La batasunización de la sociedad española ante el aborto
El Semanario Alba recoge el testimonio de una mujer que abortó voluntariamente a su hijo. Cristina es su nombre y nos explica cómo ocurrió todo:
“No me dieron tiempo para pensármelo“, señaló la madre y recordó que le administraron un fármaco abortivo. “Dos horas más tarde, fue entonces cuando noté que mi bebé empezaba a dar patadas con sus piernecitas y sus bracitos. No fue un segundo, sino un buen rato. Me sentí una asesina, pero yo en el fondo no quería estar ahí; nadie me ayudó“.
Ahora Cristina se arrepiente y lamenta lo ocurrido. Y tiene una depresión bastante severa. Pero el niño está muerto. No puede tener ni depresión ni nada. No le dejaron. La gracia de Dios perdona a Cristina. Si por un casual ella leyera este post, la animo a confiar enteramente en la misericordia divina. No escribo estas líneas para condenarla y de hecho, es de agradecer que haya tenido el valor de dar su testimonio. Quizás pueda salvar la vida de otros niños. El mal que hacemos no tiene remedio pero desde el arrepentimiento sincero podemos hacer mucho bien. San Pablo predicaba la necesidad de las obras dignas de arrepentimiento. Y salir en un medio de comunicación tras haber abortado para señalar con el dedo acusador al crimen del aborto es una buena obra.
Dicho eso, creo que es hora de que reflexionemos sobre un hecho que suele dejarse de lado al hablar del tema del aborto. Se da por hecho que la totalidad de las mujeres que abortan, lo hacen porque no les queda más remedio. Pues no señores, eso no es así. No pocas lo hacen porque sí, porque simple y llanamente no les apetece tener un hijo. Y no tienen cargo de conciencia alguno. Cristina se sintió asesina porque todavía tiene conciencia. Pero la aceptación social del aborto anula la poca conciencia que le queda a muchas mujeres, y los hombres que las dejan embarazadas, de forma que apenas queda nada que sirva de barrera a esa cadena horrenda de asesinatos. El instinto maternal desaparece -del paternal ni hablamos-, de forma que la mujer de deshumaniza e incluso de “des-animaliza", pues pocas especies animales, por no decir ninguna, abortan voluntariamente.
A algunos les molesta que se hagan comparaciones como las que voy a hacer, pero creo que es absolutamente justo decir que esa parte de la sociedad española que apoya o mira para otro lado en relación al aborto, juega exactamente el mismo papel que los batasunos y gran parte de los nacionalistas vascos en relación con Eta. La sociedad española está mayoritariamente batasunizada ante el mayor holocausto que la humanidad ha sufrido y sufrirá desde tiempos de Adán y Eva. Y de la misma manera que los terroristas creen justificado el matar, una de cada seis mujeres españolas que se quedan embarazadas encuentran razones para justificar el asesinato de sus hijos. Es más, de hecho es bastante más irracional el aborto en cuanto que lo que se mata es sangre de su propia sangre.
No hay ningún espíritu de Ermua, ningún Basta Ya ni ningunas Manos Blancas capaz de plantar cara eficazmente al aborto. Somos pocos, muy pocos, los que en verdad nos movilizamos contra esa lacra mortal. El aborto causa cada semana en España el mismo número de víctima mortales que Eta en toda su historia. Cada día sufrimos más de un 11-M en las clínicas abortistas. La historia nos señalará con el dedo. No pensemos que dentro de dos o tres siglos se nos mirará con más simpatía que a los regímenes totalitarios del siglo XX. No lo merecemos. Somos la civilización de la muerte y muerte es lo que cosecharemos si no damos un cambio radical. De hecho, esta civilización no merece sobrevivir. Queda por ver cuánto tarda en ejecutarse la sentencia de su separación.
Luis Fernando Pérez Bustamante