consecuencias en mi vida y la de los que amaba,a estar esclavizada en esa vida de sufrimiento.Si por mi hubiera sido,por mi voluntad e inteligencia,ahí hubiera continuado y ahondado.
Porque el Señor me dio Su Gracia,sin mérito alguno de mi parte,abrí los ojos y pude ver,los oídos y escuchar,y así dejé de ser paralítica y poder andar en la Gracia,en el Camino y la Verdad que lleva a la Vida.
Comprendo que no soy yo,pues si por mi fuera,por mis deseos y apetencias,haría lo otro.
Doy gracias a Dios que me hace exclamar, como Isaac a Abraham cuando iba a ser sacrificado, "Padre,atame fuerte".
__________
A.G.:
Profundo lo que dice. Gracias por el testimonio. Lo cierto, lo grande es que la gracia del Señor nos libera, en verdad, y nos reencuentra con nosotros mismos, de forma que la obra de Dios es, como un regalo, obra nuestra.El ser humano movido por el auxilio de Dios es verdadera causa segunda de su cambio de vida. Y todo cuanto recibe, como una gran y misteriosa merced, es suyo. Y gratuito.

Gloria a Dios.
29/06/15 10:26 AM
  
pepiño
Gracia por el post, me ha dado unos buenos ejemplos para clarificar conceptos.

Respecto a lo que dicen Rexjhs y keparoff, sobre a quién se da la gracia eficaz y a quién no, creo que las respuestas dadas no resuelven la duda. Es verdad que si Dios quiere que "todos los hombres se salven" y parece tener un remedio infalible para cambiar la voluntad del hombre - La gracia eficaz -, no parece tener mucho sentido que solo la use en unos pocos dejando al resto en una situación delicada.

Aunque el misterio de iniquidad sea un misterio, también hay que recordar las explicaciones que algunos doctores de la Iglesia dan sobre como recibir la gracia eficaz.

Edualdo Forment citaba en su último artículo a san Alfonso de Ligorio, que decir que: "La gracia, en verdad, suficiente, que es común a todo el mundo, si a ella se corresponde, sirve parta obtener la gracia eficaz: y si a ella no se corresponde, la gracia eficaz será negada", es decir que en la medida que uno responde a la gracia suficiente para orar, podrá recibir el auxilio de la gracia eficaz.

Otro obstáculo insalvable para recibir la gracia eficaz es la falta de fe. Es decir, mover la voluntad del hombre a decidir que esto o lo otro no lo cree.Todos tenemos la gracia suficiente para poder convertirnos, pero si decidimos no creerlo, no obtendremos nunca la gracia eficaz. Y viceversa, creer en la onmipotencia de Dios es fuente de muchas gracias eficaces por parte de Dios, que nos harán obrar grandes cosas:

“Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?. El le respondió: «Maestro, que yo pueda ver». Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.”

“Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados».”

“Entonces de le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: «Con sólo tocar su manto, quedaré curada». Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: «Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado». Y desde ese instante la mujer quedó curada.”

“Los Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». El respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería.”

“«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».”

Por eso, en mi humilde opinión, hay tantos cristianos que aún frecuentando la Iglesia y participando en tantos actos piadosos, están muy limitados espiritualmente. No creen que Dios pueda cambiar a sus hijos, a su cónyuge, o a ellos mismos, no creen que el hombre pueda con la ayuda de Dios cumplir hasta la última coma de los diez mandamientos, y como no creen, no pueden recibir la gracia eficaz.

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A.G.:
Falta creer de verdad en la eficacia de la gracia. En que Dios puede cambiarnos, quiere cambiarnos. Oremos.
29/06/15 11:33 AM
  
Mª Pilar
Ayúdeme a acabar de entenderlo. ¿es entonces el libre albedrío lo que se mueve impulsado extrínsecamente al hombre y le hace obrar bien o mal? ¿Es el libre albedrío el que se ve afectado por la tentación?
Gracias
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A.G.:
El libre albedrío es un atributo de la voluntad. Cuando por fin se decanta por la elección del acto malo, se produce de alguna manera un autodeterioro, una autoenajenación, como si se pusiera al mando de otro.
29/06/15 2:49 PM
  
Feri del Carpio Marek
Por si acaso, aquello que "dije" sobre la oración no es mío, es de san Alfonso María de Ligorio, es de su autoría todo ese largo entrecomillado que puse (quien a su vez cita abundantemente a san Agustín). Perdón si fue demasiado largo el texto que cité de este santo, es que su lectura me emocionó al punto que perdí la noción del espacio :-)
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A.G.:
Uy yo he leído mucho a san Alfonso. Aunque en su doctrina de la gracia hay algunos aspectos con los que no puedo coincidir. Pero es una joya de espiritualidad cristiana.
29/06/15 5:46 PM
  
Horacio Castro
D. Alonso Gracián. Desde hace apenas un año estoy leyendo, de manera asidua, sobre estos temas. Observo que más que la naturaleza de la gracia, lo que algunos parecen cuestionar es la doctrina de la predestinación. Respecto a mi anterior comentario, que usted respondió fundamentando lo necesario para evitar cualquier confusión, ahora con otra intención, lo reitero con una modificación: ‘Desde la eternidad “antes de la fundación del mundo”, Dios, para quien no transcurre tiempo, de todo el género humano, a unos los condena con posterioridad a la previsión de sus propias culpas, y a otros los elige- antes de la previsión de sus méritos- predestinándolos a la salvación’. Creo que puede ayudar, a la comprensión de la naturaleza de la gracia, reiterar explicaciones sobre el Purgatorio como purificación final de los elegidos y última etapa de santificación. También, sobre el progreso alcanzado, por la gracia, en la santidad y la consecuente visión beatífica. Gracia y Paz.
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A.G.:
Claro, Horacio, lo que escandaliza a la visión antropocéntrica, lo que le resulta intolerable, lo que le rechina, es que Dios mediante la eficacia de su gracia preserve a los que elige de entre la masa de perdición, aun queriendo con voluntad antecedente que todos se salven.
29/06/15 8:18 PM
  
Alberto
Me ha encantado este artículo. Enhorabuena. Es muy clarificador. Ánimo y adelante con los post.

