¿En qué me he equivocado?
Hace dos días escribí uno de los posts más polémicos y desafortunados en la corta historia de este blog. Ciertamente mi intención no era ofender a nadie y mucho menos atacar a la persona de Antonio Puerta, fallecido en unas trágicas circunstancias por todos conocidas. Pero independientemente de mis intenciones y de las razones que podría aducir para hacer lo que hice, es de justicia reconocer que me he equivocado en lo siguiente:
- Lo primero de todo, debí haber manifestado mi pesar por lo ocurrido, dándo el pésame a los familiares y amigos de Antonio Puerta. Aunque al final del post pedí que se orara por su alma, eso no excusa que al principio se diera por mi parte una falta de duelo cristiano ante el dolor ajeno. Mea culpa.
- Aunque Antonio era un personaje público y su muerte la he hecho, si cabe, aun más conocido para todo el mundo, la cercanía de su muerte hacía imprudente e innecesario por mi parte usar su persona para un artículo de ese cariz. Tal acción puede considerarse como una falta de respeto mío hacia él. Mea culpa.
- El hablar de su situación sentimental adjudicándole un calificativo moral negativo, independientemente de que la mucha o poca verdad que pudiera haber en el mismo, tampoco es lo más adecuado dadas las circunstancias. Para señalar la -según la fe católica- inmoralidad de determinado tipo de relaciones sentimentales, no hace falta poner nombres y apellidos. Y menos si el nombre y los apellidos son los de alguien que acaba de morir. Y menos aún si hay una madre y una criatura que está a punto de nacer. Mea culpa.
- Citar la Escritura es una cosa muy sana, sobre todo cuando de lo que se trata es de hacer reflexionar sobre la moral pública a la luz de la Revelación de Dios. Pero usarla en el contexto de los errores que he señalado, es hacer un flaco favor a su eficacia como texto "inspirado por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia"(2 Tim 3,16). Mea culpa
- Mi necedad e imprudencia ha redundado, directa o indirectamente, en perjuicio de mi Iglesia, aunque la misma no tenga culpa alguna de que yo haya actuado así. Dado que en este blog hago gala de mi condición de católico por la gracia de Dios y dado que es obvio mi interés en intentar defender la fe y doctrina católicas, cualquier atisbo de falta de caridad en mi proceder afecta a todos mis hermanos en la fe. Mea culpa.
- Por encima de todo lo dicho hasta ahora, lo que más siento es haber ofendido a Dios. Si hubiera sido más sensible a su voluntad, no habría escrito ese artículo o lo habría hecho de una forma muy diferente. "Atrae más una cucharada de miel que cien barriles de vinagre" decía San Francisco de Sales. Y yo he añadido vinagre a un hecho ya de por sí luctuoso. Las pocas cucharadas de miel que aporté al final del artículo no cubren el error precedente. Además, sé que no es la primera vez que actúo así. Con lo cual, o corrijo ese defecto o más me vale quedarme quietecito. Mea culpa.
Por tanto, y sin negar lo que de verdadero y conforme a la fe que profeso había en mi exposición, he de reconocer que he pecado contra Dios, contra mis hermanos, contra Antonio Puerta y contra sus familiares y seres queridos. Pido perdón a todos por ello. Y pido a Dios que se apiade del alma de Antonio y de la mía propia. Que falta me hace. A su misericordia me acojo.
Kyrie eleison
Luis Fernando Pérez Bustamante