Los catoliquísimos diputados del PNV y el aborto
Cuando ayer se votó en el Parlamento una moción del diputado de UPN para frenar la futura ley del aborto, todos los partidos políticos tomaron el posicionamiento que cabía esperar, excepto uno de ellos. Que socialistas y comunistas votaran en contra de la iniciativa del diputado navarro, era de esperar. Que el PNV hiciera lo mismo, no. O mejor dicho, sí. O no pero sí. Cabría haber esperado que los muy católicos diputados del partido fundado por Sabino Arana se opusieran a la ley del aborto desde un primer momento. Pero ya sabemos que los políticos españoles -los vascos lo son- que dicen ser católicos, por lo general son antes políticos que católicos. Que tal actitud casa poco con aquello de “amarás a Dios sobre todas las cosas” parece importarles poco.
En todo caso, en vista de que los aranistas se definen a sí mismos como un “partido vasco, democrático, participativo, plural, aconfesional y humanista, abierto al progreso y a todos los movimientos de avance de la civilización que redunden en beneficio del ser humano", habría que preguntarles si el aborto es algo propio de humanistas, del progreso y de la civilización. No me extrañaría que respondieran al son de la canción “Depende” de Jarabe de Palo. Ya saben: “depende, todo depende, de según como se mire todo depende".
Finalmente la nueva ley del aborto saldrá adelante. Puede incluso que los mismos diputados del PNV que han votado en contra de la moción del diputado de UPN se opongan a la ley o se abstengan. Lo peor es que si votan a favor, es casi imposible que algún obispo de las diócesis vascas diga públicamente que esos señores no pueden comulgar a menos que se arrepientan públicamente de ese posible voto a favor. De hecho, no está claro que ningún obispo de la Iglesia en España vaya a seguir el ejemplo de no pocos obispos del otro lado del charco y declare que todo aquel diputado que vote a favor del aborto no puede recibir la comunión. Creo que nos vendría muy bien a todos que la propia CEE publicara alguna nota al respecto, pero en todo caso, no hay nada que impida a un buen obispo tomar la iniciativa solo o en compañía de otros.
Mientras tanto, seguiremos esperando a que algún siglo de estos haya en el parlamento español diputados verdaderamente comprometidos a favor de la cultura de la vida, lo cual implica no sólo oponerse a la nueva ley sino el buscar la derogación de la actual, que provoca la “tontería” de cien mil abortos al año.
Luis Fernando Pérez Bustamante