Pisoteando la ética hacia una actitud irresponsable, por el todavía no excom
En Religión Digital se nos informa de lo que el teólogo Hans Küng acaba de decir en México. Y, para no variar, su discurso suscitará el aplauso del mundo, en el sentido bíblico del término, así como la de aquellos que desde dentro de la propia Iglesia siguen todavía en la "la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Ef 2,2).
Y es que Küng llamó a la iglesia católica a no radicalizar la postura que tiene sobre el aborto, la eutanasia, la homosexualidad y la anticoncepción, cuatro problemas que son delicados, porque los mismos católicos tienen visiones diferentes y no es posible hacerlos parte de una ética mundial.
A ver si lo entiendo bien. Como no todo el mundo está de acuerdo en que hay que proteger la vida desde su concepción hasta su fin, como tampoco está conforme en que la práctica de la homosexualidad es pecado y como es obvio que los condones y demás métodos anticonceptivos están a la orden del día, pues entonces la Iglesia ha de retroceder y dejar de defender radicalmente la vida, conceder que su moral sexual ha sido retrógada y debe de adaptarse a los nuevos tiempos, y dedicarse a hacer campañas del "póntelo, pónselo".
Pues mire, señor Küng, métase su ética donde le quepa y deje a la Iglesia en paz de una puñetera vez.
La Iglesia, caballero, no sólo no debe ceder ante el empuje de la cultura de la muerte, sino que, hoy más que nunca, debe radicalizarse totalmente en defensa de la vida y de la familia formada por un hombre y una mujer y su descendencia. Si no hiciera tal cosa, estaría traicionando al Autor de la vida, a Aquel que no nos pidió que fuéramos al mundo a pactar una ética de mínimos, en la que la dignidad de la vida humana estuviera en almoneda, sino que nos envió a hacer discípulos en todas las naciones.Dice usted, caballero, que "queremos respeto para la vida sin decidir cuándo empieza la vida humana y cuándo empieza la persona". Oiga, ¿en nombre de quién habla en plural? ¿quiénes forman parte de ese "queremos"? ¿usted y los dueños de clínicas abortistas, que ya han visto en México una nueva mina de oro para forrarse a costa de asesinar inocentes?, ¿usted y los políticos indignos que con sus leyes permiten que legalice el mayor Holocausto de todos los tiempos? ¿Cómo es usted tan miserable como para decir eso en México, justo ahora que allá están presionando para aprobar una legislación pro-abortista?, ¿cómo es usted tan hipócrita y farsante de decir que quiere que se respete la vida, a la vez que da argumentos a los que quieren llenar de fetos y embriones humanos los cubos de basura de las clínicas mexicanas?, ¿cómo es usted tan falsario, tan inicuo, tan impío, como para pedir respeto a la vida a la vez que solicita a la Iglesia que no sea firme en su condena de la eutanasia? ¿a quién quiere usted engañar, hijo del padre de todas las mentiras?
Hans Küng sigue siendo un auténtico cáncer gangrenoso en el seno de la Iglesia. No basta con que se le haya suspendido para enseñar teología católica desde hace décadas. Sigue siendo sacerdote. Y o algo muy grave pasa en la Iglesia de Cristo, o no puede seguir siendo sacerdote suyo quien hace declaraciones favorables a las tesis abortistas en un país donde sus obispos están dando la batalla en contra del aborto. Así que, amistades personales aparte, sería deseable que Su Santidad Benedicto XVI diera un paso al frente y decretara la excomunión pública de la Iglesia no sólo de aquellos que cometen o participan en un aborto, sino de aquellos que lo apoyan directa o indirectamente con declaraciones tan vergonzantes como las de ese sacerdote católico suizo que se llama Hans Küng.
Luis Fernando Pérez Bustamante









