Los conflictos entre nakharar
Mjej Gnouni, el strategos romano, y Varaztirots II Bagratuni, el marzaban persa, no se llevaban bien. Tras varios años de rivalidad, Mjej acusó de muchos crímenes a Bagratuni y mandó una fuerza para prenderlo. Varaztirots huyó a Constantinopla, donde Heraclio le exoneró e incluso le nombró patricio. En 635, sin embargo, fue arrestado acusado de un complot para derrocar al emperador y elevar a su hijo Juan Atalaricos, y exiliado a una isla (parece que esta clemencia se debió a que a diferencia de los demás conspiradores, rechazó el asesinato de Heraclio). Otros aristócratas armenios estaban también involucrados, entre ellos Davit Saharouni. Gnuni le envió a Constantinopla para ser juzgado, pero Davit escapó y regresó subrepticiamente a Armenia, donde logró la simpatía de muchos nakharar: atacó de improviso a Mjej Gnuni y lo mató. La mayoría de los nobles (que no simpatizaban con el finado por su insistencia en imponer al clero las actas de Calcedonia) intercedió por el asesino y logró que Heraclio, en un gesto de debilidad, no sólo le perdonase, sino que lo nombrase curopalates o gobernador de la Armenia romana, confiando en que su popularidad entre los nobles daría tranquilidad a la provincia.
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