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A.G.:
Gracias, amigo. Gloria a Dios y a su Madre.
29/06/15 11:57 PM
  
Ricardo de Argentina
Mª Pilar no, el libre albedrío es "lo que a mí se me da la real gana de hacer". O de no hacer. Es algo intrínseco.
El acto o la omisión consecuentes pueden ser moralmente buenos o malos.
Si es bueno, es que estoy agraciado. Si en cambio es malo, es que estoy tentado.
En el primer caso ejerzo mi libertad, mientras que en el segundo la pierdo.

Parecería un contrasentido que el ejercicio del libre albedrío pudiese llevarme a perder la libertad. Pero si miramos un poco a nuestro alrededor, veremos casos a montones.

¡Qué diferente es esta manera de pensar a la de aquéllos que dicen (y se lo creen) que "soy libre porque puedo hacer lo que se me antoja".!
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A.G.:
En efecto, la elección voluntaria del mal moral es un abuso que esclaviza. Esta es la visión cristiana, como recuerda León XIII.
30/06/15 4:15 AM
  
Néstor
Respecto de la postura de San Alfonso María de Ligorio, un tomista observaría solamente que para poder rezar también es necesaria la gracia eficaz.

Y eficaz intrínsecamente, no por el consentimiento de la creatura.

Ahí está la diferencia entre el tomismo tradicional y la tesis de Marín - Solá, que se inspira entre otros en San Alfonso.

Sostiene que para los actos fáciles, como la oración, no es necesaria la gracia infaliblemente eficaz, que es, decimos nosotros, simplemente la gracia intrínsecamente eficaz.

Porque la gracia no infaliblemente eficaz es la "moción falible" que puede ser de hecho frustrada por la creatura, y que por tanto, digo yo, si es eficaz, lo es solamente por el consentimiento de la creatura y no, por tanto, intrínsecamente o por sí misma.

Y dice que la gracia infaliblemente eficaz, necesaria para los actos difíciles, es dada a los que oran con la gracia no infaliblemente eficaz.

Es decir, sostiene que, siendo la perseverancia final, de la cual depende la salvación eterna, un don divino absolutamente gratuito e independiente de todo mérito de la creatura, para el cual hace falta la gracia infaliblemente eficaz, de hecho Dios ha libremente establecido una ley según la cual esa gracia se le concederá infaliblemente al que no ponga obstáculo a la "moción falible" para los actos fáciles, concretamente, la oración.

Por tanto, digo, no parece poder evitarse la conclusión de que entonces el hombre se elige a sí mismo para la salvación, en vez de ser Dios el que lo elige.

La libertad divina no se ejerce aquí en elegir a Fulano o a Mengano, sino en establecer una ley de la cual resultará que Fulano o Mengano se eligen a sí mismos.

Además, no puede haber una moción divina falible cuyo éxito dependa solamente de que la creatura determine no frustrarla.

Si una moción divina no alcanza su objeto, es porque Dios lo ha permitido, es decir, no ha querido con Voluntad consecuente que lo alcance, sino sólo con Voluntad antecedente. De lo contrario cae la Omnipotencia divina.

No se trata entonces de que la creatura haga fallar la moción divina, sino de que Dios determina con Voluntad consecuente no mover eficazmente a la creatura.

Incluso en el caso de los "actos fáciles" como la oración.

Saludos cordiales.
__________
A.G.:
"Por tanto, digo, no parece poder evitarse la conclusión de que entonces el hombre se elige a sí mismo para la salvación, en vez de ser Dios el que lo elige. "

Eso parece irrefutable.

Porque, ¿tiene algo el hombre que no haya recibido?

30/06/15 9:03 AM
  
Ricardo de Argentina
Néstor, yo también creo que tienes razón: lo de San Alfonso se me hace una suerte de semi-semipelagianismo. El atajo a la oración es una pseudo solución al problema de la gracia y la libertad.
Que orar sea un "acto fácil" puede serlo en algunos ambientes, épocas y circunstancias, pero no siempre lo es, por lo cual no se puede proponer como ejemplo y caso de "acto fácil". Si no, que prueben sugerirles la oración a quienes postulan (que los hay todavía): "Ninguna cruz de pie, ningún hombre de rodillas". Es que hay gente pa tó. De hecho, a la inmensa masa de televidentes-consumidores-democráticos de hoy en día le resulta terriblemente difícil orar, ¡y menos que menos en público!.
30/06/15 12:16 PM
  
Néstor
Corrección: para ser más precisos, donde dice:

"para poder rezar también es necesaria la gracia eficaz."

debe decir, obviamente:

"para rezar de hecho también es necesaria la gracia eficaz."

que equivale a

"para poder rezar también en sentido compuesto es necesaria la gracia eficaz."

La explicación del sentido dividido y el sentido compuesto viene a la brevedad.

Saludos cordiales.
30/06/15 1:30 PM
  
Feri del Carpio Marek
Sólo unos comentarios a las interesantes contribuciones de Nestor:

Con respecto a lo que enseña san Alfonso, me parece que no puedes concluir de allí que el hombre se elige a sí mismo para la salvación, pues él mismo concluye: «ésta sí que es gracia grande, el espíritu de oración, es decir, la gracia de orar siempre... esto sí que es puro don de Dios.»

Con respecto a esto que comentas anteriormente:

"Pero hay toda una escuela tomista tradicional y nunca observada en esto por la Iglesia que sostiene que antes de toda previsión del pecado Dios determina no elegir a algunos para la vida eterna, simplemente porque quiere mostrar su misericordia en los que se salvan y su justicia en los que se condenan."

No puedo ver cómo un pensamiento así se puede conciliar con lo que nos dice el Espíritu Santo, que «Dios quiere que todos se salven», no dice «Dios quiere dar a todos la oportunidad de salvarse con gracias suficientes». Recordemos también que toda manifestación de la justicia de Dios, no es complementaria a su misericordia sino que la presupone, como lo enseña santo Tomás de Aquino: «Por lo demás, la obra de la justicia divina presupone la obra de misericordia, y en ella se funda.»

