Destinados a la orfandad política y social
Va a ser que no. Poco después de las elecciones generales se me dijo que cabía la posibilidad de que la dirección de la Iglesia en España -básicamente, dos cardenales- diera su visto bueno al impulso de una nueva opción política que defendiera de forma clara y rotunda los valores cristianos, en especial en la cuestión de la dignidad de la vida humana y la familia. Por supuesto, no sería la propia jerarquía de la Iglesia quien crearía dicho partido, pues no es ese su papel, pero sí que lo vería con buenos ojos y lo apoyaría siquiera indirectamente.
Pues nada de nada. Los que mandan en Añastro arrugan el entrecejo ante la tibieza del PP en cuestiones como el aborto y la EpC, pero no quieren líos. En uno de los cardenales esa actitud era previsible. Al menos para mí. Se diga lo que se diga, él representa la continuidad del taranconianismo, propio de la iglesia española desde la Transición hasta ahora. O sea, nihil novum sub sole. En el otro parece que cuentan más las relaciones de amistad personal con los políticos que el valor de apoyar algo que sirva para cambiar el panorama político de este país. El tiempo que se tarda en convencerle de que algo hay que hacer, se ve contrarrestado inmediatamente por el que tardan en convencerle de que no hay que hacer nada.