¡Que se callen, coño!
Tenía la duda sobre qué tema tocar hoy en el blog. Por un lado está el artículo del genuino e irrepetible Gregorio Peces Barbas publicado hoy en El País. Por el otro las psicodélicas declaraciones a El Periódico de Teresa Forcades i Vila, doctora en medicina y monja benedictina. Pero como hay más días que longanizas, dejaré para mañana a la doctora y me centraré en el retoño, ya entrado en años, del Gran Arquitecto.
A Peces Barba le molesta que los obispos, y no digamos los cardenales, tengan libertad de expresión. Y no lo disimula. Dice que la jerarquía de la Iglesia se mete en todo:
Ahora toca Educación para la Ciudadanía, antes fue el divorcio, el aborto, la enseñanza de la religión, el matrimonio entre homosexuales, la Ley de Educación e incluso dimensiones de la financiación que les parecen insuficientes.
Y digo yo, ¿qué se supone que deben de hacer los obispos? ¿callar cuando se permite el asesinato de inocentes en el seno materno? ¿callar cuando la legislación es un arma de destrucción masiva contra la institución familiar, columna y baluarte de toda sociedad que pretenda ser civilizada? ¿acaso no tienen derecho a dar su opinón sobre la educación en general, y sobre la absolutamente constitucional asignatura optativa de religión católica en particular? ¿acaso no tienen derecho a advertir, si así lo creen, que la condición de obligatoriedad de la asignatura de Educación para la Ciudadanía entra en conflicto con los derechos de los padres y de los alumnos?