Entiendo que Dios predestine a algunos favoreciéndoles con gracias eficaces extraordinarias, siendo el testimonio más elocuente de ello la Virgen María (y talvez por eso los protestantes tienen problemas con ella). Pero el que permita que algunos contraríen su voluntad de que se salven prefiero dejarlo como un misterio que me supera.
30/06/15 5:47 PM
  
Horacio Castro
"Dios mediante la eficacia de su gracia preserve a los que elige de entre la masa de perdición, aun queriendo con voluntad antecedente que todos se salven". Este es el punto. Enseña santo Tomás de Aquino:: “Así como la predestinación incluye la voluntad de otorgar la gracia y la gloria, así también la condenación incluye la voluntad de permitir a alguien caer en culpa y recibir la pena por la culpa”.
__________
A.G.:
Eso es, Horacio. La condenación de algunos comprende precisamente eso, que Dios permite el mal. Realidad que comprobamos a diario.
30/06/15 7:27 PM
  
Horacio Castro
Es 'preserva'. La condenación es Su voluntad consecuente.
30/06/15 7:32 PM
  
Néstor
En mi comentario me refiero a lo que dice Marín - Solá, que dice inspirarse en San Alfonso, entre otros.

Concretamente, que Dios da a todos una gracia suficiente que es moción falible, que la creatura hace fallar o no a voluntad, para los actos fáciles, por ejemplo, la oración, y que si la creatura no la hace fallar, y ora, entonces Dios le da la gracia eficaz, infalible, para los actos difíciles, hasta la perseverancia final y la salvación eterna.

En efecto, lo decisivo ahí, en última instancia, es que yo me decida a orar o a no orar, y de ahí se va a seguir si estoy entre los elegidos o no. Y eso es elegirme yo a mí mismo o dejar de elegirme.

Y en cuanto al pasaje bíblico que dice que Dios quiere que todos los hombres se salven, con lo que hay que conciliarlo, ante todo, es con el hecho de que no todos se salvan, siendo así que Dios es Omnipotente y Omnisciente, y para Él no existen, por tanto, ni los accidentes, ni las inadvertencias, ni los fracasos ni los fallos.

Eso no puede hacerse sino distinguiendo en Dios la Voluntad antecedente y la Voluntad consecuente, y diciendo que la primera es voluntad sólo bajo cierto aspecto, y la segunda Voluntad simplemente hablando, y que la primera sólo se realiza efectivamente en lo creado si va acompañada de la segunda, no en el caso contrario, que es lo que sucede justamente con la Voluntad divina antecedente de salvar a todos los hombres, que no va acompañada por la Voluntad divina consecuente, que es de salvar sólo a los elegidos.

Finalmente, que Dios permite que algunos contraríen su Voluntad de salvarlos es un hecho, por más misterioso que sea. A no ser que sostengamos la apocatástasis, que es herética.

Sin duda, además, que la oración a veces no es tan fácil, pero el tema de fondo es que fácil o difícil, es un acto de la creatura, y entonces no puede no tener a Dios como Causa Primera, lo cual, tratándose de un acto de orden sobrenatural, implica la gracia, y gracia intrínsecamente eficaz.

Saludos cordiales.
30/06/15 8:11 PM
  
Néstor
Para una idea general de “sentido compuesto” y “sentido dividido”, véase la frase “El que escribe, no puede no escribir”.

En sentido compuesto es verdadera, en sentido dividido, falsa.

En sentido compuesto, es decir, considerando al sujeto de la frase en composición con el hecho de que está escribiendo, no puede no escribir, porque no puede escribir y no escribir al mismo tiempo.

En sentido dividido, es decir, considerando a ese sujeto en sí mismo, sí puede no escribir, porque no hay nada en su naturaleza que lo determine a escribir en vez de no escribir.

Para entender la aplicación de esta distinción al tema de la moción divina eficaz y el libre albedrío de la creatura racional, hay que empezar definiendo el libre albedrío.

El libre albedrío consiste en la capacidad de elección, esto es, de hacer algo o no hacerlo, o hacer otra cosa.

Eso quiere decir que el que hace algo libremente no está determinado a hacerlo en vez de no hacerlo, o a hacer eso en vez de hacer otra cosa.

Sin embargo, esa indeterminación no puede ser absoluta y bajo cualquier aspecto.

Porque sin duda que el que hace algo libremente, por más libremente que lo haga, en tanto lo hace, no puede no hacerlo ni hacer otra cosa distinta de la que está haciendo.

Simplemente, porque no se puede a la vez hacer o no hacer algo, o hacer algo y hacer otra cosa distinta e incompatible con ello.

Hay un sentido, entonces, en el que quien libremente hace algo, no puede no hacerlo, a saber, en tanto que lo hace.

¿En qué otro sentido, entonces, es que sigue pudiendo no hacerlo o hacer otra cosa, para que podamos decir que lo hace libremente?

No alcanza con decir, como parece que dice Calvino, que puede no hacerlo o hacer otra cosa en otro momento del tiempo.

Con eso no alcanza para que su acto sea libre. También si aprieto una tecla del teclado de la computadora y la hago bajar, puede no bajar en otro momento del tiempo en que no la esté apretando, pero no por eso la tecla baja libremente cuando la aprieto.

La clave está en la relación que hay entre la voluntad libre y el acto libre de esa voluntad, que a su vez depende de la relación que hay entre la voluntad libre, el acto de esa voluntad, y el objeto de esa voluntad y de ese acto.

La voluntad, como toda facultad, tiene un objeto connatural, que es el bien en toda su amplitud. Esto es así porque la voluntad depende del intelecto, y el intelecto conoce el ente en toda su amplitud, y el bien es el ente en tanto que apetecible, por lo que el intelecto conoce el bien en toda su amplitud, y éste es el objeto propio de la voluntad, que no lo conoce, sino que lo quiere.

Por eso, la voluntad apetece necesariamente el bien en toda su amplitud, porque ninguna facultad es libre ante su objeto connatural y propio.

Y por eso mismo, la voluntad no puede apetecer necesariamente los bienes particulares y finitos, pues ninguno de ellos llena la medida del bien en toda su amplitud, bien en general o bien como tal, ninguno de ellos es el objeto connatural de la voluntad.

Los apetece, por tanto, contingentemente, es decir, puede apetecerlos y puede también no apetecerlos. Y eso quiere decir que los apetece libremente.

El libre albedrío, entonces, consiste en la indiferencia de la voluntad ante el bien particular.

Esa indiferencia es potencial, antes que la voluntad elija: puede elegir esto o no elegirlo, elegir esto o aquello.

Y es actual, cuando está eligiendo: de todos modos, lo que elige lo elige contingentemente, sin que haya una relación necesaria entre la voluntad y el bien particular elegido, y por tanto, sin que haya tampoco una relación necesaria entre la voluntad y el acto de elegir ese bien particular.

