14.12.15

Mi madre, mi maestra

Cuando hace 30 años, por motivos que no vienen al caso y que de ninguna manera justifican lo que hice, me alejé de Dios y de su Iglesia, el Señor tuvo a bien no dejarme tirado en el abismo del que jamás habría podido salir con mis propias fuerzas. Su gracia empezó a operar llevándome de vuelta al cristianismo a través de un matrimonio protestante evangélico. Al poco, pasé a formar parte de una pequeña comunidad evangélica en Madrid, en la que pasé cerca de 7 años creciendo espiritualmente y, sobre todo, en conocimiento bíblico. 

Mas Dios no quería que me quedara allá. Por caminos que solo puedo calificar como providenciales, puso ante mis ojos la belleza de la Iglesia del primer milenio. Aquello supuso el fin de mi identidad protestante y, tras un breve periodo asistiendo a liturgias bizantinas/ortodoxas (las hay católicas), en medio del cual el Señor me concedió el regalo de la maternidad de María, la muerte de mi madre carnal acabó de abrir la puerta de regreso a la Iglesia Católica. De eso hace ya más de 16 años.Como ven ustedes, le debo tanto al Señor que ni mil vidas que viviera serían suficientes para darle gracias por tanto don inmerecido. Y aun así, bien sé que no puedo descuidarme lo más mínimo y debo implorar el don de la perserverancia final, pues como dice San Pablo “el que se crea seguro, cuídese de no caer” (1ª Cor 10,12).

La gran diferencia entre ser católico y protestante consiste en aceptar el lugar que Dios ha dado a su Iglesia en el plan de la salvación. El protestante puede leer mucho la Biblia -de hecho habitualmente la lee más que el católico-, puede rezar como el que mas, pero no acepta la autoridad de la Iglesia de Cristo, de quien la Escritura dice que es la columna y baluarte de la verdad (1ª Tim 3,15), su Cuerpo y su plenitud (Ef 1,23), aquella que da a conocer la multiforme sabiduría de Dios ni más ni menos que los principados y potestades celestes (Ef 3,10). No en vano los padres de la Iglesia decían que no puede tener a Dios como Padre quien no tiene a la Iglesia como madre

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13.12.15

Morir al pecado para vivir en Cristo

Demos los primeros pasos en este Año de la Misericordia para que el Señor nos conceda tomar en nuestras vidas la victoria que Él nos consiguió en la Cruz.

¿En qué consiste esa victoria? Lo explica el apóstol San Pablo en la epístola a los Romanos:

Los que hemos muerto al pecado ¿cómo vamos a vivir todavía en él? ¿No sabéis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados para unirnos a su muerte? Pues fuimos sepultados juntamente con él mediante el bautismo para unirnos a su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva.

Rom 6,2.4

Dado que todos -especialmente los más santos- somos conscientes de nuestra condición pecadora, nos parece utópica la idea de que ya hemos muerto al pecado. El mismo sigue presente, en mayor o menor medida, en nuestras vidas. Pero nadie dude que si el Padre resucitó a Cristo de la muerte, Él nos resucitará para dejar atrás toda esclavitud pecaminosa y andar en nueva vida. Y aunque eso solo ocurrirá de forma perfecta en la vida eterna, posterior a este peregrinaje temporal, puede y debe ser ya una realidad

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11.12.15

¿A dónde iría sin su misericordia?

No albergo la menor duda sobre una realidad. Soy pecador. Hay todavía muchas áreas en mi vida que no están conformadas plenamente con la voluntad de Dios. Necesito su misericordia, su perdón, su ayuda para liberarme de mis pecados.

No albergo la menor duda sobre otra realidad. Dios me quiere santo. Es más, me concede serlo, de forma que no tengo excusa para no andar en santidad. Si digo que Dios me lo concede, no digo que ya lo sea, al menos no como Él quiere que lo sea. Pero cuando caigo, cuando peco, cuando me separo una y otra vez de su voluntad, no me encuentro con una mirada de condena eterna, sino con la Cruz por la que Cristo paga el precio por mi salvación. Y esa cruz me restaura, me da vida, me ayuda a cargar con mis propias cruces, con mis debilidades. Es Cristo mi Cireneo. Es Cristo quien me concede el perdón a través de sus ministros en el sacramento de la Confesión. Es Cristo quien, una vez perdonado, se me entrega por completo en la Eucaristía, alimento divino que me fortalece para la lucha contra mis pecados. Eso es, en definitiva, la vida cristiana. Caída, perdón, restauración, vida. Pura gracia. Pura misericordia divina.

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10.12.15

Mi "guía" de voto

He recibido algunos emails preguntándome si íbamos a dar, como otros años, alguna guía de voto para las elecciones del próximo 20 de diciembre en España. Pues no, no tenemos intención de hacer tal cosa. La realidad es que no existe la más mínima posibilidad de que en el próximo parlamento español haya un partido que defienda los principios no negociables que en su día marcó Benedicto XVI. De hecho, dentro de la propia Iglesia no está precisamente de moda defender dichos principios como motor de la acción política.

Más allá de declaraciones generalistas que sirven para cubrir el expediente, no se ve por ningún lado que la Iglesia en España quiera ayudar lo más mínimo a que haya una opción política que tenga la capacidad de lograr un resultado que vaya más allá de lo testimonial. Y hablo de la Iglesia en general, no solo de la jerarquía que, de hecho, no está para hacer política.

Cuando el señor Rajoy decidió burlarse de sus votantes retirando la pseudo-reforma de la ley del aborto que proponía el ex-ministro Gallardón, despejó toda duda que, increíblemente, pudiera haber sobre la condición abortista de un partido que cuando gobernó por primera vez vio sin inmutarse como el número de abortos en España llegaba a los cien mil al año. La ingenuidad candorosa de muchos provida, que todavía creían que se podía hacer algo con las siglas del PP, se enfrentó de bruces contra la realidad. Pero da lo mismo. ¿Cuántos españoles creen ustedes que votan teniendo en cuenta como primera, segunda, tercera, cuarta o incluso quinta derivada el aborto? Y si a eso le añadimos la institución familiar, ¿cuántos más?

Y de todos esos, ¿cuántos creen que superarían la tentación de dejar a un lado el mal menor para votar un bien objetivo, aun a costa de que ese bien sea porcentualmente irrelevante?

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8.12.15

Inauguración del Centro Cultural Juan Pablo II en Cádiz

Como ya adelanté semanas atrás, en Cádiz estamos haciendo “lío” del bueno. Prueba de ellos es la inauguración del Centro Culturas Juan Pablo II que tendrá lugar el próximo sábado en la Tacita de plata. En un local gestionado por la Fundación Educatio Servanda, que desde su creación tiene la sana intención de promover una escuela genuinamente católica, confesional en todos los sentidos.

La idea partió de un grupo de blogueros católicos que hemos venido a coincidir en tierras gaditanas. Se trata de Pedro Luis Llera, David González (le conocéis como Alonso Gracián), Néstor Mora (cofundador y ex-director de Blogueros con el Papa), y un servidor de ustedes.

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