Pues menos mal que Paco Vázquez dijo que no habría más crispación

Hace unos días nos hacíamos eco en Religión en Libertad de las declaraciones que el embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez, había realizado durante una conferencia en la coruñesa localidad de Betanzos. Tras afirmar que no se puede entender España sin sus raíces católicas y criticar a quienes quieren hacer de la laicidad un instrumento doctrinal e ideológico parcial, aseguró que en estos momentos hay indicios claros de que vamos a vivir un escenario de buenas relaciones entre el Gobierno y la Iglesia y, por tanto, no se volverán a reproducir momentos de crispación como los que se produjeron en la primera mitad de la anterior legislatura. Pues don Paco… a otro perro con ese hueso.

No sabemos si como embajador tiene mucho futuro el socialista gallego, pero como profeta apunta las mismas maneras que Aramís Fuster o Rappel. O Paco Vázquez no conoce lo que se cuece en su partido, cosa que resulta difícil de creer, o se dedica a hacer de sirena que, con sus cantos de tolerancia y anti-laicismo decimonónico, atrae a los católicos incautos que no se han enterado todavía de que estamos asistiendo en este país al mayor ataque que la Iglesia Católica ha sufrido en Occidente después de las grandes guerras que asolaron Europa el siglo pasado.

La jugada de la que hemos sido testigos en los últimos días es de las que ponen los pelos de punta. Un medio de comunicación, la Ser -¿cuál otro si no?-, ha manipulado una noticia que afecta a la presencia de los capellanes católicos en los hospitales. Los partidos políticos de izquierda han aprovechado la manipulación para arremeter contra la Iglesia. El gobierno ha seguido sus pasos y, lo que es peor, lanza a la Fiscalía, que está bajo su control, como perro de presa contra la libertad religiosa en este país. Porque nadie dude de que lo que está en juego es la verdadera libertad religiosa, que como el Papa Benedicto XVI se ha encargado de recordar en la Onu, no consiste sólo en la libertad de culto sino en la libertad para que los valores éticos y morales de los creyentes jueguen un papel en todos los ámbitos de la sociedad.

Después de ver lo que está pasando, ¿todavía hay quien se sorprenda de que muchos católicos, obispos incluidos, dudemos de que estemos viviendo en un régimen democrático? ¿o hay por ahí todavía algún incauto que crea que la democracia consiste sólo en votar cada cuatro años y que el vencedor tiene derecho a pisotear los derechos de los ciudadanos?

Recios tiempos le esperan a la Iglesia en España cuando el gobierno está dispuesto incluso a usar la Fiscalía contra ella. Y más le vale que no espere ayuda del partido de la oposición, cuyos actuales dirigentes están últimamente empeñados en demostrar lo poco católicos que son. Pero no debemos desesperar. De hecho, estamos ante una gran oportunidad. Es claro que el proyecto totalitario en el que Zapatero ha embarcado a esta nación sabe que tiene en la Iglesia a su enemigo más temible. Mientras la oposición política piensa si se une o se deja de unir al mismo cual plañidera profesional en entierro, la Iglesia no puede moverse de donde está. Ha de seguir defendiendo el derecho de todos a la verdadera libertad religiosa. Ha de seguir ofreciendo a la sociedad los valores éticos y morales que emanan del evangelio. Y ha de dejar bien claro a sus enemigos que no conseguirán que se calle. Porque si ni siquiera los intentos de exterminio físico lograron acallar su voz, menos lo harán las tentativas fatuas de ese aprendiz avanzado de dictador populista que nos gobierna.

Luis Fernando Pérez Bustamante