Pero ya vimos que bajo cierto aspecto, sí hay una relación necesaria entre la voluntad y el acto de elegir tal bien particular, en tanto ese acto se da: pues en tanto ese acto se da, no puede no darse ni la voluntad puede no tenerlo en tanto que lo tiene.

Es decir, la voluntad no puede tener ese acto y no tenerlo a la vez, no puede a la vez querer y no querer ese bien particular.

Por tanto, la relación no necesaria, libre, entre la voluntad, el bien particular, y el acto de elegir ese bien particular debe ocurrir bajo otro aspecto diferente.

Ahí viene la distinción entre sentido compuesto y sentido dividido.

La proposición “La voluntad que quiere un bien particular lo quiere necesariamente” es verdadera en sentido compuesto, es decir, “componiendo” al sujeto, la voluntad, con el hecho de que quiere ese bien particular, porque en esa medida, hemos dicho, no puede no quererlo, porque no puede quererlo y no quererlo a la vez.

Es falsa en sentido dividido, es decir, mirando solamente al sujeto, la voluntad, en sí mismo considerado, porque en ese sentido, la voluntad conserva siempre su indiferencia ante el bien particular, y por tanto, no lo quiere necesariamente.

Sólo por este último sentido dividido, entonces, es que podemos decir que la voluntad que quiere algo distinto del bien en general lo quiere libremente y no necesariamente.

Y por tanto, alcanza con que la voluntad pueda no querer algo o querer otra cosa distinta, en sentido dividido, para que quiera a ese algo en forma libre.

Y eso es justamente lo que sucede con las voluntades creadas bajo la moción divina infaliblemente eficaz.

En efecto, la frase “Si Dios da la gracia eficaz a esta creatura racional, ella no puede no hacer aquello a lo que Dios la mueve”, es verdadera en sentido compuesto, y falsa en sentido dividido.

Es verdadera en sentido compuesto, o sea, considerando la acción de la creatura racional en composición con el hecho de que Dios le da una moción infaliblemente eficaz, porque sería contradictorio que una moción infalible fallase, y por tanto, sería contradictorio que bajo una moción divina infalible la creatura no hiciese aquello a lo que Dios así la mueve.

Pero es falsa en sentido dividido, o sea, considerando la acción de la creatura racional en sí misma, porque es una acción voluntaria, cuyo objeto es un bien particular, y por tanto, la voluntad creada posee indiferencia activa respecto del mismo, es decir, lo quiere sólo contingentemente y no necesariamente, lo quiere pudiendo no
quererlo o querer otra cosa.

Esto es así, porque bajo la moción divina eficaz la voluntad creada no deja de ser voluntad, y el bien particular así elegido no deja de ser un bien particular. La relación entre ambos, por tanto, no deja de ser una relación contingente, no necesaria.

En particular, la acción divina actúa sobre la voluntad creada eficientemente, no finalística o teleológicamente. Dios no se propone, en la moción eficaz, como objeto del querer de la voluntad creada, porque si así lo hiciera, ésta lo querría necesariamente, ya que Él es la realización misma del Bien como tal, en toda su amplitud.

Sino que Dios mueve eficientemente a la voluntad creada a querer ese bien particular, y al hacerlo así, no se inmiscuye, por así decir, en la zona del objeto del querer voluntario, y no modifica, por tanto, la relación contingente que hay entre la voluntad creada y ese bien particular.

Es por eso que bajo la moción divina infaliblemente eficaz, las voluntades actúan libremente.

Saludos cordiales.
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A.G.:
Se entendió mgníficamente, Néstor. Y es una distinción importante y sutil que nos ayuda a comprender esto. Habrá que contar con ello a partir de ahora. Muchas gracias.
30/06/15 9:42 PM
  
María de los Ángeles
Ay, yo soy cabeza dura, no le logro entender a todo :(
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A.G.:
Comprender todo, María de los Ángeles, es harto complicado en esta vida terrenal. El Misterio nos sobrepasa.
30/06/15 9:48 PM
  
Cos
Bueno, pues yo sigo sin entenderlo, por mas que se me explique.
Conclusión: A quién Dios otorga la Gracia eficaz, se salva; y al que no, no. La consecuencia de esto es que se salva aquel que quiere Dios y se condena aquel que Dios no quiere que se salve. No hay mas.
No se puede decir que Dios quiere que se salve todo el mundo si previemente a todo está establecido que quién no recibe la Gracia eficaz no tiene forma de salvarse, a raíz de su propia naturaleza corrompida.
Eso no tiene sentido. Sería como soltar a dos individuos en el vacío, uno con alas y otro sin alas. Por mucho que quiera que se salven los dos, solo se salvará el de las alas. El término "querer" deja de tener sentido al no haber una correspondencia entre su significado y la cualidad omnipotente de Dios. Sería como decir "yo quiero . . .". Yo soy un ser limitado y mis capacidades están limitadas. En Dios el "querer" no puede estar desligado del "no ser". No puedo entender que Él quiera algo y ésto no sea. Si quiere que todo el mundo se salve, todo el mundo se salvará. Si quiere que solo se salven los que no lo rechacen, se salvarán lo que no lo rechacen, y esto sucederá en función de lo que pueda ser o no.
Además, sigo sin ver por qué la aceptación, o mejor sería decir el no rechazo, de la Gracia por parte del hombre supone ninguna merma en la preeminencia de Dios. Está claro que cuando la persona se salva es por la Gracia de Dios ¿por qué otra razón va a ser?, y cuando se condena es por demérito suyo. El problema sería comprender el misterio de la iniquidad, pero en el otro caso el problema está en comprender el misterio de la predestinación.
No entiendo explicaciones tipo "con esto puede significarse el poder de su justicia y de su piedad". Es un pensamiento cerrado. El que no tiene alas se caerá de acuerdo a una ley que está establecida, de acuerdo a algo que es.
En mi opinión o se dice claramente que Dios solo quiere que se salven los elegidos, o se dice que el hombre tiene el auxilio de la Gracia y que puede o no resistirse a ella y que tiene, por tanto, capacidad para decidir su condenación.

