El Patriarca de Lisboa no debe seguir siendo cardenal
El Cardenal José da Cruz Policarpo ha decidido que él puede oponerse a la doctrina católica sobre el sacerdocio reservado para los hombres y ha realizado unas declaraciones que podría firmar cualquier protestante de tres al cuarto. Según él, la doctrina católica sobre el sacerdocio a posición de la Iglesia católica se basa mucho en el Evangelio, no tiene la autonomía de un partido o de un gobierno “se basa en la fidelidad hacia el Evangelio, hacia la persona de Jesús y hacia una tradición muy fuerte que proviene de los apóstoles“, pero eso no le debe parecer suficiente, porque cree que la Iglesia puede ordenar mujeres.
De hecho, se permite el “lujo” de contradecir al Beato Juan Pablo II, quien en su carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis, dejó zanjada esta cuestión con unas palabras que rozan el rango de dogma de fe, quedándose en el escalafón inmediatamente anterior. Dijo el Papa:
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
Y por si quedara alguna duda, la Congregación para la Doctrina de la Fe respondió a un dubium sobre la cuestión:
Respuesta a la pregunta acerca de la doctrina contenida en la Carta Apostólica “Ordinatio Sacerdotalis”
Preg.: Si la doctrina, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis como dictamen que debe considerarse definitivo, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.
Resp.: Afirmativa.
Esta doctrina exige un asentamiento definitivo puesto que, basada en Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 25, 2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32) ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe.
Sin embargo, este cardenal asegura que “la cuestión no se puede resolver así. Teológicamente no hay ningún obstáculo fundamental; existe esta tradición, digamos: no se ha hecho nunca en otro modo“.
Pues bien, yo pienso que este señor no puede seguir siendo cardenal ni un día más. Pienso que el Papa debería de llamarle a capítulo a Roma, exigirle una retractación y de paso retirarle el capelo.
Bastante tiene la Iglesia con combatir a los que atacan sus enseñanzas desde fuera como para tener que soportar en su seno a cardenales que públicamente le quitan la razón a la carta apostólica de un Papa. Y da igual que ese Papa ya haya muerto.
¿Ocurrirá lo que yo creo que debe de ocurrir? Lo dudo, pero espero que al menos se produzca alguna reacción por parte de la Santa Sede. Porque una cosa es clara. Esto no puede seguir así. Si un príncipe de la Iglesia puede chotearse de la doctrina de la Iglesia sin que pase nada, la misma no tendrá autoridad moral, aunque sí canónica, para aplicar sanción alguna a herejes y heterodoxos de todo tipo y pelaje.
Luis Fernando Pérez Bustamante

José Bono es uno de esos políticos que tiende a usar la religión como una especie de comodín para conseguir sus objetivos personales. Tan pronto se le ve de la mano de obispos y cardenales, incluso llegando a presentarles libros, como se chotea públicamene de la moral católica. Un día parece un franciscano piadoso riéndole las gracias a un primado de España y al otro se va con los perroflautas eclesiales de Entrevías a comulgar con rosquillas.
Pues sí, en Roma ya saben que la Iglesia está presente en el patronato de algunos hospitales de Cataluña que practican abortos. Y sí, parece que a la Santa Sede le preocupa el asunto. Pero no, Roma no ha tomado ninguna medida efectiva para poner fin a semejante barbaridad. Y no, la carta de la que se hace eco el ABC en su edición de hoy, y que
Hace unos días se hizo pública la concesión del Premio Ratzinger, de reciente creación, a tres teólogos católicos.
Hace años la parroquia de San Carlos Borromeo del barrio madrileño de Entrevías apareció en todos los periódicos, radios y televisiones de España. El cardenal Rouco, al parecer animado por la totalidad del consejo presbiteral de la archidiócesis de Madrid, había decidido cerrar dicha parroquia, que estaba en manos de tres sacerdotes de los que lo menos que se puede decir es que tienen de católicos lo que el Dalai Lama de musulmán. O sea, nada.








