Existe una diferencia entre ayudar al que se muere y matar
El doctor Montes, de cuya práxis médica no voy a decir lo que pienso para evitarme una querella, quiere que los médicos ayuden a los españoles a quitarse de en medio en cuanto estos lo pidan. Dice que:
La muerte es una de las pocas verdades absolutas que existen, nos vamos a morir todos, entonces que mejor que ya que es inevitable sea una muerte en paz, en equilibrio, con despedida, lo más confortable posible, así lo piensan el 90 por ciento de los ciudadanos, según las encuestas de opinión.
Sinceramente dudo que haya un diez por ciento de españoles que deseen morirse entre dolores espantosos, sin despedirse de sus seres queridos y de la manera más incómoda posible. Es decir, que no se moleste en dar un porcentaje. Todo el mundo está de acuerdo con sus palabras.
Ahora bien, una cosa es morirse y otra pedir que te maten. Una cosa es pedir que te den todos los cuidados paliativos al alcance de la medicina y otra muy distinta es reclamar a los médicos que te pongan una sedación mortal que te lleve al otro barrio.

Esta sociedad corrupta en la que vivimos empieza a cosechar el fruto de su apostasía y su miseria moral. En este país hace 25-30 años era impensable que unos niños de 13 años se dedicaran a hacerse fotos o vídeos eróticos. Y mucho menos, que luego se difundieran. No solo por una cuestión de recursos técnicos sino porque los críos no vivían en un ambiente de depravación como el que sí existe ahora.
Hoy, día en que los católicos celebramos del Corpus Christi, conviene recordar que pocas doctrinas hay tan claras en la Escritura como el hecho de que el pan y el vino pasan a ser, tras su consagración, el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo.
Llevamos unas semanas en la que se producen constantes debates en los medios de comunicación sobre la asignatura de religión en España. Ayer mismamente vi uno en Intereconomía TV, en el programa el Gato al Agua. El opositor a la asignatura es el ya archiconocido profesor universitario Pablo Iglesias, que haciendo honor a su nombre es política y socialmente más rojo que el planeta Marte. Entre sus muchas proezas está la de alentar a las muchachuelas que