Además, que no puedo entender ya nada. No entiendo la predicación, no entiendo el lenguaje, no entiendo nada. A partir de esto, y a raíz de cualquier situación, habría que decir simplemente "el problema de fulanito es que no ha recibido la Gracia eficaz". Si la recibiese obraría con rectitud, como no la ha recibido su naturaleza corrompida no le permite salir de su enajenación.
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A.G.:
Dios permite el mal moral. Permite que haya asesinatos, robos, blasfemias, fornicaciones, adulterios, actos anticonceptivos....etc., etc., y también permite que algunos se autoexcluyan de su salvación y anden voluntariamente en tinieblas y que pisoteen culpablemente la gracia recibida. Y lo que sabemos es que permite el mal para extraer un mayor bien, posiblemente un bien de conjunto, para todo el Cuerpo.
01/07/15 3:46 AM
  
Cos
A.G.:
En efecto, Juan, la libertad es capacidad de elección de la obra buena. La elección voluntaria de la obra mala enajena culpablemente y produce esclavitud del demonio.

Como enseña León XIII en la Libertas:

"Si la posibilidad de apartarse del bien perteneciera a la esencia y a la perfección de la libertad, entonces Dios, Jesucristo, los ángeles y los bienaventurados, todos los cuales carecen de ese poder, o no serían libres o, al menos, no lo serían con la misma perfección que el hombre en estado de prueba e imperfección."
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Dios no puede apartarse de su propia naturaleza, pero el Diablo sí se rebeló. En mi entender, el hecho de que el Diablo tuviese capacidad de rebelarse no se deriva de una inherencia en la perfección de la libertad, sino de un mal ejercicio del libre albedrío que le llevó a apartarse de Dios y a renunciar a su propia libertad.
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A.G.:
Pues eso es lo que venimos diciendo, amigo Cos, que el rebelarse, la mala acción, la elección mala, no es una capacidad propia de la libertad sino un abuso, una posibilidad enajenante.
01/07/15 4:04 AM
  
Horacio Castro
Propongo que no se inicie un debate entre lectores, y que dudas, o comentarios del tipo "yo no lo entiendo, luego no existe", los respondan los bloggers.
01/07/15 11:39 AM
  
Néstor
Aquí hay algunas verdades fundamentales que es necesario conciliar y respecto de las cuales no vale quejarse: 1) Dios quiere que todos los hombres se salven. 2) Dios es Omnipotente, o sea, lo que quiere, lo hace. 3) Algunos no se salvan. De la primera, junto con otra que dice que Dios no manda lo imposible, se sigue que Dios da a todos los hombres la gracia suficiente para que puedan salvarse. Pero agregando la tercera se sigue que la gracia suficiente para poder salvarse no basta por sí sola para salvarse de hecho. Y aquí es fundamental tener claro que una cosa es poder hacer algo y otra hacerlo. A partir de aquí algunos dicen que es la libertad del hombre la que determina si al final el hombre usa bien de la gracia suficiente, y se salva, o no. Pero entonces se plantean problemas con la primera y la segunda de las verdades fundamentales mencionadas. Porque así nomás dicho, si el Omnipotente quiere que todos se salven, todos se salvan. Por tanto, no hay otra salida que distinguir dos tipos de "querer" en Dios. Uno, antecedente, con el que quiere que todos se salven, otro, consecuente, con el que quiere la salvación de los que de hecho se salvan. Sólo este último es un querer simple y absolutamente hablando, el otro es un querer "bajo cierto aspecto", como dice Santo Tomás. Por eso, sólo en este último querer se juega la Omnipotencia divina, y todos los que así quiere Dios que se salven, infaliblemente se salvan. Pero entonces no es cuestión de que sea la libertad del hombre la que decide en última instancia quién forma parte y quién no de la lista de los elegidos para la salvación. Salvo que acudamos a la hipótesis molinista según la cual primero Dios quiere con Voluntad antecedente que todos se salven, y determina dar a todos la gracia suficiente, luego, Dios prevé infaliblemente quiénes responderán positivamente a la gracia suficiente y quiénes no, y entonces elige a los primeros y reprueba a los segundos. En ese caso, a la vez es la respuesta libre de cada uno la que lo "anota", por así decir, en el libro de la Vida, y sólo se salvan, infaliblemente, aquellos elegidos que Dios quiere con Voluntad consecuente que se salven. Pero esto supone que Dios prevé la respuesta libre de las creaturas racionales, como dada bajo un concurso divino que no la determina en un sentido o en otro, el "concurso simultáneo e indiferente" de los molinistas, que más bien es determinado por la libertad creada para esta acción o para aquella otra. Y eso es un absurdo metafísico. No hay ser, acto y bien fuera de Dios que no tenga a Dios como Causa Primera. La creatura no puede determinar la moción divina, no puede agregarle algo que Dios no haya puesto en ella, porque todo lo que la creatura pueda hacer o producir lo recibe del Creador. Por eso algunos, como Marín - Solá o Maritain, por ejemplo, dicen que bajo la "moción falible" la creatura no puede agregar nada, pero sí restar. Sería la no acción, el fallo, lo único que la creatura aportaría por sí misma, para interrumpir la moción falible divina. Nada de ser, acto y bien procedería por ello exclusivamente de la creatura, sino sólo un no ser. En el caso contrario, el del acto bueno, la creatura no agregaría nada, sino que simplemente dejaría continuar a la moción divina, y se produciría el acto bueno. Pero todo esto supone una cosa: Dios permite el fallo de la creatura. Porque siendo Omnipotente, puede impedirlo. Si el fallo ocurre, es que no ha querido impedirlo, y eso quiere decir, que lo ha permitido. Pero entonces la creatura no ha “restado” nada a la moción divina. Ésta ha llegado hasta donde Dios quería, con Voluntad consecuente, que llegase. Y entonces no era una moción “falible”, sino infalible, al menos mirando a la Voluntad consecuente divina. Sí podría llamársela “falible” por relación a la Voluntad divina antecedente, que querría llegar con ella a un término al que de hecho no se ha llegado. En el caso del acto bueno, entonces, lo que ha sucedido es que la Voluntad consecuente divina dio una moción infalible al acto bueno, que no dio en el caso del fallo de la creatura, donde la moción infalible divina sólo apuntaba a llegar a medio camino, por así decir, del acto bueno, o a dar solamente la capacidad para el acto bueno, no el acto mismo. Y esa moción divina infalible es, en el plano sobrenatural, la gracia eficaz, que a diferencia de la suficiente, da el hacer de hecho el bien, y no solamente el poder hacerlo. Y que por eso mismo, la reciben solamente aquellos que de hecho hacen el bien. La gracia suficiente, entonces, si produce algún efecto actual en la creatura, no lo hace en tanto que suficiente, sino en tanto que eficaz, y dependiendo de la Voluntad divina consecuente. En tanto que suficiente, y dependiente de la Voluntad divina antecedente, da solamente la capacidad de hacer el bien, en tanto que capacidad. Ademas, en la postura de Marín Solá y Maritain parece que la creatura nunca hace nada positivo. Si interrumpe la moción divina falible, es un fallo, una no acción, si no la interrumpe, es un no hacer, un no interrumpir. Pero por otro lado, ellos mismos dicen que "interrumpir la moción falible" es "no considerar la regla moral", mientras que no interrumpirla es "considerar la regla moral". O sea que al final estaríamos en que cuando la creatura hace el bien, acepta la gracia, no interrumpe la moción "falible", sí agrega algo de ser, acto y bien ("considerar") que no tiene a Dios como Causa Primera. Porque si Dios causase ese "considerar", lo haría mediante una moción infalible, ya que otra moción falible dependería a su vez de otro considerar, y así hasta infinito. Y entonces, cuando el "considerar" no se ha dado, es que Dios no ha querido dar esa moción infalible, y estamos de nuevo en lo anterior. De los que bajo la moción infalible divina hacen el bien, algunos no perseveran, y se condenan, otros perseveran hasta el fin, y se salvan. Estos son aquellos a los que la Voluntad consecuente divina ha elegido desde la Eternidad. La forma de enfocar en nuestra vida espiritual este misterio a la vez sublime y tremendo está dicha palabra por palabra en el texto de San Agustín que envíe en un comentario anterior a este mismo “post”. Todo se resume en una absoluta confianza en Dios, que es confianza ilimitada, precisamente porque no es ni puede ser certeza (excepción hecha de una eventual revelación divina privada) de formar parte del número de los predestinados, certeza que está excluida bajo anatema por el Concilio de Trento. Saludos cordiales.
01/07/15 2:29 PM
  
