21.11.06

Manda el porro a la porra (por Monseñor Munilla)

Monseñor Munilla, no me haga usted esto. Ya le publiqué una magnífica pastoral sobre el aborto. Ahora no me queda más remedio que publicarle la que tanta repercusión está teniendo. Si sigue escribiendo pastorales así, voy a tener que abrir un "Tema" sólo para usted y se me van a poner celosos otros obispos españoles, je je.

Ahora en serio, permítame que dé gracias a Dios por haberle promocionado al obispado. Necesitamos obispos que sepan hablar claro a nuestra juventud sin por ello renunciar lo más mínimo a las exigencias del evangelio. Los jóvenes no necesitan discursos que justifiquen sus errores sino un ejemplo claro a seguir, un camino por el que andar seguros. Y usted les propone a Cristo y la fe cristiana. Pues sí y amén, monseñor. Sí y amén.

Carta Pastoral
Manda el porro a la porra

El título de esta carta no es invento mío, no pretendo ser original. Lo escuché por primera vez en el estribillo de una canción cristiana.

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20.11.06

San Josemaría Escrivá, ora pro nobis

Situémonos en una parroquia barcelonesa pastoreada por un mosén carismático de mediana edad, de esos que se criaron a los pechos del Concilio Vaticano II. Dicha parroquia, como ocurre con tantas otras de las diócesis catalanas, no pasa por sus mejores momentos en cuanto a asistencia de fieles a misa y número de bodas y comuniones. El mosén rector de la parroquia, aun no estando ni de lejos próximo al carisma del Opus Dei, aceptó el año pasado los servicios como catequista de una señora de la Obra que se ofreció "graciosamente" a dar catequesis a los nenes, misión que ella realizó adecuadamente y sin mayores problemas. Pero hete aquí que este año, al empezar la nueva temporada de catequesis, no aparecieron ni los niños ni la catequista de los niños.

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19.11.06

Ser caritativos es lo más humano (por Monseñor García-Gasco)

Esta semana elijo la carta del Arzobispo de Valencia, el Excmo. y Rvmo. Sr. D. Agustín García-Gasco y Vicente

Ser caritativos es lo más humano
Publicada en «Paraula-Iglesia en Valencia» el 19 de noviembre de 2006

A lo largo de la historia y en nuestros días, no ha faltado el testimonio de cristianos admirables por su entrega generosa a los demás, especialmente a los más necesitados. Particularmente son numerosas las personas consagradas que, siguiendo a Jesucristo allí donde les llama, gastan su vida en el servicio a los más humildes y desvalidos.

Por citar sólo un ejemplo, a ningún ciudadano del Tercer Milenio deja de conmoverle la biografía de la Beata Teresa de Calcuta y su incondicional y gratuita entrega a los más desheredados de la India.

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18.11.06

Eta: justicia, perdón y paz

En marzo de este año estuve participando en Atrio, usando uno de los nicks que suelo utilizar cuando prefiero mantener cierta privacidad. Xabier Pikaza había escrito uno de sus interesantes artículos tratando el asunto de Eta y el perdón de las víctimas. Para el post de hoy quiero hacer un amplio extracto de mis comentarios a aquel artículo.

Como cristiano el perdón no es una opción para mí. Es una obligación. Con más o menos ganas, según las circunstancias, debo de ofrecer el perdón de corazón a todo aquel que me haya hecho mal. Incluídos los asesinos de mi padre. Ay de mí si todavía guardara odio contra ellos, pues el odio sólo sirve para empozoñar el alma e impedir una buena relación con Dios. Pero ay de mí también si no pidiera justicia, pues entonces estaría traicionando la memoria de mi padre y también la de mi madre, que fue la persona que más sufrió la pérdida de su amado esposo. Yo honro a mi padre y a mi padre exigiendo justicia para ellos.

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Sobre lo de Eta y la Iglesia Católica en el País Vasco

Fue un verano difícil. Había perdido a mi padre meses antes en un "accidente" de avión (19 de febrero del 1985, Monte Oíz), y a mi madre no se le ocurrió otra cosa que tomar la decisión de que nos fuéramos de Getafe, donde había vivido toda mi infancia y lo que llevaba de adolescencia -tenía 16 años-, a Madrid, cerca de donde vivían sus padres, mis abuelos. O sea, no sólo me quedaba sin padre sino que me sacaban de mi ambiente, de mis amigos, de mi colegio, de mi vida. Aquello fue el germen de una depresión que, literalmente, casi se me llevó por delante a partir de los 17 años.

Sin embargo, el mes de julio de aquel año de 1985 fue un buen mes. Fuimos de vacaciones al pueblo donde había nacido mi abuela materna, Somballe, no muy lejos de Reinosa. No había luz eléctrica en las calles y la casa donde nos alojamos tenía como WC el establo.

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