Feri del Carpio Marek
Gracias por tus explicaciones, Nestor. Leyendo sobre esas cuestiones complicadas entiendo porqué Jesús prefería hablar con parábolas.

Al final me convenzo una vez más que tengo que pedir la gracia de humillarme para poder cantar con la Virgen: "Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava".
01/07/15 2:57 PM
  
Feri del Carpio Marek
Por lo que leí, ¿entonces los demonios perdieron totalmente su libertad?
01/07/15 7:22 PM
  
Cos
A.G.:
Dios permite el mal moral. Permite que haya asesinatos, robos, blasfemias, fornicaciones, adulterios, actos anticonceptivos....etc., etc., y también permite que algunos se autoexcluyan de su salvación y anden voluntariamente en tinieblas y que pisoteen culpablemente la gracia recibida. Y lo que sabemos es que permite el mal para extraer un mayor bien, posiblemente un bien de conjunto, para todo el Cuerpo.
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Yo no encuentro problema alguno en esto. Pero si se afirma que una persona, por la pura intervención de la gracia suficiente, no tiene forma de escapar de su naturaleza corrompida y, por tanto, no puede ser conducida en modo alguno a la salvación, no veo diferencia entre esto y el error invencible.
Ni entiendo que se afirme que Dios quiere la salvación de todo el mundo pero solo provea de gracia eficaz a unos pocos, que serán a la postre los únicos que se salven.
Y tampoco veo ningún problema irresoluble -otra cosa es que haya podido resolverse hasta sus últimas consecuencias, y de ahí el misterio de la iniquidad- en considerar que cuando alguien está por ahogarse y una fuerza externa lo salva, el mérito absoluto de su salvación está en quién provoca ésta y no en quién simplemente permite ser salvado. Y sobre esto -sin pretender resultar impertinente- diría que a veces sí puede darse el que haya gente que no acuda a la boda. Quizá, por ejemplo, porque considere que la novia es de una estracción social inferior, o yo que se. Y hay gente que prefiere no ser salvada porque en el fondo del mar ve que brillan las monedas del tesoro de un naufragio.
No me quiero comparar con los blogueros del portal porque no les llego ni a la suela, pero no me convencen explicaciones como la del sentido dividido y el sentido compuesto. A mi es un tema que me produce gran inquietud, y ya no por cuestiones morales sino por una cuestión procedimental de la lógica. No puedo verle la lógica, y entiendo que solo pueden darse dos opciones: o Dios solo quiere que se salven aquellos a quienes otorga la gracia eficaz, o la gracia es dispensada de algún modo a todo el mundo y su favor se ofrece a través de su no rechazo, quedando en la reserva el misterio de la iniquidad.
Además -aunque esto es solo una pura intuición subjetiva- tengo la sensación de que en esto puede haber inexactitudes a la hora de determinar algunos conceptos, y que incluso el uso de ejemplos puede resultar engañoso. Pero, bueno, esto, como digo, no es mas que una intuición.
____________________
A.G.:
Tal vez le ayuden estas palabras de Louis Bouyer:

“La existencia de una predestinación debe ser creída por todo católico como una verdad de fe enseñada formalmente por la Sagrada Escritura y expresamente confirmada por la tradición teológica unánime, apoyada por diferentes actos del Magisterio”.

"“La mejor luz para aclarar en alguna medida este misterio viene de una profunda observación de san Agustín que santo Tomás debía llevar a su desarrollo completo. Y es que Dios, si crea en nosotros el querer y el hacer, según otra expresión de san Pablo (Filip 2, 13), es el autor en nosotros de todo bien, y por encima de todo, de nuestro propio consentimiento a la gracia”

"“mientras que todo el mal que cometemos, y especialmente nuestra negativa a abrirle nuestros corazones, no es más que una deficiencia en nuestra cooperación a su voluntad y, teniendo sólo una realidad negativa, es exclusivamente de nosotros en cuanto seres limitados y no en absoluto de Él, el Ser y el bien mismo.”


Sigue aclarando Bouyer que

“junto a una declaración del Concilio de Orange que supone la predestinación sin contener la palabra misma (Denz 393) los Concilios de Chiersy y de Valence aunque condenando las doctrinas excesivas sobre este punto, han precisado que la predestinación es un artículo de fe (Dz 621, 622, 322)”

“El mismo Concilio de Trento, obligado a condenar el error más grave todavía de los protestantes que enseñaban a la vez la posibilidad de llegar a la certeza de estar predestinados a la salvación, y por otra parte la existencia de una predestinación paralelamente positiva de los condenados a su condenación, no ha expresado por ello menos claramente que no puede caber dudas sobre el hecho mismo de la predestinación de los elegidos, por misterioso que resulte.”
02/07/15 2:55 AM
  
Alonso Gracián
Como enseña el Magisterio de la Iglesia:

“623 Dz 318 Cap. 3. “Dios omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven (1Tm 2,4), aunque no todos se salvan. Ahora bien, que algunos se salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se pierden.”

Y la advertencia de Louis Bouyer:

“será preferible no pretender aclarar semejante misterio más de lo que san Agustín y santo Tomás creyeron posible”
02/07/15 11:43 AM
  
Néstor
Es simple: se trata solamente de tomar las tres afirmaciones que puse al comienzo del mensaje anterior y ver cómo conciliarlas entre sí de otro modo distinto del que allí presento, que sea coherente en si mismo y con el resto de la verdad revelada.

Porque tenemos que afirmar esas tres verdades y todas sus consecuencias.

Y allí no es una cuestión de vana curiosidad, sino que tenemos que tener un discurso coherente ante las lógicas preguntas que nos van a hacer aquellos a quienes hablemos de estas cosas.

Es decir, la Iglesia tiene que tenerlo, al menos en algunos de sus miembros. Sin duda que no todos los fieles tienen vocación teológica.

En ese sentido, sin duda que al final hay que remitirse al misterio, pero jamás hay que hacerlo para legitimar las incoherencias de nuestro discurso. El misterio divino jamás es contradictorio.

Y se trata de ver también cómo la conciliación que presento allí, que obviamente no es mía, sino de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, casa perfectamente con textos notorios de la Escritura, como, por ejemplo, nada más, Romanos 9.

Saludos cordiales.
_________
A.G.:
Bien dicho, Néstor.
02/07/15 1:53 PM
  
Néstor
"Y tampoco veo ningún problema irresoluble -otra cosa es que haya podido resolverse hasta sus últimas consecuencias, y de ahí el misterio de la iniquidad- en considerar que cuando alguien está por ahogarse y una fuerza externa lo salva, el mérito absoluto de su salvación está en quién provoca ésta y no en quién simplemente permite ser salvado."

Es claro que el que permite o no permite que la cosa suceda es el resorte último, más precisamente, la condición última de todo el asunto.

El centro de la tesis agustiniana y tomista es que la condición última de todo en la salvación (y la causa última, además, mirando a los actos buenos y a los que se salvan) es Dios, no el hombre.

Saludos cordiales.
02/07/15 3:00 PM
  
Feri del Carpio Marek
Qué buenas contribuciones, Néstor y Alonso. Me gustó lo que dices, Néstor, que "no es una cuestión de vana curiosidad, sino que tenemos que tener un discurso coherente ante las lógicas preguntas que nos van a hacer aquellos a quienes hablemos de estas cosas. Es decir, la Iglesia tiene que tenerlo, al menos en algunos de sus miembros."

Es verdad, para quienes no estamos acostumbrados a leer sobre teología, nos choca, por lo menos al comienzo, pero al mismo tiempo, se siente cómo el leer esas explicaciones hace crecer en el conocimiento y amor de Dios. Qué bueno lo de voluntad antecedente y consecuente, que como lo de causa primera y causa segunda, recién me voy enterando en este blog.

Me gusta mucho cómo concluyes uno de tus mensajes, Néstor: "Todo se resume en una absoluta confianza en Dios, que es confianza ilimitada, precisamente porque no es ni puede ser certeza (excepción hecha de una eventual revelación divina privada) de formar parte del número de los predestinados."

Y también lo que concluye san Agustín en tu mensaje anterior: "¿por qué hemos de temer predicar el dogma de la predestinación de los santos y la verdadera gracia de Dios, esto es, la que se nos da no según nuestros méritos, como nos enseña la Sagrada Escritura? ¿O es que hemos de temer que el hombre desespere cuando se le dice que ponga su esperanza en Dios y que no desesperaría si, lleno de soberbia, el infeliz la pusiera en sí mismo?"

Me hizo recuerdo del Acto de Confianza de san Claudio de la Colombiere, lo comparto con ustedes, espero no excederme en el espacio:

«Dios mío, estoy tan persuadido de que veláis sobre todos los que en Vos esperan y de que nada puede faltar a quien de Vos aguarda toda las cosas, que he resuelto vivir en adelante sin cuidado alguno, descargando sobre Vos todas mis inquietudes. Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú ¡Oh Señor! Y sólo Tú, has asegurado mi esperanza.

Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades pueden quitarme las fuerzas y los medios de serviros; yo mismo puedo perder vuestra gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el último instante de mi vida y serán inútiles todos los esfuerzos de los demonios del infierno para arrancármela. Dormiré y descansaré en paz.

Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi esperanza.

A nadie engañó esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha quedado frustrado en su confianza.

Por tanto, estoy seguro de que seré eternamente feliz, porque firmemente espero serlo y porque de Vos ¡oh Dios mío! Es de Quien lo espero. En Ti esperé , Señor, y jamás seré confundido.

Bien conozco ¡ah! Demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuanto pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme. Mientras mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las calamidades; y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable esperanza.

En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostendréis en las más rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis contra los más violentos asaltos y que haréis triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos. Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción ; y para llevar de una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, os espero a Vos mismo de Vos mismo ¡oh Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea.»
02/07/15 5:35 PM
  
Cos
Alonso Gracián
Como enseña el Magisterio de la Iglesia:

“623 Dz 318 Cap. 3. “Dios omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven (1Tm 2,4), aunque no todos se salvan. Ahora bien, que algunos se salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se pierden.”

Y la advertencia de Louis Bouyer:

“será preferible no pretender aclarar semejante misterio más de lo que san Agustín y santo Tomás creyeron posible”
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¿Cómo puede haber merecimiento de perdición en los que se pierden si no reciben la Gracia eficaz, si es la Gracia eficaz el medio de la cuasa primera y ésta no es recibida por todo el mundo?

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Néstor
"Y tampoco veo ningún problema irresoluble -otra cosa es que haya podido resolverse hasta sus últimas consecuencias, y de ahí el misterio de la iniquidad- en considerar que cuando alguien está por ahogarse y una fuerza externa lo salva, el mérito absoluto de su salvación está en quién provoca ésta y no en quién simplemente permite ser salvado."

Es claro que el que permite o no permite que la cosa suceda es el resorte último, más precisamente, la condición última de todo el asunto.

El centro de la tesis agustiniana y tomista es que la condición última de todo en la salvación (y la causa última, además, mirando a los actos buenos y a los que se salvan) es Dios, no el hombre.

Saludos cordiales.
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Si el que permite que la cosa suceda es el resorte último y la resistencia a la Gracia es un ser ¿Cómo puedo entender que Dios no es la causa de la perdición de los que se resisten a la Gracia?

Y ¿Cómo se explica el pecado original de acuerdo a esta doctrina?
03/07/15 2:29 AM
  
Feri del Carpio Marek
Cos, el pecado de omisión se puede aplicar únicamente a quien, por justicia, le correspondía hacer un acto bueno. Dios no debe nada a nadie. Es más, por pura misericordia, da la libertad, a quienes se condenan, de merecer esa condenación. Simplemente créelo, teme la condenación y pide, como aconseja Alonso, que Dios nos cuente entre sus elegidos, y hazlo con la confianza de que así es, como aconseja Néstor.

Con las dificultades que te queden (al igual que a todos, pues ninguna mente humana puede agotar el misterio de Dios), sigue el consejo de san Agustín, recogido por el Catecismo de la Iglesia Católica:

«Los fieles deben creer los artículos del Símbolo “para que, creyendo, obedezcan a Dios; obedeciéndole, vivan bien; viviendo bien, purifiquen su corazón; y purificando su corazón, comprendan lo que creen”»
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A.G.:
Buenos consejos, sí señor.
03/07/15 4:09 PM
  
Néstor
El acto libre de la creatura siempre supone la predeterminación física divina.

Si es bueno, en cuanto a todo, si es malo, en lo que tiene de acto, ser y bien, no en lo que tiene de mal, que es un no ser, y que tiene solamente a la creatura por causa (deficiente), Dios sólo lo permite, sin causarlo.

Por eso, si Dios no da la gracia eficaz para el acto bueno, entonces produce todo lo que en el acto malo hay de ser y bien, y permite lo que lo hace malo, precisamente, que es causado libremente sólo por la creatura.

Y así la creatura es responsable de su pecado.

En cuanto al "resorte último", por eso a "resorte" lo aclaré con "condición". Que algo sea condición no quiere decir que sea causa. El oxígeno es condición necesaria de la vida pero en una morgue puede haber mucho oxígeno.

Dios es Condición última del pecado, por su permisión, pero no Causa. Es Condición y Causa última del acto bueno.

Como dice Feri del Carpio, de acuerdo en eso con Santo Tomás, sólo el que está obligado a actuar es causa de lo que sucede por su inacción, y Dios no está obligado a mover al bien ni a dar la gracia eficaz a la creatura.

Saludos cordiales.
__________
A.G.:
Gracias Néstor por tus valiosos comentarios.
03/07/15 5:49 PM
  
Cos
Vale, que quede claro que yo estoy completamente de acuerdo con que Dios quiere el bien que es propio y consecuente a su naturaleza, y que permite el mal para el bien del conjunto. Valga el ejemplo tonto: Si yo mato a Hitler cometo un mal del que se deriva un bien para el conjunto de la humanidad. No tengo problemas con esto.
Y entiendo el razonamiento:
El pecado es un no ser.
La creeatura está obligada a obrar.
Si no obra para el bien, es responsable del mal causado.

Problemas que yo veo:
1. la creatura también se debe a su naturaleza. Su naturaleza está corrompida.
Del diccionario de la RAE. Responsabilidad: "4. f. Der. Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente".
LA creatura no tiene capacidad por sí misma para hacer el acto salvífico si no recibe la Gracia eficaz. Dios no está obligado a nada, Dios se debe a su naturaleza, por decirlo de algún modo. A la creatura le sucede exactamente lo mismo. Por tanto entiendo que si Dios no otorga la Gracia eficaz a todas las creaturas es porque ésto no se deriva de su naturaleza. Luego la creatura que recibe la Gracia eficaz está llamada a ser salvada, y la que no la recibe está abocada a no ser salvada, o sea al infierno perpetuo.

2. No entiendo las escrituras. Empiezo por no entender el pecado original, y termino por no entender que a San Pedro se le otorgue la Gracia eficaz para que siga a Cristo, después se le retire para que le niegue tres veces, y después se le vuelva a restituir.
Sobre esto, no encuentro ninguna objección a las citas que siempre se utilizan para hablar de la Gracia. Son maravillosas y muy iluminadoras, pero, humildemente, nunca he creído ver en ninguna de ellas que se deribe el hecho de que hay personas a las que no se les otorgue la gracia necesaria para que sean salvados.
La mas famosa de "muchos son llamados, mas pocos escogidos" -no tengo ni idea de exégesis, yo aquí solo espongo mis dudas-, por ejemplo, no tiene por qué significar que pocos serán los escogidos para recibir la Gracia eficaz, sino que pocos serán los escogidos para la salvación.

3. En relación con el punto anterior, el lenguaje de las escrituras, que es el mismo lenguaje que seguimos utilizando hoy en día, parece indicar siempre la idea de que Dios habla a todas sus creaturas por igual. Unos le siguen y otros no. Si en ocasiones se habla de algunos que reciben una gracia particular, digamos perfecta -caso, por ejemplo de María-, son casos aislados, concretos, que parecen responder a la eficacia en la realización del plan Divino.
Ejemplo de lenguaje:
Hipótesis: el semipelagianismo o el pelagianismo moderno que da primaciía a la voluntad, aleja a las creaturas de la verdadera caridad y de la verdadera santidad.
Hipótesis corregida: La ausencia de Gracia eficaz lanza a la creatura a los brazos del pelagianismo y semipelagianismo moderno.
04/07/15 3:14 AM
  
Néstor
La gracia eficaz no se da solamente a los elegidos y predestinados, la que se da solamente a éstos es la gracia de la perseverancia final.

Es decir, el justo, que está en gracia de Dios, puede caer en pecado mortal, morir sin arrepentirse, y condenarse.

La gracia necesaria para poder salvarse, que es la gracia suficiente, la reciben todos, la que hace que de hecho se salven no la reciben todos, porque no todos se salvan.

Saludos cordiales.
07/07/15 8:46 PM

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